FUNCIONES DEL RESPONSABLE DE FORMACIÓN Y ORIENTACIÓN EN LOS DEPARTAMENTOS DE RECURSOS HUMANOS.* Dr. Narciso Barrero González Profesor de “Formación y Empresa”. Departamento de Didáctica y Organización Escolar y M.I.D.E. de la Universidad de Sevilla. INTRODUCCION En esta comunicación se analiza la promoción educativa de los sectores productivos y laborales desde una óptica pedagógica y de adecuación a los objetivos estratégicos de las empresas. Si la unidad de formación pertenece a la empresa como elemento de valor, debe compartir el duro trabajo, la exposición al fracaso, la orientación a la rentabilidad, el riesgo, la exigencia de eficiencia ante un entorno altamente competitivo, el control permanente de su producción, las exigencias de creatividad y una cultura de generalización del conocimiento que la convierta en una entidad de cristal, de transparencia total (Serra, 2001), en la que los procesos desarrollados y el producto generado estén disponibles on line para todo el personal. Los planes de formación deben partir de los planes estratégicos de la empresa, ceñirse a una metodología sistémica-metacognitiva y estar dotados de sistemas de evaluación y retroalimentación permanentes. 1. GESTIÓN DE LA UNIDAD DE FORMACIÓN Los equipos de formación en una empresa pueden incorporar al proceso de gestión de la enseñanza elementos educativos no tradicionales que implican el aprendizaje en equipos no formales para la intercomunicación de soluciones a problemas operativos de producción y el aprendizaje “on line” por intranet o internet con comunicación a WEB, donde se expone el conocimiento de la empresa a modo de inventario de procedimientos de optimización de la producción. En este contexto de formación se produce la desaparición del formador y la aparición de múltiples mediadores (el formador reaparece como coordinador de éstos) que catalizan el flujo de datos entre el conocimiento sistémico que genera la entidad y quienes lo adquieren mediante estrategias metacognitivas de gestión ejecutiva del propio conocimiento. La recreación dialéctica del programa se lleva a cabo mediante discusión grupal con objeto de encontrar soluciones novedosas y efectivas que orienten la formación hacia la productividad. También se sustituye el locus “aula” por un conjunto de recursos espaciales en contexto real tales como la sede social, centros de I+D+I, hoteles o actividades lúdicas al aire libre, espacio virtual de la intranet, otras empresas y domicilio particular. . Desde esta óptica el personal de R.R.H.H. no es sólo técnico, sino que asume responsabilidades de gestión o dirección ya que sus decisiones afectan directamente a la productividad de la empresa. * Comunicación presentada en el Congreso sobre Liderazgo y Formación (Córdoba-2001). 1.1. La gestión de la formación como actividad dependiente de la gestión integral de la empresa El director de la unidad de formación debe tener en cuenta el plan estratégico de la empresa y sus prioridades de producción con objeto de establecer sinergias que lo potencien. El análisis de necesidades de formación debe centrarse en dicho plan estratégico pasándose después a diseñar el programa adecuado para satisfacerlas. Posteriormente el banco de soluciones a problemas operativos que constituye todo programa de formación válido y fiable pasa a formar parte del capital intelectual de la empresa y queda a disposición de todo el personal. Los recursos materiales más relevantes desde una perspectiva sistémica son la propia empresa y un diseño metacognitivo estándar que auxilie con actividades predeterminadas al formando que aún no ha podido cursar su aprendizaje de forma autónoma. Los recursos humanos son el propio formando constituido en protagonista de todo el proceso, los jefes y directivos como mediadores secundarios y el personal de formación como mediadores primarios a los que habrá que reclamar en último término que el nivel de ajuste del plan de formación con los objetivos estratégicos de la empresa haya sido óptimo. Este enfoque sistémico y metacognitivo resulta de un mejor entendimiento de las causas del aprendizaje: los directivos y empleados aprenden y enseñan de forma permanente y se promueven profesionalmente gracias al auto-control ejecutivo de sus procesos dentro de contextos organizados. En estos contextos el conocimiento se universaliza desde una perspectiva informal mediante una formación abierta en grupos de intercambio cooperativo y desde una perspectiva formal en el propio puesto de trabajo. 