El Gran Cisma de Occidente (1378-1417)

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El Gran Cisma de Occidente (1378-1417)
La lucha entre Roma y Aviñón fue causa de un mal mayor: el gran cisma, que
dividió a la cristiandad occidental durante 39 años. Desde 1378 hasta 1409 hubo 2
Papas: el de Roma y el de Aviñón; después, tres: el de Roma, el de Aviñón, y el de
Pisa.
El Gran Cisma de Occidente, además de disminuir la autoridad, rompe por la mitad a
la Iglesia Católica. Los fieles vivieron 39 años sin saber quien era el verdadero
Papa. El descrédito del Papado aumentó el poder de las iglesias nacionales.
1. Causas del Cisma de Occidente
El Gran Cisma de Occidente se debió principalmente a la rivalidad entre los
cardenales franceses y los italianos; cada partido quería un Papa de su respectiva
nación. Así se llegó a establecer el doble papado, uno en Roma y otro en Aviñón,
opuestos entre si, que dividieron la cristiandad de Europa occidental, ocasionando un
profundo descontento en la Iglesia.
2. Origen del Cisma
A la muerte de Gregorio XI, se reunieron los cardenales residentes en Roma sin
esperar a los ausentes; eran 11 franceses, 4 italianos y un español, Pedro de Luna. El
pueblo romano se reunió en la plaza vaticana pidiendo un Papa romano. En la mañana
del 8 de abril, los cardenales eligieron un italiano, que tomó el nombre de Urbano VI.
Diez días después los cardenales asistieron a la coronación y prestaron obediencia al
nuevo Papa. Muy pronto el carácter intransigente de Urbano VI con los cardenales, el
disgusto de muchos de estos porque el Papa no quería volver a Aviñón y los
apremiantes requerimientos del rey de Francia crearon una situación peligrosa que
terminó en cisma.
Un grupo de cardenales franceses se alejó de Roma cuatro meses más tarde y publicó
un manifiesto proclamando inválida la elección de Urbano VI por falta de libertad;
luego procedió a la elección de un nuevo Papa, que tomó el nombre de Clemente VII,
el cual fijó su residencia en Aviñón.
3. Desarrollo del Cisma
Al ocurrir la muerte de Urbano VI, los cardenales de Roma eligieron sucesivamente a
Bonifacio IX (1389-1404), a Inocencio VII (1404-1406) y a Gregorio XII (1406-1415).
Los cardenales de Aviñón hicieron lo mismo a la muerte de Clemente VII, eligiendo a
Pedro de Luna, que tomó el nombre de Benedicto XIII. A pesar de haberse
comprometido a renunciar, si fuera necesario, para poner término al cisma, no cumplió
su palabra cuando llegó el caso.
Los serios perjuicios causados por el cisma a la Iglesia, movieron a muchos a ponerle
fin. La Universidad de París propuso tres procedimientos: 1°) la abdicación de los dos
Papas; 2°) La reunión de un concilio para decidir autoritariamente; 3°) un compromiso
entre todos para someterse a la decisión de un árbitro. Prevaleció el segundo. La
mayor parte de los cardenales de Gregorio XII y Benedicto XIII convinieron contra la
voluntad de ambos, celebrar un concilio en Pisa en 1409.
A él asistieron 34 cardenales y numerosos obispos y
teólogos y embajadores de las naciones. La celebración
se basaba en el principio de la superioridad del concilio
sobre el Papa, teoría muy extendida entonces. El concilio
de Pisa fue contraproducente, pues depuso a dos Papas y
eligió uno nuevo, Alejandro V, a quien luego sucedió
Juan XXIII, con lo que hubo tres Papas.
4. Fin del Cisma
El anhelo de la cristiandad occidental de acabar con el
cisma, se logró en el concilio de Constanza. Se llegó a
obtener primero la renuncia de Juan XXIII y luego se le
obligó a mantenerla, y también renunció Gregorio XII,
después de reconocer al concilio. Sólo el Papa Luna se
negó a abdicar, por lo que fue depuesto, retirándose, al
verse abandonado de casi todos, a la fortaleza de
Peñíscola en España.
Entonces (11 de noviembre) se eligió a Martín V (14171431) a quien reconocieron todas las naciones de la
cristiandad.
Losa de bronce representando a Martín V, Tumba de Martín V en la
cripta de la confesión de San Juan de Letrán (delante del altar),
probable obra de Donatello.
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