TEMA 2 FORMA DE ESTADO Y FORMA DE GOBIERNO. LA JEFATURA DEL ESTADO: LA CORONA. EL GOBIERNO EN EL SISTEMA CONSTITUCIONAL ESPAÑOL. RELACIONES ENTRE EL GOBIERNO Y LAS CORTES GENERALES. SUMARIO: I.- FORMA DE ESTADO Y FORMA DE GOBIERNO I.1.- Formas de Gobierno I.2.- Formas de Estado I.3.- Conclusión II.- LA JEFATURA DEL ESTADO: LA CORONA II.1.- Definición II.2.- Designación y sucesión del Rey II.2.1.- Designación del Rey II.2.2.- Sucesión del Rey II.3.- Regencia y Tutela II.3.1.- La Regencia II.3.2.- La Tutela II.4.- Poderes y funciones de la Corona II.4.1.- Función de simbolizar la unidad y permanencia del Estado II.4.2.- Función de representar al Estado en las relaciones internacionales II.4.3.- Función moderadora y arbitral II.5.- El Refrendo III.- EL GOBIERNO EN EL SISTEMA CONSTITUCIONAL ESPAÑOL III.1.- Concepto y naturaleza III.1.1.- Concepto III.1.2.- Naturaleza III.1.3.- Regulación actual III.2.- Funciones III.2.1.- Función política III.2.2.- Funciones legislativas III.2.3.- Funciones ejecutivas III.3.- Estructura y composición III.3.1.- El Presidente del Gobierno III.3.2.- El Vicepresidente o Vicepresidentes III.3.3.- Los Ministros III.3.4.- El Consejo de Ministros III.4.- La designación y remoción del Gobierno y de su Presidente III.4.1.- El nombramiento III.4.2.- El cese o remoción IV.- RELACIONES ENTRE EL GOBIERNO Y LAS CORTES GENERALES 17 I.- FORMA DE ESTADO Y FORMA DE GOBIERNO. El artículo 1.3 de la Constitución dispone que:” La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”. La mayor parte de la doctrina ha criticado la consideración de la Monarquía parlamentaria como forma política de Estado, ya que con esta configuración parecen yuxtaponerse, desde la perspectiva doctrinal contemporánea, las formas de Estado y las formas de gobierno y los sistemas de gobierno I.1.- Formas de Gobierno: Por formas de gobierno suele aludirse al sistema de relaciones que pueden establecerse entre los diversos órganos constitucionales del Estado. A su vez, dentro de las formas de gobierno cabe efectuar una doble distinción entre: a) Sistemas de gobierno, que pueden ser: parlamentario, presidencial y Asambleario. b) Formas de Gobierno en sentido estricto, que afectaría al carácter electivo, o no, de la suprema magistratura del Estado, esto es, a la distinción entre Monarquía y República. I.2.- Formas de Estado: Las formas de Estado, hacen alusión al sistema de relaciones que se pueden producir entre los tres elementos constitutivos del Estado, a saber, Poder, territorio y pueblo. Dentro de las formas de Estado podría hablarse de: a) Formas jurídicas del Estado, que afectan a la distribución territorial del poder político del Estado, pudiendo hablarse en estos casos de Estado Unitario, Estado Federal y Estado Regional. b) Formas políticas de Estado, que apuntan a las relaciones entre los dos elementos de la relación política – gobernantes y gobernados -, es decir, a la noción de sistema y régimen políticos, pudiendo hablarse en estos casos de Estado democrático - liberal (cuyo último estadio de transformación da lugar al Estado Social y democrático de derecho), Estado autoritario y Estado Marxista. I.3.- Conclusión: Como ha podido apreciarse, desde el planteamiento antes manifestado, la Monarquía parlamentaria no admite la consideración de forma política de Estado, ya que ésta se encontraría fundamentalmente definida en el artículo 1.1 de la Constitución (Estado social y democrático de derecho), y en su consideración de forma jurídica de Estado en el artículo 2 (Estado autonómico). Y es que la Monarquía, sin adjetivaciones, sería una forma de gobierno estricto sensu, y en su consideración de Monarquía parlamentaria sería una forma de gobierno. 18 Entonces ¿cuales fueron las razones de dicha formulación? Las razones se han querido hallar en varias explicaciones. a) En la influencia que tuvieron determinados autores en la adopción de la misma, como por ejemplo Manuel Fraga, Jiménez de Parga, Fernández Miranda, etc. , autores éstos que abogaban desde hacía tiempo por ella. b) En segundo lugar, el considerar que la fórmula “forma política” engloba tanto a la forma de Estado como a la forma de Gobierno; así, para Manuel Aragón, el concepto encierra dos enunciados perfectamente discernibles: uno de carácter político y otro de carácter jurídico: El primero - Monarquía - enuncia la forma política del Estado, o mejor dicho, la forma de Estado desde el punto de vista político. El segundo - parlamentaria - enuncia la forma de gobierno, con indudable trascendencia jurídica. II.