EL DINERO Y EL SISTEMA FINANCIERO A PARTIR DE LA APERTURA 1990HOY Por: Rafael Gómez Henao PRINCIPALES TRANSFORMACIONES EN EL SISTEMA FINANCIERO: Al finalizar el gobierno de Gaviria el sector financiero es bastante distinto al de cuatro años atrás, tanto en el fondo como en la forma. El crédito de fomento, a través del cual se estimulaba el crecimiento de algunos sectores en desarrollo prioritario, como el campo y las exportaciones desapreció. Lo más importante fue no tener tasas de interés subsidiadas sino acceso al financiamiento. En ese orden, Proexpo desapareció y dio paso al Banco de Comercio Exterior Bancoldex, con estructura independiente y recursos propios. También desaparecieron las líneas especiales de crédito del banco de la República, como el Fondo Financiero Agropecuario, el Fondo de Inversiones Privadas y el Fondo Financiero Industrial. Las tasas de interés las quedó fijando el mercado y no la autoridad monetaria, al igual que pasa con el tipo de cambio. Y se desmontaron muchas de las inversiones obligatorias de la banca en actividades específicas y se abrió el espacio crediticio de las corporaciones de ahorro y vivienda. Las cooperativas de grado superior se convirtieron en bancos (Uconal en Banco Uconal y Fiannciacoop en Bancoop), el banco de Bogotá absorbió al del Comercio y Banconquia al Santander, Corfisura es la fusión de las Financieras Suramericana y Nacional, Diners se volvió el Banco Superior y la caja Social de Ahorros se volvió banco. Llegaron el Latino y el Intercontinental, junto con la inyección de capital extranjero en el Citibank. Las sociedades de arrendamiento financiero recibieron el aval oficial para convertirse en compañías de financiamiento comercial. Por esta razón su número pasó de 31 a 69 en cuatro años. Y adicionalmente, al amparo de las reforma laboral y de seguridad social nacieron una veintena de fondos de cesantías y pensiones. Gradualmente, el sector privado volvió a ser dueño de las entidades financieras nacionalizadas a comienzos de los 80s: banco de Colombia, Banco del Comercio y en el futuro el Banco del Estado. Lo mismo ocurrió con Trabajadores y Tequendama. El gobierno vendió su parte en Ganadero y la totalidad de Corpavi. . Como resultado del proceso de privatización, la banca oficial pasó de representar el 53% del total en 1990 al 30 % en 1994. Las relaciones entre el gobierno y el sector financiero durante el cuatrienio de Gaviria fueron buenas y en cada asamblea gremial, Gaviria y su ministro de hacienda eran largamente aplaudidos. Sin embargo, la decisión de la junta directiva del Banco de la República de reprimir la demanda agregada limitando los créditos del sistema financiero como instrumento para controlar la inflación y la expedición de un decreto aumentando su patrimonio técnico, generaron una gran controversia. Pero por encima de todo, los estados de pérdidas y ganancias de la banca dejó contentos a sus dueños: un crecimiento real de más del 50% entre lo ganado en 1990 frente los resultados de 1993. .En lo que se refiere al Estado, donde mayor participación perdió durante el período fue en el sector financiero. En 1990, el 53% de los activos eran de propiedad oficial, cuatro años después eran del 30%. Y en términos de plata, no le fue del todo mal. Desde la crisis financiera de 1982, el gobierno había inyectado 272.000 millones de pesos en apoyos a entidades financieras intervenidas y recuperó 553.000 millones con la venta de cinco bancos. Nominalmente le fue bien, pero no en términos reales. Aunque se había previsto que la privatización permitiría democratizar la propiedad, este objetivo no se cumplió. En el sector financiero las ventas se realizaron en dos etapas, la primera de ellas que cobijó a los bancos de los Trabajadores, Tequendama y del Comercio. Los dos primeros fueron adquiridos por los Venezolanos Banco Mercantil y el Banco Construcción de Venezuela. El Banco del Comercio comprado por el banco de Bogotá. La democratización no se logró porque de los 117 millones de dólares que se recogieron por estas transacciones, sólo el 6,9% quedó en manos de entidades solidarias. Como resultado, en 1993 se expidió la ley 35, que dispuso el ofrecimiento mínimo del 15% de las acciones de los trabajadores activos y pensionados de las entidades y a las organizaciones solidarias. Con esta base se inició la segunda etapa y se procedió a vender el Banco de Colombia. El precio de venta fue fijado en 330.000 millones de pesos, con la partición de las acciones en dos lotes, el primero compuesto por el 17% ofrecido a las organizaciones solidarias y el segundo a través del martillo. Finalmente, la venta alcanzó la cifra de 400.000 millones de pesos, unos 500 millones de dólares. Luego se vendió Corpavi por 67.000 millones de pesos. En el cronograma ejecutado