SANTAS ANORÉXICAS, MODELOS MEDIEVALISTAS MODELOS ANORÉXICAS, SANTAS ACTUALES. Todos miramos a las modelos, al igual que miramos a las anoréxicas. Si tienen algo en común es que buscan ser miradas y efectivamente consiguen nuestro ladeamiento sorpresivo de la cabeza y atrapar nuestra mirada. Un cuerpo anoréxico es el esperpento de la muerte, un cuerpo sin la alegría y la prohibición de la carne. Recordemos que la carne es lo prohibido en la Semana Santa, por su doble significado, como disfrute del alimento y como alegría sexual. Por lo tanto, es un cuerpo que no despierta sensualidad ni amor. No hay nada que nos recuerde más lo muy cerca que estamos de la enfermedad y de la muerte y, sin duda alguna, mirar el esqueleto en su forma más real, como si de un animal disecado se tratara, desencadena una reacción de espanto que nos enfrenta a lo inanimado, a lo sin vida, a la crueldad encarnada en la carne del cuerpo, del cual únicamente resuena el eco de su voz. Las miramos, sí, miramos a las modelos anoréxicas porque seguimos sin entender el gusto por mostrar, enseñar y conseguir que las miren con grandes ojos, grandes flashes, grandes videos, al igual que nuestras santas anoréxicas consiguieron que el ojo más grande representado por el hombre de un Dios omnipotente, un Padre celestial, el Señor por excelencia que todo lo ve, el gran Ideal, El Ideal del Yo, las mirara a cambio de los castigos que conllevaba someterse para conseguir ser la elegida, la hija, la esposa de Dios. Si recurrimos a la mitología, hallamos el Mito de Narciso, un joven bellísimo que rechazaba a todas las enamoradas. La joven ninfa Eco, hija del Aire y de la Tierra, ligada a la música y al canto, no se resigna a perder el amor de Narciso y desesperada deja de ingerir alimentos y se retira del mundo. Se convierte sólo en una voz. A su vez Narciso, paseando por un bosque llega a un lago en el cual encuentra su reflejo en el agua, queda tan absorto y prendado de su imagen que al aproximarse a ella para abrazarse, cae y muere ahogado. En su lugar nace una flor símbolo de la belleza corporal muerta . Por su parte Freud, nos dice con respecto al Narcisismo, que el sujeto se toma a sí mismo como objeto de amor. Freud llama identificación 1 Narcisista a la que se produce en la melancolía. La libido se retira de los objetos y vuelve al Yo. En la perspectiva de Lacan, podríamos situar allí la caída del lazo con el otro, con el semejante, pero también con el Otro con mayúscula. Lacan lee en el narcisismo como “la sombra del objeto cae sobre el yo” ( aquí se refiere al objeto a), por lo tanto no ha habido una división, un desprendimiento . Se trata de una identificación, con el resto, con el desecho, la basura, la nada. Hay por tanto una caída de los lazos sociales, por eso Narciso no puede establecerlos. Según Lacan, en los años 50, en el Seminario I “La Tópica de lo imaginario” y la construcción Lacaniana de los esquemas ópticos, lo simbólico sostiene y regula las relaciones imaginarias en la construcción de la realidad, a esto se le llama el Ideal del Yo. Hay dos tipos de Ideales según el psicoanálisis que intervienen en la constitución del sujeto. El Yo Ideal, se trata de la imagen amable, paciente de ser amada, que se forja en la relación primigenia con la madre, en el estadio del espejo. El Yo se constituye a partir de la imagen especular del semejante y el asentimiento del OTRO, que le certifica su completud. Es un registro imaginario, a la imagen. Y el Ideal del Yo, la instancia simbólica que regula y sostiene la identificación imaginaria . El Ideal del Yo es el gran Otro que simboliza, ratifica y sostiene la imagen especular. Vendría a ser una identificación a la instancia paterna que arranca al hijo del amor arcaico, o dual y lo introduce en el futuro lazo social, en la ley. Por tanto en el estadio del espejo, encontramos los tres términos: la pareja imaginaria del yo con el semejante –la identificación del yo con el Yo Ideal – y el sostén simbólico que la hace posible – el lugar del Ideal del Yo. Según Lacan, en el encuentro que se produce entre la imagen del niño y el asentimiento de la madre, se pierde la mirada del niño, pues él no se ve sino es a través de la mirada del Otro. Podríamos decir que la articulación del sujeto con el pequeño otro y la articulación del sujeto con el gran Otro no viven separadas; (La división del $ en la (alineación-separación) a), no se constituye o se produce una holofrase. No hay sujeto dividido, no se produce la falta, por lo tanto, el deseo. Estaríamos en el caso de la psicosis, o bien se produce la división del sujeto, la construcción fantasmática y el síntoma neurótico de la anorexia. Es éste el punto en el cual me interrogo: ¿ Podría producirse una holofrase en algún momento de la formación psíquica de la imagen especular ?. 