- LA JEFATURA DEL ESTADO: LA CORONA. El artículo 1.3 de la Constitución establece que la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria. Esta definición implica que el Rey, aún cuando ostenta el cargo de Jefe del Estado, está sometido al Parlamento, siéndole de aplicación la máxima de que “El Rey reina pero no Gobierna” En desarrollo de lo dispuesto en el mencionado artículo 1.3, el Título II de la Constitución se encabeza con el enunciado “De la Corona” que es el nombre clásico para indicar el conjunto de prerrogativas y funciones que corresponden a la Monarquía, personalizada en el Rey. II.1.- Definición. La Corona, término éste adoptado del constitucionalismo comparado, es la denominación específica que en España se le ha dado a un órgano constitucional, la Jefatura del Estado. Este órgano constitucional es, pues, un órgano del Estado cuyo titular es el Rey y al que se le atribuyen funciones propias y diferenciadas de las del resto de los poderes del Estado. Desde este punto de vista, la definición de la Corona y, por ende, de su titular, el Rey, viene establecida en el artículo 56.1 de nuestra constitución: “El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes.” II.2.- Designación y sucesión del Rey. II.2.1.- Designación del Rey. La designación del Rey la realiza la propia Constitución, en su artículo 57.1, en la figura de D. Juan Carlos I de Borbón, siendo la Corona hereditaria en sus 19 sucesores; en todo caso, es requisito indispensable para su designación, que el Rey, al ser proclamado por las Cortes, preste juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas. Ese mismo juramento es extensible al Príncipe heredero al alcanzar la mayoría de edad y, en su caso al Regente al hacerse cargo de sus funciones. II.2.2.- Sucesión del Rey. En este aspecto, nuestra Constitución reproduce la fórmula habitual de nuestro constitucionalismo histórico; así, la sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer; y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos. El sistema de sucesión se articula en tres puntos: Preferencia de la línea recta (ascendientes - descendientes) sobre la colateral. Preferencia de los hijos varones sobre las hembras, y en el mismo sexo, el de mayor edad sobre el de menor. Principio de representación: los hijos del heredero “premuerto”, heredan la corona con preferencia a los demás hijos del Rey, en cuanto representan los derechos de su padre “premuerto”. Este sistema sucesorio se complementa con una previsión, y es que si se extinguiesen las líneas de sucesión, correspondería a las Cortes proveer la sucesión de la Corona en la forma que más convenga a los intereses de España Otro aspecto muy importante a destacar es que las personas que tengan derecho a la sucesión en el trono, si contrajesen matrimonio en contra de la voluntad del Rey y de las Cortes, quedarán excluidas en la sucesión a la Corona para sí y sus descendientes. II.3.- Regencia y tutela. II.3.1.- La regencia: La regencia es el ejercicio de los poderes del Rey durante la minoría de edad de éste o en los casos en que hubiese sido inhabilitado y se ejercerá por mandato constitucional y siempre en nombre del Rey. Con carácter general, la regencia la desempeñarán el padre o madre del Rey menor, o el pariente mayor de edad más próximo a suceder. En defecto de lo anterior, lo nombrarán las Cortes. En todo caso, el o la Regente deberán de ser españoles y mayores de edad. II.3.2.- La tutela. El tutor del Rey menor lo será la persona que en su testamento hubiese sido designada por el Rey difunto, siempre que sea mayor de edad y español de 20 nacimiento; si no lo hubiera nombrado, será tutor el padre o la madre siempre que permanezcan viudos. En defecto de lo anterior, lo nombrarán las Cortes Generales. II.4.