El constructivismo como negación de la realidad objetiva en las

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Área c) La visión de las ciencias: descubrimientos, tecnologías, aplicaciones.
EL CONSTRUCTIVISMO COMO NEGACION DE LA REALIDAD
OBJETIVA EN LAS CIENCIAS NATURALES
Carlos Prosperi
Dr. Cs. Biológicas – Lic. Filosofía
Universidad Blas Pascal
Córdoba – Argentina
cprosperi@yahoo.com.ar
RESUMEN:
La corriente constructivista postula que el conocimiento carece de
objetividad ya que es una construcción del pensamiento, tanto
individual como social. Desde Aristóteles a Kant hay un consenso
más o menos generalizado respecto a que los datos de la realidad
son captados por los sentidos y luego elaborados por la mente, que
de esa manera “construye” hipótesis o teorías para explicar esa
realidad. La Escolástica ya decía “Nihil est in intelectu quod prius
non fuerit in sensu”. El problema con el constructivismo es que
confunde las hipótesis y teorías con los hechos objetivos. En las
Ciencias Naturales se acepta en general que los hechos son
objetivos, susceptibles de observación y experimentación, mientras
que las hipótesis y teorías son construcciones del hombre para
explicar esos hechos. De ahí que el concepto de verdad sea la
“adequatio intelectus et rei”, donde las hipótesis y teorías, en tanto y
en cuanto son elaboraciones del intelecto, se pueden verificar
contrastándolas con la realidad. Si, en cambio, se postula que la
realidad es también una construcción intelectual, entonces no existe
ni siquiera en las Ciencias Naturales una verdad objetiva, quedando
todo reducido a una mera “doxa”.
INTRODUCCIÓN:
La llamada “Novísima Sociología de la Ciencia” promueve el
constructivismo entre otras corrientes que le son afines (1). Como lo
indica su nombre, se trata de sociólogos que estudian a los
investigadores científicos como una comunidad sociológica, y
analizan cómo ellos elaboran las teorías y leyes. Sin embargo no
son epistemólogos en sentido estricto, en tanto y en cuanto su objeto
de estudio no son las ciencias sino los científicos. Ello
probablemente es lo que los conduce al error de concebir a la
realidad objetiva como un constructo meramente humano y no como
algo natural.
En efecto, es verdad la afirmación de que las leyes y teorías
científicas son una elaboración de los investigadores, pero no deben
confundirse con los hechos naturales o fenómenos observables, que
son objetivos (2).
Kuhn toma como ejemplo la teoría geocéntrica, defendida por
Ptolomeo, y que postulaba la idea cosmológica de que la Tierra era
el centro del Universo conocido, que por entonces se reducía a
nuestro sistema planetario, mientras que el Sol y los demás planetas
giraban a su alrededor. Copérnico produce una llamada “ruptura
epistemológica” o “cambio de paradigma”, de acuerdo a la
terminología de los constructivistas, al reemplazar el postulado
anterior por la teoría heliocéntrica, según la cual el Sol es el centro
de nuestro sistema, en tanto la Tierra y los otros planetas orbitan a
su alrededor (3).
Sin embargo, Kuhn expresamente niega el progreso científico, de
modo que los cambios de paradigmas ocurren simplemente por la
mayor facilidad con que se pueden utilizar para explicar un mayor
número de datos observacionales, lo que no significa que exista
consecuentemente un mayor acercamiento a la verdad, o que un
determinado paradigma sea el verdadero y los demás sean falsos.
Con lo cual la verdad misma pasa a ser un concepto relativo y
subjetivo (4).
Desde Aristóteles a Santo Tomás de Aquino, en cambio, la realidad
tiene una existencia objetiva, independiente por completo del modo
en que es pensada o captada por el observador, siendo por lo tanto
el observador quien debe adaptarse a la realidad, y en la medida en
que lo haga bien o mal sus postulados serán respectivamente
verdaderos o falsos.
EL CONSTRUCTIVISMO
Este modo de ver como paradigmas a las leyes y teorías científicas
no es del todo inverosímil, ya que efectivamente las diversas
disciplinas utilizan modos de estudio o de percepción de la realidad
que bien podrían considerarse como “paradigmas” o “modelos de
investigación”.
