Realidad psíquica Gregorio Dunayevich1 Freud expresa que no debemos creer lo que nos dicen los pacientes. Él se había sentido engañado por creerle a "sus histéricas". Nos aconseja que desconfiemos de lo que nos dicen porque su misma enfermedad les impide ser fieles a la realidad. Además, si el paciente nota que tomamos en serio algo que a él mismo le cuesta creer, reconocería inmediatamente nuestra incapacidad para comprenderlo. Por lo tanto no podemos y no debemos creer lo que nos dice. También nos dice que el paciente deposita en nosotros una esperanza. Nos da el crédito de que le vamos a dar, de alguna manera, ese lugar que siente haber perdido. Nos pide que le demos la razón porque él siente haber perdido la razón, o sea, que el paciente necesita que le creamos. Este dilema fue descubierto por Freud (Freud, S, 1895, 1916), y llegó a la conclusión, de que existe una tercera posibilidad. Debemos escuchar al paciente con una actitud especial. Debemos creer que el paciente habla de la realidad, pero ahora se trata de una realidad distinta que llamó "realidad psíquica". Consideramos, a la luz del tiempo transcurrido desde que Freud elaboró estos conceptos, que podríamos hacer una evaluación de lo que se hizo con ellos en los consultorios. Si bien por un lado, conocer la existencia de la realidad psíquica ayudó a conocer los fenómenos mentales, el trabajar dentro del clima oniroideo que esto implica trajo inconvenientes. Cuando estamos en un teatro sabemos que los actores no son los personajes y que los personajes no son los actores. Sin embargo, podemos vivenciar la situación representada y convivir emocionalmente con la acción que se desarrolla. El mismo Freud tomó el argumento de una obra teatral para edificar su teoría sobre el complejo nodular de las neurosis. La emoción del espectador denuncia la existencia de una historia semejante en sí mismo. De alguna manera, las palabras del paciente y el analista construyen un argumento teatral; el paciente, al verbalizar su realidad psíquica, y el analista, su realidad interpretativa. ¿Qué se espera entonces que suceda? De acuerdo con Freud y con Strachey (interpretaciones mutativas) el paciente debe realizar un trabajo elaborativo de discriminación entre los actores y los personajes que van apareciendo. ¿Qué fue lo que sucedió en los hechos de la clínica? Los actores eran malos. No convencían de que los personajes representados estaban vivos. Se cayó en la tan temida intelectualización. La toma de conciencia no fue tal. O fue una conciencia parcial en donde no se producía el cambio psíquico porque faltaba el trabajo de desidentificación de los objetos que se habían identificado durante el tratamiento. (G. Badaracco, 1990) Veamos el aporte que puede brindar el psicoanálisis multifamiliar con un ejemplo clínico, correspondiente a una sesión del hospital Moyano del 14/4/98. Una sesión que duró dos horas y media, que por fortuna fue grabada, y que ella sola daría para muchos años de investigación. En este caso permítaseme hacer un enfoque de una de las tantas situaciones que sucedieron en ese encuentro. Había pasado bastante tiempo de la sesión. Digamos una hora y media. Tiempo en el que habían participado activamente varias personas. El tema central que se había ido dibujando era el de la paternidad y sus deficiencias. En un instante de silencio, casi sorprendiendo, habla una paciente a la que llamaremos A, que estaba acompañada por su hija, que llamaremos B. A dice: "¿Me permite que le diga algo Dr.? ¿Algo que no le va a gustar? ...Yo a Ud. no lo banco, lo detesto con toda mi alma... Y sabe por qué? ...porque hablando con los otros pacientes y con los otros terapeutas me hace acordar a mi papá,... que siempre estaba o con mi mamá o con la profesión o con mis hermanos y a mí no me llevaba el apunte porque yo era mujer..." El Dr. Jorge García Badaracco invitó a la paciente a desplegar su recuerdo y a representar, el mismo, el papel del padre de A, ya fallecido. B reaccionó con enojo y rechazo: "No!! Ud. no es mi abuelo, Ud. no puede hacer de mi abuelo. Nunca va a poder ser como él que lastimó tanto a mi mamá y que a mí no me quiso conocer... Mi mama se quiso suicidar dos veces por culpa de él (llora)... y yo no quiero que mi mamá se muera porque en ese caso, me muero yo también... Mi papá nos abandonó, ...la pareja de mi mamá se fue, ...y ahora mis hermanos se están yendo... las mujeres... ella y yo nos estamos quedando solas... y si mamá se muere..." A partir de aquí, accedimos a mayores detalles de la historia, como que la profesión del padre de A lo obligaba a largos viajes en donde su esposa lo acompañaba dejando a los hijos con la abuela. El Dr. Jorge García Badaracco representó entonces al papá y la Dra. Inés Puig a la mamá, trayendo realismo al relato. Imaginemos, hasta aquí, por un instante, una muy difícil comparación con una sesión individual de A con un terapeuta. Podría haber aparecido el tema de los celos y el abandono frente a la escena primaria. La preocupación por su falta de deseos de vivir y también la preocupación por su hija. Hubiera más bien tenido la atmósfera de una construcción más que de una vivencia como se estaba dando. Pero ahora vamos a ver que la comparación termina por quedar sin significación con el nuevo paciente que se hace presente en el escenario de la sesión. Los grandes dramaturgos como Luigi Pirandello conocen bien como sorprender al espectador como sucede en "Seis personajes en busca de un autor" (Pirandello, L., 1910). Pero nuevamente la realidad supera a la ficción, veamos que pasó. Una paciente, a la que llamaremos C habla desde el otro extremo del salón: "¿Puedo decir algo? ...A mí me paso eso!!!". (Nos preguntamos ¿también la abandonó el padre?)... "Yo... yo... también... cuando... mi hija era chiquita... ahora no, porque desde hace cuatro años... desde que tenía veinte años que le presto atención... Pero cuando me casé,... estaba tan bien con mi marido... que... a mi hija la rechazaba... quería estar siempre con mi marido,... la mandaba a colegio pupilo todo el día para que no me moleste... Por suerte después me di cuenta lo que me estaba perdiendo... y la recuperé..." Difícilmente pudiera haberse experimentado una vivencia emocional como la descripta, en una sesión individual. Una paciente se ofrece como actriz para representar el personaje transferido, pero su propia vida es equivalente a ese personaje. La intelectualización aquí no tiene lugar. Los actores son buenos porque surgen creados por los mismos personajes. Los personajes encuentran al autor, que se transforma en coautor del cambio psíquico. La posibilidad de trabajar con diversas familias al mismo tiempo ofrece esta oportunidad única, donde manejar los distintos niveles de realidad, la realidad psíquica y la realidad de los hechos, pero ahora con la convicción que el proceso de elaboración requiere. Bibliografía Freud, S. 1895. Proyecto de una psicología para neurólogos. Tercera parte; Intento de representar los procesos normales. T I Biblioteca Nueva, Madrid 1980. Freud, S. 1916. Lecciones introductorias al Psicoanálisis. Conferencia XXIII. Vías de formación de síntomas. T II. B. N. Madrid. 1980. García Badaracco, J. 1990. Comunidad Terapéutica Psicoanalítica de Estructura Multifamiliar. B. A. 1990. Pirandello, L. 1910. Seis personajes en busca de un autor. Cátedra. Madrid. 1998. Notas al pie: 1Físico. Doctor en Psicología. Psicoanalista. Dirección: Av. Santa Fe 2365 piso 15 Depto. E. Teléfono 154-9977411