Extraída de Clarin.com 22/02/12 Choque de un tren en Once: hay 50 muertos y 676 heridos El Gobierno porteño confirmó la cifra de víctimas fatales. La formación del Sarmiento impactó a las 8.32 contra el andén en la estación Once. El SAME informó que hay 676 heridos y unas 200 personas fueron derivadas a 13 hospitales porteños. María Arce y María Sol Fabi A las 8.32 sobrevino el horror. En la estación de Once un tren que venía de Moreno no pudo frenar y se estrelló contra la cabecera del andén. La Policía Federal confirmó que 50 personas murieron en el accidente. Otras 676 resultaron heridas. Viajaban más de mil pasajeros. La cifra de víctimas fatales fue actualizada esta noche por el Gobierno porteño. La investigación del hecho quedó a cargo del juez federal Claudio Bonadio y del fiscal Federico Delgado. Es el segundo accidente ferroviario más grave en la historia de la Ciudad de Buenos Aires. Los heridos fueron trasladados a los hospitales Ramos Mejía (50), Santojanni (5), Durand (194), Rivadavia (44), Fernández (31), Piñero (30), Argerich (24), Zubizarreta (14), Tornu, (20), Vélez Sarsfield (4); Alvarez (5), Penna (39) y Pirovano (1). Para información sobre heridos e internados fueron habilitadas las líneas 136 y el teléfono 4323-9000. Fueron muchos los pasajeros que del tren del ferrocarril Sarmiento que lograron salir por si solos. Pero muchos otros no. El choque contra la barrera de contención del andén fue terrible: la formación venía a 26 kilómetros por hora. Los heridos se desparramaron por el hall del andén pidiendo ayuda o esperándola sin poder moverse. Las ambulancias no daban abasto para trasladarlos. Decenas de vehículos del SAME llegaron al lugar para asistir a las víctimas. El Ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad armó un operativo para darles contención. A los pocos minutos, la zona fue vallada se cortó el ingreso a los andenes. Los pasajeros fueron ubicados en diferentes sectores de la estación y clasificados según la gravedad de sus lesiones. En el área "verde", atendieron a los pasajeros con golpes y lesiones de baja gravedad: eran cientos. Estaban marcados con sangre, cortes y heridas en sus rostros, brazos o piernas. La ropa, destrozada. Otros, en cambio, apenas tenían rasguños. Todos tenían algo en común: la mirada perdida, la mueca de la angustia y el miedo. Hasta las 11.30 de la mañana, los bomberos del Grupo Especial de Rescate y de los Cuarteles 1, 3, 4, 6, 7 y 8 de la Ciudad trabajaron como leones para sacar a unas 60 personas que quedaron atrapadas entre los hierros retorcidos de los dos primeros vagones del tren de la empresa TBA. Fueron más de tres horas de gritos, corridas y desesperación. La adrenalina a tope tratando de salvar vidas. Pero a las 11.45 quedaba poco por hacer. Una a una, las bolsas negras con los cuerpos de las víctimas fueron sacadas del tren. Los policías las llevaron por la parte de atrás de la estación para ser trasladadas a la Morgue Judicial. Fueron casi 20 minutos de espanto. A esa hora, la mayoría de los heridos habían sido asistidos y trasladados a los hospitales de la zona. Y el hall de la estación dejó ser una sala de emergencias improvisada. Sólo quedaba el personal del SAME, los bomberos que volvían empapados en sudor a sus unidades y los policías que alejaban a los curiosos de la estación. La formación del Sarmiento impactó a las 8.32 contra la barrera de contención final del andén 2 tras sufrir, aparentemente, un problema en los frenos. Los pasajeros denunciaron que el tren circulaba muy rápido. "Un tren que venía de Moreno se quedó sin frenos, descarriló y chocó contra la estación, no contra otro tren", contó Paula, una de las pasajeras, por Radio Mitre. Otro pasajero, Emanuel, que viajaba de Morón a Once para ir a trabajar, contó a Clarín.com que se sintió un fuerte impacto y que la gente comenzó a caerse una encima de la otra, en medio de gritos de