ATENCIÓN AL ANCIANO ENCAMADO VII Congreso SEMER Bilbao 2007 E. Barandika Gorordo. Enfermera de Osakidetza. Antropóloga F.J. Espina Gayubo. Especialista en Geriatría. Residencia NªSª de Begoña. Santurtzi Introducción La falta de movilidad es el origen de la ausencia de independencia y autocontrol personal, y es además, un indicador de déficit de calidad de vida, bienestar, confort y nivel de salud del que lo sufre. El resultado final de la inmovilidad será el Encamamiento y/o Síndrome de Inmovilidad Completo, reconocido y englobado en la práctica clínica entre los Grandes Síndromes Geriátricos. La situación de encamamiento que sufren nuestros mayores la podemos considerar como un fracaso multifactorial, que se da en un sujeto que presenta una equilibrio interior inestable y que genera dependencia, morbimortalidad y un pronóstico sombrío. Lo podemos cuantificar y cualificar en base a Actividades de la Vida Diaria, las cuales están tipificadas en las diferentes escalas existentes en la práctica asistencial y que nos marcarán los diferentes grados de dependencia e independencia del enfermo, así como los campos a actuar. La acción del Equipo Asistencial irá enfocada a satisfacer y recuperar, en lo posible, las necesidades del anciano, anteponiendo siempre el bienestar del enfermo al diagnóstico y tratamiento específico. El reto asistencial que implica su aparición, exige un estado de alerta constante para hacer frente a su aparición o para evitar las complicaciones que surgirán en un futuro. La claudicación de este estado de alerta implica alteraciones y desestabilización de la dinámica interdisciplinar, que secundariamente conlleva perjuicio al enfermo. El esfuerzo exigido se puede ver recompensado con una reversibilidad del cuadro, que será tanto o más dificultosa 1.- cuanto más tiempo lleve en la cama 2.- peor estado de salud general presente 3.presencia o no de enfermedades concomitantes 4.- gravedad del cuadro que lo produce 5.existencia de déficit socioambiental (como la falta de personal para la asistencia y la presencia de barreras arquitectónicas). En la atención del encamado coexisten conflictos de valores intradisciplinares, ya que no siempre el criterio asistencial es uniforme (cuantas más personas intervengan en la asistencia, más conflictos se generan). También existen conflictos entre el Equipo y el paciente, pues éste vivencia su situación de forma única, frente a un estandar de actuación de los observadores, es decir, puede haber conflicto entre lo que se debe hacer y lo que el paciente quiere que se haga con él. El desarrollo de un marco jurídico ayudaría, en parte, a comprender, abordar y solucionar estos conflictos, entendiendo que cualquier rango establecido por las diferentes normas, decretos y leyes, limita la individualidad del paciente, en la cual se contempla la posibilidad de comprender y ser comprendido, de tener "identidad como persona", de poder distanciarse del pensamiento y actuaciones de los demás. A los encamados a pesar de ser un colectivo " silencioso", "oculto", demandador y gastador, y sin apenas rentabilidad política, se les debe dar respuesta desde las diferentes Administraciones con un esfuerzo, que genere un aumento de recursos sociosanitarios o que optimice los ya existentes. Aspectos como 1.- calidad de vida 2.- ventajas e inconvenientes en la continuación del tratamiento, existencia o no de encarnizamiento terapeútico 3.- aplicación de cuidados paliativos 4.- implicación o no de la familia en el cuidado 5.- estimar la capacidad de raciocinio y autolegisladora del paciente, hace que naveguemos entre los Principos de la Bioética. Mientras que con los principios de no maleficiencia y justicia tendremos que atender a todos por igual, sin distinciones ni exclusiones, los de beneficiencia y autonomía nos indican que todos deben ser tratados como personas individuales, respetando y prevaleciendo sus valores, ideas y opiniones. Finalmente, todos los componentes del Equipo Asistencial deberán tener la suficiente destreza en el manejo del momento de la muerte, y en el acompañamiento al duelo. Epidemiología en los niveles asistenciales Cada vez es más frecuente su presencia