Surge sin embargo un grave inconveniente, y es que este concepto
es tan amplio e indefinido que puede perfectamente aplicarse
también a disciplinas que indudablemente no son científicas, o son
pseudocientíficas e incluso anticientíficas, ya que todas utilizan
modelos de investigación o paradigmas, al menos según tales
conceptos son definidos por esta corriente (5).
Así, por ejemplo, sería viable decir que una pseudo-ciencia como la
Astrología tiene sus paradigmas, consistentes en afirmar que la
posición relativa de los distintos planetas influye sobre el destino o
las características de las personas. No sólo aplica este paradigma,
sino que además hace predicciones para probar sus hipótesis, lo
cual es también una característica de las ciencias. Y hasta se podría
decir con ironía que el porcentaje de aciertos o desaciertos de las
predicciones astrológicas no está demasiado lejos de los que
registran los meteorólogos o los economistas.
De este modo, no cabría plantear diferencias entre la Astrología y la
Astronomía, ya que ambas, a su manera, plantean y usan
paradigmas para explicar los fenómenos observables, y también
hacen predicciones, que vendrían a verificar las teorías o hipótesis
de cada una.
Un astrónomo, conociendo la posición relativa de los planetas y sus
órbitas, puede predecir mediante un cálculo matemático cuando se
producirá un eclipse, o pasará algún cometa cercano a la Tierra. De
la misma manera un astrólogo, con la carta natal de una persona,
puede predecir si será alguien generoso o de buen carácter, si hará
algún viaje o si será feliz en su matrimonio. Y ambas predicciones y
afirmaciones, dado que están basadas en paradigmas, tendrían el
mismo grado de seriedad y rigurosidad científica, según esta
corriente de pensamiento (3).
Y si alguno de estos paradigmas no diera los resultados esperados,
o se demostrara que no es útil para hacer predicciones, puede
dejarse de lado y construirse un paradigma nuevo, como el ejemplo
del cambio de un geocentrismo a un heliocentrismo.
Hay que remarcar, no obstante, que estos cambios revolucionarios
de paradigma, también llamados “rupturas epistemológicas”, no
implican necesariamente un mayor acercamiento a la verdad, sino
apenas un planteo novedoso que simplemente funciona mejor para
resolver algún problema científico en particular, pero que no deja de
ser completamente provisorio, y que no permite decir nada acerca
de la verdad o falsedad del paradigma anterior, el que había
quedado descartado sólo momentáneamente pero que podría
reflotarse o re-utilizarse según la circunstancia del momento lo
aconseje.
Se podría decir entonces que el heliocentrismo solamente funciona
mejor, pero no necesariamente es verdadero, mientras el
geocentrismo plantea problemas que no pueden resolverse, pero
ello de ninguna manera conlleva indefectiblemente a postular su
falsedad. Y por eso es que, hablando rigurosamente en términos
constructivistas, no existe progreso ni avance en el conocimiento
científico, no hay un crecimiento del humano saber, ya que todas las
leyes y teorías existentes en la actualidad, o planteadas en tiempos
pasados, podrían en un futuro más o menos lejano volver a
plantearse como verdaderas o falsas, y se habrían adoptado o
abandonado sólo por un criterio de funcionalidad pero no de
veracidad (6).
Según sus defensores, el constructivismo sostiene que cada ser
humano en particular, cada persona, es en sí mismo una
construcción propia que se va haciendo permanentemente en su
interacción con el ambiente. Algo similar a la apreciación de Ortega
al decir “Yo soy yo y mi circunstancia” pero llevado al extremo de sus
consecuencias.
Y otra consecuencia, también extrema, de lo antedicho, es que el
conocimiento no ya no viene a ser un reflejo de la realidad sino una
realización del hombre. De modo que la realidad no es algo que
exista en sí misma, fuera de la mente humana, y donde el
conocimiento consiste en ir develándola, adaptándonos a ella, sino
exactamente al revés: la realidad pasa a ser una mera consecuencia
de nuestro pensamiento (7).
Pero también resulta que la investigación científica y el aprendizaje
ya no son una actividad individual, un esfuerzo que cada uno debe
hacer para acercarse a la verdad, sino que se convierten en una
actividad social, donde por lo tanto ya la realidad no existe
objetivamente sino que la hace la sociedad en su conjunto. El
universo pasa a ser algo completamente humano, absolutamente
carente de huellas de divinidad creadora, y es el producto de la
interacción humana con los estímulos que la naturaleza y la
sociedad han ido procesando (8).
