VIDA Y OBRA DE MONS. LEONIDAS PROAÑO 1 Nidia Arrobo Rodas2 “Busco en todas partes luchadores de la paz y de la vida. Debemos que actuar antes de que sea demasiado tarde, antes que la ambición y codicia de unos pocos, conviertan a nuestro planeta en una luna muerta, en un cementerio del espacio” Mons. Leonidas Proaño Hablar de la vida y obra de Mons. Leonidas Proaño, es hablar de la vida de un ser humano excepcional, de un ser humano que consagró toda su existencia al mayor programa liberador que se haya conocido en toda la historia ecuatoriana. 1. SU VIDA 1.1 VIDA INFANTIL Y JUVENIL Mons. Proaño fue hijo de una familia pobre, de padres trabajadores ya como “maceteadores” de sombreros ya como cultivadores de la tierra. Nació en San Antonio de Ibarra un 29 de enero de 1910. Su vida transcurrió como la de todos los niños pobres de una parroquia entonces aún más rural, con poca población y escasos signos de urbanismo. El pequeño Leonidas estudió en la escuela fiscal de su pueblo natal, la Juan Montalvo y desde su hogar asimiló los grandes valores humanos y espirituales que le fueron inculcados por sus padres desde su más tierna infancia. Entre esos valores y actitudes que el mismo Mons. Proaño resalta en su libro “Creo en el Hombre y en la Comunidad” se destacan: La pobreza –como don que la asume sin quejas ni envidias- y más tarde como opción preferencial en su vida para entrar en comunión con los indígenas, los más pobres entre los pobres. El trabajo, y sobre todo, el sentido comunitario del trabajo llevado a cabo en el hogar amenizado con el canto y el diálogo; El amor al pobre, amor que iba siempre acompañado de profundo respeto y como dice Mons. Proaño “llegó a formar parte de mi propia existencia. Por eso 1 Ponencia presentada en el III Simposio Internacional de Escultura con Motosierra en homenaje a Mons. Leonidas Proaño, San Antonio de Ibarra - Ecuador 2 Directora Ejecutiva de la Fundación Pueblo Indio del Ecuador he dicho más tarde que nunca he querido ser traidor a los pobres, pues nací en un hogar pobre y aprendí en ese mismo hogar a amar a los pobres”. La honradez, inculcada y vivida tanto desde la frase que todos escuchamos “de lo ajeno ni una aguja” como sobre todo en relación con la práctica de la verdad. El mismo Mons. Proaño expresa “la honradez en relación con la verdad, sembró en mi ánimo una especie de culto a la verdad… Así, el respeto a los bienes ajenos y al derecho que tiene toda persona a la verdad imprimieron en mí uno de los rasgos característicos de mi personalidad, para toda la vida” La libertad inculcada y vivida al interior de su hogar a tal punto que creció libre con la libertad de los hijos de Dios y libre de prejuicios y temores. La valentía expresada por Mons. Proaño en estos términos “la actitud verdadera, esto es, la actitud de permanente búsqueda de la verdad y de sumisión a la verdad, una vez que creemos haberla encontrado, nos comunica una seguridad, una fuerza, una capacidad de aceptación de desafíos y de riesgos que jamás nos puede proporcionar el miedo” en su infancia, experimentó el valor de la seguridad, de la valentía como fruto del sentimiento de confianza plena que fue merecedor de sus padres. Como todo buen vecino de San Antonio tuvo desde pequeño inclinación innata por el arte, y a lo largo de toda su vida –en los escasos tiempos libres que tenía- dibujaba y pintaba con gusto y maestría. En su adolescencia y juventud soñaba con ser pintor y tuvo como todos los jóvenes, serios problemas para definir su vocación. Al fin se decidió por el sacerdocio y cuando fue ordenado su máxima aspiración fue ser “párroco de indios”. Así se perfilaba toda una vida consagrada a la entrega incondicional por la liberación de los oprimidos. 1. 2 VIDA COMO SACERDOTE Y OBISPO En 1936 fue ordenado sacerdote y como tal su vida transcurrió en Ibarra en donde por encargo del Sr. Obispo trabajó intensamente ya en el Seminario como profesor, ya desarrollando acciones creativas encaminadas al trabajo con los más necesitados y a desplegar procesos organizativos de variada índole. Así con sus compañeros de curso abrió un espacio para ensayistas literarios. De su vena literaria tenemos poemas bellísimos y profundos como Madre Tierra; Mi casa, La Flauta, Adiós.. En San Antonio de Ibarra –siendo seminarista- organizó un Centro Cultural y publicó en unión de sus compañeros la revista Excélsior; ya ordenado sacerdote constituyó “El Cuadrilátero”, luego la JOC (Juventud Obrera Católica) iniciativa de la cual nació la Librería Cardijn y luego el Diario “La Verdad”. Desde muy temprano Mons. Proaño