Ciclo de formación ‘El voluntariado como desarrollo de la excelencia de la persona’ Síntesis sesión 8: ‘Los límites del hombre y el sentido del dolor y del sufrimiento’ 9 de mayo de 2013 Se trata de encontrar el sentido antropológico del sufrimiento. ¿Por qué el dolor? Es una pregunta que tortura a muchos. Pero existe porque estamos vivos. Es una señal al servicio de la vida. El dolor atenaza y el placer parece que libera. El dolor moral es mucho más fuerte que el físico, incluso puede llegar a desenfocar el sentido de la vida. Nos puede producir miedo, angustia, tristeza… En el fondo es un sentimiento de impotencia ante un mal presente o futuro. Necesitamos esperanza, hablar con alguien que nos merezca confianza, descanso. El problema no desaparece con alcohol o con drogas. El dolor, la enfermedad, el sufrimiento son asignaturas pendientes. Ante la cultura del placer, sufrir tiene mala prensa, se huye del dolor. pero aparece cuando menos lo esperamos, porque es un compañero inseparable de la vida. No podemos pactar con esta cultura infantilizada, donde se huye ante todo lo que no gusta o apetece. Entonces, ¿Qué actitud adoptar ante el dolor? En primer lugar, aceptarlo, vivir no es fácil. Pero hay que seguir hacia delante “El que se sobrepone al dolor, sube más alto”. Aceptar significa asumir una tarea libremente. Y comienza un proceso de maduración y de libertad interior, pese a la dependencia exterior. En segundo lugar, lleva consigo una catarsis, y una elevación. Se comprende con una luz nueva lo que es esencial y lo que no lo es. Se relativizan muchas cosas que son prescindibles. El dolor no es un concepto abstracto. El dolor son los dolientes, los que sufren, los más débiles. Ancianos, enfermos, niños, los que no son “necesarios”, los que nadie quiere, y esto no se cura sólo con pastillas o con medios técnicos. Tampoco se alivia con discursos, sino dando amor y motivos para seguir luchando. El sentido del dolor depende del sentido de la vida. Nietzsche dice que cuando se tiene un por qué vivir, se encuentra siempre el cómo. El sufrimiento se alivia cuando a los pies de la cama del enfermo hay un rostro que sonríe. Somos viajeros, pero nuestro viaje no es hacia ninguna parte. “El hombre es como un viajero que, atravesando los desiertos de la vida, tiene sed de agua viva, expansiva, fresca, capaz de saciar en profundidad su deseo de paz, de Amor, de Belleza y de Luz”. Hemos de buscar esa agua viva, que está en primer lugar en nuestro interior. También dice Nietzsche: “El desierto avanza, pero ¡ay de aquel que lo lleva dentro!” Y hay muchos desiertos: el de la ceguera, el de la ignorancia, el del egoísmo. Bibliografía: Víctor Frankl, El hombre en busca de sentido. Ed. Herder Síntesis preparada por Pilar Belda Plans Organiza Colabora