Viaje a la profundidad de la selva misionera

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2 de mayo de 2015
ECONOMÍA. PAGINA/12 RECORRIÓ DOS YERBATALES DONDE LA EXPLOTACION LABORAL ES
PARTE DEL PAISAJE
Viaje a la profundidad de la selva misionera
El Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios (Renatea) denunció penalmente el
año pasado 746 casos de trata de personas con fines de explotación laboral en el sector rural.
Cómo viven las víctimas de ese infierno.
Por Sebastián Premici
El Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios (Renatea) denunció penalmente el
año pasado 746 casos de trata de personas con fines de explotación laboral en el sector rural. A su
vez, los menores de edad rescatados en situación de vulnerabilidad fueron 50. Es la historia
repetida de trabajadores golondrina, peones de la Pampa Húmeda, u obreros de la yerba
misionera. Página/12 viajó la semana pasada a Misiones para recorrer dos yerbatales de
empresarios de esa provincia y ofrecer los testimonios de las víctimas de la trata y la precariedad
laboral.
Los caminos pedregosos, empinados o en bajada, de tierra roja y densa por la lluvia de los días
previos dan paso a los distintos yerbatales de Misiones. Algunos ofrecen tranqueras, otros
solamente pueden ser hallados por quien conozca bien los vericuetos entre las malezas y los
montes. Los campamentos en un yerbatal de 130 hectáreas pueden multiplicarse por cuatro. Los
empresarios tienen la costumbre de mover a los tareferos según sus necesidades o urgencias
frente a una inminente inspección. Pero hay algo que resulta invariable: la precariedad en la que
viven, en carpas improvisadas de lona, colchones al ras del suelo, sin agua potable para beber, sin
un lugar higiénico para guardar la comida. Conviven con sus hijos, hijas o bebés. Los pañales
desperdigados por cada uno de los campamentos son un testimonio de esa vulnerabilidad.
Aunque de a poco, algunos tareferos comenzaron a romper, de la mano del Estado, ese cerco de
silencio que los dominó por generaciones.
Trata por tres
“Para dormir teníamos camas de tacuara cortada y el colchón arriba, dormíamos a diez
centímetros sobre la tierra. Teníamos que tener cuidado de las arañas, víboras. Nunca tuvimos una
casa, un galpón grande. A mí me sorprendió una señora con una nenita descalza yendo a tarefear
en pleno mediodía. Yo tengo mi hija que a veces la reto porque no querés que le agarre un asoleo.
La criatura esa estaba en el yerbatal pasando hambre. La que paga es la criatura.” El testimonio
corresponde a David, un tarefero que conversó con Página/12, cuya real identidad será
preservada.
El denunció ante el Renatea al secadero Establecimiento Alto Verde, de Gamarra Hermanos SRL,
cuyo titular es Francisco Antonio Gamarra. El organismo formuló la denuncia penal por trata
laboral ante el Juzgado Federal de Primera Instancia de El Dorado, Misiones.
Para acceder a este yerbatal hay que tomar el Camino Vecinal, a tres kilómetros de la Avenida
República Argentina y la ruta provincial 19, en la localidad de Wanda. Gamarra es un reincidente.
Ya acumula tres denuncias penales, una por trabajo infantil y dos por trata laboral.
“Teníamos que laburar forzado, unas diez u once horas. Desde las seis de la mañana hasta las seis
de la tarde. ¿Has visto cómo se saca la yerba sobre la espalda? Tenés que sacar 100 kilos y caminás
doscientos o trescientos metros hasta el camión, no tenemos carrito, hacemos todo con la mano.
No hay un respeto al trabajador. Lo único que quieren es llenarse los bolsillos. Ahora nadie me
quiere dar laburo porque saben que voy a denunciar”, narró a este diario David.
La otra modalidad que se repite es la manera que tienen los tareferos de acceder a la comida, o las
provisiones necesarias para vivir. Deben comprar exclusivamente en la despensa que es manejada
por el mismo dueño del secadero. Es el modelo inspirado en La Forestal, empresa que les pagaba a
sus trabajadores con papelitos que sólo servían en las despensas de la propia empresa.
“Gamarra tiene un establecimientos en Esperanza, tiene su secadero, depósitos, tiene inclusive la
cantina, que es como su propio mercado.
–¿Les pagaban poco? –preguntó este diario a David.
–Un litro de leche nos salía 70 pesos, un kilo de carne, 65 pesos. Pero no te mandaban un kilo de
carne, te daban un pedazo de hueso de 800 gramos y 200 gramos de carne. Es la realidad, chupar
hueso. Para que te salga redondeado tenés que acampar entre 7 u 8 personas. Pero hay familias
enteras trabajando, con dos o tres chiquitos. Laburan sólo para comer. Encima Gamarra quiere ser
intendente en Puerto Esperanza, pueden verse todos los carteles en los camiones”, agregó David.
Los secaderos les proveen la yerba a los molinos, que pertenecen a las grandes marcas, y de ahí
sale fraccionada hacia los comercios, almacenes, supermercados. En la provincia existen
aproximadamente 15.000 tareferos y 500 contratistas. Algunos trabajadores saben de la existencia
de una nueva Ley del Peón Rural, pero pocos se atreven a hacerla valer. Aunque los más jóvenes
van perdiendo el miedo a costa de saber que en su próxima tarefa terminen de la misma manera.
