El ENFOQUE Del EVANGELIO Martyn Lloyd-Jones P á g i n a 1 | 13 Fuente: Software Logos | Licencia bajo dominio público Encuentra más recursos en www.evangelioverdadero.com | www.facebook.com/ministerioevangelioverdadero “Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.” —Éxodo 3:3–5 Aunque deseo considerar todo el suceso contigo, hago particular hincapié en estos tres versículos, porque no podemos esperar entender todo el pasaje y su gran mensaje sin una comprensión correcta y verdadera de estas palabras. Tenemos aquí uno de los acontecimientos esenciales de la Santa Escritura, uno de vital importancia no solo en relación con la vida personal de Moisés, sino también con la de los hijos de Israel y la historia de su liberación de la esclavitud en Egipto y su toma de posesión de la Tierra Prometida de Canaán. Es uno de esos acontecimientos fundamentales y por eso se hacen tantas referencias a ello en otras partes de la Escritura. P á g i n a 2 | 13 Fuente: Software Logos | Licencia bajo dominio público Encuentra más recursos en www.evangelioverdadero.com | www.facebook.com/ministerioevangelioverdadero Estamos considerando, pues, una narración histórica, y de una historia muy trascendental, pero me preocupa esencialmente porque se trata al mismo tiempo de una importante enseñanza tipológica o de una lección con respecto a toda la cuestión de la salvación en nuestro Señor y Salvador Jesucristo y a través de él. Nunca se puede insistir lo suficiente en que el gran mensaje del Antiguo Testamento y el gran mensaje del Nuevo Testamento son uno solo. Es el mismo Dios quien actúa en ambos, y por ese motivo la Iglesia cristiana fue guiada desde el principio por el Espíritu Santo para que aceptara el Antiguo Testamento junto con los Evangelios y las Epístolas del Nuevo Testamento. A menudo las personas se han sorprendido ante eso y, ciertamente, en la actualidad sigue habiendo ciertas personas necias que aseguran que los cristianos no deben interesarse ya en el Antiguo Testamento. Afirman que este es judío y que no tiene nada que ver con nosotros, quienes poseemos el Nuevo Testamento. Pero la Iglesia primitiva, guiada por el Espíritu Santo y por la sabiduría que le había sido otorgada, vio la importancia tanto de preservar el Antiguo como de incorporarlo junto con el Nuevo para formar este Libro que denominamos Biblia. La razón de ello es que es el mismo Dios quien actúa en ambos y actúa de la misma forma. Es el mismo Dios, es el mismo propósito misericordioso, es esencialmente el mismo mensaje. Afirmo, pues, que al considerar este gran acontecimiento en la vida de Moisés y de los hijos de Israel, podemos aprender algunas lecciones de vital importancia con respecto al evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Nos ofrece una lección en particular de manera peculiarmente sorprendente y que tiene que ver con la cuestión de nuestro enfoque del evangelio. Me parece que la dificultad que tienen tantas personas con respecto a la fe cristiana y el evangelio tiene que ver con toda esta cuestión de su enfoque del evangelio. Ahí es donde muchas personas se equivocan, y lo afirmo no solamente sobre la base de mi lectura de las Escrituras sino también basándome en mi experiencia en el ministerio durante cerca de veintitrés años. En la gran mayoría de casos, el problema no es el propio evangelio. Lo erróneo es el enfoque, la actitud misma, y debido a este error todo lo demás está por fuerza equivocado. Ahora bien, permítaseme expresarlo del siguiente modo. Aquí en este pasaje vemos a Moisés cuidando del rebaño de Jetro, su suegro, el sacerdote de Madián. Había sido P á g i n a 3 | 13 Fuente: Software Logos | Licencia bajo dominio público Encuentra más recursos en www.evangelioverdadero.com | www.facebook.com/ministerioevangelioverdadero pastor durante un tiempo, cerca de cuarenta años, y había estado llevando día a día, de manera rutinaria y normal, las ovejas de