quedaron la venta del Banco Central Hipotecario, la del Banco del Estado y la del Popular. El presidente de Asobancaria, César González Muñoz, refiriéndose al desempeño del sector financiero en el mandato de Gaviria nos dice: " El sistema financiero entró por una senda de modernización tecnológica y gerencial. Pero es un período de transición. No estamos en una nueva situación, sino que estamos en un período de transición hacia lo positivo. No hay motivos para preocupaciones mayores en cuanto lo que ha pasado en el sector financiero es bueno para la economía colombiana. Normativamente no parece necesario inyectarle cambios al sector financiero. Vemos un proceso que se empuja a sí mismo. Obviamente hay que hacer ajustes que pueden implicar leyes, pero que no son barreras grandes que afecten esa normatividad. Los problemas del sector están en la gerencia bancaria y en la supervisión por parte del estado. Estamos viviendo una etapa de aprendizaje y percibiendo las limitaciones. Aunque ha habido un gran desarrollo tecnológico es necesario recorrer un trecho mayor. El ambiente normativo es todo un caldo de cultivo para el progreso. Tengo optimismo sobre lo que pueden esperar los usuarios: un sector financiero eficaz, barato y bueno. El Estado tiene que acelerar su transición entre lo viejo y lo nuevo. Todavía hay cultura de supervisión vieja. La Superintendencia Bancaria todavía tiene dificultades de conocimiento y actitud de conocimiento del mundo. De todas formas, el cuadro de transición hace prever que al final del siglo, el sector financiero será muy distinto al que tenemos hoy y al de hace cinco años. Para ello necesitamos mucha prudencia y sabiduría." SE FORMULA NUEVA POILÍTICA CAMBIARIA: Desde 1967, cuando se estableció el decreto ley 444, el régimen cambiario del país se mantuvo prácticamente inmodificable, recibiendo apenas los ajustes que exigía la coyuntura económica: monopolio de las divisas en el Banco de la República devaluación gota a gota y prohibición a la tenencia de divisas. Este control de cambios internacionales en Colombia tenía una cierta veneración. Nadie se atrevía a modificarlo, porque se pensaba que era entregarle la economía a los dólares sucios y a las actividades ilícitas. Banco República perdió el monopolio en la compra y venta de divisas. Bancos y Corporaciones se convirtieron en intermediarios del mercado cambiario. Se autorizaron las cuentas en dólares en el exterior y se clausuró la ventanilla siniestra. El precio del dólar lo quedó fijando el mercado. Con la ley 9 de 1991, se hizo la reforma cambiaria. En un principio la reforma no fue tan agresiva: se desmontó el monopolio del Emisor en la compra y venta de divisas, la tasa de cambio oficial sólo quedó funcionando para la conversión de los Certificados de Cambio, se eliminó la licencia de cambio y el dólar negro pasó a ser libre. Dos mercados, uno oficial y uno manejado por los intermediarios financieros. Adicionalmente se permitió la apertura de cuentas en dólares de colombianos en el exterior, operación que estaba prohibida por el 444. Desapareció la ventanilla siniestra y se decidió que la compra, venta y posesión de oro en polvo o amonedado fuera libre. En la parte de inversión extranjera- salvo casos excepcionales - se eliminó el requisito de aprobación previa por parte del Departamento de Planeación nacional (DNP), que entrababa la entrada de capitales, y quedó como requisito el solo registro en el Banco de la República. Para manejar las divisas, inicialmente se autorizaron a los bancos comerciales y a las corporaciones financieras, posteriormente, las posibilidades se ampliaron a las compañías de financiamiento comercial y a las corporaciones de ahorro y vivienda. La Cuenta Especial de Cambios (CEC), que se nutría de las operaciones con divisas, rendimientos de las mismas, compra y venta de dólares, entre otros, también desapareció. En febrero de 1993, haciendo uso del nuevo esquema, la junta directiva del Emisor dejó de expedir los certificados de cambio, instrumento creado en 1977 para redimir las divisas por concepto de exportaciones y a la vez servir como regulador monetario. El presidente de Analdex, Jorge Ramírez Ocampo, refiriéndose a la revaluación ocurrida durante la Administración Gaviria nos dice: " En el año 1990, hubo una aceleración de la devaluación muy fuerte y eso coincidió con un aumento de la inflación, lo cual llevó al gobierno a una serie de reacciones: en el momento de atacar el fenómeno cuando se abría la economía, se utilizaron mecanismos de un mercado de capitales cerrado. El resultado fue que las tasas de interés se dispararon a niveles que estimularon aún el ingreso de capitales al país. Esto generó nuevas presiones monetarias y las autoridades se enredaron.” RELACIONES DE LA JUNTA DEL