desesperación. En los hospitales, los heridos contaron detalles del accidente. Clarín.com reunió testimonios de los protagonistas de la tragedia. El secretario de Transporte Juan Pablo Schiavi hizo una sola aparición pública. "Puede haber víctimas", había dicho. Sobre el accidente, explicó que el tren impactó contra el paragolpes de la estación a 20 kilómetros por hora. Ya no se lo volvió a ver más hasta que esta tarde compareció ante los medios para dar detalles de la tragedia y esquivar responsabilidades. Por su parte, los gremios ferroviarios salieron a acusar a la empresa como responsable del accidente: hablaron de desidia y desinversión. Pero advirtieron que habrá que esperar los peritajes para conocer las causas específicas del accidente de hoy. No obstante, el delegado de los trabajadores de la línea Sarmiento, Rubén Sobrero, aseguró esta mañana que los frenos de la formación habían sido revisados anoche en el taller de (la localidad bonaerense de) Castelar. "Por lo que tenemos entendido, esta formación salió bien del taller”. El Gobierno porteño informó que trabajó personal de Defensa Civil y 25 móviles de la Policía Metropolitana en conjunto con 30 móviles de la Policía Federal. Desde la Subsecretaría de Emergencias de la Ciudad también trabajaron las direcciones de Logística y Guardia de Auxilio con otros seis móviles. El titular del SAME, Alberto Crescenti, confirmó que dos chicos fueron trasladados de urgencia al Hospital de Niños en uno de los helicópteros que participó del operativo. Y que otro menor de edad falleció. Médicos y bomberos intentaron trasladarlo en una camilla, pero el nene colapsó en la estación e intentaron reanimarlo en medio del hall. Imágenes como estas se quedaron clavadas en los ojos de los sobrevivientes, en los curiosos y empleados de la estación. Allí, cerca de la 1 de la tarde y cuando nadie lo esperaba, desde los fondos del andén aparecieron médicos gritando. Habían sacado a una última mujer de los vagones y estaba con vida. Extraída de Clarin.com 22/02/12 "Venía con las puertas abiertas, con mucha gente, todo el mundo se fue al piso" Mas de 500 heridos y gente atrapada por el choque de un tren al llegar a la estación Once. (Gerardo dellOro) El tren que esta mañana chocó en la estación porteña de Once en un accidente que dejó por lo menos 600 heridos venía a alta velocidad y con las puertas abiertas. El impacto fue en un horario en el que las formaciones van repletas, y los usuarios cayeron unos sobre otros, mientras, desesperados, intentaban salir de los vagones siniestrados, según contaron protagonistas y testigos del accidente a distintos medios. "Venía a altísima velocidad. Ya venía sin frenos desde Haedo. Iba con las puertas abiertas, con mucha gente y todo el mundo se fue al piso. En el segundo vagón, que es el furgón, quedó gente atrapada" contó un joven pasajero que iba en el tren al canal Todo Noticias. "Entró rapidísimo a la estación. Fue un golpe fortísimo, se me cayó gente encima, estábamos todos desesperados por salir", agregó. Emanuel, que viajaba de Morón a Once para ir a trabajar, relató a Clarín.com que se sintió un fuerte impacto y "la gente comenzó al caerse unos encima de otros", en medio de gritos de desesperación. "Fue un flash. Yo estaba esperando el tren para ir a Liniers y el que venía entrando choca con otro y se mete en la explanada", narró Ezequiel a FM Imagina. "Las ambulancias no dan abasto, hay muchos heridos, bomberos con motosierras y gente tirada por toda la explanada con sangre, fracturados", agregó, en plena tarea de rescate de los pasajeros que habían quedado atrapados o resultaron heridos. "El tren nunca frenó. Entró a la estación y no paró hasta chocar", recuerda Andrea Gómez (41), otra pasajera. Ella había subido en Hurlingham y relata que el viaje era normal. "Paraba en todas las estaciones, como siempre, no se quedó sin frenos como dicen", afirmó, al tiempo que