en los diferentes niveles asistenciales, debido al incremento porcentual de personas mayores en la comunidad y al aumento de la esperanza de vida. Se estima que el cuadro de inmovilidad absoluta, lo presentan el 1% de nuestros mayores. A mayor edad, más riesgo de padecerlo. A nivel comunitario, en mayores de 65 años, una de cada tres personas presentan al menos una limitación funcional (leve el 62%, moderada el 26% y severa el 12%) y una de cada seis, presentan problemas de ejecución de AVD si no tienen ayuda externa. En la Encuesta Nacional de Salud, el 7% de los mayores de 65 años declaran dificultad en la ejecución de AVD. Si nos referimos a los mayores de 75 años, una de cada cinco no salen de casa y una de cada dos tienen problemas para salir. En el ámbito residencial ( en la Residencia Nª Sª de Begoña de Santurtzi el 11,76% están encamados), el 15% presentan dificultades para caminar, requieren de ayudas técnicas o la ayuda de terceras personas. Cuando sufren una inmovilización aguda, en este nivel, una de cada dos personas fallecen a los seis meses. Cuando hablamos del hospital, los mayores de 65 años que sufren un proceso que requiere o produce inmovilización, a los tres días comienzan con pérdida de movilidad y uno de cada tres fallecen a los tres meses, mientras que uno de cada dos lo hacen al año de sufrir encamamiento. Aquellos que están en una Unidad de Agudos, presentan dependencia en al menos una AVD, uno de cada dos. Causas Todas las personas con el paso del tiempo presentan una disminución de su reserva funcional, siendo más proclives a un deterioro más precoz, siempre y cuando se den las circunstancias para ello, como el ser portadores de patología crónica e invalidante, o el estar afectados por factores externos ( déficit de personal asistencial, falta de profesionalidad del mismo, exceso de atribuciones y cargas de trabajo, automatismo en la realización de las tareas, alteraciones en la intercomunicación con el paciente). El condicionante del envejecimiento hace que el anciano sea más sensible y vulnerable, con respuestas precarias a la necesidad de equilibrio orgánico y movilidad. Mientras sufrimos el proceso de envejecimiento, nos encontramos a nivel del: 1.- sistema cardiovascular : disminución gasto cardiaco y de la fracción de eyección, disminución de la frecuencia cardiaca máxima, disminución de la capacidad aérobica, disminución de la distensibilidad de VI. 2.- sistema respiratorio: alteraciones en la elasticidad de la pared torácica y pulmonar con aumento aumento de la CRF y del VR, disminución de la CV, CVF y del VEMS y disminución de la presión de O2, alteración del reflejo tusígeno y de la función ciliar 3.- sistema musculoesquelético: disminución de la masa y fuerza muscular ( el 50% a los seis meses de inmovilidad), disminución de la contracción, aparición de osteoporosis y marcha senil 4.- sistema nervioso: enletecimiento de los reflejos de corrección y alteración del sistema propioceptivo. Además de este envejecimiento fisiológico, que no suele ser sintomático y por tanto no evidente, las personas mayores tienen más prevalencia de patologías que afectan a la autonomía y funcionalidad y que son predisponentes para generar inmovilidad y encamamiento: 1.- Enfermedades musculoesqueléticas: Osteoartrosis, osteoporosis, fracturas ( fémur, cadera), polimialgia reumática, problemas podológicos. 2.- Enfermedades neurológicas: ACV y secuelas, enfermedad de Parkinson, demencias, neuropatías. 3.- Enfermedades cardiovasculares: ICC, CI. arteriopatía obliterante 4.- Enfermedades pulmonares: OCFA, enfermedad restrictiva. 5.- Déficit sensorial: Alteraciones visión, inestabilidad. 6.- Causas psicológicas: Depresión, síndrome postcaída. 7.- Enfermedades endocrinas: diabetes, hipotiroidismo 8.- Otros: Cáncer. Se estima que el 4,1% de los ancianos desarrollan incapacidad crónica si son mayores de 80 años, o presentan deterioro cognitivo moderadosevero, o muestran dependencia en ABVD, o tienen un EPOC. Además deberemos indagar sobre la polifarmacia (más de cinco fármacos diferentes al día), interacciones y medidas terapeúticas administradas y utilizadas en los mayores, para así evitar la yatrogenia, origen y/o complicación en muchos casos del encamamiento. La soledad y la falta de apoyo social, también pueden generar encamamiento, así como la prolongación voluntaria de estancia en la cama. Prevención Ya hemos comentado en la introducción que es prevenible, por lo cual deberemos enfatizar la vigilancia para evitar su desarrollo, y lo haremos de manera 1.