BANCO DE LA REPÚBLICA CON SAMPER: Luego de dos años de malas relaciones entre Samper y la Junta del Banco República, las relaciones terminan bien. De acuerdo con afirmaciones del presidente Samper y sus primeros Ministros de Hacienda, Guillermo Perry y José Antonio Ocampo, buena parte de los problemas económicos que vivió el país desde comienzos del gobierno fueron culpa de la apertura indiscriminada que adelantó Cesar Gaviria y de la intransigencia de algunos miembros de la Junta para impedir que bajaran las tasas de interés. La mala voluntad del gobierno de Samper hacia el organismo incluía varios discursos: Como sus miembros habían sido nombrados por el anterior mandatario, no era de extrañar que su actitud fue inamistosa. Durante varios meses se mantuvo la idea de que los miembros de la junta eran unos personajes que no querían el bien del país sino llevar la economía hacia el "despeñadero" Luego se dijo que la Constitución Nacional de 1991 había quedado mal: No tenía sentido que la razón central de la autoridad monetaria fuera controlar la inflación y no tener en cuenta las "banderas sociales" de este gobierno Samper: el empleo y la inversión social. Las buenas relaciones tuvieron algún sentido económico desde mediados de 1997, cuando por primera vez desde la creación de la Junta, la inflación en Colombia se colocó a mediados de julio por debajo de la meta anual establecida del 18% y las tasas de interés descendieron. Durante 1998, las tasas de interés alcanzaron niveles dramáticos y produjeron un desorden, cuyos resultados negativos se vieron en el segundo semestre, 32,6% para las tasas pasivas y 42,3% para las tasas Activas, en términos nominales. DEL SISTEMA UPAC A LA UVR: OTRA BOMBA DE TIEMPO: No acabamos de asistir al sepelio del sistema UPAC cuando la naciente UVR amenaza con acabar con las ruinas que dejó el primero. La inseguridad jurídica, la no respuesta de los sistemas de amortización a las expectativas de los deudores, la poca confianza para invertir a largo plazo que provean financiación al sistema, la floreciente cultura de no pago y las nuevas exigencias de sobre provisionamiento de cartera, son algunos de los ingredientes que están acelerando la combustión de la bomba de tiempo en que se está convirtiendo esta parte importante del sector financiero. En efecto, un estudio de A. Carrasquilla y Ma. A Arbeláez sobre el impacto de la política financiera en las entidades de crédito, muestra que el Estado Colombiano ha utilizado, entre 1998 y 2000, la no despreciable suma de 2,8 billones de pesos para el alivio de los deudores hipotecarios. Sus cálculos señalan que el total de recursos utilizados suman 12,1 billones de pesos y, léase bien, la situación amenaza con requerir más dinero. En el sistema Upac el costo financiero estaba determinado por la corrección monetaria y lo que la Asobancaria llama "tasa remuneratoria". Un rápido repaso a la evolución de la corrección monetaria muestra que hasta 1984 (doce años después de creado el sistema), esta dependió del comportamiento del IPC, con un techo que limitaba su aumento cuando la inflación se disparaba. A partir de ese año la autoridad monetaria empezó a ensayar una serie de fórmulas, involucrando como nuevo elemento la tasa de interés DTF en unos casos y la de los CDT en otros, en determinados porcentajes. El sistema UVR lo que hace es volver a los inicios del Upac, al atacar la UVR con la inflación, pero sin ponerle "techo", Nótese que en ambos casos el componente "tasa remuneratoria" quedó libre. Esto hay que tenerlo en cuenta porque en el sistema Upac llegó a situarse en 20%, cuando en sus inicios sólo era de cinco puntos. Se señala que los tres sistemas de amortización aprobados por la Superbancaria en UVR, no capitalizan interés. Eso es verdad siempre y cuando se hable de la "tasa remuneratoria". Pero si se habla del otro componente - la UVR - (actualización del valor del capital), indefectiblemente se capitaliza parte de la inflación, a menos que las cuotas mensuales sean lo suficientemente elevadas como para cubrir los intereses correspondientes al mes y la parte proporcional de la amortización del capital. En otros términos, las cuotas mensuales bajas de amortización - al igual que en el sistema Upac incrementan excesivamente el costo del crédito y las cuotas altas lo reducen. El problema es que no hay muchos usuarios del crédito con capacidad suficiente para comprometerse con cuotas altas. Aún no se ha encontrado la fórmula financiera equitativa. El tiempo sigue corriendo, y la parálisis del sector es un hecho, incubando una situación que no da mucha espera. Entre tanto el sector real de la economía sigue en su agonía.1 DE NUEVO, CRISIS FINANCIERA EN 1998: El buen comportamiento del sistema económico colombiano, en la primera mitad