Catalina de Erauso

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Catalina de Erauso
INTRODUCCIÓN
La Historia de Catalina de Erauso es una de las historias más controvertidas de las que se produjeron en el
Nuevo Mundo. Una religiosa, que en época de conquistadores, decidió abandonar el hábito, su ciudad y su
identidad para viajar a América disfrazada de hombre, rompiendo las anquilosadas normas de la época y
realizando una gran hazaña, de la que muchos hombres no conseguían salir con vida, convertirse en militar y
en una de las primeras mujeres aventureras, en llegar al Nuevo Mundo.
Catalina de Erauso
Antecedentes.
Doña Catalina de Erauso nació en 1585, sin embargo su acta de bautismo sitúa dicho acontecimiento de 1592,
y murió en Guitlaxtla, un pueblo cercano a la ciudad de Puebla, México, en el año 1650.
La razón por la que Doña Catalina de Erauso abandona los hábitos de Dominica en España y marcha a tierras
americanas no es otra que una pelea, resulta curioso pensar que en un convento pudiera darse dicha
circunstancia, sin embargo, no es tan de extrañar si tenemos en cuenta que la otra religiosa, envuelta en dicho
incidente, era Doña Catalina de Aliri, monja, pero mujer casada y con hijos antes de coger los hábitos, en
definitiva una mujer curtida en los avatares de un matrimonio del siglo XVI, frente a una niña de apenas
quince años, que no conocía otra vida que la del propio convento.
El carácter inquieto de Doña Catalina, no encajaba del todo con la tranquilidad de la vida conventual, por esta
razón, la novicia se disfrazó de hombre y logró llegar a San Lúcar de Barrameda, embarcándose hacia
América. Durante su periplo por tierras españolas, San Sebastián, Vitoria, Valladolid, Bilbao, Navarra, Sevilla
y San Lúcar de Barrameda, Doña Catalina usó distintos nombres de hombre para pasar desapercibida:
Catalina de Erauso
Pedro de Orive, Francisco de Loyola, Alonso Díaz, Ramírez de Guzmán y Antonio de Erauso.
El lunes Santo de 1602, según su propio manuscrito, Doña Catalina parte hacia América, sin embargo, parece
más cierto que fuera en 1603, puesto que según la propia Doña Catalina de Erauso, ya hacía tres años que
había dejado el convento.
La vida en América.
La primera tierra americana que pisa Doña Catalina fue Punta Araya. Este es el momento en el que la novicia
se convierte en soldado, debido a que al llegar a este lugar, tuvieron que asaltar una fortificación enemiga y
desde entonces dejó de ser grumete para servir como hombre de armas.
Las primeras reyertas de Catalina en tierras americanas, dan una muestra de su carácter orgulloso e inquieto y
al mismo tiempo nos permiten ver una sociedad violenta, marcada por el honor, donde una solicitud para
apartarse, podía convertirse, y de hecho así sucedió, en una pelea con heridos, que acabó con Catalina en la
cárcel y con la
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obligación de contraer nupcias con una familiar del herido por la soldado española, un compromiso que supo
eludir, dada su condición.
Esta situación de enamorar mujeres e incluso de ser solicitado para boda, no fue algo extraño en la vida de
Catalina de Erauso, tal vez porque ella se viera en cuerpo de hombre o incluso por aparentar aún más y no
levantar sospechas por no vérsele con mujeres. El caso es que la soldado española durante sus aventuras en
tierras americanas recibió algunas solicitudes de boda que casi acaban realizándose, pero de una manera u otra
siempre conseguía salir airosa.
Su vida como soldado.
En 1619 viajó a Chile, formando parte de las tropas que ese año partieron desde Lima a luchar en la Guerra de
Arauco, Doña Catalina, por la valentía demostrada en el campo de batalla, consiguió ascender al grado militar
de alférez, que le daría el sobrenombre con el que todos la conocemos.
De los conflictos más señalados en la vida de Catalina de Erauso la Guerra de Arauco supone el más
importante, esta guerra fue narrada por diferentes cronistas durante el período colonial, se desarrolló en Chile
enfrentándose españoles y mapuches. Aunque existe una gran diferencia
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entre un primer siglo de intenso conflicto bélico, (desarrollado en 1550 hasta 1656) y otra etapa
posteriormente en la que se hacen más crueles los enfrentamientos en las cuáles predominó las relaciones
fronterizas entre las dos regiones, el mundo mapuche y los hispano−criollos.
