La economía, un vehículo con poco combustible

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 Año 36 - Edición Nº 782 – 7 de Julio de 2014
La economía, un vehículo con poco
combustible
Jorge Vasconcelos
Resumen
La economía, un vehículo con poco combustible1
En doce meses, la economía argentina pasó de crecer al 6 % anual (segundo trimestre
de 2013) a caer al 2 % anual (segundo trimestre de 2014). Este violento cambio de
ritmo de 8 puntos porcentuales no mejoró un ápice las cuentas externas del país, ya
que el superávit comercial se achicó de 8,5 a 6,5 mil millones de dólares en ese
período (acumulado de doce meses). En el pasado, las recesiones fueron el recurso de
última instancia para mejorar el frente externo, pero esta vez ni siquiera puede
mostrarse ese logro. Si la economía fuera un vehículo, podríamos decir que está
marchando con el tanque de reserva. Sin efectivo para reponer combustible, y con la
tarjeta de crédito en legales, el país espera la llamada salvadora del abogado,
comunicando que hubo un arreglo con los acreedores, por lo que en la próxima
estación de servicio podrá llenar el tanque utilizando de nuevo el plástico.
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Nota publicada en el diario La Voz del Interior del 6 de Julio de 2014 Revista Novedades Económicas – 7 de Julio de 2014
En los mercados sigue prevaleciendo la apuesta por un arreglo que evite que el país
caiga en default a fin de este mes de julio. No es que surjan señales tranquilizadoras
del lado de los llamados “fondos buitre”, ni tampoco un rumbo preestablecido del lado
del gobierno nacional. El mercado simplemente se guía por la relación costo/beneficio
que enfrentan las partes en conflicto. De todos modos, no faltan los escépticos, que
desconfían de la racionalidad y prefieren “ver para creer”. Son los que prestan más
atención a los movimientos políticos del gobierno, que ha invertido mucha energía en
buscar apoyos en la OEA y amenaza llevar el caso a La Haya, en un contexto en el que
hacen falta más hechos que palabras.
Hay más motivos para la intranquilidad, porque un eventual default en los bonos bajo
legislación extranjera podría terminar contaminando a los títulos de jurisdicción
argentina, debido a que éstos cortan cupones por más de 9 mil millones de dólares
hasta fin de 2015. Son demasiadas divisas, a las que habría que sumar la fracción no
refinanciable de los vencimientos con los organismos (Banco Mundial, BID), los de las
provincias y del sector privado.
El discurso de la oposición facilita las cosas a los funcionarios que toman decisiones,
pero eso no los habrá de eximir de responsabilidades. Un eventual arreglo deberá
dejar bien cerrada la puerta a futuros reclamos de los tenedores de bonos
reestructurados (la clausula RUFO). Evitar contingencias de este tipo es, al parecer, la
mayor preocupación actual de los representantes del gobierno y esto seguramente
quedará reflejado en la reunión de este lunes con el mediador designado por Griesa.
El problema está en lo que implica buscar la mayor protección legal para esquivar las
contingencias: a) o bien acatar sin cambiar una coma las instrucciones del juez Griesa;
b) o bien estirar la negociación hasta principios de 2015, cuando la clausula RUFO
pierda vigencia.
Soluciones intermedias pueden dejar flancos abiertos, mientras que las opciones más
seguras legalmente tienen otro tipo de costos. Seguir fielmente las decisiones de
Griesa significará para los funcionarios arriar banderas con las que pretenden
diferenciarse en el terreno político. Llevar la definición del litigio hasta principios del
año próximo (aún cuando esto pueda ser logrado bajo el paraguas de la justicia
estadounidense) puede dificultar el objetivo de obtener divisas frescas, con lo que
podría prolongarse la recesión.
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Mientras más rápido pretenda cerrarse este caso, más habrá que ceder en la propuesta
de pago. Puede interpretarse que, según su última intervención, el juez Griesa
permitirá que se pague el vencimiento del 30 de julio (a los tenedores de deuda
reestructurada de legislación extranjera) y la Argentina evite el default, siempre que se
deposite el doble de la cifra correspondiente. Es decir, para liberar el pago de los
cupones del bono discount, el Tesoro deberá completar un giro por 1.078 millones de
dólares antes de fin de mes, de los cuales 539 millones se acreditarán en las cuentas
de los bonistas y la otra mitad irá a cumplir con parte de la sentencia a favor de los
“buitres”.
Este procedimiento se repetiría a fin de setiembre, cuando vencen 164
millones de dólares del bono par (legislación extranjera), lo que obligaría a la Argentina
a transferir 328 millones, y así sucesivamente hasta saldar el compromiso. Este
esquema se hará más complejo, y posiblemente más oneroso, cuando nuevos juicios
que se apoyen en esta jurisprudencia tengan resolución favorable (podrían adicionarse
11 mil millones de dólares a los mil quinientos del presente caso).
En caso que este “pago por duplicado” sea rechazado por la Argentina, por razones
políticas o legales (¿se pueden afectar partidas con este propósito?), el eventual
arreglo tendría que avanzar según el “modelo Repsol”. Pero aquí el país debería tener
extremo cuidado de evitar reclamos contingentes de los bonistas que entraron al canje.
Sea como fuere, todo esto no hace más que confirmar lo “inoportuna” que fue esta
derrota judicial en los Estados Unidos, justo cuando la economía Argentina comenzaba
a crujir por la escasez de dólares.
Son las paradojas de un ajuste recesivo que no logra ampliar el superávit comercial. La
devaluación de enero no ha sido suficiente para disimular los problemas estructurales
de competitividad que enfrenta la economía argentina, por lo que las exportaciones
este año (cinco primeros meses) están cayendo 11,8 % interanual. La situación es
diferente en el resto de la región, ya que las exportaciones de México suben 3,2 % y
las de Chile lo hacen 1 %. Brasil, también con problemas de competitividad, tiene una
merma bastante más moderada (- 3,4 % interanual).
La floja performance exportadora de la Argentina muestra lo difícil que resulta para las
empresas locales asumir compromisos de ventas al exterior, cuando dos de las
variables más relevantes resultan tan erráticas; a) los productos exportables que
contienen insumos y partes importadas son víctima de los trámites burocráticos y la
escasez de crédito comercial; b) los cálculos de costos tiene poca vida y la política
fiscal del gobierno, con un déficit que se ensancha, conlleva amenazas a la
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competitividad, sea por nuevas presiones inflacionarias o por la recurrente utilización
del tipo de cambio como ancla.
Como se ve, no sólo se requiere superar satisfactoriamente la instancia legal de Nueva
York para entrar sin temor a la “estación de servicio”,
sino también normalizar el
funcionamiento del comercio exterior y coordinar las expectativas de inflación con
pautas creíbles en materia fiscal y monetaria. No nos engañemos, no se trata sólo de
tener buenos abogados.
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