ALEJANDRO MORENO LAX

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No hay cambio sin catástrofe (31/05/07)
ALEJANDRO MORENO LAX
Después de las elecciones del 27 de mayo y el triunfo incontestable del Partido Popular, parece
ya un hecho que la izquierda murciana se encuentra en una crisis profunda: los analistas tratan
de rastrear los errores estratégicos de la oposición, los aciertos del partido ganador, la
coyuntura económica, el nivel de participación electoral, etc.
Es más que una evidencia la necesidad de hacer autocrítica y recomponer las líneas maestras
de trabajo para el futuro. No puede ser de otra manera, pues es cierto que se han cometido
errores fundamentales. En la calle hay una opinión muy extendida respecto a la carencia de un
líder de la oposición lo suficientemente seguro, convincente y carismático, capaz de echar a
sus espaldas la responsabilidad de su partido y suscitar confianza entre los electores indecisos.
A día de hoy, la estrecha dependencia entre el PSOE regional y la Moncloa erosiona cualquier
posibilidad de construir una autoridad política alternativa a la existente. El discurso defendido
durante estos últimos cuatro años ha sido difuso, y el mejor ejemplo lo tenemos con el agua, un
capítulo clave para obtener el voto de la mayoría.
Además, el enorme filón político que suponen los escándalos de corrupción y especulación
urbanística tampoco ha sido rentabilizado, principalmente por haber salpicado a distintas
alcaldías del mismo Partido Socialista. No es creíble el discurso de la lucha contra la corrupción
cuando ésta se ha instalado en casa.
Con todo esto me refería al principal partido de la oposición. No creo que la izquierda haya
fracasado después de cuatro años, por lo menos no desde el punto de vista de los movimientos
sociales. Bajo el lema “No se Vende”, en nuestra Región se ha construido un grupo de presión
ciudadana que no tiene igual en el resto del país. En sólo dos años se ha logrado normalizar y
generalizar un lema contestatario al recalcitrante “Agua para todos”. El éxito de este
movimiento está en su notable repercusión mediática y social, además del crecimiento
expansivo de nuevos miembros que se sienten sensibilizados con la destrucción de nuestro
patrimonio natural y cultural.
Personalmente, y más allá de los errores estratégicos cometidos, creo que merece especial
atención el análisis de los votantes. Todos dicen que Murcia es la región más conservadora de
España, pero sería un error tratar esta visión de un modo substancial y definitivo. No hay más
que recordar que los primeros 12 años de democracia murciana fueron socialistas, tan
mayoritarios y aplastantes como lo es ahora el gobierno de la derecha. Por aquel entonces, en
1995, la corrupción solamente logró salpicar la conciencia ciudadana cuando se le unió unas
tasas de paro galopantes que alcanzaron la cota máxima del 24%. Sólo entonces el electorado
dejó de ser mayoritariamente socialista para convertirse en mayoritariamente conservador.
Aquí no hay substancialismo que valga.
El sueño de la Ilustración del XVIII aspiraba a un futuro donde el conocimiento y la información
erradicaran la ignorancia del pueblo. Pues bien, 200 años después poco hemos avanzado. Por
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No hay cambio sin catástrofe (31/05/07)
un lado, podemos decir que nuestra sociedad (no sólo la murciana), a lo sumo, se ha
especializado profesionalmente a la vez que ha incrementado sus inquietudes culturales, lo
cual dista mucho de la necesaria cultura política que debería exigirse a todo ciudadano con
derecho a voto. Como dice Chomsky, informarse cuesta, y los murcianos no están dispuestos a
emplear su tiempo libre en algo diferente al fútbol, la playa o el consumo de masas.
El problema consecuente a esta falta de cultura política es la ineficacia de esa herramienta
maravillosa llamada democracia, la cual puede dar el poder mayoritario a gobiernos tan
corruptos y dispares como puedan ser George Bush en Estados Unidos o el GIL en Marbella.
El caso de Murcia es muy similar, pues aquí se jalea la corrupción tanto como en EEUU se
apoya la guerra en Irak. Con esto no quiero denunciar una supuesta demonización de los
murcianos, pero sí quiero reflejar el sencillo pensamiento que han hecho los votantes en el
momento de las urnas: “aunque haya corrupción, hay trabajo y crecimiento, así que, aunque a
día de hoy me cueste llegar a fin de mes, confiando en el futuro seguro que parte de ese dinero
fresco, limpio o negro, llegará a mis bolsillos”. Si hay un principio que regula la vida animal, ese
es el principio de autoconservación, cueste lo que cueste (incluida la destrucción del medio
ambiente).
Considero que el vuelco electoral hacia la izquierda no se producirá de un modo paulatino y
reflexivo sino, como ocurrió en el pasado, a partir de una catástrofe, de una crisis del presente
modelo de desarrollo que repercutirá en una crisis económica: desempleo, pérdida de poder
adquisitivo, deficiencia de los servicios públicos, etc. Otra posibilidad es la de Marbella: la
intervención judicial es la que expulsa del poder a un gobierno corrupto elegido
democráticamente durante cuatro legislaturas.
De este modo, la alternativa sólo se abriría desde una crisis económica o un escándalo
denunciado por la fiscalía anticorrupción. Creo que, a pesar de la gravedad de este panorama,
los que creemos en la insostenibilidad de este modelo de desarrollo salvaje e injusto no
podemos renunciar a nuestra tarea de sensibilización y concienciación social. Dado el
descrédito de la política parlamentaria contemporánea, donde los partidos llamados socialistas
participan del mismo credo neoliberal que el resto de la socialdemocracia europea, la función
que espera a la izquierda progresista consiste en influir en ese 10% de ciudadanos
potencialmente sensibles a los destrozos irreversibles que se están cometiendo
indiscriminadamente día tras día. A la espera de esa catástrofe que he mencionado antes,
donde el gobierno elegido se disolverá por sí mismo, por condena judicial o por crisis
económica, creo que la única esperanza está en trabajar dentro de todos esos movimientos
sociales aglutinados bajo el lema “Murcia No se Vende”.
Alejandro Moreno Lax
Miembro del Foro Ciudadano de la Región de Murcia
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