1.2. El proceso de gestión de la formación El proceso de gestión de la formación se ha de caracterizar por identificar las necesidades reales de la productividad y dar oportunidades y medios a los empleados de cualquier nivel (directivos, técnicos, comerciales y operarios) para que aprendan a satisfacerlas por sí mismos mediante un proceso de descubrimiento que puede llegar a constituir una verdadera aventura. En el proceso de gestión de la formación es necesario prever de forma proactiva qué retos van a plantearse para disponer los recursos materiales y personales necesarios. Esto implica contemplar el futuro a medio y largo plazo e ir elaborando un arsenal de estrategias de las cuales, como ocurre con un grupo de perdigones en la caza, algunas impactarán y otras muchas no. Aunque pueda parecer una pérdida de tiempo, como de ello depende la supervivencia de la empresa, no lo es en absoluto: el futuro en sentido estricto no es predecible y no hay más remedio que imaginarlo en múltiples opciones con objeto de que cuando se presente un problema la solución esté preconcebida. Pongamos un ejemplo: En una empresa de material electrónico que se incluye entre las mil más solventes del país (Ranking Prestige, 2001) se contrata un ingeniero como jefe de la unidad de formación. Al no tener un enfoque proactivo sólo se le exige el perfil requerido pero no, al menos en cuanto a potencial, el de jefe de departamento. Al poco tiempo queda vacante la plaza de 2 jefe de departamento y por lógica el jefe de la unidad de formación promociona a la jefatura del departamento de R.R.H.H. el cual o no sobrevive al empeño o lo hace con elevados costes para la empresa. 1.3. Autogestión ejecutiva del conocimiento Cada vez es más frecuente el empleo de encuentros de trabajo fuera del marco habitual no ya del aula de formación sino de la misma empresa. Estas actividades persiguen fundamentalmente involucrar a los participantes en la gestión de la empresa de forma que lleguen a una auto-gestión ejecutiva del capital intelectual de ésta (Menchero, 2000): “Si el director o el jefe de departamento te han convocado a una reunión de trabajo de dos días de duración, a celebrar en un paraje natural de un pueblo de la costa, has de saber que vas a asistir a un kick-off meeting (saque inicial)”. (pag. 104) Desde esta perspectiva sistemática (Stufflebeam y Shinklfield, 1987; Kaufman, 1990) la formación no es más que una ósmosis entre el conocimiento generado por el sistema de producción de la empresa y el del personal de ésta: todos son conscientes de que van en el mismo barco y de que las vías de agua les afectan a todos, independientemente del salario que cada uno tenga, de las posiciones de prestigio, del conocimiento privado y hasta de los intereses creados y de los derechos adquiridos en función de la mayor o menor burocratización que la empresa haya desarrollado. El incremento de esta capacidad de circulación metacognitiva de los formandos por el conocimiento sistemático de la empresa es un capital intelectual que en los Estados Unidos se ha llegado a estimar en un 40% del valor de mercado de las empresas americanas (Pereda, 1999). Las personas desarrollan su comprensión de la producción mediante procesos metacognitivos o de auto-control de las propias cogniciones (McKeachen, 1999) y estos procesos deben ser la base del mismo sistema de gestión y acceso a la formación. Por definición esta auto-gestión ejecutiva de la estructura cognoscitiva de la empresa precisa de la creación de programas metacognitivos estándar informatizados que permitan a los equipos aprender a aprender (Barrero y Escudero, 2000). Los instructores tienen que demostrar su propio conocimiento previamente con materiales adecuados, monitorizar el ejercicio asistido de las habilidades y favorecer la práctica independiente donde el sentimiento negativo de miedo ante el riesgo de lo desconocido se conjura con el sentimiento positivo de la aventura de descubrir algo realmente nuevo y no de encontrar trabajosamente lo que quizá álguien de la empresa ya conocía. La gestión de la formación tiene un comienzo sutil consistente en averiguar qué nuevos dominios necesitan lograr los empleados para que la empresa continúe a flote y culmine sus objetivos estratégicos. Este proceso de análisis de necesidades se analiza en el siguiente punto. 