de la década de los 90s, se reflejó en las entidades crediticias privadas que experimentaron tasas de retorno positivas de entre 10% y 20% del patrimonio entre los años 95 y 97, ganancias que en su mayor parte fueron capitalizadas pues los dividendos repartidos en estos años no pasaron de un 25% de las utilidades. A pesar de lo anterior, en 1998 estalla una nueva crisis en el sistema financiero, el sector en su conjunto experimentó pérdidas cuantiosas, la cartera se deterioró en términos de calidad y, el saldo real de los créditos se desplomó. Para junio de 1998 los banqueros comenzaron a mostrar las caras largas, pues más de la mitad del sector financiero presentó sus cuentas en rojo, las utilidades se desplomaron en un 99% con respecto al mismo período del año anterior, la cartera vencida se disparó y los bienes entregados en dación de pago también se aumentaron. El deterioro general del sistema financiero era evidente. Las entidades que más pérdidas arrojaron a junio de 1998, según informe de la Superbancaria, fueron las siguientes: Caja agraria $ 53.298 millones, Uconal $ 27.518 millones, Corfinsura $ 36.565 millones, Banco Andino $ 18.050 millones, Bancafé $ 16.278 millones, Concasa $15.491Millones, Corfivalle $ 15.234 Millones, Banco del Estado $ 10. 444 millones,, entre otros. Este descalabro se debió, fundamentalmente, a las elevadas tasas de interés y a la flexibilidad de otorgar créditos por parte de las entidades del sector. El efecto de la tasas de interés se sintió no sólo en el margen de intermediación, sino también en la valoración de las inversiones. En 1999 la economía experimenta una caída sin precedentes y el sector financiero, de igual forma arroja nuevamente pérdidas substanciales. En Junio de 1999, la Superintendencia Bancaria informa que todo el sistema financiero había arrojado 1 Lafaurie, José Felix. Vicecontralor General de la República. pérdidas por un total de $ 619.351 millones, de los cuales el sólo sector financiero público perdió $934.000 millones. El gobierno enfrenta la situación crítica del sector financiero, utilizando recursos por 12,1 billones de pesos( 7% del PIB), dinero que lo obtuvo, en su mayor parte, con títulos de deuda pública de largo plazo y que fueron repartidos en los siguientes frentes: Para capitalizar la banca pública $ 5,4 billones, un 44,6%; para liquidar la Caja Agraria $ 2,3 billones, un 19% ; para remediar la crisis de la banca cooperativa $1 billón, un 8,2%; para aliviar a los deudores hipotecarios $2,8 , un 23,1% y para prestar a la banca privada $0.6, un 4,9% . Por otra parte, se introdujeron innovaciones que afectaron la dinámica del sector financiero como fue el impuesto del dos por mil y el endurecimiento de los requisitos de provisión, tanto para la cartera como para los bienes recibidos en dación de pago. El economista y profesor Beethoven Herrera2, hablando de las crisis financieras ocurridas en Colombia en las dos últimas décadas del siglo XX dice lo siguiente: “Colombia posee el record histórico de haber vivido dos severas crisis en su sistema financiero en el breve término de dos décadas, y aunque las mismas tuvieron grandes similitudes, presentaron también profundas diferencias. En el gobierno de Betancur, el país se enfrentó a la crisis del grupo Gran Colombiano, causada por los autopréstamos…. El gobierno debió recurrir a la emergencia económica, nacionalizar la mayor parte de la instituciones financieras en crisis y sanearlas con recursos públicos. Dichos fenómenos fueron posibles por la laxitud o inexistencia de normas adecuadas que tipificaran modalidades de apropiación de ahorro como los autopréstamos. Hubo también negligencia o inmoralidad en las autoridades encargadas de la supervisión bancaria, pues al mismo tiempo que el banquero más prestigioso del país se fugó, al Superbancario se le enjuició por complicidad. En 1999 la crisis bancaria alcanzó a toda la banca pública y a gran parte de las instituciones privadas, y ello estuvo precedido de la crisis generalizada de las cooperativas en el gobierno anterior. Una vez más se descubrió que dichas instituciones habían quedado por fuera de la competencia de las autoridades bancarias para someterlas a la necesaria supervisión que debe operar sobre instituciones que manejan ahorro del público. La crisis de los 80s estuvo precedida de la avanzada especulativa generada desde los orígenes del sistema de valor constante y dinamizada por la liberación financiera adoptada por el gobierno de López Michelsen; y la crisis de los 90 se explica por la incapacidad de recuperar la cartera por las elevadas tasas de interés vigentes en el período previo a la crisis y a la recesión que ha azotado a todo el aparato productivo.” 2 Herrera Valencia, Beethoven. “Gemelas”, Portafolio, marzo 6 de 2001.