un lado a otro, buscando mejores pastos, etc. La vida del pastor no tiene nada de romántico o emocionante. Allí se encontraba en aquel día en particular, cuidando de las ovejas como hasta entonces, y al llevar al rebaño en aquella ocasión a un rincón del desierto llegó a Horeb, la montaña de Dios. Eso no tenía nada de extraordinario, probablemente habrían agotado el pasto en otro lugar y había un sitio donde creía que sus ovejas encontrarían alimento. Guiaba a las ovejas de la forma habitual cuando de pronto, inesperadamente, «se le apareció el ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es». Y entonces Dios entregó un gran mensaje a Moisés, mostrándole cómo iba a liberar a los hijos de Israel de su cruel esclavitud y cautividad en Egipto y a llevarles a la Tierra Prometida en Canaán. Esa es la historia, y es un ejemplo perfecto de lo que sucede de una manera u otra a cada hombre y mujer que se vuelve cristiano. Todos somos como Moisés aquí, desempeñando nuestras tareas y cometidos diarios en este mundo, compartiendo la vida normal de personas normales. Y así, podríamos haber proseguido indefinidamente de no ser porque sucede algo, algo que perturba la monotonía de nuestros hábitos. Puede ser una cosa entre mil, pero ocurre algo que nos sacude y hace que empecemos a prestar atención a lo que llamamos «religión», a la fe cristiana y a la Biblia. Quizá lo inesperado sobreviene en forma de enfermedad. Hay muchas personas que, en cierta forma, son cristianas esta noche porque sufrieron una enfermedad. Hubo un tiempo en que se comportaban incauta e irreflexivamente, sin preocupación alguna, y podrían haber seguido así hasta el fin, pero enfermaron. De pronto, encontrándose enfermos en una cama, empezaron a pensar y el resultado fue que comenzaron a prestar atención a estas cosas, lo que acabó en su conversión. En ocasiones se trata de un accidente que se produce de pronto inesperadamente y P á g i n a 4 | 13 Fuente: Software Logos | Licencia bajo dominio público Encuentra más recursos en www.evangelioverdadero.com | www.facebook.com/ministerioevangelioverdadero cambia toda la vida de un hombre. Puede ser una muerte, una pérdida, una desgracia, o alguna clase de problema en el trabajo, una crisis, una depresión o un fracaso laboral. Ciertamente, puede ser una guerra mundial. Afirmo que hay mil cosas que pueden sacudir a las personas y hacerlas pensar en todo esto exactamente igual que la zarza ardiente cautivó la atención de Moisés: una tarde muy normal, pero en medio de los acontecimientos más mundanos algo sucedió. Lo inesperado puede producirse repentina o gradualmente (eso no importa en absoluto); o quizá en una reunión como esta, a la que hemos asistido apresuradamente y por diversas razones. De pronto se pronuncia una palabra que nos cautiva y nuestra atención es dirigida al evangelio y a la Palabra de Dios. Pero, por desgracia, lo cierto es que eso le ha sucedido a muchas personas y, sin embargo, no ha llevado a su conversión. Han sido cautivadas, se les ha hecho pensar, se les ha hecho detenerse y reflexionar; pero todo esto nunca llegó a fructificar por completo. Nunca han tenido una verdadera experiencia de salvación, nunca han llegado a conocer a Dios. Esta es, pues, la pregunta: ¿Qué salió mal? Estoy seguro de que el problema en la gran mayoría de esas personas, lo que explica su fracaso, es su actitud hacia lo que ha pasado. No han comprendido la naturaleza de su necesidad; lo que necesitaban era precisamente la lección que se enseña en este famoso incidente. Al principio, Moisés hace algo a lo que muchos de nosotros tendemos. Cuando de pronto e inesperadamente ve la zarza ardiente, dice: «Iré yo ahora y veré está grande visión, por qué causa la zarza no se quema», pero Dios le reprende y le da instrucciones. Ahora bien, permítaseme expresar el mensaje de la siguiente forma: para que tú y yo conozcamos verdaderamente las bendiciones que solo