1 "El hombre transparente" Juan Gargurevich La arremetida periodística sobre los "clones", esto es, la posibilidad de reproducción idéntica de seres vivos, ha impedido que otra gran aventura científica obtenga la difusión que se merece. Y a la vez que se promueva el debate sobre su pertinencia periodística pues mucho más que el caso de las ovejas y los monos duplicados, el experimento llamado "hombre transparente ("the visible man") estremece al lector corriente aunque regocija a los científicos. La historia es sencilla: un proyecto científico norteamericano buscaba desde 1988 lograr un modelo computarizado de un cuerpo humano, un "cadáver virtual". Y no habían podido encontrar el espécimen perfecto. La oportunidad llegó cuando un condenado a muerte de Tejas donó su cuerpo a la ciencia y fue elegido por los médicos como el futuro muerto virtual. Así, apenas la inyección letal terminó con la vida de Paul Jernigan, a la medianoche del 5 de agosto de 1993, un equipo científico congeló su cuerpo y en cámaras especiales lo trasladó a u laboratorio a Colorado. "Era el mejor ejemplar de todos" afirma el jefe del proyecto con la desaprensión de los patólogos. "Todo estaba perfecto, salvo la ausencia de apéndice, un diente y un testículo; lo elegimos entre tres candidatos y le pusimos el número 6022...". El paso siguiente fue cortar a Jernigan en secciones y finalmente en finas tajadas ("slices" dice la revista Life) para llegar a 1 878. Todo esto iba siendo fotografiado, registrado por cámaras especiales recaudándose información por un total de 126 gigabytes, unos 25 CD-Rom. El resultado puede verse en la revista Life en versión, digamos, periodística; se muestra otra más exacta en el WWW de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos y hay, finalmente, la versión completa que requiere una computadora de una gran capacidad de memoria, lo cual está restringido a instituciones, etc. Ante el éxito, el Dr. Spitzer encaró el reto de una "Visible Woman" obteniendo el cadáver de una señora muerta de un infarto que no afectó su anatomía más allá de la zona cardiaca. Esta vez, los médicos han logrado 5 189 tajadas... El experimento ha sido descrito en detalle por las revistas científicas para conocimiento de los médicos pues efectivamente representa un gran adelanto para la ciencia la posibilidad de colocar en la pantalla de la computadora secciones reales del cuerpo humano para estudiarlos en detalle y mucho mejor que en el gabinete de patología de la 2 Universidad. Lo cuestionable parece ser el traslado de la historia a los espacios periodísticos en vulgarizaciones redactadas por colegas que parecen estar más interesados en la movilización de sentimientos que en los avances científicos mismos. Pero están además de por medio los afanes publicitarios de las instituciones o personas que conducen estos nuevos avances que no parecen ya tener límites de imaginación y ante los cuales la fantasía misma resulta escasa. ¿Cómo fue y por qué -nos preguntamos- que los experimentos científicos hallaron lugar en la prensa? ¿Quién sería el periodista que descubrió que aquellos detalles que estremecen podían interesar a muchos lectores? La prensa amarilla norteamericana comenzó ubicando fenómenos de la naturaleza e incluso inventándolos. Y se hizo gran negocio de ellos como en el circo Barnum o el legendario "Es verdad aunque usted no lo crea" que muestra en su museo de Nueva York un esqueleto de sirena. La televisión ha recogido este descubrimiento y lo aprovecha con sabiduría, como es el caso de programas que muestran operaciones cruentas y terribles en un espectáculo destinado a personas que no tienen más relación con la medicina que sus propias enfermedades, hiponcondrías y otros fantasmas . "El hombre transparente" fue opacado, repetimos, por las fantasías periodísticas de los clones y en las que se ha llegado a afirmar que sería posible hacer nacer un par de Hitlers o de Stalins, una especie de fábrica de monstruos a la orden. ¿Quién pone los límites? Aquí retornamos a los viejos principios de responsabilidad que deben presidir la profesión periodística y reclamar que los cursos de ética y deontología sean considerados obligatorios y preferentes en las instituciones formadores de periodistas. De otra manera, la distorsión iniciada por Life bajo máscaras científicas, será caricaturizada en Lima de alguna forma que no deseamos ni siquiera imaginar.