3 2. EL ANÁLISIS DE NECESIDADES En una organización los objetivos logrados constituyen, en cierto modo, información irrelevante. En cambio el catálogo de fallos reales o potenciales es un precioso banco de datos para los analistas de necesidades de la empresa. En este análisis de necesidades hay dos pasos consecutivos: la detección de éstas y la definición de procedimientos operativos o estrategias que las satisfagan. 2.1. La detección de las necesidades La necesidad se define como una discrepancia entre el producto a conseguir y la capacidad del empleado para conseguirlo, siendo la necesidad de formación un desajuste entre la cualificación actual y la que es necesaria en función de las exigencias de determinada producción. Podría decirse poéticamente que el concepto de necesidad define la discrepancia entre la realidad y el deseo. Las necesidades formativas pueden localizarse por expertos que a modo de abogados del diablo investigan los puntos débiles de la empresa y también los propios empleados suelen expresar con bastante precisión qué les falta para lograr los objetivos de su trabajo (Gairín, 1995). De entre los procedimientos para establecer el nivel de discrepancia entre las habilidades poseídas y las deseables son interesantes las informaciones de los directivos y de los empleados mediante encuestas directas y prácticas o tests de habilidades metacognitivas, debiéndose evitar la impresión de que se pierde el tiempo o de que los datos al final no se van a considerar. También el equipo de formadores puede desarrollar una observación constante y protocolizada de forma escueta a partir de medios tecnológicos como las grabaciones en vídeo o WEB-CAM. Para comprobar si existe coherencia entre lo que los informantes (empleados, directivos, clientes) expresan como necesidad de producción y la realidad es importante que el formador sea un buen observador. Podemos disimular cuando quieren engañarnos para no herir susceptibilidades, pero las personas a las que tenemos que instruir nos agradecerán a la larga que hayamos respondido a sus necesidades profundas y no a lo que decían o creían sentir. Estas necesidades suelen estar ancladas en carencias que se sienten como problemas a veces irresolubles y que el formador debe situar en vías de solución. La metodología metacognitiva se revela como un recurso excepcional dentro del sistema empresarial para aprender a solucionar problemas dentro de la estructura de la empresa siempre que se logre producir un protocolo de pasos o algoritmos de solución para cada problema planteado. A presentar algunos aspectos de esta metodología se dedica el siguiente punto. 2.2.Construcción de estrategias para la satisfacción de necesidades El enfoque sistémico de la intervención formativa (Álvarez Rojo, 1994) se estructura en un conjunto de componentes (cuadro 2.2.A.): valoración de necesidades de formación y establecimiento de las competencias a conseguir, construcción de un programa de formación, evaluación del proceso y mejora permanente del programa. 4 Para el diseño del programa formativo tiene especial relevancia el enfoque metacognitivo (McKeachen, 1999) de la auto-construcción de las estrategias del programa las cuales van a permitir que los formandos administren de forma ejecutiva los procesos cognitivos que se corresponden con las competencias observables que se van a desarrollar. Las competencias se desarrollan a partir de un diseño de estrategias metacognitivas y éstas se activan a partir de una estructura de auto-preguntas acerca del funcionamiento cognitivo y de cómo el formando se está adaptando al contexto de trabajo. Estos programas sistémicocognitivos se insertan en planes de formación más amplios, los cuales se desarrollan en el siguiente punto. ESTRUCTURA DE UN PROGRAMA DE FORMACIÓN 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. EVALUACIÓN DE NECESIDADES Y RECURSOS ANÁLISIS DE LA EXPERIENCIA DISPONIBLE CREACIÓN Y SELECCIÓN DE ESTRATEGIAS DISEÑO DEL PROGRAMA FORMATIVO IMPLEMENTACIÓN PRÁCTICA DEL PROGRAMA EVALUACIÓN DEL PROCESO Y DEL PRODUCTO FEED-BACK PARA LA RETROALIMENTACIÓN (Cuadro 2.2.A) 3. PLANES DE FORMACIÓN El joven contable, diplomado en empresariales, de una pequeña empresa, contando con algunos ahorros y la ayuda económica de sus