Ahora lamento no haber dicho a mis padres que el hermano Salvador me vigilaba, porque el día que se presentó en casa de improviso no estaban prevenidos. Llegó dando patadas a la puerta y gritando. Mi madre no tuvo más remedio que dejarle pasar. Recuerdo que la casa estaba casi sin muebles porque se los estaba llevando gente desconocida por razones que no me atrevía a preguntar pero que yo atribuía a su pobreza y no a la nuestra. Entró como una exhalación llamándome y no dejó de vociferar hasta que me encontró en la cocina fingiendo leer Alicia en el País de las Maravillas. Me preguntó cómo estaba, me arrancó el libro de las manos, me lo devolvió inmediatamente y me pidió, sin esperar mi respuesta, que le dejara hablar un momento con mi madre. Durante muchos años me ha atormentado el remordimiento por haber invocado a los leprosos para que se comieran a ese energúmeno que estaba haciendo daño a mi madre, porque cuando acudí aterrorizado al oír sus gritos, vi cómo mi padre, desangelado e impotente, se abalanzaba sobre el hermano Salvador que estaba a horcajadas sobre ella, que se protegía el rostro con las manos para evitar el aliento de aquel puerco que hocicaba en su escote. Mi padre había salido del armario. Los girasoles ciegos, capítulo 4º, de Alberto Méndez RESUMEN: El narrador lamenta no haber advertido a su padre de la vigilancia del hermano Salvador sobre él y recuerda cómo el cura irrumpió un día violentamente en su casa pidiéndole que lo dejara solo para intentar violar a su madre. En ese momento, el padre salió del armario para socorrer a su esposa. TEMA: Remordimiento por no haber evitado la agresión sexual a la madre. ESTRUCTURA: Externamente se divide en tres párrafos que se corresponden con la estructura interna. Comienza el narrador enunciando su sentimiento de culpabilidad por no haber informado a su padre sobre un asunto relacionado con el hermano Salvador. Recoge luego la irrupción violenta de este en su casa y finaliza por describir el intento de agresión sexual del curo sobre su madre y la consiguiente reacción de su padre: 1. Culpabilidad del narrador por no anticipar una información a su padre. 2. Irrupción violenta del clérigo en la casa del narrador. 3. Agresión sexual a la madre del narrador y la reacción de su padre. COMENTARIO CRÍTICO: El texto que comentamos es un fragmento de la obra Los girasoles ciegos (2004), de Alberto Méndez, único libro que publicó antes de fallecer, que recoge cuatro relatos cortos o “derrotas” interconectados que giran en torno a la Guerra Civil y a los años de posguerra. Se trata de un texto literario de carácter narrativo, en que el narrador expresa su remordimiento por no haber avisado a su padre del acoso del hermano Salvador sobre su madre. Las funciones lingüísticas predominantes son, por tanto, la representativa (texto narrativo) y la poética (texto literario), así como la emotiva, pues el narrador expresa su angustia personal y su visión de la realidad en primera persona. El narrador, que por el contexto de la obra sabemos que se llama Lorenzo, comienza por enunciar su lamento. Se arrepiente por no haber avisado a sus padres de la vigilancia a que los sometía el hermano Salvador, ya que su repentina y violenta llegada los pilló desprevenidos. En el momento de la irrupción del clérigo, la voz narrativa recuerda (cuenta la historia de su infancia siendo adulto) que había personas que se llevaban los muebles de su casa. Ingenuamente, creía que era por pobreza de los que cargaban los muebles y no de ellos mismos, pero por la obra sabemos que el padre de Lorenzo pertenecía al bando perdedor y tras el fin de la contiendo hubo de esconderse en su propia casa. El cura no cesó hasta encontrar al chico, que leía en la cocina Alicia en el País de las Maravillas, detalle que acentúa su inocencia frente al terrible entorno. Le preguntó de manera agitada dónde se hallaba su madre, pero antes de oír ninguna respuesta fue a buscarla y le pidió que lo dejara hablar tranquilamente con ella. Lorenzo intuía que el hermano Salvador dañaba a su madre y se arrepiente de no haber rezado por la muerte del que ahora califica como “energúmeno” y “puerco”. Constató esta realidad cuando acudió adonde el párroco supuestamente hablaba con su madre: en realidad, trataba de violarla, mientras ella apenas podía protegerse el rostro con sus manos. Su padre, que se había mantenido oculto hasta ese momento por seguridad, no pudo soportar presenciar tal escena y se lanzó contra él en auxilio de su esposa. Se evidencia el esperado mal estado del padre, llamado Ricardo, debido al cautiverio, en los vocablos elegidos: “desangelado e impotente”. Asimismo, se supone la sorpresa del hijo ante la salida de su padre, pues deja claro el hecho en una oración simple, precisa y directa. Aunque no se recoge el final, ni siquiera se esboza, lo sabemos tras haber leído el cuento: Ricardo se suicida. El relato al que pertenece este fragmento es el cuarto y se titula igual que el libro: Los girasoles ciegos. Con esta expresión, el autor pretende llamar la atención sobre el sentimiento de pérdida que sufrieron los españoles durante la posguerra. Se adscribe a la narrativa actual, en la cual el panorama está dominado por la diversidad de tendencias. Por ello, resulta complejo encuadrarlo en un género. Méndez presenta cuatro historias muy verosímiles que se corresponden con hechos que se sabe que ocurrían en la posguerra, pero que no atribuye a sus protagonistas reales, sino a personajes ficticios. Lo cierto es que recoge influencias de toda la literatura anterior, desde la técnica cervantina del manuscrito encontrado o del perspectivismo, a otras desarrolladas por los escritores de la renovación de la década de los 60, como el monólogo interior. Cabe mencionar asimismo el profundo lirismo que impregna su estilo e incrementa la emotividad. El tema de la Guerra Civil y sus consecuencias ha sido ampliamente tratado por en el mundo de la literatura. Tras la derrota, autores como Max Aub en su Campo de almendros escribieron desde el dolor de exilio. Otros extranjeros que tomaron partido en la contienda también recogieron el conflicto, como Ernest Hemingway en sus obras ¿Por quién doblan las campanas? Más recientemente, otros autores han continuado tratando este asunto desde la perspectiva de lo que ha venido a denominarse “memoria histórica”. Destacan, por sus conexiones cinematográficas, Las trece rosas, de Jesús Ferrero, Soldados de Salamina, de Javier Cercas o La voz dormida, de Dulce Chacón. La Guerra Civil sigue siendo un tema de rabiosa actualidad, sobre todo por la ya mencionada “memoria histórica”. Durante el proceso de transición, las distintas fuerzas políticas tuvieron que atenuar sus posiciones ideológicas para alcanzar el consenso requerido. Uno de los precios a pagar por la izquierda fue la omisión de responsabilidades para los franquistas. Algunos lo consideran un error, mientras que otros piensan que fue necesario. No obstante, esta impunidad ha provocado que aún hoy muchas heridas permanezcan abiertas. Hay quien desconoce aún donde están enterrados sus muertos, quien pide que se libre a sus familiares de cargos falsos e injustos que los llevaron a prisión, quien demanda la eliminación total de los símbolos franquistas que recuerdan un pasado no democrático. Sin sopesar ideas políticas, lo único que cabe decir es que debemos encontrar el modo de cerrar esas heridas, de acabar con “las dos Españas” y evitar que hechos tan atroces se repitan. En conclusión, Alberto Méndez nos introduce desde la ficción en la miseria sufrida tras la Guerra Civil, algo que debemos superar para caminar juntos por la vía democrática. Nieves Marín Cobos