Boletín Coyuntura Legislativa Tarjeta de Racionamiento ¿Cómo llegamos aquí? Ι

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Caracas, Venezuela Ι Mayo 2014.
Boletín Coyuntura Legislativa
Tarjeta de Racionamiento ¿Cómo llegamos aquí?
El pasado 23 de Mayo el Ministro de
Alimentación anunciaba que un total de 503 mil
personas se habían registrado en el Sistema Superior de
Abastecimiento. El Gobierno Nacional pretende, a
través de este registro cumplir con el objetivo de
regular las compras en las redes de mercados estatales
como Mercal, Pdval y Bicentenario, y con ello
“garantizar el abastecimiento de productos alimenticios
a todos los venezolanos”, lo cual a primera vista resulta
un loable objetivo, si no fuera porque este sistema se
constituye en un perverso control más, pues, según se
desprende de declaraciones gubernamentales este
sistema biométrico de registro en su aplicación
establece limitaciones a las cantidades y frecuencias
con las cuales los ciudadanos pueden comprar en dicha
red. Tal limitación atenta contra las libertades y los
derechos ciudadanos consagrados en la Constitución
venezolana. Validando la premisa de que los controles a
la economía generan mayores controles. Tema que
requiere en todo momento un análisis exhaustivo.
Para empezar, vale la pena citar un breve
extracto de “Crítica del Intervencionismo” de Ludwig
von Mises en el cual queda plasmada la esencia de lo
que se vive hoy en Venezuela utilizando un como
ejemplo la producción de leche.
“Si la regulación de los precios se aplicara realmente, se
bloquearían tanto la producción de leche como su
distribución a las ciudades. Habría, no más, sino menos
leche en circulación, e incluso vendría a faltar
completamente. Si, a pesar de todo, lo consumidores
pueden seguir teniendo leche, es porque las
prescripciones no se cumplen. Si se quiere mantener la
impropia y absurda contraposición entre interés público
e interés privado, habría que decir que quienes
comercializan la leche, burlando la ley, son quienes
verdaderamente fomentan el interés público, mientras
que el burócrata, que quiere imponer precios oficiales,
lo perjudica.” (Mises, 2001, Pag.58)
Al pensar en una economía como la venezolana,
la cual tiene como principal característica su carácter de
petrolera, la idea de una tarjeta de abastecimiento, tipo
libreta de racionamiento cubana, parecía una
posibilidad lejana. Sin embargo, esa lejanía se acortó
hasta el punto de que hoy, los mercados del gobierno,
Mercal y PDVAL deben restringir las cantidades que
ofrecen, porque ya no sólo se trata de precios justos,
sino también de cantidades justas.
Se puede decir que este recorrido inició en 2003,
año donde nace la Comisión de Administración de
Divisas (CADIVI) y el gobierno, cuando luego del paro
petrolero, se emprende una ofensiva contra el
empresariado venezolano. En esa ofensiva, hubo
episodios devastadores para el sector productivo del
país, como las sistemáticas expropiaciones (de
empresas y otros bienes), las cuales llegaban a 2.150
entre (2005-2012) y la cada vez más fuerte regulación a
las importaciones, las cuales actualmente se deciden en
gran parte por el Sistema Complementario de
Administración de Divisas (SICAD) ó CENCOEX, su
sustituto reciente.
Como resultado de las políticas cambiarias y la
disminución de la producción, y la productividad de
PDVSA, las entradas de divisas se fueron cerrando cada
vez más, hasta el punto en que el Estado no tuvo divisas
para entregar a los importadores, fueran o no “bien
portados”. La condición de “portarse bien” para
obtener divisas quedó expresa en 2003 cuando Hugo
Chávez dijo que CADIVI se establecería como un control
político, y no como una medida económica. Además,
CADIVI permitió al Estado venezolano financiar sus
propósitos electorales y de compra de voluntades
internacionales, con proyectos como la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA)
y los convenios de Petrocaribe. Como tal, CADIVI nunca
fue una medida económica enfocada en restaurar, o al
menos proteger, el nivel de las reservas internacionales,
principal causa esbozada para controles de cambio, la
prueba de esto se encuentra en la relación que guardan
el nivel de Reservas Internacionales (RI) y los precios del
petróleo. Entre el año 2003 y el 2014, el barril de
petróleo pasó de costar 28,10$ a 104,98$ según cifras
de la Organización de Países Exportadores de Petróleo
(OPEP), y tuvo su pico máximo en 2012 con 109,45$. Las
reservas internacionales pasaron de 21.332 millones de
dólares en noviembre de 2003 a 21.639 millones de
dólares en enero 2014 según cifras del Banco Central de
Venezuela (BCV).
observatoriocedice@gmail.com
www.cedice.org.ve
Caracas, Venezuela Ι Abril 2014.