el evangelio cristiano puede dar, no debemos enfocarlo con un espíritu de curiosidad sino con un espíritu de sumisión. Moisés, como se puede ver, tuvo curiosidad (por supuesto, era un fenómeno, algo inusual, algo sorprendente): «me desviaré e investigaré», dice. Era un hombre como los demás: algo interesante despierta su curiosidad y se dispone a echarle un vistazo con este espíritu cuando le llega el mensaje. P á g i n a 5 | 13 Fuente: Software Logos | Licencia bajo dominio público Encuentra más recursos en www.evangelioverdadero.com | www.facebook.com/ministerioevangelioverdadero ¿Estoy siendo injusto al decir que demasiado a menudo esa es la forma en que las personas enfocan estas cuestiones? Creo que es correcto decir que esta noche hay en el mundo una nueva forma de interés por estas cuestiones. No debe sorprendernos después de las dos guerras mundiales que hemos atravesado —mirando como lo hacemos al mundo moderno, viendo cómo fracasa y se derrumba casi todo aquello en lo que habíamos depositado nuestras esperanzas— que los hombres y las mujeres estén empezando a preguntarse al fin si, después de todo, no habrá algo en la religión, si la fe cristiana y el evangelio serán la respuesta. Pero, amigo mío, si te encuentras en esa situación déjame que te recalque la importancia de afrontar y enfocar de la manera correcta estas cuestiones. Hay una forma errónea de enfocarlos y la vemos en muchas personas atraídas por la religión. Nos dicen que encuentran muy placentero leer y debatir el cristianismo, discutir y conversar acerca de él. Nos aseguran que creen que se debe investigar y examinar. Este tipo de persona nos es familiar; generalmente es intelectual y reflexivo; viene y habla con este lenguaje, diciendo: «¿Sabes? Me está empezando a interesar toda esta cuestión». ¡Cuán a menudo escucho eso de distintas personas! Me dicen que lo encuentran tremendamente interesante, les gusta escuchar algún sermón esporádico o la emisión de algún debate acerca de estas creencias religiosas. Quizá comienzan a discutir y debatir acerca de ello, puede que lleguen a leer libros teológicos o sobre lo que se denomina «religiones comparadas», o quizá sea el enfoque psicológico y los libros de filosofía lo que dicen que les fascinan. Ciertamente están interesados («la zarza ardiente»): ¡«Iré yo ahora e investigaré y examinaré esto»! Hay algunas personas que se pasan la vida enfocando de esta forma la fe cristiana: es de gran interés en sus vidas, siempre están leyendo y hablando acerca de ella y hacen muchas cosas al respecto. Siguen interesados en su lecho de muerte; pero no saben nada, no han experimentado su poder, no la conocen de tal forma que cuando mueran puedan hacerlo feliz, triunfante y gloriosamente. No son capaces de decir: «morir es ganancia» porque significa «estar con Cristo, lo cual es mucho mejor». ¡No! Comienzan investigando y terminan investigando. Tal como lo expresa la Escritura misma: «Siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la P á g i n a 6 | 13 Fuente: Software Logos | Licencia bajo dominio público Encuentra más recursos en www.evangelioverdadero.com | www.facebook.com/ministerioevangelioverdadero verdad» (2 Timoteo 3:7); son supuestos buscadores de la verdad y la realidad que no parecen encontrarlas nunca. Su problema es que muy a menudo su enfoque es completa y absolutamente erróneo. Escuchemos nuevamente cuando Moisés dijo: «Iré yo ahora y veré está grande visión, por qué causa la zarza no se quema», un fenómeno extraordinario en la monótona vida de un pastor. Y cuando la fe cristiana nos confronta y decimos que nos interesa, este es el mensaje que recibimos junto con Moisés: «Lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo […]»: abandona tu investigación, «no te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es». «Moisés —dijo Dios de en medio de la zarza—, deja esa actitud, abandona esa actitud de investigación y