se masajea la pierna derecha, que resultó golpeada al caer al piso y ser aplastada por otras personas que viajaban con ella. Silvia, en cambio, no arriesga ninguna versión de lo que pudo haber causado el choque. Al momento del golpe su preocupación era otra: que su familia estuviera bien. Ella, su marido y sus dos pequeños hijos (de cinco y tres años) viajaban sentados, pero el impacto hizo que todos cayeran al piso. "La gente me ayudó a levantar a la nena y a salir", dice ya aliviada porque todos están bien. No recuerda demasiado la secuencia del choque, además de que "todos estaban desesperados" y que "unos chicos que iban en el tren ayudaban a la gente a salir". Extraída de Clarin.com 22/02/12 “Volé de un vagón a otro, los asientos se doblaron como si fueran de papel” Testimonios Fabio Cordone se desgarró el cuello y sufrió un esguince en una pierna, sobre la que cayeron cuatro personas tras el impacto. Relatos de los sobrevivientes de la tragedia. "Me llamó apenas ocurrió, pero gritaba y no le entendí nada. Prendí la tele y me di cuenta de lo que había pasado, así que salí a buscarla", cuenta Donna, de 23 años, mientras sale del hospital Ramos Mejía junto a su mamá, Elizabeth, de 43 años, aliviada porque sabe que, pese al dolor persistente en el hombro, fue relativamente afortunada. Como esta, las historias se multiplican por cientos y se comparten en las guardias de los hospitales porteños a los que fueron derivados los 600 heridos que dejó la tragedia ferroviaria de esta mañana, una de las peores de la historia de la Ciudad de Buenos Aires. Elizabeth viajaba parada en el primer vagón del tren accidentado esta mañana. Ese, y el segundo, que era el furgón, quedaron prácticamente superpuestos cuando una formación del Sarmiento chocó contra el andén 2 de la estación de Plaza Miserere. El impacto la arrojó al suelo, igual que a la gran mayoría. Pero ella la sacó barata. "Vi mucha gente sangrando y varios atrapados", le contó a Clarín.com dos horas después del accidente, cuando salía del hospital Ramos Mejía, en Balvanera, acompañada por su hija. El diagnóstico que le dieron fue luxación de hombro. "Me pusieron esta venda (de gasa, de unos cuatro centímetros) y me dieron el alta", se quejaba la mujer, que iba a buscar atención en otro hospital por la persistencia del dolor. “Volé de un vagón a otro”, cuenta Fabio Cordone, de 37 años, sentado en un cantero del hospital Durand mientras aguarda que un policía le tome declaración. Tiene el cuello doblado hacia la izquierda por el desgarro que le provocó el impacto, y una pierna con un esguince. En su relato contará que había subido en Paso del Rey (una estación después que Moreno) y que viajaba en el tercer vagón. Tras el impacto, cuatro personas cayeron sobre su pierna (“ahí me lastimé”). "Vi que volaron vidrios y una persona que iba cerca de la ventana voló afuera del tren y cayó sobre las vías”, relata con mueca de dolor. Su cuñado lo ayudó a bajar de la formación. Antes, él había hecho lo mismo con una mujer atrapada con su bebé debajo de un asiento. “Porque los asientos desaparecieron literalmente. Se doblaron como si fueran de papel”, graficó. Jorge Medina (45) viajaba, al igual que Fabio, en el tercer vagón, justo en la puerta que lo separaba del segundo. Es que, momentos antes del choque, como el tren se aproximaba a la terminal, muchos pasajeros avanzaban por el interior de la formación desde los últimos vagones hacia los primeros, para adelantar trayecto. El hombre viajaba al centro para hacer unos trámites. Su boca arroja frases sueltas: “Sentí el impacto. La gente caía. Las criaturas. Nos aplastábamos”. Su brazo derecho está a 90 grados, inmovilizado por un yeso. El golpe le provocó una fractura en el codo. Según él, el recorrido había dado indicios de que algo no andaba bien. “El tren ya venía con problemas. En Haedo, no frenó como tenía que frenar. En Ramos retrocedió y en