TEORÍA Y REALIDAD DEL MERCADO LABORAL

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TEORÍA Y REALIDAD DEL MERCADO LABORAL. LA
VISIÓN DE UN ECONOMISTA
Ignacio Llamas Huitrón1
Un reconocido economista (Thurow 14), orgulloso de su profesion, afirmó que
la aceptación del modelo convencional de oferta y demanda de la teoría
económica “equivale a creer que la Tierra es plana o que el Sol gira alrededor
de ella: en el papel se puede formular un argumento riguroso a favor de ambas
proposiciones, pero las pruebas sólidas son bastante escasas”. Además, si
actuamos con base en estas creencias, podemos meternos en grandes
problemas.
Es probable que tal afirmación sea consecuencia de los supuestos
simplificadores de la teoría. Veamos. La economía es una ciencia social.
Generalmente, se espera de las ciencias sociales el conocimiento para entender
el funcionamiento de la sociedad y de cómo controlar su futuro. Las personas
queremos el poder de predecir qué pasará si la sociedad elige una acción
determinada en lugar de otra (Wilson 197). Por ello, las ciencias sociales
trabajan para elaborar y refinar esta capacidad de predicción. ¿Qué tan bien lo
han hecho? Parece que no muy bien.
Lo anterior se aplica particularmente a la economía. Becker (310-311)
escribió que la lista interminable de chistes relacionados con las deficiencias y
limitaciones de los economistas se debe a que las empresas y el gobierno
necesitan orientaciones que sólo los economistas les pueden proporcionar:
pronósticos de inflación, empleo, producción, déficit fiscal, estimación de los
efectos de una reforma fiscal y otros acontecimientos que afectan el futuro de
la economía. Pero, y esta es la fuente de los chistes y las críticas, tales
pronósticos a menudo no son acertados. El hecho es que las prediciones de los
economistas acerca de los cambios en el corto plazo en la economía son
pobres. Pero los economistas hacen un esfuerzo continuo por mejorar los
modelos y la teoría que los fundamenta.
Como ciencia social, la economía estudia la conducta humana en
relación con el fenómeno económico. El marco analítico de la economía
convencional es la teoría de la elección. Se postula que la conducta individual
se caracteriza por decisiones racionales individuales. Por ejemplo, la
microeconomía estudia, entre otros temas, cómo los individuos deciden dónde
trabajar y cuántas horas trabajar.
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Profesor Investigador de la UAM-Iztapalapa. Ponencia presentada en el IV Congreso Nacional de Estudios
del Trabajo, abril del 2003.
La construcción de los modelos cuantitativos se fundamenta en el
postulado de la elección racional. Los modelos se representan elegantemente
en términos gráficos y matemáticos (Wilson 221). Pero la representación
gráfica de los modelos no deja de ser simplista. La elección del individuo se
reduce a un pequeño número de opciones, tales como fumar o no fumar,
asumir o no el riesgo de cometer un delito. Las predicciones consisten en un
poco más o un poco menos de “eso” o de un bien “x” cuando cambia su
precio. La representación matemática le da rigor y fuerza interna a la teoría.
“Pero ese rigor degenera fácilmente en un rigor mortis académico, ya que la
facilidad matemática se vuelve más importante para la profesión que un
conocimiento sustantivo de la economía” (Thurow 16).
Es probable que los errores de predicción se deban, en parte, a la
aceptación acrítica de las premisas y a que sólo rara veces se someten a prueba
las conclusiones de los modelos con datos y evidencias. Veamos algunos
supuestos relacionados con la oferta y la demanda laboral.
1.Los conceptos de demanda y oferta
1.1 La teoría de la oferta
La preocupación de los economistas con la lógica de la elección, en opinión de
Coase, Premio Nobel de Economía 1991, ha rejuvenecido el estudio de la
jurisprudencia, la ciencia política y la sociología, pero ha tenido efectos
adversos en la economía. Un resultado ha sido el divorcio de la teoría con su
materia de estudio, lo cual ha ocasionado que los agentes, cuyas decisiones
analizan los economistas, no se han constituido en sujetos de estudio y como
consecuencia carecen de substancia. Por ejemplo, el trabajador no es un ser
humano, sino un conjunto consistente de preferencias. Su elección consiste en
asignar su tiempo entre ingreso y ocio de manera óptima.