- Poderes y funciones de la Corona. El sistema de funciones y poderes del Rey diseñados por la Constitución es el siguiente: a) El artículo 56.1 CE determina tres tipos de funciones generales que corresponden a la Monarquía: Simbolizar la unidad y permanencia del Estado. Asumir la representación del Estado en las relaciones internacionales. Arbitrar y moderar el funcionamiento de las instituciones. b) La referencia que en el art. 56.1 CE se hace a “ejercer las funciones que le atribuyan expresamente la Constitución y las Leyes”, no es una función estricto sensu, sino simplemente un condicionamiento de las facultades que tendrá la monarquía para el desarrollo de las funciones generales antes citadas, que vienen esencialmente desarrolladas en los artículos 62 y siguientes de la CE II.4.1.- Función de simbolizar la unidad y permanencia del Estado. La Corona representa la unidad del estado frente a la división orgánica de poderes, así como su permanencia, y todo ello, con independencia de los avatares políticos. La concreción de esta función se lleva a cabo mediante los siguientes poderes o facultades: El mando supremo de las Fuerzas Armadas. Ejercer el derecho de gracia con arreglo a la Ley, quedando proscritos los indultos generales. Conferir empleos civiles y militares y conceder honores y distinciones. El alto patronazgo de las Reales Academias. II.4.2.- Función de representar al Estado en las relaciones internacionales. Al ser el Rey el Jefe del Estado, le corresponde representar a éste frente a las demás naciones, si bien su intervención es meramente formal, correspondiendo al Gobierno y a las Cortes fijar el contenido material de dichas facultades. Entre ellas podemos destacar: Declarar la guerra y hacer la paz, previa autorización de las Cortes Generales. Manifestar el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente. Acreditar embajadores y otros representantes diplomáticos y recibir la acreditación de los representantes extranjeros en España. II.4.3.- Función moderadora y arbitral: 21 Aún cuando el Rey no tiene un verdadero poder político, si posee una cierta “auctoritas” o poder moral, que le han de servir para moderar la vida política. Dentro de las facultades que se atribuyen al Rey para el ejercicio de esta función moderadora y arbitral estarían las siguientes: Proponer el candidato a Presidente de Gobierno y, en su caso, nombrarlo, así como poner fin a sus funciones en los términos previstos en la Constitución. Sanción y promulgación de las leyes, si bien, el acto sancionador, es un acto debido, de tal modo que el monarca no puede negarlo en ningún caso.. Convocar y disolver las Cortes. Dichos actos son actos tasados que han de realizarse obligatoriamente por el Rey al cumplirse las previsiones constitucionales. Ser informado de los asuntos de Estado y presidir, a estos efectos, las sesiones del Consejo de Ministros cuando lo estime oportuno, a petición del Presidente del Gobierno. Expedir los Decretos acordados en Consejo de Ministros. Convocatoria de elecciones y referéndum. Nombrar y separar a los miembros del Gobierno, a propuesta de su Presidente. II.5.- El refrendo. El refrendo es una de las sutilezas del derecho constitucional contemporáneo. Históricamente fue una simple formalidad que autentificaba o daba fe de un acto; en el régimen parlamentario, es fundamentalmente una limitación material del poder regio en cuanto que, quien refrenda asume íntegramente la responsabilidad de la legalidad y oportunidad del acto refrendado. Así pues, en las monarquías parlamentarias como la española, el Rey no tiene un verdadero poder político, de ahí que, conforme a lo dispuesto en el artículo 56.3 y 64 CE, sus actos, a excepción de los puramente particulares o privados, requieran para su validez, que vengan refrendados, bien por el Presidente del Gobierno, los Ministros o el Presidente del Congreso. El refrendo implica que la responsabilidad de los actos del Rey se traslada a la persona que lo realiza. III.- EL GOBIERNO EN EL SISTEMA CONSTITUCIONAL ESPAÑOL: III.1.