Caballito también”. La versión de Concepción Ortiz (60) coincide: "En Caballito ya estaba medio raro. Se pasó de la estación y tuvo que retroceder". Y agrega: “Venía con todo. Llegamos y nos caímos uno arriba del otro". Alejandro es un pibe. Tiene sólo 19 años e imágenes y sonidos que se revuelven una y otra vez en su recuerdo. “Voló toda la gente para adelante. Todos cayeron. Era feo”, revela mientras su cabeza se mueve insistentemente de un lado a otro. Su papá sale con una radiografía, en la que los médicos vieron que el chico tiene una “pequeña fractura” en una de sus piernas. Su mamá le acaricia la cabeza. Leo (27) está rodeado por varias mujeres de su familia, a quienes siente la necesidad de contarles qué pasó. Justo cuando les decía que había sido “como una película”, el llanto lo vence. Se cubre los ojos con la mano y las mujeres le dicen que se tranquilice, que no piense más. “Sentí el golpe y que el vagón de atrás se venía haciendo como acordeón. Cuando quise salir tenía un malón encima, gente abajo, los fierros que se cruzaban”, describe. Los bomberos lo sujetaron a una soga y lograron rescatarlo. Dice que vio “mucha sangre, muchos heridos y gente muerta”. Consternado, pero sabiéndose afortunado en medio de una tragedia inmensa, sube –como puede- a un taxi y emprende el regreso a Libertad (en Merlo), desde donde esta mañana partió, como en otras tantas, para tomarse el Sarmiento camino a Once. Esta, desgraciadamente, no fue una de tantas. Extraída de Clarin.com 22/02/12 Angustiados, muchos deambulan en busca de sus familiares Angustia tras el accidente Desesperados, son varios los que van a cada hospital que participó de la emergencia para poder datos sobre sus seres queridos. Como cada mañana, Andrés Garzón (75) miraba hoy las noticias por televisión. De entre la maraña informativa, hubo una que lo sacudió. Mientras miraba las imágenes, corrió al teléfono y marcó el número de su hija, Mónica. Del otro lado, nada. Intentó con el otro celular ("porque ella tiene dos", cuenta) y tampoco obtuvo respuesta. Llamó al trabajo de Mónica. Ella no había llegado. El hombre, bajo, menudo, de ojos achinados y mirada vidriosa, corrió al hospital Ramos Mejía. Se movió entre la guardia y la puerta principal en busca de alguna lista de heridos. Pero hasta las 11, seguía sin indicios de su hija. "¿Qué hago, me voy al Durand?", preguntaba a algunas personas con las que se cruzaba en plena búsqueda, masticando nervios. Mónica no figuraba en la lista de trasladados a ese centro asistencial. La angustia era ahora más evidente: "¿Qué hago?", se volvía a preguntar Andrés... Como él, son muchos los que van de un hospital a otro, desesperados, llorando... Y vuelven a la estación de Once, donde esta mañana un tren de la línea Sarmiento chocó contra el andén en un accidente que dejó decenas de muertos y 550 heridos. Saben que sus familiares viajaron esta mañana a la Capital, y aún no los encuentran. En el hospital Durand, Clarín.com recibió la angustiada y desesperada queja de Miguel, el tío de Miguel Angel Núñez, un chico de 22 años que no está ni en el Ramos Mejía ni en el Santojanni ni en el Argerich y tampoco en el Durand y ya no saben dónde buscarlo. Mientras el relato de Miguel conmueve, una situación particular se dio ante la desesperación de los familiares que buscan a un ser querido y no lo encuentran por ningún hospital. El ministro de Salud porteño, Jorge Lemus, daba información sobre la cantidad de ambulancias cuando Diego Valdez, quien busca una amiga, increpó al funcionario porque no hay una lista unificada en los hospitales… Diego busca a Graciela Beatriz Díaz, ella –como tantos otros- viajaba a su trabajo en una confitería de Pueyrredón y Corrientes, pero nunca llegó y nadie sabe donde está. Extraída del diario Los andes Crónica de una tragedia anticipada El accidente ferroviario que hasta anoche había dejado 49 muertos y más de 400 heridos