ANTROPOLOGIA DEL DESARROLLO Y UN CASO APLICADO A LA SALUD INTRODUCCION Buena parte de su existencia ha sido dedicada por la antropología a la generalización a partir de la comparación cultural. Desde 1970 (según Kotttack) también se va a interesar por la práctica. Para R. Adams, la Antropología aplicada comenzó después de la II G.M. cuando muchos antropólogos se interesaron por los procesos de cambio cultural, confluyendo con los “cambiadores de costumbres”. Así se fue conformando la Antropología Aplicada, que según Kottack se refiere a “la aplicación de datos, teorías y métodos antropológicos para identificar, evaluar y resolver problemas sociales” En los extremos con respecto a la intervención de antropólogo en el cambio cultural se situarían los que consideran la intervención una injerencia inadmisible y expresión clara de colonialismo cultural frente a los que consideran la intervención moralmente justa y éticamente necesaria. Evans Pritchard es un partidario claro de la no intervención frente N. Scheper Hughes (etnografía “moralmente responsable”) y en una posición intermedia se encuentra Paul Rabinow (a partir de su trabajo en Marruecos) Aunque la postura de la intervención y compromiso parezca la correcta, siempre sobrevuela sobre ella el fantasma del poder y neocolonialismo. Sobre esto reflexiona A. Kuper mediante un texto de J. Galtung acerca de un cuadro alegórico en las paredes del palacio presidencia ghanés. Hay que esbozar una crítica antropológica a los modelos de intervención o cooperación para el desarrollo que planifican y ejecutan otros. Aunque no se diga de una forma clara, en toda filosofía intervencionista se transmite una idea de sabiduría y superioridad de los “ilustrados colonizadores” Pero el desconcierto llega cuando muchos de estos proyectos fracasan y no solo, a veces acaban provocando desestructuración en la sociedad nativa. Un estudio de Lance y Mckenna -1975-) sobre 50 proyectos consideró que solo 21 habían tenido éxito y López García et. Al. (2012) llegan a conclusiones muy parecidas (más del 50% de los proyectos de desarrollo implementados en el área maya-ch’orti “no han pegado”). La evaluación hecha desde la antropología no solo lleva a cuestionar el modelo imperante de cooperación paras el desarrollo sino que cuestiona el propio concepto de desarrollo, concebido de manera distinta en función de ideas locales, prácticas cotidianas, conocimientos propios y recursos endógenos. Como antropólogos debemos centrarnos en dos elementos de análisis: reflexión sobre la posibilidad de que desarrollo implique dominación e imposición colonial y valoración de los errores de diseño, ejecución y seguimiento de proyectos. Una de las críticas más comunes es que los proyectos siempre adopta un carácter “de arriba abajo” y de diversos trabajos en poblaciones indígenas de Guatemala (López García) se entresacan dos aspectos para la reflexión: consideraciones que los “beneficiarios” locales tienen con respecto al concepto “proyectos de desarrollo” y capacitación (se verá con un estudio de caso referido a las comadronas tradicionales del oriente de Guatemala PARA UN REPLANTEAMIENTO DE CONCEPTO “PROYECTO DE DESARROLLO” El Proyecto de Desarrollo se ha convertido en un nuevo fetiche exportado desde Occidente (antes los fueron la Biblia y el Manifiesto Comunista). En los últimos dos siglos ha habido 2 modelos en la relación de Occidente con los “otros”: modelo autoritarista despótico (basado en la creencia de la superioridad de occidente) y el de autoridad paternalista, que bebe de la idea cristiana de caridad (da un pez al hambriento). Frente a estos el modelo dominante hoy se suele llamar de la “solidaridad” (no des un pez enséñale a pescar) que se considera como exitoso y tiene mucho de autocomplaciencia. Muchos proyectos se “venden” mediante la expresión de su éxito en titulares contundentes en los medios de comunicación. Junto a eso, en el otro extremo, muchos “beneficiarios” tienen asumida la idea de que “proyecto” equivale a que los promotores e intermediaros van a “llevarse algo al bolsillo” Si en el pasado cercano el proyecto de desarrollo venía acompañado de receptividad positiva, empezamos a encontrar expresiones locales de rechazo, extendiéndose con fuerza un argumentario local nada benévolo con las ayudas que traen las ONG: 1) esas ayudas son susceptibles de corruptela y discriminación y 2º) los proyectos están mal planificados, no son oportunos y no cuentan con apoyo locasl. Frente a esa visión crítica todavía se mantiene una visión autocomplaciente, pero la crítica de ese estilo va tomando cuerpo superando la tesis del desarrollismo e incluso del “etnodesarrollo” (que en la práctica ha tenido mucho de engañoso, puesto que frente a la teoría según las que los proyectos se realizaran con respeto a cultura e intereses locales, los receptores reciben lo que los donantes consideran que deben recibir) que ha supuesto una forma clara de negación de la esencia del don (dar, recibir, devolver) Incluso los proyectos más avanzados de solidaridad etnodesarrollista siguen un modelo parecido a este: prospección, reunión con la comunidad y preguntas acerca de sus necesidades, lluvias de ideas y a partir de ahí se arma el proyecto. Las