- Concepto y naturaleza. El profesor Nicolás Pérez Serrano pone de manifiesto que por “gobierno” pueden entenderse cosas muy distintas. Unas veces se entiende por tal, el complejo de órganos e instituciones en que se encarna la actividad del Estado; otras, toda la estructura estatal; en ocasiones, el conjunto del Poder Ejecutivo; más comúnmente, el Gobierno es el Consejo de Ministros. De esta elasticidad del término deriva que se emplee lo mismo en locuciones como “forma de gobierno” para designar las estructuras peculiares de todos los órganos e 22 instituciones del Estado, que para nombrar un órgano singular, al equipo ministerial; es a éste último concepto de Gobierno al que nos vamos a referir a continuación. III.1.1.- Concepto. A tenor de lo dispuesto en el art. 97 CE, por Gobierno hemos de entender “el órgano colegiado y complejo que dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado. Ejerce la función ejecutiva y la potestad reglamentaria de acuerdo con la Constitución y las Leyes.” III.1.2.- Naturaleza. El Gobierno es un órgano independiente del Parlamento, aún cuando sea el Congreso el que elige al Presidente, que se caracteriza por ejercer la función esencial de “gobernar” con independencia del propio Parlamento. Atendiendo a lo expresado en el artículo 97 CE, el profesor Ignacio de Otto mantiene que la naturaleza del Gobierno viene caracterizada por tres notas fundamentales: 1. El Gobierno es un órgano autónomo del Parlamento que está dotado de competencias propias distintas de las de aquel, que ejerce por atribución expresa de la Constitución. 2. El ejercicio de las competencias propias del Gobierno, no está sometido a las indicaciones del Parlamento, aunque sí a su control. 3. Al Gobierno le corresponde la dirección política en sentido amplio. III.1.3.- Regulación actual. La norma que regula el Gobierno viene constituida fundamentalmente por la Ley 50/1997, de 27 de noviembre, conocida como Ley del Gobierno (en adelante LG) que da regulación a la organización, competencia y funcionamiento del Gobierno en el espíritu y principios del texto constitucional. Del contenido de la LG se derivan tres principios que configuran el funcionamiento del Gobierno: El principio de “dirección presidencial”, que otorga al Presidente la competencia para determinar las directrices políticas que deberá seguir el Gobierno y cada uno de los Departamentos ministeriales. El principio de “colegialidad” y, en consecuencia, responsabilidad solidaria de todos sus miembros. El principio “departamental” que otorga al titular de cada Ministerio una amplia autonomía y responsabilidad en el ámbito de su respectiva gestión. III.2.- Funciones. Las funciones del Gobierno las ha dividido la doctrina en tres grandes grupos. 23 III.2.1.- Función política. La función política o de gobierno, hace referencia a las facultades de dirección de la comunidad política que la Constitución atribuye al Gobierno; Sánchez Agesta ha definido esta función como “el poder de decidir discrecionalmente para el bien público”. Dentro de la función política podemos distinguir los siguientes actos concretos: Actos de orientación y dirección de la comunidad política: presentación de su programa político ante el Congreso para la investidura. Debates del Estado de la Nación, etc. Actos de relación con el poder exterior: dirección de la política exterior; suscripción de Tratados, etc. Actos tendentes a lograr el equilibrio entre las distintas instituciones estatales: el derecho a la disolución de las Cortes; proponer referéndum consultivo, interponer recursos de inconstitucionalidad, etc. Actos relacionados con la dirección de la defensa nacional: mando de las fuerzas armadas; declarar la guerra y hacer la paz. Actos realizados ante situaciones de anormalidad constitucional: declarar los estados de alarma y excepción, e instar al Congreso la declaración del estado de sitio. Actos referidos o relacionados con las Comunidades Autónomas: control de funciones delegadas correspondientes a materias de titularidad estatal; cumplimiento forzoso de obligaciones legales y constitucionales; impugnación de disposiciones o resoluciones de las Comunidades Autónomas; plantear conflictos positivos de competencias, etc. III.2.2.