- Primaria. Mantener la movilidad es el fín para evitar el encamamiento, y lo podremos realizar con un ejercicio físico adaptado a la patología sufrida y a la severidad de la misma, indicando que debe ser de baja intensidad (aplicaremos la Fórmula de Karvonen), de tipo aérobico, y hay que evitarlo si existe disnea, dolor, mareo e inestabilidad en la marcha, o bipedestación, lo haremos con una frecuencia de dos, tres días a la semana. Los ejercicios deberán contemplar la potencia, resistencia, flexibilidad, y mantenimiento del equilibrio. Los beneficios del ejercicio no disminuyen con la edad. 2.- Secundaria. Mantener en lo máximo el nivel sensorial ( deficitario, por norma, entre nuestros ancianos), procurar adaptaciones técnicas para mejoras del hándicap, así como eliminar las barreras existentes que dificulten el manejo del paciente. Por último poner énfasis en estimular la independencia en la ABVD, con adiestramiento en la adaptabilidad y ejecución de las mismas, evitando la superprotección. 3.- Terciaria. Tratar las complicaciones acaecidas durante el encamamiento 3.1.- Musculoesqueléticas: Contracturas (con atrofia muscular, fibrosis capsular, deformidad articular, disminución de la amplitud normal del movimiento articular) que pueden llevar a la anquilosis con posturas de flexión, debilidad muscular, atrofia por desuso (a las seis semanas el 25% y en mayores de 80 años el 50%), osteoporosis ( con aumento de la calciuria). 3.2.- Neurológicas: Deprivación sensorial, deterioro cognitivo, menor equilibrio. Suelen aparecer al mes de encamamiento. También ocurre una disminución del automatismo y de los reflejos posturales. 3.3.- Cardiovasculares: Hipotensión ortostática, reducción del volumen circulante, reducción de la reserva funcional (los músculos no funcionan como bomba – existen signos de insuficiencia venosa-), tromboembolismos, aumento de la mortalidad por cardiopatía isquémica. 3.4.- Respiratorias: Menor capacidad vital ( en el decúbito existe una menor actividad muscular), menor actividad ciliar ( con aumento de las secreciones y riesgo de sobreinfecciones, menor reflejo tusígeno, mayor posibilidad de neumonía por aspiración ( atención a los portadores de sonda nasogástrica). 3.5.- Genitourinarias: Retención urinaria, cálculos urinarios, infecciones urinarias recurrentes. Existen micciones tardías e incompletas debidas a la postura, que favorecen el estasis urinario, lo que debilita la musculatura pélvica y el músculo detrusor. Esta situación nos lleva a un aumento del residuo vesical. La actividad sexual desaparece. 3.6.Digestivas: Anorexia y estreñimiento. Existe alteraciones en la deglución y digestiones lentas (enletecimiento del peristaltismo), estasis venoso pélvico, proctalgia y hemorroides que dificultan la defecación. 3.7.- Metabólicas y hormonales: Balance negativos nitrogenado (por catabolismo proteico precisando de aporte de > 110 gr proteína día) y de minerales (Ca, P, Mg, K y Na), Resistencia a la insulina con intolerancia a hidrocarbonados, elevación de la PTH, hiperlipidemia, disminución del Col-HDL. 3.8.Dermatológicas: Maceración y atrofia de la piel (infecciones), úlceras por presión, dermatitis del pañal. 3.9.