incursionó en tareas dinamizadoras de procesos, de compromisos reales en la construcción del Reino de Dios y su justicia. En 1954 al ser consagrado Obispo, se desplaza a la Diócesis de Riobamba en donde vive la mayor experiencia de entrega que ser humano haya vivido como Obispo en nuestra tierra y ve que es hora de cumplir su sueño juvenil, de ser no solo párroco de indios, sino de pastorear toda una grey en la cual más del 70% lo eran. Al escribir el credo que dio sentido a su vida, Mons. Proaño cuando se refería a los valores inculcados por sus padres en su infancia y juventud sostiene “con esa mirada retrospectiva que debo tener para escribir estas páginas, comprendo que de allí parten, mi opción por los pobres, mi estimación a los trabajadores, mi postura inflexible en relación con la verdad y con la justicia, una permanente apertura unida a un inconformismo en relación con la conquista de la libertad, la capacidad de compromiso arriesgado al servicio del bien de los demás y en la proclamación de los valores trascendentales del hombre. Los años de mi infancia fueron una lejana preparación para la misión y tareas que Dios me destinaba”.3 Ya en Riobamba desde su inició su vida fue controvertida. Fue recibido con todo el boato y lujo que ofrecen a los obispos las clases dominantes… pero un hecho sencillo y desapercibido marcó su entrada en esa inmensa y problemática Diócesis: el saludo de un indígena anónimo, descalzo y pobre, con un poncho viejo y raído, que al borde de la carretera se acercó hasta el vehículo que lo conducía a la ciudad y le dijo “Por fin llegaste Taita Amito”. Parece que este recibimiento estremeció su vida y no así el gran banquete ofrecido por y desde los poderes de ese entonces. Pronto se desvinculó de los lazos que le tendía el poder tanto político como social y fiel al método VER, JUZGAR Y ACTUAR – aprendido y trabajado aquí en Ibarra con la JOC- se adentró en los páramos y cerros de esa amplia geografía de su Diócesis para realizar largas visitas pastorales a las comunidades indígenas para así VER la realidad de sus vidas. En esa dolorosa realidad constató la crueldad con la que los terratenientes trataban a los indígenas a quienes incluso vendían como parte de las haciendas; y en cuyo interior mantenían espacios y elementos de tortura. También palpó el despojo de tierra y territorio operado desde la conquista y mantenido por el 3 Mons. Leonidas Proaño en “Creo en el hombre y en la comunidad” pág. 34 Cuarta Edición. poder colonial, y al mismo tiempo verificó cuanta tierra poseía la Diócesis, como fruto de ese despojo y de ese mal reparto… Vital y definitivamente se alineó con los indígenas reconocidos por él como los más pobres entre los pobres, e inició junto con ellos la obra más grande de redención que se haya visto y operado en el Ecuador republicano. “Su vida no gustó jamás a los ricachos del lugar, pues enseñaba en alta voz, a rechazar al opresor” dice en su canción el cantautor Jaime Guevara. Su vida en Riobamba estuvo marcada por la presencia de innumerables conflictos, incomprensiones, persecuciones y acusaciones. Decían que era obispo rojo, comunista, subversivo, terrorista… por el hecho de reclamar justicia, tierra y territorios para los pueblos indios… Y sabemos que su vida estuvo marcada por la opción radical a favor de los derechos de los pueblos indígenas y de los derechos de todos los sectores excluidos de la sociedad y del Estado. 2. SU OBRA: Normalmente al hablar sobre las obras de un personaje importante se describen las obras materiales realizadas: construcción de templos, catedrales, de programas de vivienda, de casas comunales, de centros sociales o culturales, de escuelas, colegios, de caminos vecinales, de carreteras en fin. Las obras de Mons. Proaño no entran en esta categoría. Al igual que nuestro amado maestro y amigo Jesús de Nazareth, su gigantesca obra responde a la descripción del evangelista Lucas4 cuando expresa: “El Espíritu del Señor está sobre mí, El me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor” Fue precisamente Juanita Males indígena kichwa otavaleña quien -cuando Mons. Proaño recibió la “visita apostólica” de Roma (dígase inquisición) para sacarlo de Obispo de Riobamba-, proféticamente le dijo al P. Casanova: “Dígale al Papa Santo que no lo saque de obispo a taita Proaño porque por él ojo ve, oído oye, boca habla… pata nomás no quiere aún caminar, pero caminará” Además del método VER, JUZGAR Y ACTUAR, método probado por la capacidad de generar procesos de concientización y liberación, Taita Leonidas nos enseñó a