examen, abandona esa objetividad, quítate el calzado de los pies, quédate donde estás y sométete». Comienzo por esto porque es el mensaje de la Biblia de principio a fin. Si solo eres un investigador, un inspector que examina la Biblia de esa manera indiferente, jamás conocerás su mensaje. Si piensas que Dios es alguien que despierta tu curiosidad y sobre el que puedes conjeturar, puedes seguir investigándole, pero nunca llegarás a conocerle salvo su ira, permanecerás fuera de su vida. ¡No!, ya el comienzo es este: «No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es». Eso es forzosamente un requisito previo. Ahora bien, no pido disculpas por decir eso. Nuestro Señor le dijo exactamente lo mismo a Nicodemo. Nicodemo, aquel gran maestro de Israel, fue a nuestro Señor y, por así decirlo, empezó a declarar: «Estoy muy interesado, he estado escuchando tus sermones y he visto tus maravillosos milagros, pareces haber llegado más lejos que yo, vamos a ver»; pero nuevamente se produjo exactamente la misma respuesta: «De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios» (Juan 3:3). «No puedo debatir contigo —dice nuestro Señor—, debes retroceder, no somos iguales, arrodíllate y quítate el calzado, toda tu actitud y tu enfoque son erróneos». Encontramos el mismo mensaje por todo este Libro. Saulo de Tarso, más adelante el apóstol Pablo, nos dice: «Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret» (Hechos 26:9), y entonces Cristo le deslumbró y le dejó ciego e impotente en el suelo. P á g i n a 7 | 13 Fuente: Software Logos | Licencia bajo dominio público Encuentra más recursos en www.evangelioverdadero.com | www.facebook.com/ministerioevangelioverdadero Es lo mismo otra vez. Bien, pregunta alguien, ¿por qué esta actitud, por qué debo enfocar estas cosas de forma distinta a todo lo demás en este mundo, por qué debo comenzar por someterme? Permítaseme dar algunas respuestas a esa pregunta. La primera es esta: Este evangelio que tengo el privilegio de predicarte es principalmente una cuestión de revelación. No es investigación, no es descubrimiento. Más o menos, todo lo demás en la vida se investiga o descubre, por eso caemos en semejante hábito y creemos poder utilizarlo aquí. ¿No es ese el argumento del hombre moderno? Dice que toda verdad se descubre en la ciencia y la naturaleza como resultado de la investigación, ¿por qué no aquí? La respuesta es que aquí comenzamos por la Revelación, no por la investigación; por medio de la búsqueda, el hombre no puede descubrir «los secretos de Dios» (Job 11:7). ¡No! Todo el mensaje de la zarza ardiente es que, cuando Moisés probablemente no estaba pensando en ninguna de estas cosas aquella tarde sino tan solo en sus ovejas y en el lugar donde encontrar el mejor pasto, súbitamente Dios aparece, Dios viene a la zarza con la llama. Siempre es así, no tengo mensaje a menos que sea revelación de Dios. Esta fe cristiana no es filosofía, no es lo que los hombres piensan acerca de Dios, la vida y el mundo; es Dios revelándose a sí mismo, Dios viniendo a nosotros y diciéndonos cosas, es revelación. Esa es la razón por que no debemos venir con espíritu de investigación y examen; aquí tenemos una revelación que debemos mirar y escuchar. Toda la historia de la Biblia, de principio a fin, es Dios entrando, Dios abriéndose paso. Creó el mundo al principio y el hombre pecó y se equivocó. ¿Cuál es el siguiente paso? Dios vino al huerto en el frescor del día, Dios entró, Dios habló. Eso es revelación, ese es el principio y así ha continuado desde entonces: Dios hablando a Noé y diciéndole lo que debe hacer, Dios llamando a Abraham. En toda esta gran historia vemos la actividad de Dios en todas partes —Jueces, Reyes, los Profetas—, Dios constantemente. Afirmo que esta es la esencia del mensaje del evangelio: «Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo P á g i n a 8 | 13 Fuente: Software Logos | Licencia bajo dominio público