en Capital Federal enlutó al país. Horas de terror se vivieron en la estación de Once, entre hierros retorcidos y pedidos de socorro. La Presidenta decretó dos días de duelo. Einat Rozenwasser - Especial para Los Andes El reloj de la estación Once marcaba las 8.28, repite Alfredo Velázquez. "Lo tengo grabado porque yo estaba en el andén esperando el tren para volverme y una señora me preguntó a qué hora pasaba el próximo. Miré el reloj, después para el otro lado y vi un tren que se asomaba. Avanzaba demasiado rápido y empecé a gritar ?este no frena' y me tiré al piso". Minutos después el impacto, la explosión, la desesperación, el horror. La formación N° 3772 de la Línea Sarmiento, cuya concesión está en manos de TBA, ingresó a 26 kilómetros por hora a la punta del andén, siguió bajando hasta llegar a 20 km/h pero según fuentes judiciales, el freno nunca se accionó y el tren impactó de lleno contra los amortiguadores hidráulicos de la plataforma número 2. En la tragedia, la tercera más grave de la historia ferroviaria argentina, murieron 49 pasajeros y 461 tuvieron que ser internados, al menos 50 con heridas graves. La formación de ocho vagones transportaba entre 1.200 y 1.500 pasajeros, por el horario, trabajadores que tenían que fichar antes de las 9. Como suele suceder en todas las líneas cada vez que un tren se aproxima a la terminal, muchos se habían amontonado en los dos primeros vagones para poder bajar sin problemas. Justamente, los más afectados por el choque. Es que con el impacto el segundo vagón, que era el furgón, se incrustó siete metros en el primero y al menos 130 personas quedaron atrapadas entre los fierros. Cuando Alfredo levantó la cabeza todo era vidrios rotos, polvo, humo, confusión. "Empecé a romper las ventanas para que la gente pudiera salir. Primero una, después otra, y después me quedé sosteniendo a un muchacho hasta que lo asistieron", relató en estado de shock. El sistema de emergencias se puso en "alerta rojo" y en pocos minutos entró en marcha el operativo del que participaron ambulancias, policías y bomberos, que hicieron un gran trabajo para rescatar a los que habían quedado entre los vagones. También se acercó personal de las organizaciones Cascos Blancos y Ejército de Salvación para contener las situaciones de crisis que se repetían. Decenas de ambulancias, autos, motos, cuatriciclos, camiones especiales y helicópteros fueron rodeando la estación que da a la Plaza Miserere, una zona en la que la circulación es de por sí complicada por la cantidad de gente que se concentra. A lo que se sumó el desvío de unas siete cuadras que tenían que tomar los vehículos, porque hay un tramo que permanece cerrado desde la tragedia de Cromañón. Los gritos de los médicos se mezclaban con el sonido de las sirenas y las hélices de los helicópteros que despegaban y aterrizaban para llevarse a los heridos más graves. Por allí, Ayelén se abrazaba a una amiga que trataba de contenerla. "Mi cuñado está ahí adentro. Se llama Alejandro Carlo y es mozo. Justo hoy le había cambiado el turno a un compañero, este no es su horario de trabajo. Primero llamó una señora a casa y yo no entendía nada. Después llamó él y dijo que estaba atrapado, que no podía respirar, que se moría", le contó a este diario. Aunque la formación había sido revisada la noche anterior en los talleres de TBA, se hablaba de una posible falla en el sistema de frenos o un error del maquinista, quien sobrevivió a la tragedia. "En Caballito ya estaba raro. Se pasó de la estación y tuvo que retroceder", contó Concepción Ortiz, que viajaba en el tercer vagón. Cerca del mediodía el hall de la estación empezó a vaciarse. Los curiosos se amontonaban sobre la Plaza Miserere y hasta intentaban burlar el cordón de seguridad para sacarse fotos cerca del helicóptero. Por una escalera apareció un joven que celebraba con los brazos en alto. "¡Está bien, mi cuñado está bien!".