- Funciones legislativas. Las funciones del Gobierno en relación con la actividad legislativa son de tres tipos: Funciones de iniciativa legislativa: Entre las funciones legislativas del Gobierno, en necesario recalcar la iniciativa para la elaboración y aprobación de la legislación parlamentaria a través de los denominados Proyectos de Ley; iniciativa que comparte con el Congreso, el Senado, las Asambleas de las Comunidades Autónomas e incluso con el pueblo a través de la iniciativa popular. Esta es una función importantísima del Gobierno que, en la práctica, dada la necesaria proliferación y complejidad técnica de la legislación actual, pone en manos del Gobierno la dirección de la actuación legislativa del Estado, pues, no en vano, es él el órgano prioritario en la iniciativa legislativa ya que la 24 práctica totalidad de las leyes que se dictan obedecen a su iniciativa a través de la presentación de Proyectos de Ley. Dictado de normas con rango de Ley: El Gobierno puede dictar dos tipos de normas con el mismo valor formal que las leyes del Parlamento. Nos estamos refiriendo a los Decretos-Leyes y los Decretos-Legislativos: 1. Los Decretos-Leyes: son disposiciones legislativas provisionales dictadas por el Gobierno en caso de extraordinaria y urgente necesidad, que habrán de ser convalidados posteriormente por el Congreso en el plazo de los 30 días siguientes a su promulgación, o bien ser tramitados, en ese período de tiempo, como proyectos de ley por el trámite de urgencia. Las materias objeto de un Decreto-Ley no podrán afectar a las instituciones básicas del Estado, a los derechos, deberes y libertades del Título I de la CE, al régimen de las Comunidades Autónomas, ni al derecho electoral. 2. Los Decretos Legislativos: son disposiciones legislativas dictadas por el Gobierno por delegación expresa de las Cortes, para una materia concreta y con fijación del plazo para su ejercicio. Dicha delegación legislativa deberá otorgarse mediante una ley de bases cuando su objeto sea la formación de textos articulados o por una ley ordinaria cuando se trate de refundir varios textos legales en uno solo Ejercicio de la potestad reglamentaria: La potestad reglamentaria le viene atribuida al Gobierno por el artículo 97 de la CE y se regula de forma más detallada en los artículos 23 y siguientes. de la LG El ejercicio de la potestad reglamentaria se realizará, en todo caso, de acuerdo con la Constitución y las leyes. Los reglamentos no podrán regular materias objeto de reserva de ley, ni infringir normas con dicho rango. Además, sin perjuicio de su función de desarrollo de la ley, no podrán tipificar delitos, faltas o infracciones, establecer penas o sanciones, así como tributos, cánones u otras cargas o prestaciones de carácter público. III.2.3.- Funciones ejecutivas. Una definición de la función ejecutiva es la acuñada por el profesor Sánchez Agesta, según la cual, “la función ejecutiva comprende la actividad pública que desarrolla la Ley y tiende a establecer concretamente un derecho, una obligación o una situación subjetiva, decidiendo, bajo el ámbito de una norma, los términos de una relación jurídica.” En definitiva, las funciones ejecutivas son, con carácter general, las que desarrolla el Gobierno en aplicación de las normas, valiéndose para ello de un instrumento primordial que es la Administración Pública, de la cual es, precisamente, el órgano superior. En cuanto al funcionamiento de la Administración, el artículo 103 CE establece que “la Administración Pública sirve con objetividad los intereses generales y actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación, con sometimiento pleno a la Ley y al Derecho. 25 III.3.- Estructura y composición. El Gobierno es según la LG un órgano colegiado y además complejo en el que existen diversas categorías de miembros. Según el art. 98 CE, “el Gobierno se compone del Presidente, de los Vicepresidentes, en su caso, de los Ministros y de los demás miembros que establezca la ley “previsión desarrollada por la LG. III.3.1.