- Psicológicos: Hábito de encamarse, depresión, miedo, ansiedad. También deberemos implantar y realizar un programa de cambios posturales, conociendo las indicaciones de las diferentes posiciones, que se pueden adoptar en la cama: supino, dorsal, prono, lateral, SIMS, sentado, Fowler, Trendelenburg, Roser, etc. Cuidado y contacto diario Primero debemos diferenciar entre vejez (edad avanzada) y senilidad (deterioro que puede llegar a la pérdida de la propia identidad), y también tener constancia de la existencia del llamado microcosmos personal del paciente. Se estima que una distancia de 1,5 metros es la correcta para la relación, mayor distancia indica frialdad o respeto, y menos implica invasión o intimidad (el anciano invade en base a los déficits sensoriales que presenta). También debemos conocer, que el ámbito de relación interpersonal del anciano es, generalmente, de pocas personas, por eso es conveniente que sea una única o un mínimo de personas las que procedan al cuidado y atención directa. Cuando hablamos del encamado, no hablamos de algo que se va destruyendo, y no siempre es sinónimo a decrepitud, agonía y muerte. El encamado tiene y presenta sentimientos e intelecto y responde con pensamientos, emotividad, ternura, frustración o dolor, aunque sabemos, que esta respuesta de adaptación se ve mermada por su deterioro. Presentan, como todos, una experiencia de vida -edad biográfica-, que se manifiesta con actitudes positivas ( eupatía, simpatía, autonomía y anástasis) o bien negativas (copatía, dispatía, heteronomía, catástasis). El equilibrio interior, favorece una mejor adaptación a su estado, lo cual repercute de manera directa, en un beneficio del cuidado continuado que requiere. La diferencia entre la edad cronológica, la edad biológica y la edad biográfica, estriba en que ésta identifica a la persona de forma individual, con un pasado (no es inmutable y depende del futuro en cada momento), un presente (en el cual elaboramos decisiones del futuro) y un futuro (que es algo incierto). Comprender esto, ayuda a mejorar la relación con el paciente. El sometimiento a la situación de encamamiento que el anciano sufre, se basa en la Teoría de la Docilidad ambiental (Lawton y Simon 1968), que expresa que con la edad, la persona se somete más dócilmente al ambiente y es más vulnerable a las exigencias de éste. Este equilibrio entre el “ser como soy” o competencia personal y la presión ambiental a la que estoy sometido, puede desequilibrarse, y así, si las presiones son superiores a la competencia de la persona, se genera una respuesta de desafío, esfuerzo, alerta y se mostrará con una vida activa y autónoma, en cambio si las presiones son muy superiores, existirá desbordamiento y la persona se mostrará incapaz y amenazada. Cuando la competencia personal supera a la presión ambiental, el sujeto se mostrará cómodo, seguro y poco decidido a nuevas tareas, mientras que si la competencia excede en mucho a la presión, el sujeto será indolente, con actitud de abandono, desidia y menor afán de vivir. El cuidador, en el quehacer diario con el encamado, precisa de tiempo y energía, más cuanto mayor sea el tiempo de enfermedad, y deberá transmitir actitudes positivas, ante la situación de dependencia que presenta el enfermo, fomentando la independencia personal, manteniendo y personalizando el entorno (ventilación, iluminación), generando interacción social, evitando hacer juicio de valores, y en general estimulando mentalmente al encamado. Es necesario mantener una comunicación durante el cuidado, estableciendo contacto visual, tranquilizando y reduciendo la ansiedad que muestre el encamado por su situación y utilizando necesariamente el tacto (el contacto directo con el otro, favorece la "presencia vivencial" del paciente). Cuando el enfermo es capaz de expresar y hacerse entender mediante el lenguaje, es más fácil la comunicación, pero en situaciones de mutismo, falta de raciocinio, ausencia de voluntades anticipadas a las cuales atenerse y en otras situaciones especiales, hace que tengamos que poner atención en la expresión no verbal del anciano, en el "arte de mirar" ( Opsitécnica Clínica), sabiendo que pueden existir discrepancias entre lo que observamos y lo que quiere expresar el paciente. No deberemos alargar la atención directa (menos de quince minutos), respetaremos la intimidad e implicaremos, en lo posible, a la familia en el cuidado del enfermo. Higiene y control de síntomas del encamado El nivel de higiene es un indicador del nivel de atención que se presta, y siempre hay que realizarla bajo el contexto del máximo confort para el encamado. Con ella mejoramos la autoestima del encamado. La involución nos conduce a un aumento de la incapacidad para ejecutar AVD, así como a una mayor