En estas guerras los españoles contaban con grandes ventajas (como era el uso del caballo y de sus
imprescindibles armas), cosa que favoreció una mejora de las tácticas y estrategias de los araucanos en su
entorno natural.
Las tropas españolas realizaron campeadas (incursiones realizadas cada verano), en éstas los españoles
destruían las sementeras indígenas y tomaban prisioneros de guerra que convertían en esclavos para su propio
beneficio, haciéndolos trabajar en sus campos como encomendados. Estos son los principales motivos por los
que los araucanos sentían un gran odio hacia los invasores, en este caso los españoles.
El carácter rebelde de la militar española le acarreó algunos problemas. En una de las reyertas de las que
muchas veces fue protagonista, Doña Catalina luchando y sin saber contra quien lo hacía, dio muerte a su
propio hermano, éste fue, sin lugar a dudas, el hecho más traumático de su vida. Ambos, sin reconocerse
mutuamente, fueron padrinos de una pelea entre dos amigos suyos. Como los que se
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batían resultaron heridos, los padrinos ocuparon su lugar para hacer valer el honor de los que luchaban,
resultando Catalina victoriosa. Miguel, al caer mortalmente herido, le dio a conocer su identidad, lo que le
causó a su hermana un gran desasosiego, partiendo de inmediato en busca de un médico y un sacerdote para
ayudarlo. Miguel de Erauso, su hermano, con el que había estado compartiendo casa durante algún tiempo,
había muerto a manos suyas, esta muerte supuso un punto y aparte en su vida, y la dejó herida no de arma,
sino del alma, una herida más dolorosa que cualquier otra recibida en alguna de sus luchas como soldado.
Finalmente decide marcharse de la Concepción donde había matado a su hermano, y marcha a Tucumán en un
viaje en el que pasa bastantes penurias, pero conseguiría salir adelante con la ayuda de una señora mestiza.
Algunos problemas más quedarían por venirle a Doña Catalina en su periplo por tierras americanas, peleas,
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heridas, cárceles e incluso penas de muerte revocadas en el último momento. Tras estar en otras ciudades de
América, viajó a Europa, aunque finalmente volvió al Nuevo Mundo, donde falleció.
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La religión en su vida.
A pesar de haberse escapado de un convento y de haber llevado una vida, que no tenía ninguna relación con la
vida consagrada de una monja, Catalina de Erauso no parece que haya abandonado por completo sus
convicciones religiosas, en varios fragmentos de su crónica, hace referencia al sacramento de la confesión y
también a la eucaristía, si bien es cierto que se trata de momentos especialmente difíciles, nos da una idea de
hasta que punto la vida en el siglo XVII obligaba, en cierto modo, a Doña Catalina a una defensa de su propia
persona que llevaba, en muchas ocasiones, hasta el límite, la muerte.
Perseguida y casi ajusticiada por la Inquisición, pudo salvarse porque el Santo Oficio consideró que siendo
monja, viviendo en un lugar tan inhóspito y llevando una vida tan ajetreada, consiguió mantenerse virgen.
El aspecto físico de Catalina
En cuanto al físico de la religiosa española, éste le ayudó a ocultar su condición: se describe como una mujer
bastante varonil, Catalina de Erauso obtenía un lenguaje masculino, con voz ronca y grave (parecida a la de
varón), con sus tonos varoniles y concisos. Además hablaba
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solamente en femenino cuando se encontraba sola, o en casos desesperados, momentos de suprema angustia y
desesperación, cuando tiene miedo y espera angustiosamente la muerte en el infierno, mujer de gran estatura y
falta de la belleza propia de las mujeres, carecía de los caracteres sexuales femeninos típicos. Algunos autores
afirman la desaparición de sus pechos desde muy joven debido a muchos remedios para secarlos y dejarlos
llanos, parecidos a los de un hombre.
Sus Crónicas.
Catalina contribuyó a la elaboración de un nuevo libro, en el cuál ella se sintió la protagonista (su persona, su
dureza, su atrevimiento, su sinceridad) fueron aspectos fundamentales en su elaboración.
De Erauso comenzó a escribir su relato el 18 de septiembre de 1624, en este momento volvía a España en uno
de los galeones más fascinantes el San José. Las tardanzas de sus viajes y largas jornadas de travesía alargan
más las calmas sofocantes del mar del Trópico. Aunque nunca se vio tan desesperada cuando prisionera,
cansada de recorrer el puente del navío, se acordó de las hazañas ocurridas en un pasado: las grandes carreras
a caballo a través de los Andes, las disputas, los combates, las huidas, la fortuna maravillosa, y por supuesto
su vida (totalmente sin límites, solitaria y libre).
