EL LUNES DE LAS NAVAS El poder almohade Se desarrolla entre 1125 y 1232. Se inicia a raíz de una disidencia religiosa (a principios del siglo XII): Se defiende la unidad de Dios frente al antropomorfismo almorávide (sic). Los partidarios son bereberes que se van arabizando. Cuando lleguen a Al-Ándalus entrarán en conflicto con los andalusíes, un conflicto étnico y cultural, así como religioso: el califato almohade, desaparecido el de Córdoba, podía considerarse cismático frente al califato abasí de Bagdad. Junto a los conflictos internos, las dificultades militares no serán menores: debido a la extensión del propio imperio, que obliga a mover numerosos contingentes y crear verdaderos problemas de intendencia; a su vez el ejército era heterogéneo, y habrá conflictos y disidencias. Pese a todo, el poder almohade acabará dominando toda Al-Ándalus, pese a la resistencia de la taifa de Valencia-Murcia., y, con el califa Yusuf, el 18 de julio de 1195 infligió una severa derrota en Alarcos a Alfonso VIII de Castilla. Una fosa de despojos en Alarcos nos da muestras del material utilizado. Protagonistas Por el bando almohade: -Ben Yusuf y su hijo Ibn Yakub Mohamed Al-Nasir, amir al mominin (el Miramamolín, en denominación cristiana). No murió en la batalla. Huyó a Jaen. Murió envenenado al año siguiente. -Alfonso VIII, cuyos restos reposan en el monasterio cisterciense de las Huelgas (Burgos). Durante más de 40 años defendió el cristianismo con la espada. La derrota de Alarcos le llevó a firmar una tregua y a preparar el encuentro decisivo de Las Navas. No le importó nunca entregar la vida por la causa de la fe de Cristo, interpretada en clave heroica. Murió dos años después de la batalla, en 1214. Su hija Berenguela, casada con su primo y yerno Alfonso IX de León, cederá sus derechos al trono castellano en 1217 a su hijo Fernando III el Santo, quien en 1230 también heredará de su padre el reino de León. El primogénito de Alfonso VIII, el infante Don Fernando, había muerto en 1211. Su hijo Enrique I morirá sin descendencia en 1217. Su hija Berenguela (casada con el rey de León, Alfonso IX) cederá el trono a su hijo Fernando III el Santo, que también heredará el reino de León a la muerte de su padre. -Pedro II de Aragón, amigo personal de Alfonso VIII, cuyos restos reposan en el monasterio de Sigena (Huesca), y que moriría no mucho después de Las Navas, en Muret, frente a los franceses enviados por el Papa para sofocar la herejía albigense, con cuya región mantenía el rey aragonés vínculos vasalláticos. -Sancho VII de Navarra, primo de Alfonso VIII, apellidado el fuerte, participó en la batalla por razones religiosas (la presión del obispo de Narbona y la del propio Papa Inocencio III), pese a sus disputas con Alfonso VIII, que le arrebató Álava y Guipúzcoa, estando el señorío de Vizcaya supeditado al reino de Castilla desde antes. Se unió en Alarcos al contingente castellano con 200 caballeros. -Inocencio III, el Papa, que dio carácter de cruzada a la gesta militar. -Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo y cronista principal de la batalla. Estuvo presente en la misma, junto con su señor Alfonso VIII. Fue un hombre singular que soñaba con la unidad cristiana de España. -Diego López de Haro, señor de Vizcaya, que comandaba la vanguardia del ejército. Rodrigo Díaz de Cameros, caballero destacado en uno de los flancos. El arzobispo de Narbona. Y otros. Batalla campal Las batallas campales, así como los sitios a fortalezas y ciudades, eran una rareza en la reconquista, puesto que abundaban más las cabalgadas, algaradas, razzias y expediciones de castigo (al estilo de las campañas de Almanzor). En una batalla campal los contingentes de ambos bandos son numerosos (decenas de miles por cada lado), el terreno del encuentro es amplio, participan reyes con sus estandartes. Las Navas de Tolosa fue una batalla campal que se decidió en 16 de Julio de 1212, que era lunes. Fue respuesta, por iniciativa de Alfonso VIII (a la que respondieron Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra), a la derrota de Alarcos en Julio de 1195, a la que seguiría más tarde la toma de fortalezas cristianas, finalizando con la de Salvatierra (defendida hasta 1211 por los caballeros de la orden de Calatrava). La concentración de ejércitos se produce en Toledo. Reúne a caballeros y nobles castellanos y aragoneses, milicias concejiles castellanas y órdenes militares (las de Santiago, Calatrava, Alcántara, Uclés, El Temple, El Hospital y el Santo Sepulcro). También reunirá a tropas ultramontanas (franceses) y elementos de la nobleza portuguesa y leonesa (aunque el rey de León no concurrió al llamamiento). Las tropas de Sancho VII de Navarra, unos 200 caballeros y él mismo, se unirán más tarde (en Alarcos). El conjunto reunió sin duda a decenas de miles. Los contingentes de la batalla se agruparon de la siguiente forma: una vanguardia (con caballería), unos flancos de caballería (comandados respectivamente por Pedro II de Aragón, en el lado izquierdo, y Sancho VII de Navarra, por el derecho), un grueso de infantería y una retaguardia, en la que se encontraba Alfonso VIII y los obispos (incluido el arzobispo de Toledo y cronista de la batalla). Dentro de estos contingentes había arqueros, ballesteros, honderos, zapadores (para abrir fosos defensivos), pontoneros (para levantar puentes provisionales), etc. Los agarenos (llamados así por la esclava de Abraham, Ahagar, de la que nació Ismael, que la tradición considera padre de todos los árabes) contaban también con tambores para asustar. La batalla se preparó con antelación y se denominó cruzada por el Papa Inocencio III, y fue llamada Yihad (guerra santa) por el lado musulmán, que convocó a la batalla a numerosa tropa del norte de África (incluidos negros del Sudán). Las tropas se concentraron en Toledo. Salieron en Junio. La toma de Malagón por los ultramontanos condujo a una carnicería, ya que no se respetó el pacto con los sitiados. Siguió la rendición de Calatrava, donde Alfonso VIII dejó salir a los sarracenos. Eso desairó a los ultramontanos, que se retiraron en ese punto sin poder entrar en la vaciada Toledo (pues se temía que iban a exterminar a los judíos). Eso menguó sustancialmente las tropas cristianas. El ejército llegó a Alarcos y Salvatierra (junto al río Jabalón), entre ambos puntos se sumó Sancho VII el fuerte de Navarra, con su contingente. Se seguía así la cañada real de las merinas, a un ritmo de 16 kilómetros diarios. El paso de la Losa parecía inexpugnable, de manera que se eligió una ruta alternativa para llegar al puerto del Muladar, tomándolo no sin dificultades, y alcanzar las proximidades de despeñaperros. La batalla (16 de Julio de 1212) tuvo que ser estruendosa, por los gritos, el sonido de los cascos de los caballos, los tambores de los agarenos, la polvareda levantada vino a completar un panorama terrible. Destacó el asalto a la tienda de Al Nasir, que estaba defendida por una empalizada humana de guerreros encadenados en su derredor. Sancho VII de Navarra y su tropa entró a degüello, rompió las cadenas y puso en huida al califa almohade, que se refugió en Jaen, para morir al año siguiente, al parecer envenenado. Tras la victoria de Las Navas de Tolosa, cayeron en manos cristianas Vinches, Baños, Tolosa, Úbeda y Baeza. El poder almohade se derrumbaba irremisiblemente en Al-Ándalus, hasta su total desplome en 1232.