Gamarra fue denunciado una vez en 2014 y en dos oportunidades en lo que va de este año. El
trato inhumano no varió.
Nómades
En la localidad de San Vicente, sobre la ruta provincial 219, está el secadero del empresario Ignacio
Kleñuk. Son aproximadamente 130 hectáreas, que según sus trabajadores produce un millón de
kilos de yerba. La facturación anual del yerbatal ronda los 4 millones de pesos. Kleñuk tiene varios
campos, además de su “despensa”. Página/12 recorrió parte del establecimiento. Algunos
campamentos estaban a la vista desde la ruta, en otros había que caminar entre las líneas de las
plantaciones. Los distintos campamentos abandonados dan cuenta de que los tareferos son
nómades dentro de su vulnerabilidad. Los capataces los mueven según la zona donde estén
tarefeando o son relocalizados luego de haber escapado del campamento anterior.
Nelson trabaja de lunes a viernes, lo que le dé el cuerpo, según relata. Trajo del pueblo Las Quintas
su colchón y herramientas. Antes de llegar al yerbatal tuvo que pasar por el supermercado San
José, propiedad de Kleñuk. Está con su hermano, José. Una sola vez en su vida trabajó en blanco.
Página/12 se los cruzó mientras estaban yendo a una de las carpas, antes ocupada por otra
cuadrilla. Los pañales y biberones desperdigados sobre la tierra húmeda atestiguaban la presencia
de bebés con sus madres.
–¿Dónde toman agua? –les preguntó este diario.
–Ahí, a cien metros, en la vertiente –respondió Batista.
Los cien metros fueron trescientos, había que descender por un camino algo rocoso, algunas
mangueras tiradas en el suelo presuponían que al menos tendrían una bomba para extraer el
agua. La vertiente era nada más que un reducido espacio, algo más grande que una zanja. Ahí
saciaban su sed, se bañaban y tomaban el agua para cocinar.
Llegaron ahí con la promesa de recibir 450 pesos por tonelada, cuando el precio acordado
oficialmente, en mano y en blanco, ronda los 600 pesos. No todos llegan a levantar en sus
espaldas 1000 kilos por día. Mientras que Página/12 conversaba con los dos hermanos, sobre la
ruta circulaba un camión con más tareferos yendo hacia otro campamento.
–¿Alguna vez escucharon hablar de la Uatre y el Momo Venegas? –quiso saber este diario.
–Síiiii –José alargó su respuesta como si estuviese recordando algo. “Los de Uatre venían y
arreglaban con los patrones. Por ahí alguien hacia la denuncia, y le decían al patrón “ése te
denunció”. Y se iban y nosotros nos quedábamos igual.
José y Batista siguieron su camino. Página/12 buscó dónde se había detenido ese camión con
tareferos. Luego de caminar 600 metros, allí estaba. Había mercadería descargada, en bolsas del
mercado San José, el Buen Ojo y Regalería Ojitos. Todo de Kleñuk. Era el principio de un nuevo
campamento. Pero los tareferos se habían escondido.
LOS DATOS DEL RENATEA POR REGION Y POR SECTOR
El mapa de la explotación laboral
Por Sebastián Premici
Durante el período 2013-2014, el Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios
(Renatea) fiscalizó 1200 establecimientos, con un total de 24.000 personas relevadas. El total de
víctimas de trata laboral según las denuncias formuladas por el organismos ascendieron a 746 el
año pasado. Este total de víctimas corresponden a 16 denuncias penales. A su vez, en lo que va de
2015, el total de posibles víctimas de trata laboral asciende a 50.
El Renatea sólo tiene la capacidad de policía para fiscalizaciones laborales, por eso para abordar
esta problemática trabaja en conjunto con la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas
(Protex), el Ministerio de Trabajo de la Nación y las carteras provinciales. Los peones rurales
rescatados son trasladados a sus respectivas provincias. Durante la gestión de Gerónimo “Momo”
Venegas al frente del viejo Renatre (20022011), la fiscalización fue tercerizada a una empresa
vinculada a Eduardo Duhalde.
Según la información del Renatea, las 16 denuncias penales corresponden a casos de la ciudad de
Concordia (Entre Ríos) con 120 presuntas víctimas de trata laboral; en Areco (provincia de Buenos
Aires), se rescataron 106 personas, mientras que en el resto de la provincia de Buenos Aires
fueron 145. Los casos en Corrientes fueron 224. Le siguieron en relevancia Misiones, con 32
víctimas, incluidas las denuncias narradas en la crónica central, y el caso de Ramón Puerta,
denunciado penalmente el 30 de enero del año pasado. En San Juan hubo 45 víctimas, seguido por
Córdoba (32), Salta (18), Santiago del Estero (17) y Santa Fe (7). En 2008 se dictó la Ley 26.364 que
tipificó la trata de personas como delito federal. Del total de casos de trata con fines de
explotación laboral, el 90 por ciento fueron identificados en actividades agrícolas y de fabricación
de productos textiles.
spremici@pagina12.com.ar
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