Una vileza política El PP hace tiempo que rompió las reglas pactadas y los modos democráticos, y decidió modificar unilateralmente con su sola mayoría las leyes, los procedimientos y los amplios acuerdos establecidos, para despejar el camino a la imposición de unas políticas que rechaza la mayoría de la población. Al mismo tiempo exhibe constantes muestras de su completa insensibilidad ante las masivas protestas de los trabajadores y del resto de ciudadanos -huelgas, manifestaciones, marchas, encierros- contra sus agresiones a los servicios públicos y a las prestaciones sociales, reduciendo toda legitimidad democrática a la derivada del último proceso electoral general, permitiéndose sin embargo al mismo tiempo ignorar paladinamente los compromisos con que concurrió a las mismas, y que ha violado entera y sistemáticamente. Pero como quiera que aún esto puede resultar insuficiente, no tiene inconveniente en recurrir a la adopción de medidas de represalia laboral contra aquellos que, como Patricio Hernández y otros compañeros, levantan la voz contra sus injustas decisiones, dando así un paso más en el envilecimiento de la política, que alimenta a su vez sin cesar el desprestigio de su ejercicio y la desafección cívica de la misma, lo que quizás constituya también una aspiración no confesada de la cultura y el proyecto político de la derecha española. Ha utilizado en este caso la posibilidad que le brinda el abuso de la discrecionalidad política en el nombramiento "provisional" de los funcionarios que dirigen técnicamente los servicios públicos, consecuencia de una deliberada voluntad partitocrática de impedir la profesionalización de estos puestos, como forma de sujetar a quienes los ocupan a la obediencia política. Esta anacrónica situación es fuente estructural de todo tipo de distorsiones del trabajo profesional, pasto de clientelismos y factor favorecedor de la plaga de la corrupción, y hace ya mucho que debía haber desaparecido de la vida pública. La mayoría de los ciudadanos ha expresado de muy diversas formas que hace falta una profunda regeneración de nuestra democracia, un cambio radical en las formas de organización de la participación política que permita devolver ésta a los ciudadanos, expulsados ahora de la gestión de los intereses comunes, y también un cambio de orientación política, que ponga los intereses y las necesidades de las personas en el centro de la política, y no los de las corporaciones financieras o empresariales y de los llamados "mercados". Este cambio reclamado es incompatible en gran medida con el viejo sistema de partidos tal y como lo conocemos, con las prácticas caciquiles, clientelares y autoritarias que abonan el ejercicio de la política , y con la corrupción y los abusos de poder que se derivan de la opacidad y discrecionalidad con que se gobierna nuestras instituciones públicas. Lo ocurrido en Cartagena con el presidente de nuestra asociación, Patricio Hernández, pertenece a lo peor de nuestra vida pública pues aquí el abuso va dirigido a castigar el libre ejercicio de la libertad de expresión,así como contra el trabajo de quienes tenemos un claro compromiso con mejorar la calidad de nuestra democracia, y contra quienes se esfuerzan por el desempeño profesional de la función pública. Por esto resulta intolerable y merece la mayor reprobación social este nuevo acto de bajeza política que ha perpetrado el Partido Popular de Cartagena. 1/2 Una vileza política Fdo.: Antonio Campillo, Angel Alcántara, Andrés Pedreño, Felipe Iracheta, Antonio Galiano, Caridad de Santiago, Manuel Tovar, Alejandro Moreno, Gabriel Navarro, Alicia Poza, Juan Miguel Margalef. miembros del Foro Ciudadano de la Región de Murcia 2/2