Catalina de Erauso
Catalina de Erauso ha vivido, y su vida fue una vida muy complicada. El relato que escribió de su puño y
letra, es más propio de una persona diestra en manejar la espada que la pluma, aún así, emocionó a sus
contemporáneos. Los historiadores no pueden dejar de mencionar a esta mujer extraordinaria en sus estudios
de la América del siglo XVII. La importancia de su escrito para el conocimiento de la sociedad americana en
esta época es fundamental, prueba de ello es que dos relatos de sus aventuras y hazañas fueron publicadas,
seguidamente, en 1625, en Madrid, por Bernardino de Guzmán, y en Sevilla por Simón Fajardo, y, el
discípulo predilecto del gran Lope, Juan Pérez de Montalván, compuso e hizo representar en la corte su
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famosa comedia de La Monja Alférez.
Por último, en 1820, don José María Ferrer imprimió en París, el texto completo de la historia, acompañado
de numerosas notas y reforzado con bastantes documentos justificativos: partida de bautismo, extracto de
registros conventuales, testimonios, estados de servicios, informaciones, memoriales, certificados y decretos
reales, tomado de un manuscrito perteneciente al historiador Muñoz,
Catalina de Erauso
Sus retratos más valiosos.
El libro de Catalina supone hoy en día uno de los más apreciados en el mercado, y que comienza con un
prólogo en el que escritor compara a Catalina con las mujeres más destacadas de todos los tiempos (con Safo,
con Porcia, con Santa Teresa, entre otras).
El retrato de una de las más importantes heroínas de su época, una reproducción grabada en óleo del maestro
sevillano Pacheco, no destaca en el físico de su posante, pero en otros aspectos se puede comparar. Se muestra
con una golilla, el alzacuello de hierro y el coletillo de ante mal atacado, y con un aspecto viril, militar y
áspero y además poco conciliante.
Aunque existe otro retrato, hecho del natural, concretamente a pluma. En una de las varias cartas que se
enviaban mutuamente Pedro del Valle y Mario Schipano, el cuál fue visitado por Catalina de Erauso el 5 de
junio 1626, y que éste a su vez, la representaba como una doncella de unos treinta y cinco a cuarenta años de
edad. Y se había enterado de la fama de Erauso por la India Oriental.
Además la han retratado muchos pintores, entre ellos Francisco Crescentio, éste la pintó con altura y recia de
talle, y con una apariencia
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más bien masculina (como los pechos de una niña, con un método el cuál los pudo disminuir y posteriormente
secar para parecer más masculina, aunque de cara no muy fea, pero sí dejada y arraigada por los años). Su
aspecto es más bien el de un varón que el de una mujer. Las prendas utilizadas son de hombre (claramente a la
española) y la espada que cuelga la sostiene con una dureza como la vida. Pero lo más destacable es su
estructura de la cabeza, baja y entre hombros (los cuáles son demasiados altos), solamente se podría dudar de
su mano el sexo que tenía, porque era llena y carnosa, aunque a su vez robusta y fuerte. De carácter altivo y
poco sociable. También afectadas, sus hormonas le hacían pasar un mal momento, ya que como mujer, tenía
esos ademanes que toda mujer tiene en su vida femenina.
Una vida de contrastes
Existió una gran distancia entre el convento donde habitó Catalina de Erauso al cuartel donde posteriormente
tuvo que ir. De los cuatro años que fue recluida en el convento de las dominicas a los diecinueve que se
escapó por el motivo de su sueño en ser soldado. Y aún con dificultades se embarcó en una flota que viajaba a
América, y la cuál participó en la reconquista de Cumaná, dominada por los holandeses. Además se ayudó de
muchos seudónimos que le ayudaron a pasar desapercibida entre los hombres, pero su seudónimo más usado
fue el de
Catalina de Erauso
Alonso Díaz Ramírez de Guzmán y Erauso. Catalina se encontraba el Lima cuando recibió noticias de la gran
victoria de los españoles contra los mapuche en 1598, en la cuál había arrasado con varias ciudades en el sur
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de Chile. Por ese motivo De Erauso se alistó para poder luchar por su país a la Frontera. Aunque tenía varias
aficiones, destaca entre ellas, el juego. Y unido a su carácter masculino tuvo que realizar varios incidentes
(varias muertes). Por sus consecuencias fue enviada a los fuertes más destacados, como es el caso de Paicaví,
y posterior al de Purén, donde se estableció una enorme rebelión indígena. En ésta rebelión realizó un acto
heroico y terminó malherida. Por esta acción fue ascendida al grado de alférez.