2 Entendiendo como tal, la fusión, el empastamiento del S1 S2, en la cual no se produciría el intervalo y por tanto la asociación libre para establecerse la cadena de significantes. De tal manera, hay una regresión a unos mandatos maternos tiránicos con exacerbación de la pulsión de muerte, del goce, ante la cual, la salvación es la ley paterna, el puerto refugio, el Gran Ojo, la mirada de ese Dios Padre, omnipotente, que todo lo ve y todo lo sabe y por tanto, la necesidad de un Salvador que simbolice, represente, dé sentido a un imaginario “encriptado”. No hay identificación imaginaría sin esta garantía que lo simbólico del lugar del Ideal del yo, provee. Mi hipótesis es que la falla que se ha producido en ese momento constitutivo, las dirige a ellas hacía la búsqueda constante de esa mirada que les proporcione una identidad. De manera que lo real que no queda simbolizado, al cual lacan llama “la carne”, queda encarnado en la carne, este resto puede retornar en lo imaginario y perturbarlo. Me ha llamado poderosamente la atención que tanto las Santas anoréxicas, (que han pasado a la historia con ese nombre, no siendo la anorexia una enfermedad conocida y diagnosticada en esa época), tuvieran el objetivo, necesidad, instinto o deseo de ser las elegidas como hijas y esposas de un Ser Superior, Otro, cuyo símbolo es un Gran Ojo, el de Dios. Deseaban ser las más vistas, miradas, y únicas por-para ese Gran Otro. La renuncias y el sacrificio-sacriléjio del cuerpo-carne, es el castigo o precio a pagar para ascender al reino de la gloria, de los cielos, al igual que su hijo, a imagen y semejanza. Rudolph Bell en su libro, La Anorexia Santa, ayuno y misticismo desde la Edad Media a nuestros días (Edición PUF), describe la vida de 260 santas y beatas de la Iglesia Católica que tomaron el ayuno como muestra del ascetismo y religiosidad de su tiempo. Estas mujeres además de negarse a comer, negaban también su propia naturaleza femenina. Igual que un niño pequeño se mira en el espejo buscando la mirada de su madre -el gran OTRO-, esa mirada de aprobación, mueca de indiferencia -como hace referencia Reccalcatti-, ladeamiento de la cabeza con interrogación, asentimiento, bellas palabras o un lenguaje negativo y desaprobador que dan una significación y representación a ese pequeñito cuerpo. Cualquier gesto o palabra (lenguaje) transforma ese cuerpo en persona. Objeto-Sujeto: nuestras santas anoréxicas y nuestras modelos actuales igualmente lo han buscando y continúan haciéndolo. Los movimientos reiterativos de mutación de la cabeza hacía esa cámara, esa 3 mirada de un OTRO que ratifique su valor , que garantice que ese del espejo es él-ella. Santa Catalina de Benicasin, es la hija número 23 de una familia acaudalada y muy religiosa en la ciudad de Siena, en el siglo XII. Nacieron dos mellizas, ella tomo leche materna, su hermana fue amamantada por una nodriza, más tarde esta hermana, Juana, se moriría. Catalina se crió como una niña despierta y mimada rodeada de hermanos mayores. A los cinco años se había aprendido la salutación angélica, a los seis tuvo la primera alucinación óptica y a los siete en total silencio con ella misma, decidió entregarse a Jesús y ser su esposa. A partir de ese momento siempre tuvo visiones, alucinaciones e imágenes visuales que guiaban su camino, como si de caminar por una pasarela llena de luces se tratara. En la primera alucinación, ella vio al Salvador del mundo sentado en un trono real. La niña se quedó fascinada y clavada en el sitio, mirando con los ojos de su cuerpo y los ojos de su alma. Mientras Catalina permanecía inmóvil, la corriente de amor divino invadió su alma, lleno todo su ser y la transformó para siempre. La