Esta filosofía constructivista implica que el conocimiento no es algo
que la mente recibe desde fuera, desde la interacción con el mundo
para el caso de un científico, o con el maestro, para el caso de un
estudiante, sino que es procesado y armado activamente, de modo
que la persona organiza su propio mundo de experiencias y
vivencias.
Para el constructivismo no existe una objetividad en sí misma,
separada del intelecto humano, ya que todo conocimiento es una
interpretación, un constructo de la mente, de tal manera que no se
puede diferenciar un límite entre el investigador y lo que se ha
investigado, porque todo es un armado de nuestra interioridad y
subjetividad.
Según expresa Mario Bunge, la Sociología de la Ciencia “Intenta
investigar de una manera científica las comunidades científicas y las
interacciones entre investigación científica y estructura social"."La
pseudocientífica sociología de la ciencia, usualmente descripta como
constructivista-relativista, dice pintar una imagen más realista de la
investigación científica a través de machacar los que son llamados
"mitos" de la investigación desinteresada y la verdad objetiva. Por lo
tanto, la mayoría de los sociólogos de la ciencia del nuevo estilo
desconfían o incluso atacan la ciencia" (9).
Por todo lo antedicho se evidencia que, incluso más que un
relativismo llevado a sus últimas consecuencias y a la negación de la
verdad, esta corriente termina siendo una negación de la Creación,
en tanto obra de Dios hecha por Él mismo, al punto tal que pasa a
ser algo hecho por el hombre.
Casi se podría decir que se convierte así en la quintaesencia del
pecado original, según simbólicamente lo expresa el Génesis, ya
que no sólo el hombre puede conocer el “Árbol del bien y del mal”
sino que además se da cumplimiento efectivo a la tentación de la
Serpiente cuando dijo a Adán y Eva su frase: “Seréis como dioses”.
Inclusive más que dioses, porque el hombre pasa a desplazar al
Creador y tomar su lugar.
EL CONOCIMIENTO SEGÚN ARISTÓTELES
El Estagirita es considerado en la Historia de la Filosofía como un
realista, por contraposición con el que fuera su propio maestro,
Platón, uno de los primeros representantes del idealismo. El
realismo no debe confundirse con un materialismo como se entiende
modernamente, sino que se refiere al hecho de que para Aristóteles
la realidad existe por sí misma, fuera de la mente humana, y de
manera completamente independiente de que sea o no pensada por
algún ente racional (10).
Respecto a los orígenes del conocimiento, afirma Aristóteles la
doctrina de la llamada “tabula rasa”, o “tabla lisa”, referida a que no
hay nada previo en nuestras mentes, como en una tableta de
escritura en la que no se ha impreso ningún carácter.
Tal era lo afirmado por los idealistas, que sostenían que nuestra
mente tiene patrones previos de conocimiento, “ideas”, y al
encontrarnos con los objetos concretos de la realidad los
comparamos con esas ideas y podemos de tal modo identificarlos.
Así, cuando vemos una piedra o un árbol particular, los podemos
reconocer porque en nuestras mentes teníamos previamente la idea
de la piedra y del árbol en general (7).
Pero según la doctrina de la tabula rasa, los sentidos son los que
establecen el contacto entre la realidad que nos rodea y nuestra
mente, y es a través de los sentidos como podemos percibir todo lo
que existe fuera de nosotros mismos. De aquí se origina la
afirmación escolástica referida a que no hay nada en nuestra mente
que antes no estuviera en los sentidos.
Esa realidad exterior es procesada luego por el intelecto, que
Aristóteles llama “intelecto agente” y que es reconocido por otros
como “sentido común”, en la medida en que elabora los datos de
todos y cada uno de los otros sentidos. De esa manera, y luego de
comprehender las características de varias piedras y árboles
particulares, es posible armar una imagen o idea de la realidad, la
“forma” (para decirlo en sentido aristotélico) de piedra o de árbol,
que luego es utilizada para reconocer otros objetos con las mismas
características (10).
Las ideas entonces no existen a priori en la mente, sino que se
forman a posteriori, luego de tomar contacto con la realidad por
medio de los sentidos. Las ideas o las formas, según esta doctrina,
son una construcción de la mente, coincidiendo en este aspecto con
los postulados del constructivismo, pero se han hecho en base al
análisis de la realidad objetiva, que de ninguna manera es un
constructo mental.