Encuentra más recursos en www.evangelioverdadero.com | www.facebook.com/ministerioevangelioverdadero la ley» (Gálatas 4:4). ¡La Revelación! Dios actuando y Dios revelándonos su misericordioso propósito. Ahora bien, la electricidad no se descubrió así. Se descubrió por medio de mucha reflexión, investigación y búsqueda, y todo lo demás en la vida es así. Pero existe una verdad de otro orden, única, separada y diferente. Es Dios hablándonos y diciéndonos algo, revelándose y manifestándose a nosotros. Esa es la primera razón por que debemos enfocar la fe cristiana de una forma completamente distinta. La segunda razón es la siguiente: la Revelación dada es maravillosa y asombrosa, ciertamente es milagrosa y sobrenatural. Moisés llevaba bastante razón cuando dijo: «Iré yo ahora y veré está grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Esto es un milagro, algo insondable», aunque no sabía la razón que llevaba. Tú y yo debemos empezar por comprender que el evangelio de Jesucristo comienza en lo sobrenatural. Es completamente único e inexplicable, por encima de la comprensión y el entendimiento de los más grandes hombres y de toda la raza humana junta. Sí, afirmo que en 1950 el evangelio de Jesucristo es milagroso. Comienza por decirnos que está por encima de la comprensión de la mente humana; es Dios, y Dios actuando. Muy bien; entonces, querido amigo, ¿no es una pérdida de tiempo que empieces a «investigarlo» y «examinarlo»? ¿No ves por qué estas pobres personas, después de quizá hasta ochenta años de investigación, se encuentran tan lejos como lo estaban al principio? Ningún hombre que quiera confiar en su propio entendimiento y diga que tiene que ser capaz de comprenderlo llegará a ser algo más que un investigador. Seguirá sin ser salvo. Por definición, la mente natural —aun en lo más elevado y óptimo de su capacidad— no puede entender lo sobrenatural. Pero apresurémonos al siguiente punto, que es aún más importante. El tercer motivo para descalzarnos es que todo el sentido y el propósito del evangelio cristiano es llevarnos a conocer a Dios. Ese fue el fallo de Moisés: Moisés olvidó lo esencial, pensó que se trataba tan solo de un fenómeno, una zarza ardiente, o quizá hasta un fenómeno sobrenatural. En lugar de eso descubrió que estaba ante una Persona, no una llama; y ese fue el motivo de que se descalzara. Se encontraba ante Dios, y todo P á g i n a 9 | 13 Fuente: Software Logos | Licencia bajo dominio público Encuentra más recursos en www.evangelioverdadero.com | www.facebook.com/ministerioevangelioverdadero el propósito de la fe cristiana es llevarnos a un encuentro personal y a una reunión personal con Dios. Un conocimiento personal de Dios: ¡Ese es el propósito esencial de la fe cristiana y su maravilloso ofrecimiento de salvación! Permítaseme expresarlo de forma negativa: Ni siquiera deben preocuparnos las verdades acerca de Dios. El propósito del evangelio no es darnos a conocer cosas «acerca de Dios», es llevarnos al conocimiento de Dios mismo. Muchos piensan que el propósito del evangelio es llevarnos al conocimiento de las verdades de la vida, de cómo vivir. Dicen: «Quiero saber cómo vivir una vida mejor, dirijámonos al evangelio en busca de guía e instrucción». Puede servir de ayuda en ciertos aspectos, pero ese no es su propósito esencial; su propósito esencial es llevarnos al conocimiento de Dios. Permítaseme ir más lejos y decir: el propósito de la fe cristiana no es proporcionarnos conocimientos de teología. Podemos tener grandes conocimientos teológicos y no conocer a Dios. Soy la última persona en desestimar la teología (uno de los grandes problemas es la falta de conocimientos teológicos), pero afirmo que se puede conocer teología y a la vez ser ajeno al amor de Dios. Hay muchos que pasan por este mundo debatiendo acerca de teología y que pueden ser acérrimos defensores de la fe y, sin embargo, no conocen a Dios y están fuera de