Una de sus grandes sorpresas fue la de un duelo, en 1614, cuando servía en un grado de gran importancia
(guarnición penquista), Juan Silva también un alférez, le pidió a Catalina ser su padrino, y ésta aceptó. Desde
ese momento huyó hacia el norte. Atravesó varios desiertos, entre ellos el desierto de Atacama.
Posteriormente regresó a Lima y en el puerto embarcó en la flota armada por Rodrigo de Mendoza, en su
enfrentamiento con los holandeses por medio de las costas chilenas. Luego de un desastroso encuentro con los
holandeses regresó ala ciudad de los reyes. Conoció Perú y sus tabernas y sitios de juegos, en los cuáles tuvo
que intervenir la Justicia. Al fin llegó a la casa episcopal, donde rebeló al obispo Agustín de Carvajal su
verdadera identidad y su
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memorable vida en América. Habitó en un convento de la ciudad donde se encontraba, y partió de regreso a
Europa, concretamente a Roma, donde obtuvo la indulgencia del Papa Bonifacio VIII.
Hacia 1630 viaja nuevamente a América, aunque su rostro se pierde en México y se desconoce sus motivos
hasta su muerte, aproximadamente. Durante su vida tuvo grandes dificultades para mantener oculta por mucho
tiempo su identidad sexual, aunque debió serle difícil para habitar en el cuartel. Pero, uno de los motivos más
destacables fue las huidas que tuvo que ejercer frente a varias mujeres que se enamoraron de ella, creyendo
que era un caballero alférez. Aunque lo más probable fue lo de su virginidad.
Las guerras de los españoles en tierras americanas.
A lo largo de su vida en diferentes lugares mantiene numerosos duelos y pendencias, y por culpa de uno de
ellos es condenada a muerte en La Paz, aunque huye del presidio al robar la sagrada forma con que le iban a
dar la última comunión. Tras varias andanzas más, resulta herida en un duelo y, al infectarse la herida y creer
que va a perder la vida, hace llamar a un obispo y se confiesa a él y le revela su verdadero sexo. Aunque se
puede sacar la conclusión de que la confesión al obispo la realiza para salvar la vida, buscada como estaba por
la Justicia. Más
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tarde, revelada su condición de mujer y sobreviviendo de este lance como de miles más, vuelve a España el 1
de noviembre de 1624. Como mujer (y a su vez también de monja) que ha vestido de hombre la mayoría de la
sociedad cree que el Santo Oficio hará con ella una bonita hoguera. Pero no es de extrañar, que el rey Felipe
IV tiene sus hazañas como cosas de gran prodigio y le concede una pensión de 800 ducados en agosto de
1625. Posteriormente es recibida en audiencia por el papa Urbano VIII, que le concede la dispensa de vestir de
hombre. Aunque se traslada por un tiempo a Nápoles y luego a Madrid, se embarca nuevamente hacia
América. Su pista se pierde en 1635, cuando desembarca en el puerto de Veracruz. Poco más se sabe de ella,
aunque se cree que murió en 1656.
La muerte de La Monja Alférez.
En la muerte de Catalina de Erauso existen dos grandes versiones: la primera escrita y además publicada en
México tres años después de sus fallecimiento, concretamente en 1650, que cuenta que la Monja Alférez iba
caminando por el camino de Vera Cruz hacia Quitlaxtla, cuando de repente se sintió sin ganas de vivir y la
muerte le llegó de manera sorprendente con dolores graves en todo su cuerpo. En su honorífico entierro,
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asistieron los más grandes y lúdicos de aquel pueblo por ser tan
Catalina de Erauso
querida por todos. Aparte los religiosos que se encontraron allí le dieron un enorme majestuoso entierro.
En la segunda versión, y tan importante como la primera, Catalina desapareció frente al camino de Vera Cruz,
cuando en una noche de tormenta, los barcos situados en el mar no pudieron atracar en el puerto, varios de los
pasajeros desembarcaron en numeroso botes, y aunque ella no llegó a tierra, varios pasajeros del barco donde
se encontraba Catalina no supieron de ella, si había caído al agua del aquel terrorífico mar de tormenta, si se
había suicidado o bien si había decidido ocultarse para seguir con sus continuas aventuras en tierras de
América.
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