Así, la teoría predice que cuando los aumentos en la tasa de salarios
ocasionan que el efecto ingreso predomine sobre el efecto sustitución, la curva
de oferta individual tendrá pendiente negativa. Asimismo, la oferta del
mercado se obtiene mediante la agregación de las ofertas individuales.
Cuando la evidencia muestra que la oferta de la economía presenta
pendiente negativa a bajas tasas de salario, no se revisan las premisas que
permiten la construcción del modelo de determinación de la oferta individual
de trabajo, sino que se crea la hipótesis ad hoc del trabajador adicional.
Los economistas debieran tomar con mayor seriedad los fundamentos
biológicos y psicológicos de la naturaleza humana (Wilson 222) para
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fortalecer los postulados básicos de la microeconomía y lograr con ello,
probablemente, mejores predicciones de la conducta macroeconómica
1.2 La teoría de la demanda.
En la teoría de la producción se ha igualado el tratamiento de la mano de obra
con el de cualquier otro insumo productivo. Pero el trabajo tiene ciertas
peculiaridades que lo distinguen del resto de los factores productivos (Thurow
187). Primero, los seres humanos tienen preferencias; los otros factores
productivos no. Estas preferencias se forman en un ambiente social en donde
los gustos y las aversiones, las satisfacciones e insatisfacciones de las
personas, son interdependientes; por ejemplo, la satisfacción con mi
desempeño económico depende no sólo de mi ingreso (como supone el
modelo simple de determinación de la oferta individual de trabajo), sino
también del nivel de mi ingreso en relación con el de mis colegas y con el de
mis vecinos. Segundo, la productividad del trabajo humano depende no sólo
de la tecnología, sino también de la motivación y del esfuerzo que la persona
está dispuesta a aportar. Tercero, las personas toman decisiones sobre la
calidad de los servicios laborales que ofrecen en el mercado; lo hacen a través
de sus decisiones respecto a cuántos años permanecer en la escuela o cuánta
capacitación recibir en y fuera del lugar de trabajo. En general, la eliminación
de las distinciones entre el trabajo y el resto de los factores productivos
permitió el desarrollo de algunas ideas económicas relevantes —por ejemplo,
la formulación de los modelos de equilibrio general, los cuales han
profundizado en la naturaleza del intercambio— pero obscureció otros
problemas de la vida económica real.
En relación con la demanda de trabajo, la teoría económica
convencional de la empresa supone que siempre es posible especificar una
función de producción dos veces diferenciable con insumos homogéneos,
ajustes instantáneos e información perfecta. Con estos supuestos se deriva la
función de demanda del factor trabajo. En competencia, la igualdad del precio
del insumo —determinado exógenamente— con la productividad marginal, es
una solución de equilibrio, la cual se obtiene de la solución de un conjunto de
ecuaciones simultáneas. Una teoría simplista como esta informa poco o nada
sobre la determinación de la estructura de los ingresos laborales y de los
niveles de empleo en la economía. Es indudable que para explicar la
determinación y la distribución de los ingresos laborales, los economistas
deben integrar en sus análisis la presencia de los sindicatos, la estructura de
poder de mercado de las empresas y las políticas de ingresos y de precios del
gobierno, entre otros elementos (Blaug 172). Algunos de estos elementos se
han considerado como materia de estudio de la sociología, de la ciencia
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política y de las teorías de la organización; y los economistas deberían
procurar integrarlos en sus análisis.
2. ¿Por qué seguimos estudiando la economía en su forma actual?
Si la “Teoría” se ha convertido más en una ideología que en un conjunto de
hipótesis de trabajo útiles para entender el comportaniento real de la
economía, ¿por qué la seguimos estudiando?