la salvación. No, no es eso, ni tampoco se ocupa el evangelio cristiano de ideas, máximas, moralidad o ética. No es tampoco una cuestión de conceptos, de filosofía; no, no, lo importante es el encuentro con Dios, es entrar en la presencia de Dios y saber que estamos tratándole de manera directa y personal. Y permítaseme añadir otro apartado más a mi lista de negaciones. El propósito de los hombres que se acercan a la fe cristiana y su mensaje no es ni tan siquiera interesarse en un fenómeno como la experiencia. En la actualidad hay muchas personas interesadas en la experiencia, a menudo he tenido que hablar con ellas y tratarlas. Afirman: «No encuentro ninguna utilidad en la teología y la filosofía, pero me interesa la experiencia. He visto un gran cambio en la vida de alguien: ¿qué puedo hacer para obtener una experiencia?». La Biblia no se preocupa primordialmente de la experiencia, está interesada en el hecho de que tú y yo conozcamos a Dios. Eso es una experiencia, gracias a Dios lo es, pero mientras te interese la experiencia y estés intrigado por la diferencia entre la P á g i n a 10 | 13 Fuente: Software Logos | Licencia bajo dominio público Encuentra más recursos en www.evangelioverdadero.com | www.facebook.com/ministerioevangelioverdadero psicología y la experiencia espiritual y no vayas más lejos, nunca llegarás a conocerle. Esa es la forma errónea de ver la zarza ardiente. «Quita tu calzado de tus pies»: no debe interesarte la experiencia, debe interesarte conocer a Dios. El propósito principal de este Libro es llevarnos a tal conocimiento. La última razón para descalzarte y acercarte con una actitud de sumisión es lo que nos tiene que decir el Dios con el que hemos de encontrarnos. ¿Cuál es la revelación que nos da? Lo primero es esto: es una revelación de su propia santidad. Eso es siempre lo primero que descubrimos de Dios, que Dios es santo: «Quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es». Si no has empezado por la santidad de Dios, entonces no le has conocido nunca. Puedo expresarlo brevemente de la siguiente forma: leamos las páginas de los cuatro Evangelios y observemos a nuestro Señor Jesucristo, el propio Hijo de Dios mismo. ¿Hemos advertido la forma en que habla de Dios como «Padre santo»? No hay nada que me alarme ni me asuste tanto al escuchar a las personas que debaten estas cuestiones como la ligereza con que hablan de Dios. Dios —dicen— debiera hacer esto o lo otro, y expresan sus opiniones. ¿Comprendes lo que estás diciendo, querido amigo? ¿Comprendes que este Dios es un fuego consumidor, un Dios santo, el «Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación»? Te ruego que tengas cuidado con la forma en que utilizas el nombre mismo de Dios. Puedo entender a los antiguos judíos y su temor a utilizar el Nombre. En un sentido tenían miedo de utilizar el Nombre a causa de la santidad de Dios, pero tú y yo hemos oído a cristianos en oración hablar de «querido Padre». El Hijo de Dios no se dirigió a él como «querido Padre», se dirigió a él como «Padre santo»: «Quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es». Dios se ha revelado como un Dios santo. Ese es el significado de los Diez Mandamientos; ten cuidado —te digo— de cómo hablas y cómo expresas tu opinión, porque estás en manos de este Dios. Pero gracias a Dios puedo añadir algo más. Quiere que escuchemos su mensaje y, una vez que nos ha revelado su santidad, pasa a revelarnos su amor, misericordia y compasión. «Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en P á g i n a 11 | 13 Fuente: Software Logos | Licencia bajo dominio público Encuentra más recursos en www.evangelioverdadero.com | www.facebook.com/ministerioevangelioverdadero Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias» (Éxodo 3:7). ¡Oh bendita Palabra! Querido amigo, el problema al que te enfrentas no es intelectual, es el problema de ti mismo: la vida, tu esclavitud al pecado y