En la ciencia moderna se admite que los instrumentos de
investigación no son otra cosa que una ampliación o
perfeccionamiento de nuestros sentidos, como un microscopio o un
telescopio son una mejora en nuestra vista, que nos permite
observar cosas muy pequeñas o muy distantes, y que no podríamos
ver a ojo desnudo.
La labor de un investigador científico consiste en estudiar la
naturaleza por medio de todo su instrumental de laboratorio o de
campo, hacer diversas observaciones y experimentaciones, y luego
elaborar con todos esos datos una nueva idea o concepto de la
realidad (8).
Esto es lo que se llama el método inductivo, que va de lo particular a
lo general, en tanto y en cuanto el estudio de objetos o casos
particulares permite posteriormente hacer una generalización en una
ley o teoría científica.
La contraparte deductiva es la que hace el camino inverso yendo de
lo general a lo particular, y ocurre cuando esa ley o teoría se aplica
al entendimiento de objetos similares a los previamente estudiados.
En la deducción podría decirse que la mente funciona a la manera
planteada por el idealismo platónico, ya que las ideas están
presentes en la mente del observador después de haber pasado por
el proceso de inducción.
Por eso se dice que las Ciencias Naturales son de carácter
inductivo-deductivo, lo que les permite ir adquiriendo nuevos
conocimientos y generando un progreso en la ciencia y un
acercamiento a la verdad, de tal manera que la afirmación de Kuhn
en el sentido de que no existe un progreso en la ciencia es algo
difícil de admitir incluso para el sentido común, al comprobar los
adelantos científicos en toda la historia de la humanidad y
particularmente en las últimas décadas (11).
CONCLUSIONES
Como se ve, la postura de Aristóteles es mucho más coherente, más
lógica y hasta más científica que el constructivismo, por cuanto
acepta el papel importantísimo de la mente en la construcción de
leyes y teorías, o en la elaboración del conocimiento, pero dejando
en claro que se trata de constructos que van a ser válidos solamente
si se conforman con la realidad, atendiendo al sentido etimológico de
“con-formarse”, es decir, adaptarse a la forma de las cosas creando
conceptos universales.
Y mientras en el constructivismo no existe una verdad objetiva, la
mencionada adaptación de la mente es la que permite la definición
de verdad como “adequatio intelectus et rei”, aceptando a la realidad
como existente por sí misma y a la ciencia como una búsqueda
constante de la verdad, elaborando leyes y teorías que sean cada
vez más “adecuadas” a la existencia objetiva.
Esta adecuación puede entenderse de dos maneras: primero como
verdad en la mente humana que conoce todos los objetos, pero que
por supuesto está sujeta a error y perfeccionamiento, y segundo
como verdad en la mente de Dios, Creador de todos los entes y todo
lo que existe, donde en cambio ya no hay posibilidad de error ni de
perfección mayor.
BIBLIOGRAFIA
(1).Bunge, M. 1998. “La ciencia, su método y su filosofía”. Ed.
Sudamericana. Buenos Aires.
(2).Prosperi,C. 1988. “Creacionismo y rigor científico según
Popper”. Boletín Soc. Arg. de Filosofía. Córdoba.
(3).Maldonado, N. (inédito). “El Progreso de la Ciencia”.
(4).Kuhn, T. 1970. “The Structure of Scientific Revolutions”.
University of Chicago Press. Chicago.
(5).Woozley, A. 1987. “Theory of knowledge”. Queen´s University.
Kingston.
(6).Prosperi, C. 2006. “La Epistemología en Montreal y la Sociología
de la Ciencia”. Actas Congreso Internacional de Patrimonio Cultural.
Córdoba.
(7).Hessen, J. 1996. “Teoría del Conocimiento”. Ed. Porrúa. México.
(8).Prosperi, C. 1974. “Ciencia, Técnica y Arte”. Rev. Acento.
Córdoba.
(9)Bunge, M. 1996. “In Praise of Intolerance to Charlatanism in
Academia”. En: Gross et al. The Flight from Science and Reason.
New York Academy of Sciences. New York.
(10).Marías, J. 1971. “Historia de la Filosofía”. Ed. Revista de
Occidente. Madrid.
(11). Losee, J. 1979. “Introducao Historica a Filosofia da Ciencia.
Ed. Univ. De Sao Pablo. Sao Pablo.
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