atracción de la carne no tenía para ella más significado que el apetito primero. El fuerte deseo de comer de una niña sana. Para dominar su apetito, comenzó a practicar el ascetismo con disciplina y autocastigos. De ahora en adelante sólo comería pan y verduras. Ella misma le contó a Raimundo su confesor, que solía imaginar que su padre era Nuestro señor Jesucristo, su madre, la Madre de Jesús, la Virgen María y sus hermanos los Apóstoles. Este juego convirtió la cocina en un santuario , servir la mesa llenaba su alma entera de dicha y dulzura, pues era a su Señor y maestro a quién servía. Las visiones y éxtasis eran su pan de cada día, y su cuerpo solamente se consumía en mostrar su energía milagrosa. Murió a los treinta y tres años. Sta. Teresa de Jesús, hija de unos padres castellanos, Don Alonso de Toledo y Dona Beatriz de Olmedo, virtuosos y temerosos de Dios, tuvo once hermanos en total, tres mujeres y ocho hombres. La madre murió con treinta y tres años, contando Sta. Teresa tan solo doce, tras este penoso acontecimiento, Teresa se pone a los pies de la virgen, pidiéndole que ella sea su madre. Con respecto a los libros de caballería a los cuales su madre era muy aficionada para entretener a su hijos teniendo cuidado de su padre pues 4 este no lo aprobaba, ella cuenta lo siguiente: Aquella pequeña falta que en ella vi , me comenzó a enfriar los deseos y comenzar a faltar en lo demás; y parecíame no ser malo, con gastar muchas horas del día y de la noche en tan vano ejercicio, aunque escondida de mi padre. La crisis de la adolescencia no tardó en aparecer y siendo ella la más querida y escogida por su padre envuelven a Teresa los sueños, miedos y devaneos. Sus palabras nos dan fe de ello: Era tan demasiado el amor que mi padre me tenía y la mucha disimulación mía, que no había cree tanto mal de mí, y así no quedó en desgracia conmigo. Como yo temía tanto la honra, todas mis diligencias eran secreto, y no miraba que no podía serlo a quién todo lo ve. ¡Oh Dios mío, qué daño hace en el mundo tener esto en poco y pensar que ha de haber cosa secreta que sea contra Vos¡ Y puesto que yo estaba entonces ya enemiguísima de ser monja, holgábame de ver tan buenas monjas. Pues comenzando a gustar de la buena y santa conversación de una monja, alégrame de oírla cuan bien hablaba de Dios, porque ella había venido a ser monja por solo leer lo que dice el Evangelio. “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”. Y aunque no acababa mi voluntad de inclinarse a ser monja, vi era el mejor y más seguro estado y en ese movimiento de tomar estado más me parece me movía un temor servil que amor. Relata Sta. Teresa: Como veía los martirios que por Dios las santas pasaban, parecíame compraban muy barato el ir a gozar de Dios, y deseaba yo mucho morir así; no por amor que yo entendiese tenerle, sino por gozar tan en breve de los grandes bienes que leía haber en el cielo. Con treinta nueve años, su corazón cada vez más presionado a darse sin condiciones y siendo la Cuaresma, experimenta la visión de un Cristo sufriente y muy llagado. Aquella visión conmueve hasta la última fibra de Teresa y ve claramente que sólo en él su vida encontrará armonía y equilibrio. Se pone a sus pies y le pide que la transforme para siempre. A sus cuarenta años comienza a darle un nuevo rumbo a su vida, fundando pequeñas congregaciones por trece monjas como máximo. Llegada a los sesenta y siete años, las fuerzas le flaqueaban, agotada y enferma ya no se levanta de la cama. Muere confesando: “Muero hija de la Iglesia”, la casa de Dios Padre. 5 En las modelos actuales tenemos ejemplos muy parecidos, incluso desde el gran mundo del cine, la gran pantalla, el gran ojo. Los biógrafos de Rita Hayworth, dicen de ella que era una muchacha tímida y bondadosa, con baja autoestima, introvertida y poco social . Contrastaba con su fuerza y el enorme impacto en la pantalla, delante de la cámara se crecía, su aspecto brillaba enaltecido y se transformaba en la mejor, más bella y más segura de si misma. En el film Gilda, quitarse un guante y la tremenda bofetada en la cara propinada por Glen Ford, la inmortalizó como un hito erótico. La magistral interpretación que impregno la escena de una gran sensualidad y provocación la