a Satanás. El problema del cristianismo no es intelectual, es una tendencia fatal del hombre a pensar eso. Aquí está el punto por donde debes empezar: eres esclavo del pecado y lo sabes; eres esclavo de tu mal temperamento, tus celos y tu falta de honradez en sus distintas manifestaciones, y ese es tu problema. Tu problema no es entender a Dios o entender los milagros, es ser liberado y emancipado de alguna forma de las cosas que verdaderamente te hunden y te convierten a ti y a tu vida en un fracaso. Gracias a Dios por un mensaje que nos dice (¡ojalá lo escuchemos, ojalá nos descalcemos y prestemos atención con reverencia): «Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias». Eso es lo que Dios te está diciendo si renuncias al examen y la investigación, a intentar entenderle. Escúchale y esta noche podrás oírle decir: «Conozco tu tristeza, conozco tu infelicidad y tu fracaso, lo sé todo acerca de ti, soy un Dios de amor, misericordia y compasión». Luego pasa a decir una última cosa en el versículo 8: «Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel». Qué perfecta declaración es esta: «He descendido para librarlos». ¿No empecé por decir que el evangelio se encuentra en el Antiguo Testamento? Esa es toda la historia del Nuevo Testamento. Jesús de Nazaret no es otro que la segunda Persona de la Santa Trinidad. Dios el Hijo descendió del Cielo. ¿Por qué? Porque había visto tu aflicción y la mía, porque conocía nuestra desdicha, porque vio nuestro pecado y fracaso y nuestra vergüenza. Ha descendido, descendió para liberar, y la única forma de liberar era tomar tus pecados y los míos y cargar con ellos sobre su santo e inmaculado cuerpo en la cruz del monte Calvario. Allí lo hizo, pagó el rescate, llevó a cabo la expiación, Dios está satisfecho, la Ley ha sido satisfecha, el Infierno y Satanás están derrotados y Egipto ha sido vencido. El mar Rojo —el camino a Dios y la nueva vida— está abierto. Ahí están el perdón de los pecados, la reconciliación con Dios, el nuevo nacimiento, la nueva fuerza y el nuevo poder y una bendita y eterna esperanza de entrar en el Reino P á g i n a 12 | 13 Fuente: Software Logos | Licencia bajo dominio público Encuentra más recursos en www.evangelioverdadero.com | www.facebook.com/ministerioevangelioverdadero de los Cielos y disfrutar de su leche y miel espirituales en todas las incontables eras de la eternidad. Ese es el mensaje. Mientras permanezcas en esta actitud indiferente, llamada objetiva, de investigación y estés meramente interesado en la religión, nunca lo conocerás, seguirás siendo un esclavo del pecado y estarás en tinieblas e irás a la perdición. Pero sin tan solo te detienes, si tan solo escuchas, si tan solo te descalzas y renuncias a tu orgullo e intelecto y todas estas otras cosas y te humillas como un niño y escuchas el mensaje concerniente al Señor Jesucristo, el Hijo de Dios que descendió del Cielo a la tierra te convertirá en una nueva persona. Te liberará de la esclavitud del pecado, de Satanás y del mal, te tomará de la mano al final para presentarte a Dios perfecto y sin culpa y te introducirá en esa felicidad eterna. Querido amigo, ¿te has encontrado con Dios? ¿Conoces a Dios? ¿Estás dispuesto a conocer a Dios? ¿Has escuchado la Palabra de Dios diciéndote: «Conozco tus tristezas y he hecho esto al respecto: he enviado a mi Hijo para liberarte, para hacerte libre»? ¿Eres libre, te ha liberado Cristo, sabes que tus pecados han sido perdonados, has recibido una nueva vida? No tienes más que escuchar y creer este sencillo mensaje, decirle a Dios que lo aceptas y que confías tu persona y toda tu vida a él, y entonces lo conocerás y lo experimentarás como una bendita realidad. Si no lo has hecho ya, descálzate, escucha y cree. P á g i n a 13 | 13 Fuente: Software Logos | Licencia bajo dominio público Encuentra más recursos en www.evangelioverdadero.com | www.facebook.com/ministerioevangelioverdadero