#CediceObserva MONITOREO GASTO PÚBLICO #06 DEL TAMAÑO DE GOBIERNO: VENEZUELA Y EL RESTO. El tamaño y participación del gobierno en el ámbito económico, así como las interacciones contractuales entre individuos e iniciativas privadas, es tema, como bien señala el economista Vito Tanzi (2000), de profunda discusión por décadas, perfilándose además, en muchos casos, como el punto de discrepancia principal entre las distintas corrientes del pensamiento económico. Desde el surgimiento de la economía clásica, con la obra del filósofo escocés Adam Smith, La Riqueza de las Naciones de 1776, se ha planteado que la búsqueda dinámica del interés personal logra el bienestar común, haciendo de este el mejor camino hacia la prosperidad, concepto al que comúnmente se le es referido hoy como “la mano invisible del mercado”. Sin embargo, a medida que la historia ha avanzado, ideas desarrollado y eventos ocurrido, la idea de que el mercado ha de funcionar sin regulaciones ni controles ha sido puesta a un lado y se ha optado por un acercamiento denominado por el Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, como “Economía Mixta”. Tal sistema se caracteriza por la participación de las instituciones públicas en distintas actividades económicas en las que se cree que el mercado resulta ineficiente e indeseable, pues se considera generador de importantes desigualdades, resultando en impedimentos al mejoramiento de calidad de vida y del bienestar social, así como también siendo un obstáculo al desarrollo sostenido de un país. Actualmente, de acuerdo a Stiglitz, la virtual totalidad de los sistemas económicos del mundo occidental consisten en ese tipo de funcionamiento mixto, aunque con variantes de participación entre las partes de gobierno y mercado. Sin embargo, acontecimientos recientes han logrado despertar un nuevo interés en un enfoque regulatorio sobre este último por parte del poder central. La crisis financiera mundial del año 2008, razón principal de este resurgimiento centralista, dio un nuevo respiro de vida a estos pensamientos económicos y sociales debilitados por el paso del tiempo. En Estados Unidos, señala Dominica Tropeano (2011), la crisis fortaleció la corriente keynesiana, apoyando una mayor participación del gobierno en la economía con el fin de reactivarla a través de la propuesta Emergency Economic Stabilization Act (2008), utilizando estímulos fiscales masivos y expansión monetaria (Quantitative Easing 1, 2 y 3 por parte de la Reserva Federal), además de rescates de empresas y bancos de ese país. Mientras tanto, América Latina vio fortalecido el discurso político de las corrientes de izquierda, como bien indica José Antonio Ocampo (2009) al analizar los efectos de la crisis financiera mundial en la región, explicando: “un impacto significativo es, sin duda, el giro hacia concepciones más activas del papel del Estado como parte de un proceso que ha adquirido alcance mundial. En América Latina, este giro comenzó antes de la crisis, reflejado en el ascenso de varios gobiernos que se identifican claramente como de izquierda (con diferentes variantes), así como en un mayor pragmatismo respecto al papel del Estado por parte de los gobiernos de centro y derecha”. Una evaluación del “tamaño de Gobierno”, calculado como el gasto público entre el PIB, confirma lo planteado por Tropeano, mostrando claramente las medidas contra-cíclicas tomadas por las economías (mundial, avanzada y latinoamericana) en lo que va de siglo, generando una participación del Gobierno mucho mayor a la que detentaban éstos previa crisis. Llama poderosamente la atención cómo Venezuela, país de marcada dependencia petrolera, mantuvo políticas pro-cíclicas debido a lo poco diversificado de la economía y su enorme dependencia de los mercados internacionales. Se piensa que la crisis del año 2008 dejó clara la necesidad de la diversificación económica nacional, sin embargo, tal omisión ha hecho que la cotización actual del crudo haga mella en el “bienestar” de los ciudadanos, nuevamente. GRÁFICO 1.- TAMAÑO DE GOBIERNO (G/PIB) DE LAS ECONOMÍAS MUNDIAL, AVANZADA, LATINOAMÉRICA Y CARIBE, Y VENEZUELA (1999-2014). Fuente: Fondo Monetario Internacional Los gobiernos del mundo han visto necesaria la mayor intervención y regulación de la economía, expandiendo controles, agencias y funcionarios públicos, y acrecentando, en consecuencia, un gasto público cuyo financiamiento representa una cada vez mayor distorsión en la toma de decisiones de agentes económicos y un importante desplazamiento de la iniciativa privada por el proceso político, notoriamente más ineficiente y desfasado al momento de la toma de decisiones económicas. Venezuela, en cambio, obedece a diferentes incentivos políticos, pues su mayor participación del Gobierno responde a un agudo populismo enmarcado dentro de radicalismos ideológicos del siglo pasado, y aunque indudablemente el gasto es inferior desde un punto de vista cualitativo y de desarrollo sostenible, las consecuencias de tal irresponsabilidad fiscal sirven como advertencias a esta preocupante y reciente tendencia mundial.