consagró hasta nuestros días. Pasó a la historia cinematográfica como el icono de la mejor escena de striptease “Put the blame on my name”. Fue la mujer más deseada de su tiempo y la novia de Hollywwod, “El Dios de la meca del cine”, el ascenso a la Gloria. Es importante recordar ciertos datos de su vida. Su verdadero nombre era Margarita Carmen Cansino, hija de una bailarina irlandesa y un bailarín español. Éste sentía verdadera adoración por esta hija, de tal modo que la enseñó y obligó a bailar con él desde muy temprana edad. Esta intensa relación paterno-filiar, incurrió en el incesto y a partir de ahí la fortísima ambivalencia Amor-odio con su padre, se mantuvo a lo largo de toda su vida con él, extendiéndose a sus cinco maridos. Estando en la escalera de la fama de la mano de la productora Columbia, Harry Cohn, magnate de la empresa, se enamoró de ella. La presión y las disputas por este motivo entre la actriz y el productor, darían mucho que hablar entre los profesionales de la industria. Él estuvo toda la vida obsesionado con ella, pero ésta no respondió nunca a sus requerimientos amorosos. Datos revelantes de una de nuestras mejores actrices que nos remite al padre del psicoanálisis en “Pegan a un niño” en la escena del film . Por otro lado, tenemos, a una modelo más próxima a nosotros, Nieves Alvarez. Lola Cintado, periodista y escritora del prólogo de su libro, “Yo vencí la anorexia”, dice de ella: “Nieves es una mujer tremendamente disciplinada y frágil. La miras por fuera y parece que está a punto de romperse e indagas dentro y no te explicas cómo todavía no se ha roto. Quizás la mantiene erguida una extraordinaria capacidad para el sacrificio y una fuerza de voluntad indestructible, perfeccionista y de una elevada exigencia personal que a punto estuvo de costarle la vida y que finalmente le ha servido para ser lo que siempre quiso ser: modelo. Una 6 de las mejores. Después ella misma relata: Cuando empecé a adelgazar, cada kilo que perdía era como una victoria. Las palabras de una amiga del colegio que me controlaba cada día lo que comía, a mi me parecían palabras de Dios. Mientras soñaba con ser modelo, seguía perdiendo peso y nunca era suficiente. Establecí con el espejo una relación de dependencia absoluta, ya que el peso tiene tanta fuerza en la cabeza de una anoréxica como el espejo. La anorexia es como una religión en la que tu te impones tus propios mandamientos y reglas. Los cumples a rajatabla porqué cuando estás delgada piensas que lo tienes todo. Eso de ser delgada, es como ser perfecta. Después de mis primeras fotografías, le comentaron a mi madre que creían que yo funcionaría porque enamoraba a la cámara. Todavía hoy cuando estoy sobre la pasarela y los flashes de los fotógrafos se disparan, me siento serena y fuerte. Aún sabiendo que en un desfile puede haber un centenar de fotógrafos y cámaras de televisión dispuestos a captar hasta el último de mis gestos, de todas las modelos, pues son millones de ojos que me están mirando y fotografiando yo me siento serena y feliz. Cuando entro en un salón paso desapercibida, nadie se da cuenta porque soy tan tímida que parece como si me volviera invisible. Yo creo que el mundo de la moda me ha salvado de muchas cosas y mis complejos los cura la pasarela. Siempre entro sonriendo a una sesión de fotos. En la Pasarela, subo y arraso, me siento la mujer más segura del mundo. Cuando me retire y vea un desfile, diré: “Quiero subirme ahí arriba” En la actualidad está casada con un fotógrafo de moda y tiene tres hijos. En el caso de Isabelle Caro, muerta en el año 2010. Su último trabajo que la transporto a la gloria, consistió en una campaña de Benetton, en Italia sobre la anorexia. En estas fotografías ella enseña fehacientemente lo más mortífero del cuerpo, un carne sin vida, esquelético, caquéctico. Pocos días después de su muerte, su madre se suicidó de culpabilidad. Desnuda, sentada, el torso inclinado, Isabelle tenía a los 25 años la figura de una anciana, con un metro sesenta y cinco centímetros y poco más de 25 kilos. El fotografo, Toscani ha contado que eligió a Isabelle Caro como “modelo” de la campaña contra la anorexia, a la vista de los patéticos estragos de la enfermedad que la perseguía desde la pubertad. El día de su muerte, Toscani ha dejado el testimonio más cruel: “Traté un 7 poco a Isabelle. Hasta que descubrí algo atroz. Ella misma intentaba utilizar su anorexia, para convertirse en modelo, en actriz. A los veinte años fue hospitalizada por vez primera. En vano. Durante el resto de su vida, nunca llegó a pesar mucho más de 30 kilos. Cuando Oliviero Toscani la descubrió y la convirtió en la “estrella” de sus fotografías contra la anorexia, Isabelle cobró una cierta fama fugaz.