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Palabras disertadas por el Lcdo. Jaime Véliz Litardo en su discurso de rigor durante el Homenaje que le
rindieron sus amigos el jueves 17 de diciembre de 2009, en el Restaurante “EL CANTONES” de la Ciudad de
Guayaquil.
Contenido:
“Señoras, señores, señores profesores, compañeros míos, compañeras, hermanos, gracias por vuestras
presencia aquí esta noche.
Debo agradecer también la presencia, de un grupo de varones de la patria a quienes conocí y trate en mí
trajinar periodístico y siempre los considere pro hombres de la patria. GRACIAS POR VUESTRA PRESENCIA.
Con profunda emotividad, estoy aquí para agradecer por tan con vivísimo gesto de los amigos aquí presentes.
Es tan enorme el cúmulo de emociones que se mueven dentro de mí que se me hace difícil trazar una línea
correcta, adecuada, a lo que quiero decir. Más voy a hacer un esfuerzo.
De acuerdo a ese esfuerzo debo comenzar diciendo que la Institución era muy pequeña hace 45 años y muy
inmensa hoy, se mueve bajo un común denominador que es de la AMISTAD. Esa es una de las fuerzas motrices
que la impulsan hacia el futuro y lo que es más importante: hacia la concreción de sus objetivos.
En base a esa amistad los señores profesores de la ESPOL, que son el nervio motriz de la institución, la guía de
la institución, son el gran impulsor de todo en cuanto, y que en tan poco tiempo, ha conseguido la Escuela
Superior Politécnica del Litoral.
Esa amistad precisamente, ese intercambiar de conceptos, de criterios, de ideas, de angustias, de ambiciones,
llevo a la ESPOL a emprender una primera posición firme y enérgica en su vida, en aquel tiempo en que se
suprimió el examen de ingreso, a la Universidad, y que produjo una mal hadada masificación en la Universidad
Ecuatoriana, de aquello se excluyo la ESPOL porque tomo una decisión: “si nosotros aspiramos a formar
profesionales de categoría destinados a la gerencia, a la asesoría, a la consultoría tenemos que asegurar la
valía de los que ingresan y la valía así mismo, de su formación académica.” Aquello hizo que la ESPOL proceda
a no acatar una disposición relativa al libre ingreso y mantuvo los exámenes de admisión y los mantuvo con el
rigor necesario. Este particular nos ha permitido formar una legión de excepcionales profesionales que dirigen
el quehacer de la Patria, en buena parte dentro del sector público y en muy buena parte del sector privado por
donde usted ve al ejecutivo, al orientador politécnico formado al más alto rigor académico, formado en
condiciones tales que están cumpliendo con sus deberes en los requerimientos propios del País, para superar
el lamentable estadio socio económico en el que hoy se debate el Ecuador.
Se llego a tal punto que la Escuela Superior Politécnica no integro el Consejo de Educación Superior que
conformo el de ayer era el CONESUP de hoy. Cuando eventualmente asistía a sus sesiones, sus delegados lo
hacían en calidad de observadores, no de miembros del CONESUP, eso se mantuvo, y el tiempo le dio sobrada
razón y eso hace pensar el que uno no está equivocado cuando dice: Que Grande que es la ESPOL.
Fíjense ustedes que esa amistad a la que se sumo el sentido de responsabilidad y se sumo una capacidad de
soñar, pero soñar despierto y con los pies bien puestos en la tierra. Se pensó en que el sitio en que estábamos
en las Peñas pronto estallaríamos y como resultado de esa inquietud surgió un plan de desarrollo físico y
académico y se prendió en ello. En la Politécnica había ingenieros mecánicos, en petróleos, eléctricos, etc.
Pero no había arquitectos y urbanistas, sin embargo esos ingenieros pusieron en marcha una idea que para
muchos, aquí hay gentes que recuerda eso, que pensaban que quienes movían ese proyecto estaban soñando
o eran locos.
