Para que todas estas vivencias no se pierdan como lágrimas en la lluvia Una Asamblea estimula la asistencia a los plenos de la Junta Municipal del Distrito Este y comprueba en directo la farsa de lo que se denomina ´participación ciudadana´, escucha que allí no se habla de nada que tenga que ver con los problemas de la gente, presencia la reducción al ridículo del debate ciudadano, se rebela contra el vil ejercicio del clientelismo político que tiene ante sus atónitos ojos. En las juntas municipales no hay construcción de ciudadanía, son espacios de una ínfima calidad democrática. Por ello el reclamo de todo el poder para la Asamblea de barrio: democracia directa real, elección directa del alcalde pedáneo, presupuestos participativos, fin del caciquismo político, etc. El filósofo francés Etienne Balibar ha realizado una acertada reflexión sobre el 15M: «Los indignados españoles son sin duda un movimiento social. Tienen sus raíces en el territorio, han desarrollado sus propias instituciones, han definido reglas para la toma de decisiones y, por último, han planteado con fuerza el nudo de las relaciones sociales de producción» (en rebelión.org). La Asamblea de Barrio es una más de las instituciones específicas (junto con el Centro Social, las asambleas ciudadanas, las comisiones de trabajo, etc.) de las que se ha dotado el 15M en su aspiración de construir territorios para la construcción de dinámicas de democratización social reales. ¿Qué hacer hoy y ahora para que esta experiencia política no se pierda «como lágrimas en la lluvia» (decía el rebelde replicante en aquella inolvidable película a su policía perseguidor en Blade Runner)? Miraremos al modelo de democracia radical reinventado por la Comuna de París y también a aquel creado por la inteligencia práctica ateniense en el mundo antiguo. Nos dice Andrés de Francisco (en rebelión.org): «La Comuna era igualitarista, pero piramidal. Arrancaba de la asamblea local e iba organizándose hacia arriba hasta la gran asamblea de la comuna. Sin embargo, no era representativa: la unidad asamblearia local nombraba comisarios, no representantes, los enviaba con un mandato imperativo y podía revocarlos en cualquier momento. La ciudadanía los tenía bajo control, y los obligaba a una doble y permanente comunicación política, hacia arriba y hacia la base. Además, los mandatos eran limitados en el tiempo y no renovables, se respetaba pues el principio republicano de la rotación. La Comuna era una democracia participativa, directa, social. Pero estuvo organizada, tuvo cabeza. Fue un cuerpo político democrático. A mi entender el modelo de la comuna es perfectamente exportable a un movimiento como el 15M. Sería interesante verlo evolucionar hacia un movimiento comunero». El 15M y su despliegue hacia las asambleas barriales define un poder social constituyente, pues en lo constituido solo se haya el vacío. Andrés Pedreño es profesor en la Universidad de Murcia, y miembro del Foro Ciudadano 1/2 Para que todas estas vivencias no se pierdan como lágrimas en la lluvia (Artículo publiacdo en diario La Opnión de Murcia el 2/6/2012: http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2012/06/02/vivencias-pierdan-lagrimas-lluvia/407425.h tml) 2/2