necesidades son las “esperadas” y parecen dictadas desde occidente, de tal manera que están claramente reflejadas en las herramientas metodológicas de la FAO para el Diagnóstico Rural Participativo, una de las cuales es el “diseño gráfico de la comunidad de futuro” que tiene mucho de representación de “mundo feliz” tras el proyecto de desarrollo. Ver ejemplo del Movimiento de Acción solidaria y el “campesino Don Paco” como ejemplo de la moderna retórica de historias ficticias con final feliz, Incluso a veces no es difícil escuchar a los propios campesino ch’orti’ reproduciendo esquemas similares a ese idealizado campesino. “linda se ve la comunidad con las letrinas” No solo es cuestión de que los proyectos sean atractivos y necesarios para los receptores sino que también es cuestión de que se ejecuten bien, o sea, que no provoquen males y desestructuraciones más graves que los beneficios que reportaría. Una vez finalizados los proyectos los beneficiarios nunca son los que aparecían en el diseño previo sino que hay un importante grado de discontinuidad. Si no se quiere ser ingenuo se debe admitir que ellos piden lo que nosotros entendemos que deben pedir, aquello que está en nuestra agenda imaginaria de proyectos y en nuestra idea preconcebida de desarrollo. No obstante hay proyectos que “pegan” y eso nos lleva a la reflexión sobre las posibilidades y utilidades de los diálogos significativos. REPENSANDO EL CONCEPTO DE CAPACITACION. COMADRONAS TRADICIONALES EN EL ORIENTE DE GUATEMALA Uno de los consensos más importantes a los que ha llevado la antropología es a relativizar concepciones universalistas en torno a binomio salud-enfermedad. Los cuerpos de los enfermos no son solo entidades biológicas sino también culturales y todo sistema de aflicciones lleva aparejado un sistema terapéutico y como no hay un sistema que integre todas las aflicciones posibles, no hay un sistema terapéutico universal. Cuando diferentes sistemas médicos entran en contacto generalmente ha sucedido que uno de ellos ha tratado de imponerse sobre el otro. El dialogo raramente ha existido y el resultado ha sido un incremento del dolor personal y comunitario. Aguirre Beltran sostiene que a pesar de venir sobrecargada por la religiosidad del medievo, la orientación básica de la medicina que llevaron los españoles a América era racionalista (racionalismo incrementado con la teoría de los gérmenes). Solo mucho más tarde, con el desarrollo de la medicina psicosomática se hizo ostensible la debilidad de la motivación biológica como causa única de enfermedad y propició la llegada de la medicina comprehensiva. La medicina indígena enfocaba la causalidad, en lo referente a la enfermedad en un marco opuesto al racional. Con esa divergencia, ambas medicinas subsisten en lo que Aguirre llama “adaptación comensal”, es decir el nivel más bajo de aculturación. Aguirre propone la aparición a mediados del XIX del concepto de una nueva medicina (de fusión) que integra racionalismo y emotividad. El concepto (propuesto por Holland) da a entender que es la fusión y no la sustitución el más importante criterio para entender el cambio médico. (ejemplos pag.273-274) El concepto de fusión es cuestionable y se puede hablar de una medicina indígena aditiva y una medicina occidental artificialmente integrativa. Como ejemplo de ese intento de la medicina occidental de imponerse se estudia el sistema de comadronas tradicionales del oriente de Guatemala. Como dice Menendez: “la biomedicina tiende a expandirse sobre las prácticas y representaciones populares, no solo se va constituyendo en ellas, sino que su proceso expansivo suele exigir la subalternización de otras formas de atención de la enfermedad. Actualmente las comadronas tradicionales están en una situación de desconcierto que llevan dos o tres décadas porque está siendo muy difícil la articulación de un modelo biomédico con otro tradicional de comadronas. Las actividades propias de las comadronas se reducen hasta tal punto que parecen obreras auxiliares y se ocupan de la parte meramente técnica del embarazo, pero en el pasado no fue así sino que se tenía un reconocimiento de su valor y carisma construido más allá de lo técnico, basado en los conocimientos de tres tipos de terapeutas tradicionales (shucureros –curanderos-, hierbateros y sobadores/componehuesos) que vienen inspirados directamente por dios. Desde un precario equilibrio el eje se va descentrando y gana terreno la idea de que una comadrona capacitada es una comadrona que se aleja de la brujería. En el choque entre ambos sistemas se observa claramente el triunfo del biomédico. Hace unos 40 años comenzaron las capacitaciones de comadronas tradicionales y pareció establecerse un contrato tácito preciso: estas seguirían conservando su carisma simbólico y empírico pues continuarían rezando, sobando y recomendando hierbas y desviarían al centro de salud los casos de embarazo y parto complicado y también a usar medicina y tecnologías procedentes de la biomedicina. Sin embargo estas comadronas quieren pasar desapercibidas en cuanto a su valor y pericia curativa. El temor a ser acusada de embaucadora, supersticiosa o brujas explican el deseo de que no salga a la luz su mérito.