caminar con los dos pies, eso insistía permanentemente porque “a chula pie no podemos llegar muy lejos 4 Lucas 4,18-19 enfatizaba- Tenemos que caminar con un pie en la fe y otro en la política, un pie en el evangelio y otro en las organizaciones populares” Por esto toda su acción y obra pastoral tuvo esas dos dimensiones: la política y la espiritual, la de entrega a los procesos organizativos y a la vivencia del Evangelio a raja tabla. Su gigantesca obra, profético - redentora desde el punto de vista político tiene que ver con: La devolución de tierras de la Iglesia de Riobamba a las comunidades indígenas aún antes de la realización de la Reforma Agraria, lo cual fue el pecado original de Mons. Proaño allá en los años 58 -60 y desató lo que su fiel Vicario P. Agustín Bravo denominó, “La Revolución del Poncho”. La iniciación de procesos intensivos de concientización para hacer conocer primero los derechos humanos y luego los derechos de los pueblos indígenas. La creación de Escuelas Radiofónicas Populares para alfabetizar a los indígenas en su propia lengua y permitir que salgan del silencio de siglos; y del Centro de Estudios y Acción Social para favorecer programas permanentes de capacitación. La recuperación de la cultura kichwa, de la comunidad, de sus tierras, de sus territorios, de sus valores, principios y tradiciones; de sus formas organizativas y de autogobierno, de su medicina y forma de llevar adelante los procesos de educación… El fortalecimiento organizativo de las comunidades indígenas y la formación de dirigentes. La creación del Frente de Solidaridad de Chimborazo, entidad desde la cual desarrolló un amplísimo trabajo solidario no sólo a nivel nacional sino también latinoamericano. Se destaca aquí la labor solidaria para con los pueblos de Argentina, Chile, Brasil, Paraguay y Uruguay devastados por las cruentas dictaduras militares; así mismo con Cuba y con los pueblos de El Salvador, Guatemala y Nicaragua que vivieron entonces procesos de resistencia heroica… Propulsor de acciones para lograr el cambio de las estructuras injustas fruto del pecado institucionalizado. Crítico y opositor permanente de palabra y obra del capitalismo al que lo calificó como un monstruo que en su sed de ganancias devora pueblos y seres humanos, nos advertía que lo más grave del capitalismo es que tiene capacidad de introyectarse dentro de nosotros mismos. Educador y pedagogo; con la Educación Liberadora alcanzó que los indígenas se pusieran de pie, se organizaran y defendieran sus derechos y sus procesos organizativos. Fue un verdadero Maestro y maestro original: se hizo discípulo de los indígenas, discípulo del pueblo. Con orgullo y satisfacción sostenía aún en el exterior: “Los indígenas me han enseñado” y “todo lo que sé lo he aprendido en la cantera del pueblo, mi universidad ha sido el pueblo”. En 1976 sufrió cárcel y prisión junto con 17 obispos latinoamericanos, sacerdotes y laicos por el delito que reunirse para analizar la situación del continente… y dar una palabra de aliento a los pueblos masacrados. Luego de ser excarcelado proclamó “El Evangelio es subversivo” La participación en cuantos foros, mesas redondas, encuentros, seminarios, retiros, cursos, talleres nacionales e internacionales en los cuales dejaba siempre bien sentada su postura respecto a la necesidad de realizar RECTIFICACIONES y REPARACIONES HISTÓRICAS a los pueblos indios, en todo momento proclamaba su sed de verdad y su sed de justicia. Participación y apoyo a los procesos organizativos propios de los pueblos indios: él promovió creación del ECUARUNARI, del Movimiento Indígena del Chimborazo (MICH), y de la CONAIE… pues sostenía que sin organización no hay liberación. Participación en los 500 años de resistencia en oposición a la fastuosa celebración que por entonces se programaba para celebrar los 500 años del mal llamado “descubrimiento de América”. La creación de la Fundación Pueblo Indio del Ecuador, que represento, y del Centro de Formación de Misioneras Indígenas, como última expresión de amor y entrega a los pueblos indios. Desde el punto de vista ESPIRITUAL Y ECLESIAL también su obra es también profético revolucionaria, al mejor estilo de Jesús: Fue Padre Conciliar, y en ese enorme espacio de incidencia mundial, contribuyó en la formulación del Concilio Vaticano II que desde hace 50 años formuló los más grandes e inusitados cambios al interior de la Iglesia. Conjuntamente, en unión de otros cuarenta obispos de varias partes del mundo, elaboró y firmó, el llamado “Pacto de las Catacumbas”, documento mediante el cual se