- El Presidente del Gobierno. El Presidente es el eje en torno al cual gira el Gobierno mismo, habiéndole atribuido la Constitución un papel determinante que se concreta en la dirección de la acción del Gobierno y la coordinación de las funciones de los demás miembros del mismo (Art. 98.2 CE) Desde un punto de vista político, se puede decir que, de todos los miembros del Gobierno, tan solo el Presidente ostenta una legitimación democrática directa para desempeñar el cargo, al ser la persona a la que las Cortes han investido expresamente con su confianza. Las funciones principales que corresponden al Presidente vienen recogidas en el artículo 2 de la LG, entre las que destacaremos: Representar al Gobierno Establecer el programa político y determinar las directrices de actuación. Proponer al Rey la disolución de las Cortes. Plantear al Congreso la cuestión de confianza. Convocar y presidir el Consejo de Ministros. Refrendar, en su caso, los actos del Rey. Interponer recurso de inconstitucionalidad. Crear, modificar o suprimir los Departamentos Ministeriales y las Secretarías de Estado. Proponer la Rey el nombramiento y separación de los demás miembros del Gobierno. III.3.2.- El Vicepresidente o Vicepresidentes. Al Vicepresidente o Vicepresidentes, cuando existan, les corresponden las funciones que les encomiende el Presidente, así como su suplencia en los casos de vacante, ausencia o enfermedad. Si algún Vicepresidente asumiese la titularidad de un Departamento Ministerial, ostentará, además, la condición de Ministro. p.ej: Los actuales Vicepresidentes Primero y Ministro del Interior y el Vicepresidente Segundo y Ministro de Economía. III.3.3.- Los Ministros. Según el artículo 4 LG, son los titulares de sus respectivos Departamentos; tienen competencia y responsabilidad en la esfera específica de su actuación, y les corresponde el ejercicio de las siguientes funciones: 26 Desarrollar la acción de gobierno en el ámbito de su Departamento conforme a los acuerdos del Consejo de ministros o las directrices del Presidente. Ejercer la potestad reglamentaria en las materias de su competencia. Refrendar, en su caso, los actos del Rey. Ejercer cuantas otras competencias les atribuyan las leyes. Además de los Ministros titulares de un Departamento, podrán existir los denominados Ministros sin cartera, a los que se les atribuirá la responsabilidad de determinadas funciones gubernamentales que no impliquen la dirección de un determinado Ministerio. III.3.4.- El Consejo de Ministros. El Consejo de Ministros es el órgano colegiado del Gobierno, al que, según el artículo 5 LG, le corresponde: Aprobar los proyectos de ley, incluido el de Presupuestos, y remitirlos al Congreso o, en su caso, al Senado. Aprobar los Reales Decretos-Leyes y los Reales Decretos Legislativos. Acordar la negociación y firma de Tratados Internacionales, así como su aplicación provisional, y remitírselos a las Cortes, en los términos previstos en los artículos 94 y 96.2 CE. Declarar los estados de alarma y excepción y proponer al Congreso la declaración del estado de sitio. Disponer la emisión de Deuda Pública o contraer crédito cuando haya sido autorizado por una Ley. Aprobar los Reglamentos para la aplicación y desarrollo de las Leyes, previo dictamen del Consejo de Estado. Crear, modificar o suprimir los órganos directivos de los Departamentos ministeriales. Adoptar programas, planes y directrices vinculantes para todos los órganos de la Administración General del Estado. En cuanto al funcionamiento del Consejo de Ministros, es necesario poner de manifiesto que las reuniones las convoca y preside el Presidente, quien, además fija el orden del día. A dichas reuniones podrán asistir, además de los Ministros, los Secretarios de Estado, siempre que sean convocados. De las reuniones del Consejo de Ministros, que podrán tener carácter deliberante o decisorio, se levantará acta a cargo del Secretario, que será el Ministro de la Presidencia. En las actas figurarán, exclusivamente, las circunstancias relativas al tiempo y lugar de su celebración, los asistentes, los acuerdos adoptados y los informes presentados. En todo caso, las deliberaciones del Consejo de Ministros serán secretas. III.4.- La designación y remoción del Gobierno y de su Presidente. III.4.1.- El nombramiento. 