padres, decide promocionar desde su grado académico medio a otro superior (licenciatura en Marketing) y se dispone a dejar su trabajo con objeto de poder estudiar. Sin embargo el patrón cuando conoce su proyecto reestructura su horario de trabajo y le permite continuar en los dos sitios: en la empresa y estudiando. En este ejemplo extraído de la realidad podemos observar la aparición espontánea de una acción formativa no planificada pero ciertamente efectiva. Las empresas medianas y grandes suelen prevenir éstas y otras situaciones dentro de planes de formación que se integran en sus proyectos de desarrollo global. El responsable de formación de una empresa, una vez que ha colaborado en las elaboración de los planes estratégicos de ésta y en la definición del plan de actuación en R.R.H.H. tiene que diseñar un plan de formación específico a corto, medio y largo plazo. Este plan debe estar diseñado como un componente más del proyecto estratégico de la empresa y favorecerá la integración de los intereses empresariales y personales, generando investigación y desarrollo en cuanto a recursos tecnológicos y humanos. 5 3.1. Concepto y características de un plan de formación Un proyecto de formación consiste en un conjunto de acciones instructivas formales o informales desarrollado mediante una agenda determinada y orientado a la consecución de unas competencias específicas en los participantes. Consultoras como Erns & Young (Martín Berrido y Dengrá Martínez, 1999) son de la opinión de que la oferta formativa debe estar en función de las necesidades específicas de cada puesto de trabajo para la solución operativa de problemas. Si la definición operativa de la necesidad es correcta no se puede hablar de contradicción entre los intereses de los trabajadores y la empresa ya que a nadie le viene mal aprender a solucionar problemas reales, sean éstos más o menos interesantes en el plano personal. Las denominadas formación de demanda y de oferta devienen así en una sola ya que una detección correcta de las necesidades de la producción procura el desarrollo profesional y personal de los empleados. Los planes de formación se caracterizan por dos notas principales (cuadro 3.1.A.): desarrollo de competencias y la promoción personal y profesional debida a éstas. Las competencias no son conocimientos abstractos o teóricos sino habilidades concretas demostradas en la resolución de problemas operativos. La promoción a partir del incremento de competencias permite que ésta constituya una mejora personal y profesional y no una trampa en la que cae quién se encuentra por debajo de las exigencias del rol experto que tiene que desempeñar. ELEMENTOS DE UN PLAN DE FORMACIÓN DESARROLLO DE COMPETENCIAS Logro de habilidades expertas precisas para el desempeño operativo observable de una actividad laboral PROMOCIÓN PERSONAL Y PROFESIONAL Incremento de los conocimientos y de la inteligencia del trabajador que se materializa en ascensos laborales y en el desempeño de responsabilidades más elevadas (Cuadro 3.1.A) 3.2. Fases de la planificación Toda planificación comienza con una fase de detección de necesidades que suelen estar ya esbozadas en el proyecto estratégico de la empresa, por lo que el jefe del departamento de R.R.H.H. y el responsable de formación deben prestar la máxima colaboración a la elaboración de dicho plan. Desde un enfoque sistémico 6 el establecimiento de necesidades se desarrolla a través de un análisis de cada uno de los procesos de producción consultando a informantes y vaciando fuentes de datos (Rosset, 1982). Una vez establecidas las necesidades se debe establecer un tema o finalidad global que puede estar expresado en forma de leit motiv o lema clave que funcione como idea-fuerza, por ejemplo en una caja de ahorros podría ser: “Año 2001: calidad total, préstamos fallidos cero”. Una vez establecida la finalidad global se derivan de ésta los objetivos específicos que han de enunciarse de forma operativa describiendo los resultados concretos que se esperan. Tras especificar los objetivos debe elaborarse el programa de formación, entendido éste como un manual con actividades estándar. Estos programas, como instrumentos técnicos que son, pueden desarrollarse directamente por otros formadores del mismo ramo, pero lo más adecuado es emplearlos como componentes o modelos de los diseños que a modo de fórmulas