Escasos treinta años después, ese sueño que era una utopía entonces, es hoy una hermosa, pujante y ejemplar
realidad.
El Campus Politécnico Gustavo Galindo Velasco es un prototipo arquitectónico para la formación de unidades
de formación superior. Eso lo hicieron los politécnicos, no eran arquitectos, no eran urbanistas, que en una
ocasión se contrataron y ahí se reafirma la grandeza de la ESPOL.
Pasan los días, no los años ni las décadas, los días nada más y la Institución ya ha concretado su plan de
desarrollo físico y académico, cuya parte principal era el Campus Politécnico actual y emprende una serie de
trabajos de investigación científica, de investigación de no tratar de descubrir si el maíz hace crecer o no, sino
a tratar de resolver problemas específicos de la realidad nacional.
Y así exhibe proyectos que pueden considerarse magníficos como el almacenamiento del Gas, proyectos reales
como el de Ancón, cuando estaba eso desestimado en el tacho de basura. La ESPOL dijo NO, todavía tiene
capacidad de producción. Se dedico a ello y los resultados están ahí. Buena parte de la obra pública de la
provincia de Santa Elena ha sido hecha por la ESPOL con cargo a los fondos, a los recursos, que producen el
proyecto Ancón. Y eso ha servido también para que la Politécnica destine buena parte de sus recursos a la
formación, preparación, al mejoramiento de su personal y a darles la oportunidad de elevar más sus
conocimientos a través de títulos de más alto nivel académico. Eso es lo que da fuerza a la institución y la
hace primero entre todas. Y se encuentra entre las mil más importantes del mundo.
Este es un país pequeño donde impera el localismo, el resentimiento de una ciudad contra otra, una región
contra otra y la desestimación de valores. Entre dientes el informe del CONESUP reconoce que la ESPOL es la
primera en el País pero no lo dice, no lo afirma de manera enfática.
Hace ocho o diez años se fundó una Universidad con mucho dinero y publicaba todos los días, en todos los
diarios del País, diciendo que contaba en su planta docente con 72 Ph. D. y La ESPOL modestamente tenía tres,
entre ellos el Dr. Alfredo Barriga, Dr. Jorge Calderón y el Dr. Moisés Tacle y pare de contar. Pero la ESPOL se
empeño en que debía elevar la calidad de sus profesores para poder elevar la calidad de la formación del
personal a graduarse. Y en menos de diez años, las cifras se invierten, la ESPOL tiene hoy aquí en Guayaquil 42,
43 o 44 Ph. D. más 30 a 35 que ya terminaron y están defendiendo sus títulos pero que vienen, es decir en el
año 2010 la ESPOl tendrá, nada más ni nada menos que 70 a 75 profesores Ph. D.
Vale recalcar que grande qué es esta Institución, que en cincuenta años ha remontado y ha logrado hacer lo
que otras entidades con mayor capacidad económica, con mayor capacidad humana, etc., no han logrado
hacer en 200 – 300 años. Eso es lo que hace importante a esta institución, en la cual he convivido gran parte
de mi vida, he puesto mi modesta capacidad intelectual, mi modesto concurso y hoy que me retiro de ella y no
lo hago con pena, no lo hago con nostalgia, lo hago con orgullo, con la suficiencia de haber servido a la
Institución que ha demostrado con hechos al País, que es fácil hacer muchísimo con tal solo un poco de
voluntad, un poco de esfuerzo, con un poco de solidaridad. Ese es el alma mater que nos acoge, que nos ha
acogido siempre.
Ahora que me voy, veo como las nuevas generaciones de estudiantes y profesores que surgen son de elevada
capacidad que se puede confiar en ellos, se puede tener Fe en esta institución que superará, aún más, los
niveles elevados que ya los han alcanzado. Eso por una parte.
Por otra parte, en esta noche de emociones, felizmente no soy muy fácil para aflojar una lagrima que si me da
vuelta en el ojo, es cuando veo un grupo humano montubios como yo que están aquí dándome su aliento,
insuflándome esperanzas, creándome Fe en lo que Yo puedo hacer y en lo que el hombre ecuatoriano puede
hacer.
