La triste realidad - El Colegio de Sonora

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Fuera de Ruta
Oferta y demanda
Lorenia Velázquez Contreras*
Entre los correos electrónicos que recibí la semana pasada, hubo uno que a modo de
broma, dejaba ver la similitud que hemos alcanzado con países sumidos desde siempre
en la violencia. El texto decía más o menos así: A pesar de la guerra, el presidente del
club de futbol viajó a Bagdad con el fin de contratar a un excelente jugador irakí infalible anotador de goles- para el equipo del Santos Laguna, cosa que consiguió a
cambio de una suma millonaria. Después del contundente triunfo en su primer partido
en Guadalajara, el jugador quiso compartir las buenas noticias con su familia a quienes
no veía desde hacía ya varios días, por lo que llama por teléfono a su esposa. Ella, le
informa, “las cosas no están yendo nada bien aquí en casa: ayer mataron al abuelo, una
banda armada quiso entrar a la casa, mientras nuestro hijo Yassim-Amir fue golpeado
en la calle; hace dos días quisieron violar a la nena y a mí me robaron todo lo que tenía
encima; además, no podemos dormir por los tiros, el ruido, las sirenas y los gritos de
dolor. Y todo por tu culpa”… ¿por mi culpa? -responde el esposo. Claro -le dice ella-,
vivíamos muy tranquilos y tú fuiste quien nos trajo a vivir a Torreón.
Decía alguien por ahí que a veces es bueno reírnos de nuestra realidad, para hacerla más
llevadera.
Cuernos de chivo, rifles AR-15, calibre nueve milímetros, balacera en la colonia tal o
cual, son ahora las palabras más usuales en las notas de los diarios y que hasta hace
poco tiempo se encontraban esporádicamente en las páginas interiores; hoy ocupan las
primeras planas. No alcanzamos a asimilar una de estas noticias, cuando llega otra del
mismo tono.
Este tipo de notas han sido apenas opacadas a últimas fechas por las referentes a la
paridad cambiaria, el índice de inflación, las elevadas tasas de desempleo, y cosas al
parecer menos importantes en nuestra vida cotidiana, pero cuyos efectos no se han
dejado sentir con toda su fuerza, pero que sucederá en los próximos meses. Pocos se
atreven a asegurar el impulso o el rumbo que tomará esta tormenta financiera; por lo
pronto, los nubarrones se ven bastante oscuros y cada vez más cerca de quebrantar
nuestra tranquilidad económica, bastante frágil, por cierto.
El reacomodo económico mundial será doloroso, pero no más de lo que está siendo el
aparente reacomodo de fuerzas entre los grupos más poderosos del mercado de drogas.
Y no es para menos. El famoso decomiso de más de 250 millones de dólares en efectivo
en un solo operativo el año pasado y los recientes decomisos de lujosas residencias, nos
dan apenas una idea de las substanciosas ganancias que deja este negocio, mismas que
obviamente atraen nuevos competidores al mercado con las tristemente consabidas
guerras entre los grupos que lo controlan.
En febrero de este año, la oficina para el control de drogas de la Casa Blanca, estimaba
que los ingresos de los cárteles mexicanos de las drogas tan sólo por las ventas en
Estados Unidos ascendían a 13,800 millones de dólares, aunque hay quienes estiman
que esta cifra llega a 20 mil millones.
Al parecer los esfuerzos de los distintos niveles de gobierno para combatir el
narcotráfico se han concentrado en el lado de la oferta y han descuidado el lado de la
demanda. Si México se ha transformado, como lo dicen algunos especialistas, de un
país de tránsito de drogas a uno de tránsito y consumo, por el lado de la demanda
también se pueden medir las dimensiones de este mercado.
Los datos aportados por la Encuesta Nacional de Adicciones 2008, revelan que el
consumo experimental de drogas en México se incrementó en casi 30 por ciento en tan
sólo seis años. Desafortunadamente, son los niños y jóvenes entre 12 y 25 años quienes
mayormente forman parte de los 4.5 millones de personas que se encontraron en la
situación de consumir drogas por primera vez. Según este mismo informe, un gran
porcentaje de las personas que experimentan con drogas pasan a ser consumidores
frecuentes, con variaciones importantes en los distintos grupos de edad. Así, el 22 por
ciento de los adultos de mayor edad que consumen drogas por primera vez, terminan
haciendo uso de ellas; este porcentaje llega al 31 por ciento entre los más jóvenes. A
esto habría que sumar que los adolescentes entre 12 y 17 años tienen 68 veces más
probabilidad de usar mariguana cuando encuentran la oportunidad (o la oportunidad los
encuentra a ellos).
Lo que parece hacer falta, entonces, es una política eficaz que contrarreste este aumento
en la demanda, ya que el número de adictos crónicos se incrementó en 51 por ciento, al
pasar de 307 mil personas en 2002, a 465 mil para 2008.
La triste realidad es que no se vislumbra una salida de corto plazo. Mientras los buenos
resultados no llegan, el ataque a la oferta ya ha costado muchas vidas y cada vez en
mayor proporción la creciente demanda está cobrando las suyas.
*Profesora-Investigadora en el Programa de Estudios del Desarrollo de El Colegio de
Sonora, lvelaz@colson.edu.mx
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