En un sistema económico como el nuestro, las decisiones económicas
las toman aisladamente millones de personas, cada una con sus hábitos,
preferencias, gustos. Vivimos en un mundo económico que tiene componentes
de confusión, de azar y de casualidad. Como un primer acercamiento a esta
realidad y con el fin de poner orden en su análisis, la teoría económica
presupone una conducta estable para los individuos y las instituciones—las
empresas. Les asigna una conducta maximizadora del provecho propio. A
partir de estos fundamentos ha desarrollado una serie de modelos que ayudan
a interpretar el funcionamiento de las economías de mercado. Estos modelos
juegan un papel muy importante para entrenar a los jóvenes que se preparan
en el oficio de economista, en la lógica económica.
Ese primer acercamiento a la realidad es lo que Schumpeter (55-57)
llamó “representación” o acto cognoscitivo preanalítico, el cual proporciona la
materia prima del análisis. El proceso riguroso de conceptualización y
ordenamiento de la materia prima se realiza simultáneamente con la adición
de nuevos hechos a los ya percibidos y de nuevas relaciones y conceptos al
conjunto original. En la interacción entre la concepción teórica y la
investigación empírica se generan los modelos económicos. Schumpeter se
pregunta: ¿cuál es el lugar de los factores ideológicos? Para él, la respuesta es
que la ideología se anida en la base misma del análisis, en el acto cogniscitivo
preanalítico.
Las diferentes representaciones o visiones del mundo han llevado a la
construcción de distintas escuelas de pensamiento. Éstas abordan los temas de
análisis desde distintas concepciones del mundo y parten de distintos
supuestos. En cuanto al funcionamiento del mercado laboral, podemos hablar
de por lo menos tres escuelas distintas: la neoclásica, la institucionalista y la
marxista o neo-marxista.
3. Corrientes alternativas a la teoría económica convencional
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La teoría neoclásica con supuestos simples acerca de la conducta humana
elaboró modelos que permiten entender el funcionamiento del mercado
laboral. Permiten, por ejemplo, describir y pronosticar el comportamiento de
los niveles de salario y empleo. Usando sus herramientas de análisis, se
pueden hacer generalizaciones útiles acerca de lo que sucede en el mercado
laboral y recomendaciones útiles de cómo hacer que la economía funcione
mejor.
Para los economistas institucionalistas lo relevante es describir cómo
funciona realmente el mercado laboral y a continuación menciono los temas
centrales que analizan: para ellos (Kaufman 1988) a) el análisis del mercado
laboral en las sociedades capitalistas comienza por lo más fácil, por los
mercados competitivos. Pero este es sólo el comienzo, no el fin del
conocimiento; b) es muy importante entender el funcionamiento de los
mercados internos en su diversidad y complejidad individual, así como sus
relaciones con el mercado externo. Uno de los efectos de los mercados
internos es que los empleadores están dispuestos a pagar salarios mayores a
los que determinarían los mercados competitivos externos. Otro efecto es que
restringe la movilidad del trabajo; c) los ajustes en los salarios como resultado
de variaciones en los mercados externos pueden rezagarse en el tiempo, no
sólo por restricciones a la movilidad o por la posible presencia de contratos de
largo plazo, sino también porque los trabajadores y los empleadores se resisten
a bajar los salarios monetarios; d) los sindicatos son organizaciones
complejas. Son organizaciones políticas más que económicas y, por lo tanto,
la huelga es una acto político lo mismo que económico; e) el poder organizado
en oposición a las fuerzas de mercado se ha convertido en un factor más
importante a medida que avanza la sociedad y por eso se debe estudiar la
conducta de los sindicatos y su papel en la determinación de los salarios.