“Célebre” de la noche a la mañana, Isabelle, cuenta el fotógrafo, decidió cambiar de vida: convertirse en una “estrella” de la moda, el cine, la publicidad. Y fundó una pequeña asociación de lucha contra la anorexia. Esa nueva vida se convirtió muy pronto en una pesadilla ya que no consiguió consolidar los lazos sociales. Como modelo, Isabelle Caro no llegó nunca a conseguir ningún trabajo vagamente continuo. En París, una escuela de actores decidió aceptarla como alumna, pero tuvo que abandonar los cursos en varias ocasiones: estaba demasiado frágil para realizar un trabajo duro y continuado, sin embargo sus cursos de arte dramático le dieron nuevas relaciones. Incluso, para llegar a soñar en fundar algo así como una compañía, que nunca llegó a ser realidad: sin dinero, consagró mucho tiempo a buscar “padrinos” o “amigos” que lanzasen por ella suscripciones públicas para montar algunas piezas de teatro. Desde varios blogs, escribía peticiones, reclamando ayuda para lanzar su carrera de actriz. Esa actividad y anhelos tuvieron un cierto patetismo: una mujer joven, anoréxica, gritando a quien deseaba escucharla que su pasión era el teatro y la pasarela de moda... Ella misma reconocía que: Rechazaba todo deseo, todo placer; nociones prohibidas en mi vida, iba en busca de la perfección de un ideal de pureza. En un vídeo póstumo que circula por internet, Isabelle continuaba dando consejos a las jóvenes que desean hacer carrera como maniquíes: “Sed felices. Creer en la vida”. Ella ha muerto sola, perdida en el laberinto de sus esperanzas e ilusiones, víctima de la anorexia que le dio la fama y la muerte. En la hipótesis bajo la cual he estado trabajando, he encontrado, escuchado y leído que la anorexia y las anoréxicas no son fruto de una moda actual, sino que tanto las Santas Medievalistas dónde los cánones de belleza no tenían nada que ver con los actuales, y las modelos anoréxicas actuales, encontraron un camino, una pasarella donde sostener su subjetividad, algo de su deseo. Es decir, la moda actual no es 8 la causante de la existencia de dicha enfermedad, sino la forma, la luz, las estrellas, el astro, en la que ellas han encontrado una salida, una senda, una forma de establecer lazo social a través de un pasillo ascendido e iluminado, una pasarella hacía su gloria. Pasearse por la pasarela de Internet ojeando desfiles, es pasearse por el mundo de la delgadez extrema, de unos cuerpo reducidos a esqueletos vivientes que tan sólo caminan. Cómo se puede entender tras lo leído que no aparezca el pudor, el recato, la vergüenza de mostrar un cuerpo tan sólo maquillado y vestido para lucir lo que se supone se tuviera que guardar de la mirada ajena. Cómo entender la perdida de concepto de realidad con respecto a ellas mismas. Se miran en el espejo y pierden el concepto sobre su propio cuerpo, no sirviéndoles los mecanismos simbólicos que poseemos para valoración de la realidad en nuestros cánones de belleza, las tallas, las medidas, los pesos...etc Las anoréxicas encuentran en el discurso social del siglo XXI algo dónde sostenerse. Armani, Gucci, Dior, Balenciaga, Prada, Galliano, Pertegaz y otros muchos, acaso no son los Dioses de la actualidad. No son los dioses de la mascarada femenina. Sus diseños, sus palabras y sobre su gran fama , consiguen transformar el hilo en bordados, el lino en magníficos trajes y la seda en impresionantes vestidos protectores de una piel sin color ni calor. Miles de flashes, cientos de grandes cámaras ópticas, las observan, las miran, las ven, luego, dan simbolización a esa carne vestida. Tal vez sea esa su forma de existir. Lourdes Blanco Alcalde Médico psicoanalista Nº coleg. 21040 Cartel formado por : Paco Burgos, Teresa Ballester, Silvia Grases, Lourdes Blanco Abril 2010 a Junio 2012 9