magistrales cada formador prepara para su contexto empresarial. En el diseño del programa debe tenerse en cuenta qué recursos humanos, materiales y económicos son necesarios, qué agenda de actividades es necesaria y qué tipo de evaluación va a hacer posible una retroalimentación constante que permita corregir el desarrollo del plan en todos sus elementos y a lo largo de toda su implementación, dentro de una auditoría de calidad lo más atinada posible. La evaluación se refiere especialmente a la validez y a la fiabilidad; así podríamos comentar que el primer viaje de Cristóbal Colón fue fiable pero poco válido: ¿hemos llegado a dónde queríamos y no a otro sitio? (validez), ¿se ha conseguido lo que se quería en una medida significativa? (fiabilidad). 4. ORIENTACIÓN EN LA EMPRESA Recientemente una afamada empresa familiar de juguetes y artículos pedagógicos, con unos activos de casi cinco mil millones de pesetas, presentó suspensión de pagos. Como causa se apunta la mala gestión del grupo familiar y una posible estrategia de emigración del proceso productivo a países con mano de obra más barata. A tenor de esto podríamos preguntamos: ¿Se han aprovechado en el diseño de orientación profesional de esta empresa las posibles necesidades de actualización tecnológica de sus directivos y empleados quienes sugerían la sustitución de parte de la producción de plástico, chapa, tela y madera (los niños cada vez demandan menos juguetes, aunque éstos sean juguetes espectáculo) por recursos lúdicos basados en las nuevas tecnologías y por actividades de formación y juego (Avecilla, 2001) que no tienen porqué tener el soporte material del juguete?. 4.1 Justificación de la orientación profesional intra-empresarial Después de un largo peregrinar fuera de los centros educativos la orientación académica ha terminado donde siempre tuvo que estar: en los colegios e institutos. Igualmente apenas tiene sentido que la orientación profesional se desempeñe en instituciones burocratizadas y alejadas de las empresas, sino que debe 7 desarrollarse con el debido asesoramiento facultativo como una actividad o sección de la unidad de formación de la empresa. Prueba de ello es que en el Reino Unido los servicios públicos de orientación externos desaparecen en los años 80 y son sustituidos por el sector privado (Martín Berrido y Dengrá Martínez, 1999). En el caso de que la empresa sea pequeña y no pueda soportar una unidad de formación por sí sola o por imperativo de los planes estratégicos, puede subcontratarse a una empresa específica de formación o a otra empresa madre de mayor entidad. 4.2. Objeto de la orientación en la empresa La orientación dentro de un plan de formación parte de un balance de las competencias de todo el personal, desde los directivos hasta los subalternos (Cobo, 2001) y de las necesidades de la empresa, promueve la auto-realización de un proyecto de desarrollo profesional que haga frente al incremento de la competitividad y el cambio tecnológico, considerando estas circunstancias no como una situación de peligro sino de promoción personal. La orientación desarrollada en la empresa suele a veces ser criticada desde sectores no estrictamente empresariales por su sesgo productivista, pero es precisamente una orientación y una formación específica la que dota al personal de habilidades globales. Pongamos un ejemplo: ¿quién es mejor médico: un neurocirujano muy especializado u otro que no se ha preocupado de adquirir competencia en ningún dominio específico?.Cuando la orientación conjuga adecuadamente competencias y requerimientos productivos tanto el empleado como el plan estratégico de la empresa resultan beneficiados. Existe también un valor añadido de naturaleza humanística (Fernández, 2001) ya que un contrato laboral puede finalizar pero la relación orientadora permanece porque ayuda al sujeto a diseñar su itinerario formativo dentro de un plan de carrera que se desarrolla a lo largo de toda la vida. Finalizamos haciendo hincapié en que la orientación es una relación entre personas que fomenta un sentimiento de responsabilidad por el bienestar de los demás y que está propiciando una nueva filosofía de dirección de empresas capaz de comprender y superar las diferencias culturales, idiomáticas y de categoría profesional. 8 BIBLIOGRAFÍA AVECILLA, F. (2001). 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