comprometieron para toda la vida a vivir en la pobreza, a utilizar medios pobres para animar la liberación de los pobres y a trabajar con y por los pobres sin claudicaciones. Se comprometió con la construcción de una Iglesia Viva, de una Iglesia pobre, de una Iglesia “Pueblo de Dios” en contraste con la Iglesia Poder, Jerárquica, aliada a las clases dominantes y obsecuente con los poderes de turno. Se negó a construir la catedral de Riobamba precisamente por ser símbolo del poder eclesial y ante las presiones que recibía de los sectores pudientes proclamó, mi misión es levantar a los indígenas que son los templos vivos de Dios aquí caídos y explotados… “Para mí un indio vale más que la Catedral” Fue forjador e iniciador de las Comunidades Eclesiales de Base, comunidades con las cuales se construyó la Iglesia Viva, la iglesia pobre, comprometida con los procesos de liberación. Desde el Celam (Consejo Episcopal Latinoamericano) con sede en Colombia impulsó la formación de obispos, sacerdotes y laicos de todo el continente, mediante la creación del IPLA, Instituto Itinerante de Pastoral Latinoamericano. Es considerado padre y mentor de la Teología de la Liberación. Los grandes teólogos latinoamericanos Gustavo Gutiérrez, Leonardo y Clodovis Boff, Frei Betto, José Comblin, Pablo Richard bebieron de la espiritualidad y praxis liberadora de Taita Proaño los nutrientes para renovar el quehacer teológico mundial. Su obra tiene que ver con el amor y la defensa de los derechos humanos y la defensa de los derechos de los pueblos indios; con el amor a la madre tierra, a los árboles, al agua y al subsuelo y suelo. Su relación con el árbol de albaricoque y con su perro SINCHI denotaban su ejemplar simbiosis con la naturaleza… Su obra tiene que ver también con la publicación de sus libros, con esa cantidad de escritos que aún están sin editar ni publicar; con sus poemas que nos dan cuenta de su alma de niño y corazón de pobre; con sus innumerables cartas pedagógico- educativas; con sus pinturitas, pequeños iconos en los que se refleja su alma de artista y poeta sanantonense Mons. Leonidas Proaño, hombre sencillo de fe y de obras, es el más ilustre de los hijos no sólo de San Antonio de Ibarra, de Imbarura, sino del Ecuador. Él con el trabajo tesonero de toda la vida logró según la escritora guayaquileña Nila Velásquez, la redención de la otra mitad del Ecuador y sostengo que logró devolver a los pueblos indios, lo más valioso de la existencia humana: LA DIGNIDAD. Su multifacética vida y obra lo consagran como: profeta, pastor, maestro, sabio, defensor de los derechos humanos y de los derechos de los pueblos indios, evangelizador, educador –pedagogo; SER HUMANO, cristiano, impulsor de los procesos de concientización; periodista, escritor, artista y poeta; organizador, ecologista, defensor de la naturaleza, del páramo y la selva; internacionalista, amante de la vida y de los pobres, de los obreros, de los indios; amoroso hermano de camino, fiel amigo y compañero. En su vida logró la identificación total con las culturas indígenas del Ecuador y con el Evangelio de Jesucristo liberador. Jaime Guevara en sus versos dedicados a Mons. Proaño dice: “entre los indios indio fue de poncho kichwa, bronca y fe” y puedo testimoniar que luego de una dulce agonía, al partir su alma a re-encontrarse con el Padre: su ser se transformó en un auténtico Cristo bajado de la Cruz. Y aquí en su Imbabura natal, en Pucahuaico, en su tumba florecida, lo tenemos convertido en tierra. Por su propia voluntad pidió ser enterrado aquí a los pies del taita Imbabura, y desde aquí, desde ese santuario de la inculturación, nos sigue desafiando y evangelizando. ¿No lo sienten? Mons. Proaño a lo largo de su vida logró como buen sanantonense- logró esculpir, logró sacar del alma misma de los indígenas y de sus culturas milenarias lo mejor de sus valores y principios ancestrales hasta lograr no solo la recuperación de su dignidad como seres humanos y como pueblos… sino hasta encumbrarlos al sitial que se merecen, pues sostenía que las culturas indígenas con sus valores están llamadas a transformar esta injusta sociedad capitalista no sólo a nivel nacional sino también a nivel mundial. Confío que al igual que nuestro profeta cada uno ustedes que estudia o trabaja en esta modalidad de educación a distancia que lleva su nombre, siga las huellas de tan ejemplar patrono y logren transformarse en seres de luz, de lucha y de liberación pues van tras Mons. Proaño quien es prototipo del hombre nuevo y de la sociedad nueva que soñamos Quito, 02 de febrero del 2013