27 Es necesario distinguir entre el nombramiento del Presidente del Gobierno y el de los demás miembros del Gobierno. A) Nombramiento del Presidente del Gobierno: el artículo 12.1 LG establece que el nombramiento del Presidente del Gobierno se producirá en los términos previstos en la Constitución; del examen de ésta puede concluirse que el nombramiento del Presidente del Gobierno puede ser ordinario, o como consecuencia de prosperar una moción de censura. Nombramiento ordinario: su regulación se contiene en el artículo 99 CE A grandes rasgos, el procedimiento diseñado por la CE es el siguiente: después de cada renovación del Congreso (elecciones), cada Grupo Político con representación parlamentaria designa su candidato. El Rey consulta con los líderes de cada Grupo Político, y a través del Presidente del Congreso, propone un candidato. El candidato propuesto presenta su programa político y pide la confianza del Congreso. Si el Congreso vota a favor, por mayoría absoluta, se concede la investidura del Presidente del Gobierno; si no obtiene esa mayoría, se somete, transcurridas 48 horas, a una nueva votación en la que bastará la mayoría simple. Si a pesar de todo no la obtuviere, el Rey vuelve a proponer otro candidato que se somete al mismo proceso. Si transcurren dos meses desde la primera votación, sin haber designado Presidente, las Cortes de disuelven y se convocan nuevas elecciones. Nombramiento como consecuencia de moción de censura: su regulación se contiene en el artículo 113 CE. Toda moción de censura contra un Gobierno debe incluir un nuevo candidato a la Presidencia; en caso de que prospere, con la mayoría absoluta de los Diputados, el candidato quedará investido como Presidente del Gobierno. B) Nombramiento de los demás miembros del Gobierno: el artículo 100 CE y el artículo 12.1 LG vienen a establecer que los demás miembros del Gobierno son nombrados por el Rey a propuesta del Presidente. Así pues, es el Presidente el que libremente designa a las personas que van a formar parte del Gobierno. Es preciso recalcar que para ser miembro del Gobierno (Presidente, Vicepresidente o Ministro) es necesario el cumplimiento previo de los requisitos establecidos en el artículo 11 LG, a saber, ser españoles, mayores de edad, disfrutar de los derechos de sufragio activo y pasivo y no estar inhabilitados para el ejercicio de empleo o cargo público por sentencia judicial firme. III.4.2.- Cese o remoción. El Presidente del Gobierno y, en consecuencia, el propio Gobierno que él preside, cesarán, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 101 CE, en los siguientes supuestos: 1. Tras la celebración de elecciones generales: las elecciones generales se celebrarán, bien por finalización del mandato parlamentario, transcurridos 4 años 28 de las elecciones anteriores; bien por disolución de las Cortes a propuesta del propio Presidente del Gobierno. 2. Por dimisión o fallecimiento del Presidente del Gobierno: como ya se dijo, el Presidente del Gobierno es la figura clave y fundamental del mismo, de ahí que su desaparición, bien por dimisión, bien por fallecimiento, implique el cese inmediato de todos los componentes de su Gobierno. 3. Por pérdida de la confianza parlamentaria: en la Constitución se contemplan dos supuestos de pérdida de la confianza parlamentaria; por un lado, cuando prospere una “moción de censura” contra el Gobierno (art. 113 CE) y, por otro, cuando no prospere una cuestión de confianza planteada por el Gobierno al Congreso (art. 112 CE). Hasta ahora hemos estado hablando del cese del Presidente del Gobierno y, en consecuencia, del cese colectivo y simultáneo de todos los miembros del Gobierno, ahora bien, los restantes miembros del Gobierno (Vicepresidente/s y Ministros), individualmente considerados, podrán ser cesados – “separados” es el término que utiliza nuestra Constitución – por el Rey a propuesta del Presidente (art. 100 CE y art. 12.2 LG) IV.