Son mis coterráneos Vinceños que provienen de una tierra a la que llamo el profesor Ángel Veliz Mendoza la
tierra linda. De ese pueblo vienen ellos y de ese pueblo vengo Yo. En ese pueblo, que brinda frutos ubérrimos
de su tierra, se entrego también una legión de formidables maestros. Vinces ha sido tierra de maestros. A ellos
están vinculados los hombres vinceños, las mujeres vinceñas que hoy me acompañan y lo cual del modo más
rendido agradezco. De allí vengo, de allí extraje fuerzas para superarme en lo posible, sobrevivir y tornar la
vida pasiva con el alma blanca, la mente limpia, el corazón fresco y la voluntad de expresar mi concurso en
cuanto Yo pueda hacerlo, con la mejor buena voluntad. Porqué Yo vengo de una tierra en la que el honor es
mucho, la dignidad lo es todo. Gracias hermanos por vuestra presencia aquí.
Y debo referirme de modo muy especial a un grupo de hombres que valen para mí un potosí no de plata sino
de oro. Es la presencia de un grupo de hombres como el Dr. Ángel Duarte Valverde, prominente ecuatoriano,
que fue por quien vine a la Institución.
La presencia de de hombres como el Ing. Luis Parodi Valverde, quien pienso Yo es la concreción cuasi perfecta
de un sueño de hace cincuenta años: Formar ingenieros, que además de ingenieros no solo construyan, sino
que asesoren, sirvan de consultores, dirijan la Patria. Él lo alcanzo todo, él sí, para mí, es un ejemplo cuasi
perfecto del sueño inédito que un día tuviera el Dr. Walter Valdano Raffo.
Me agrada sobre manera la presencia del Dr. Fernando Tamayo Rigail, un guayaquileño de factura de llevar,
realizador de otro sueño: la modernización absoluta del sistema registral, que parecía una quimera, que hoy
ya no es tanto porque es más allá que un sueño. Con voluntad, con energía, con dedicación, con visión.
Hombres como el Econ. Felipe Orellana Albán, el creador de la reserva Daule Peripa, prominente ecuatoriano,
a quien tuve el privilegio de conocerlo cuando él estaba en la flor de la producción, en pro y pre del País. Son
ellos constructores de la patria, constructores de la Ecuadorianidad.
Gracias por vuestra amistad de siempre, gracias por vuestra presencia. Por no prolongar más esta charla de
agradecimiento, solo debo decirles que en Vinces y en la ESPOL está mi corazón, que en Vinces y en la ESPOL
están mis sueños, ilusiones y esperanzas. No digo Guayaquil, porque (esto lo digo en broma) en algún
momento el Municipio de Guayaquil distribuyo una propaganda que decía “Aquí todos somos Guayaquileños”
y Yo la pegue en mi ventana. Y algún vecino dijo: ¿Cómo es esto que usted es Guayaquileño? ¿No eres
Vinceño? Respuesta: Soy Vinceño, porque nací en un territorio que fue de la Republica de Guayaquil
Independiente: Soy Guayaquileño.
Mi buen nombre, hizo crecer es mi pensamiento. Guayaquil es grande con el concurso de todos y en ese
concurso de todos hay un elevado porcentaje de la montubiada ecuatoriana. Los que somos mestizos,
indiferentemente, los que estamos aquí viviendo esta ciudad, ayudando a esta ciudad con nuestra mente, con
nuestro corazón y con nuestro anhelo.
Mi gran virtud para Guayaquil que me acogió, mi corazón para ustedes y mil gracias para todos.” Aplausos.
- Jaime Véliz Litardo (2009.12.17; Guayaquil – Ecuador; Restaurante “El Cantones”).
Transcripción elaborada con el concurso de la Srta. Adriana Jiménez y Vicente Riofrío.
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