LIBERACIÓN Y VUELTA A UNA NUEVA VIDA Tras años en los campos de concentración nazis, los republicanos españoles emprendieron el camino hacia una vida en libertad. Pese a los obstáculos con que se encontraron, seguían mirando al futuro con esperanza. El día 8 de mayo de 1945 las tropas americanas liberaron el campo de concentración de Mauthausen. A la entrada fueron saludados por una pancarta que habían fabricado los presos españoles. Este cartel, que llevaba las banderas de los aliados y el letrero "Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras", fue una muestra impresionante de la voluntad de sobrevivir y la esperanza de una vuelta rápida y triunfal a una España libre. Durante el tiempo de la deportación los presos españoles habían creído en que la victoria de las tropas aliadas llevaría consigo la abolición de todos los regímenes fascistas de Europa. No obstante, Franco seguía en el poder en España. En consecuencia, la salida de los españoles de los campos de concentración se retrasó hasta principios de junio de 1945, ya que no tenían ningún gobierno legal constituido que les representara. Mientras que los polacos, los franceses y los soviéticos fueron acogidos por sus países, los españoles habían perdido su patria y se vieron obligados a volver a buscar refugio. Pese a la decepción que les había causado la resistencia francesa, la gran mayoría de los republicanos regresó a Francia. Tan sólo unos treinta prefirieron quedarse en Austria como por ejemplo Manuel García Barrado que en 1963 fue nombrado guardia del museo de Mauthausen o Juan Fernández que incluso siguió trabajando en la cantera de Gusen. Un centenar de liberados retornó a la España franquista donde a menudo los esperaban represalias y persecución. El síndrome del superviviente La vuelta a la normalidad resultó larga y difícil para todos los liberados. La primera preocupación de los ex-presos era recuperar la salud arruinada por el trabajo forzoso, los maltratos y la desnutrición. Pero las huellas de la deportación no afectaban sólo al cuerpo sino también al alma de los liberados. De hecho, casi todos volvieron traumatizados. Muchos padecían de graves problemas psíquicos y tenían que ingresar periódicamente a clínicas psiquiátricas. Los supervivientes se sintieron culpables y les resultó doloroso aceptar su propia superviviencia. Encerraron las terribles experiencias en su fuero interno y no volvieron a hablar sobre ellas en muchos años. Sin embargo, cada noche volvían a los campos de concentración y revivían la deportación. Indiferencia y rechazo En Francia, los liberados volvieron a encontrar a los antiguos compañeros de lucha que se habían refugiado en la Unión Soviética y en Estados Unidos. Estos no lograron comprender la situación de los deportados y los trataron con indiferencia. Es más, había incluso comunistas que conforme a la doctrina estalinista insinuaban que cada superviviente era un traidor o espía. Además, la solidaridad sin condiciones que los deportados habían experimentado en los KZ cedió ante las antiguas diferencias ideológicas. Ni siquiera consiguieron fundar una asociación conjunta para todos los liberados. La Amicale de Mauthausen y la Federación de Deportados e Internados Políticos siguen sin unificarse hasta hoy. Lucha por la justicia Por muchos problemas que tuvieran, los liberados españoles no dejaron de esforzarse activamente para que la justicia cayera sobre los culpables del holocausto. Ya poco después de la liberación algunos españoles fueron contratados por el destacamento 511 del contraespionaje de Estados Unidos para contribuir en la identificación de antiguos SS que se ocultaban como civiles. Otros, en particular el fotógrafo de Mauthausen, Francesc Boix, se convirtieron en testigos principales de los juicios de Nürnberg. Asimismo denunciaron a quienes - como kapos o en otros puestos privilegiados - habían traicionado a sus compañeros. Por consiguiente, por lo menos seis kapos españoles fueron llevados a juicio. Memoria y esperanza La memoria es parte de la vida de los ex-deportados, pero para los liberados que han vivido el infierno de los campos de concentración y luchado contra el fascismo supone más: es la esperanza de un mundo del hombre libre. Gundula Dengg