- RELACIONES ENTRE EL GOBIERNO Y LAS CORTES GENERALES. En el esquema de relaciones entre el Gobierno y las Cortes que se desprende del articulado de nuestra Constitución, parece configurarse una clara hegemonía política del primero. En primer lugar, la Constitución ha construido un sistema, inspirado en el modelo de la República Federal Alemana, decididamente orientado a garantizar al ejecutivo la mayor estabilidad posible. Si nos detenemos a examinar el procedimiento de investidura del Presidente del Gobierno – art. 99 CE -, observaremos como éste, que ha de ostentar la condición de parlamentario, puede ser elegido, en segunda votación, por tan solo la mayoría simple del Congreso, que, en buen medida, se ve constreñido a elegir a un Presidente de Gobierno, por cuanto que su no-elección en el transcurso de dos meses desde la primera votación, originaría la disolución automática de las Cámaras. Ese origen parlamentario del Presidente del Gobierno, en cierta medida, compromete al Congreso a mantenerle, lo que se pone de manifiesto al examinar los mecanismos dirigidos a dificultar su remoción, pues no se olvide que la aprobación de una moción de censura exige, ineludiblemente, el voto favorable de la mayoría absoluta – art. 113 CE -. Pero es más, la cuestión de confianza art. 112 CE – que puede plantear el Presidente del Gobierno al Congreso, se entenderá otorgada cuando vote a favor de la misma la mayoría simple de los Diputados. Es decir, se establece una rígida salvaguardia de la permanencia del Gobierno, que puede subsistir incluso con la oposición de la mayoría absoluta del Congreso en el supuesto de que los grupos políticos contrarios al Gobierno 29 que sumen dicha mayoría, no sean capaces de elaborar o ponerse de acuerdo en una candidatura alternativa común. En segundo lugar, como consecuencia lógica de la articulación del sistema de gobierno parlamentario, a la vez que existen procedimientos, ya hemos visto que bastante amortiguados, para que el Congreso pueda derrocar al Gobierno, éste, por mediación y bajo la exclusiva responsabilidad del Presidente, tiene en su mano la posibilidad de disolver a aquel –Art. 115 CE -. En tercer lugar, de la atribución al Gobierno de las funciones de dirección política se deriva otro aspecto que refleja su primacía sobre el Parlamento; como dice Alzaga, se ha invertido la posición del carro y de los bueyes, de forma que el Parlamento ha renunciado a tirar del Gobierno, según concebían los liberales de finales del siglo XVIII, para ver como es el ejecutivo el que toma todas las iniciativas, habiéndose de limitar las Cámaras a la realmente no poco importante tarea de controlar la actuación del Gobierno - bien reclamando su presencia ante ellas (art. 110 CE), bien mediante interpelaciones y preguntas (art. 111 CE) – y a elaborar las leyes sobre proyectos que en un porcentaje elevadísimo provienen precisamente del Gobierno, los cuales tiene prioridad sobre las proposiciones de ley que pudieran presentar las propias Cámaras. Abundando en lo anterior, es significativo el hecho de que para leyes de la importancia de la de Presupuestos, esté reservada su elaboración al Gobierno, y que, una vez aprobado el Presupuesto, toda proposición de ley o enmienda a proyectos de ley, que suponga aumento de los créditos o disminución de los ingresos presupuestarios, requiera la conformidad del Gobierno para su tramitación – art. 134. CE -. Por último, la primacía efectiva del Gobierno en su relación frente a las Cortes, a que hacíamos referencia al principio, se ve asimismo reforzada en la práctica por la existencia de un sistema político en el que los partidos han pasado a ser la columna vertebral. Fundamentalmente, es a través de ellos como se articula – con ayuda de las técnicas y previsiones constitucionales antes citadas – la integración del Gobierno con la mayoría (absoluta o simple) parlamentaria que le apoya, base de la hegemonía gubernamental. Gracias a esa mediación de los partidos, la primacía teórica del Parlamento, que tiene en su mano, al menos sobre el papel, el nombramiento y cese del Gobierno, se transforma en el liderazgo efectivo de éste último. El hecho de que los miembros del Gobierno ocupen la cúspide jerárquica del partido o partidos correspondientes, motiva el asenso a sus directrices de los miembros parlamentarios de dicho partido, ya que las relaciones jerárquicas no previstas en la estructura formal del sistema político, se constituyen, sin embargo, en el elemento definidor de las relaciones informales reales del referido sistema. 30 31