Boletín Coyuntura Legislativa
Tarjeta de Racionamiento ¿Cómo llegamos aquí?
Como resultado, en 2013, la situación se volvió
insostenible, la inflación se desbordó con un 56,2% al
final del año a causa de los problemas relacionados a la
emisión de dinero inorgánico y la perversión del tipo de
cambio fijo que no refleja el valor real del bolívar. El
aparato productivo no podía hacerle frente a la enorme
demanda excedentaria que reclamaba por productos,
que en cuestión de dos meses podían aumentar hasta el
50% en algunos productos. Los aumentos los sufrieron
con mayor fuerza los productos electrónicos y las
viviendas, donde la respuesta del Estado fue fiscalizar y
se acuño popularmente el término “precio justo” que
no fue más que una reducción forzosa de precios, a
veces por debajo de su valor de compra.
racionamiento de bienes y servicios. Sin embargo, esta
tarjeta no es bien vista en los sectores populares, como
tampoco en la clase media, ya que se trata de
restringirle el consumo a una sociedad que ha estado
acostumbrada a recibir lo que necesita en las
cantidades que quiera.
Y fue así como una vez más, y por fines políticos
electorales, se produce el denominado Dakazo,
momento que inicia cuando el presidente llama por
cadena nacional a “vaciar los anaqueles”, teniendo
como consecuencia el saqueo de la tienda Daka en
Valencia. Ya con el Dakazo, y las fiscalizaciones, como
formas de bajar los precios por medio de la coerción,
los distribuidores o comerciantes nacionales no
tuvieron incentivos para reponer inventarios, o seguir
invirtiendo en el país.
Abundan por televisión las convocatorias al Palacio de
Miraflores para eventos por la Paz, mientras se hacen
demostraciones de fuerza militar en desfiles donde se
amenaza a la “derecha”, a los “fascistas” y los “chukys”.
Se ve como se estrena un nuevo show de televisión
llamado “Con el mazo dando”, mientras Maduro habla
de bandas armadas como “Colectivos de paz”. En fin, se
ve mucho circo y poco pan en la cotidianidad
venezolana y por primera vez en 15 años, el venezolano
está cansado, movido por la impotencia a buscar salir
adelante, y viendo como responsable a este nuevo
gobierno que ha decidido imponer reglas para todo lo
que no debe normarse, como lo son los precios y la tasa
de cambio.
Al final de 2013, principios de 2014, lo que tiene
Venezuela es una situación donde no existe producción
nacional, no existe reposición de inventarios, muchos
comerciantes cierran sus negocios y se vive con una
escasez que alcanzó el 26,5% en Marzo, según los
cálculos del BCV. La respuesta social a esto han sido
protestas fuertes y sostenidas, la motivación de dichas
protestas no es un asunto coyuntural, sino que se trata
de problemas del día a día, hacer colas para comprar
productos, no conseguir ni alimentos, ni medicinas, la
creciente sensación de que empeorará en el futuro,
todo esto en un marco donde impera la inseguridad y la
impunidad.
A pesar de que las exigencias se fundamentan
esencialmente en la desesperación que produce la
escasez, o falta de productos básicos, especialmente los
alimentos, el Estado ha decidido responder con una
“tarjeta de abastecimiento” mejor dicho tarjeta de
2
Esta misma tarjeta transmite a su vez un mensaje
claro, no hay alimentos suficientes y ahora hay que
cerrar el flujo de productos que antes podía dar
mediante sus mecanismos de distribución, PDVAL y
Mercal. También confirma una tesis fundamental de la
economía, el Estado no está para ser empresario y sin
empresarios no se genera riqueza ni bienestar.
Mientras se siga viendo el circo y no las soluciones para
los problemas, cada medida que no resuelva la escasez
de alimentos y medicinas logrará enardecer más a la
población. No importa si se llama tarjeta de
abastecimiento o vuelven a decretar la navidad antes
de diciembre, el venezolano siente el hambre, siente
que está muriendo a falta de medicinas, siente como
sus seres queridos sufren lo mismo.
Si desea citar este documento:
Boletín Coyuntura Legislativa: Inspecciones de la SUNDDE violan la
Ley de Precios Justos y el Debido Proceso
Documento “Promoción del Dialogo Democrático a través del
Análisis Legislativo Económico.
CEDICE-CIPE Mayo 2014
Pueden ser consultados en www.cedice.org.ve
Documento preparado por:
Alicia Sepúlveda. Coordinadora del Observatorio Económico
Legislativo.
Gerardo Nuñez. Asistente del Observatorio Económico Legislativo
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