Las teorías neoclásica e institucionalista comparten la aceptación del
statu quo, del estado de cosas en la sociedad capitalista. En realidad parecen
teorías complementarias para el análisis del mercado laboral. Si es así, ¿por
qué se ven como compitiendo la una con la otra? La respuesta parece estar no
en el análisis del mercado laboral sino en el campo de los valores; el conflicto
surge en la evaluación del bienestar y en la determinación de las políticas. En
ello intervienen las preconcepciones de cómo es el mundo y las preferencias
de cómo debiera ser (Mangum y Philips 5). Para la economía neoclásica el
mundo de la competencia perfecta es benigno y, muy probablemente, la
intervención del gobierno puede hacer que funcione peor. Aunque nadie cree
que tal mundo exista, si el mundo real es más parecido que diferente a ese
mundo teórico, para los neoclásicos, esperar pacientemente a que las fuerzas
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del mercado operen por sí mismas puede ser preferible a una apresurada
intervención del gobierno.
Por su parte, los institucionalistas están a favor de la intervención del
gobierno. Si el mercado está funcionando bien, un pequeño ajuste lo haría
funcionar mejor. Si está funcionando mal, tal vez sea necesaria una reforma en
las instituciones que regulan su operación.
El paradigma neomarxista privilegia el estudio de los procesos de
trabajo, de las organizaciones de los trabajadores y del papel de Estado. Está a
favor de transformar a la sociedad, percibe injusticias cuya solución requiere
más que una reparación del sistema. Las instituciones de la sociedad
capitalista deben reemplazarse más que repararse. Dado el panorama actual,
los representantes de estas escuelas o paradigmas pueden discutir, pero es
difícil que lleguen a consensos en términos de recomendaciones de políticas.
4. ¿Por dónde deberíamos transitar?
Uno de los objetivos de estos congresos debe ser colocar a las distintas
corrientes en una situación de diálogo abierto, sin rodeos. El biólogo Edward
Wilson, dos veces ganador del premio Pulitzer, en su libro Consilience. The
Unity of Knowledge, elabora como idea central que todos los fenómenos
tangibles, desde el nacimiento de una estrella hasta el funcionamiento de las
instituciones sociales, están basados en procesos materiales que son, en última
instancia reducibles, por tortuosa y larga que sea la sequencia, a leyes
naturales. Para Wilson, todo el conocimiento está intrínsecamente unificado, y
en disciplinas tan diversas como la física y la biología, la economía y la
sociología, existe un pequeño número de leyes naturales que el hombre es
capaz de conocer. Para él, consilience es la clave de la unificación del
conocimiento. Esta palabra significa “saltar juntos” en el conocimiento por
medio de la vinculación de hechos y de teorías basadas en los hechos. El salto
debe darse horizontalmente en las disciplinas para crear una base común de
explicación. Así, consilience sugiere una estrategia de construcción de
explicaciones coherentes de causa–efecto, comunes a las distintas disciplinas.
Wilson está consciente de que este reduccionismo no es popular en las
ciencias sociales y en las humanidades. Para los científicos sociales y para los
humanistas es como la presencia de un vampiro en la sacristía.
Si Wilson está en lo correcto en las ideas sobre la unificación del
conocimiento, sólo las generaciones futuras lo sabrán. Lo que tomo de ellas
es la invitación a discutir las teorías con base en los hechos. La realidad debe
modificar a la teoría cuando ésta no hace una buena descripción de la misma y
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no es capaz de pronosticar a grandes trazos su evolución. Las actividades de
investigación que no privilegian a la realidad sirven sólo para corroborar los
prejuicios.
Bibliografía
Becker, G.S. y Becker, G.N. (1997) The Economics of Life. Nueva York:
McGraw-Hill.
Blaug, M. (1992) The Methodology of Economics, segunda edición. Nueva
york: Cambridge University Press.
Coase, R. H. (1988) The Firm, the Market, and the Law. Chicago: University
of Chicago Press.
Kaufman, B.E. (1988) How Labor Markets Work. Massachusett: Lexington
Books.
Mangum, G y Philips P. (editores) (1988) Three Worlds of Labor Economics.
Nueva York: M:E. Sharpe, Inc.
Schumpeter, J.A. (1971) Historia del análisis económico. México: Fondo de
Cutura Económica.
Thurow, L.C. (1988) Corrientes peligrosas. El estado de la ciencia
económica. México: Fondo de Cutura Económica.
Wilson, E.O. (1998) Consilience. The Unity of Knowledge. Nueva York:
Vintage Books.
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