Ahora o nunca. 'Al trajín' Esa paradoja es el sapo que el sistema bipartidista de pensamiento único, con todo su inmenso aparato de propaganda, apenas puede hacer tragar a la ciudadanía. La crisis del periodismo tradicional se ve agravada por una acusada tendencia a la esquizofrenia informativa en este asunto, y podemos ver a un señor Financial Times clamando contra la política caníbal de Merkel un día y celebrando la victoria de un partido ´pro-euro´ en Grecia (por cierto, el mismo que la condujo al desastre) al día siguiente. El ejemplo más sangrante en nuestro entorno es el de El País, con una línea editorial bipolar capaz de condenar y jurar fidelidad al establishment (incluida la Corona) en días consecutivos, o hasta en la misma edición. Obviamente, no son los medios los únicos esquizofrénicos. La Universidad de Murcia, acosada por una política de recortes educativos, un largo y asfixiante impago por parte de la Comunidad Autónoma y una reforma institucional impuesta desde Bolonia (la Estrategia Universidad 2015) salvaje y rayana en el darwinismo social, tiene todo el derecho del mundo a quejarse y a emprender acciones de protesta. De hecho, se echan de menos medidas más enérgicas de condena de todo lo anterior, que va a suponer para la casa despidos masivos de PAS y PDI, un deterioro radical de la calidad educativa y la imposición (entre otros insultos a la configuración ontológica de la institución) de sentar en los claustros, con voz y voto, a empresarios murcianos. En este contexto, parece poco justificable la profusión de esfuerzos que el rectorado ha desplegado para desalojar el CSA Al Trajín, y poco ético el recurso, tan común como antidemocrático, de esperar a que los estudiantes estén dispersos por las vacaciones de verano, lo que dificulta las movilizaciones de defensa del centro. La pregunta es obvia: ¿qué diferencia esta política, autoritaria, unilateral y sibilina, de la que se practica en Bruselas, Madrid y el Palacio de San Esteban, y que está ahogando la universidad pública? La respuesta también es obvia. Desde que empezó la crisis, hay una ciudadanía no Vestida con traje y corbata que busca soluciones a través del empoderamiento colectivo, la autogestión, la solidaridad y la información no mediada. Aquí llamamos a todo eso 15M, pero el movimiento es internacional, tiene sus raíces en el espíritu de Seattle y la oposición a la globalización, y constituye el tronco común de fenómenos como los ´bancos de tiempo´ en la Argentina del corralito (algunos con dos millones de usuarios), los movimientos obreros responsables de la primavera árabe o las revueltas civiles que sacuden EE UU bajo el hashtag #Occupy. El principio básico es tan simple como éste: pensar mundos posibles alternativos al del pensamiento único, y empezar a construirlos en la calle, en el barrio, en la comunidad. Un ´pensar global, actuar local´ que llevó a un grupo de activistas a ocupar el Pabellón Zarandona hace ahora seis meses y recuperarlo para la ciudadanía, llenarlo de actividad y vida, de posibilidades, de encuentros, de comunidad. Un lugar al que iba mi chica por las mañanas a hacer yoga, mis vecinos pequeños por la tarde a jugar, mis amigos del barrio por la noche a las asambleas, a los talleres, a las clases de idiomas, a aprender a hacer stencils, a ejercicios de circo o 1/2 Ahora o nunca. 'Al trajín' simplemente a estudiar o aprovechar la biblioteca. Había un ropero, una sala de juegos, conciertos y actuaciones. La participación de las distintas comunidades de inmigrantes es continua en un barrio y una ciudad que sistemáticamente los ignora. Etcétera, etcétera. ¿Y todo esto, ahora, va a desaparecer sin más? Salvo la honrosa excepción del grupo municipal de Izquierda Unida, que desde el principio se manifestó en defensa del CSA, los partidos de la capital han decidido que todos estos servicios no son necesarios, y que Al Trajín es prescindible. Se ponen del lado de una ciudadanía que tiene suficiente con hacer talleres de encaje de bolillos en el centro municipal. Pero, si los números no mienten, esa ciudadanía está despertando de a poco. Probablemente miran la labor que tienen entre las manos. Y descubren de repente que están hartos de tanto encaje de bolillos ideológico. De tanta paradoja inventada por los que manejan los raseros. De que impongan sus soluciones los que desestiman sistemáticamente las nuestras. Estamos aquí, somos nosotros. Y defendemos el CSA. (Artículo pulicado en diario La Opinión de Murcia el 7/7/2012: http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2012/07/07/ahora-o/414217.html) 2/2