tendencia a la postración. El resultado final de este proceso suele ser el la inmovilidad y encamamiento. Esto requiere, inicialmente, una valoración integral exhaustiva, así como la elaboración de un plan de cuidados tanto personales (potenciar una autoimagen positiva), como del entorno (eliminación de riesgos y olores), y por último realizar los autocuidados del trabajador. Al realizarla, es el momento ideal para conversar, objetivar la aparición de nuevos problemas y observar la movilidad que presenta el enfermo. Antes de todo, acondicionaremos la habitación para la labor, evitando corrientes, graduando la temperatura ambiental en 22-25 grados, cerrando puertas y ventanas, proporcionando intimidad ( biombo en habitaciones compartidas) y seguridad. 1.- Utilizar guantes, jabón neutro, agua a 37-40 grados, esponjas, toallas de baño y aseo. Usar crema hidratante en cada zona después del secado. Utilizar utensilios de forma individual y de un solo uso, a ser posible. Descubrir sólo la zona a lavar, secar por contacto y prestar especial interés en los pliegues. Por supuesto, que el lavado de manos del cuidador, antes y después de realizar la higiene de cada encamado, es imprescindible. 2.- Cabeza y cuello. Con una secuencia de cara-ojos-orejas-cuello-secar-crema de cara 3.- Brazos y tronco. Desde manos hasta axilas-tronco-secar 4.- Espalda. Decúbito lateral-lavar espalda-secar-crema hidratante 5.- Colocar la parte superior del pijama o camisón 6.- Descubrir las piernas hasta el pubis-lavar de muslos a pies-secar-crema hidratante 7.- Colocar la parte inferior del pijama, bajar el camisón 8.- Acomodar al encamado, con ropa cómoda, sin pliegues en sábanas Higiene en zonas especiales 9.- Lavar genitales con las piernas flexionadas si es posible. En los hombres retirar restos y residuos existentes, usar agua tibia, retraer prepucio y limpiar el glande, luego la zona perianal, retirar el jabón, secar (gasas estériles) y cubrir. Prestar especial atención a portadores de colectores y sondas. En las mujeres separaremos primero los labios mayores, realizando el lavado de dentro a afuera y de arriba a abajo. 10.- Boca. Utilizar depresores con gasas en los extremos, empapados de suero fisiológico. Limpiar dientes y encías de forma interna y externa. Limpiar la lengua, con otro depresor, desde el interior hacia afuera y arrastrar restos. Otro depresor con solución salina para enjuagar. Secar labios y parte externa con servilletas de papel. Lubricar labios. Nunca deberemos introducir mucho el depresor para evitar naúseas, y actuaremos con cuidado para no dañar la mucosa oral, además actuaremos sin mucha fricción y las gasas no deben tener exceso de líquido. Con las prótesis dentales actuaremos de igual manera, procediendo a su desinfección y mantenimiento. 11.- Afeitado y depilaciones. En el afeitado usar crema de afeitar, maquinillas de un solo uso, si es eléctrica que sea individual, lavar y usar loción o crema hidrante después. Evitar cortes e irritaciones. En la depilación, lavar la zona antes de dar la crema, aplicar crema hidratante después de retirar la crema. 12.- Uñas. Retirar el esmalte con algodón y quitaesmaltes, sumergir los dedos en un recipiente durante unos minutos, limpiar las palmas, el dorso, las uñas y los espacios interdigitales ( usando un cepillo en caso necesario). Secar con toalla, especialmente los espacios interdigitales, cortar las uñas de forma ovalada en las manos y recta en los pies. Limar y pasar toalla por la zona. Usar loción o crema de manos. 13.- Orejas. Usar una torunda enrollada en unas pinzas, mojar la torunda con agua tibia sin que gotee, pasarla por el pabellón, primero por la zona interna y luego por la externa, en caso de que queden restos, repetir la operación, finalmente secar bien. En la acción, realizar movimientos únicos y circulares, sin rascar ni presionar. No se deben usar ni jabón, ni bastoncillos, ni torundas secas. 14.- Cabello. Cuando sea necesario, lo haremos utilizando guantes, con una bolsa de plástico debajo de la cabeza (que estará en hiperextensión en la parte superior de la cama)y toallas alrededor del cuello. Aplicaremos el champú neutro, masaje, enjuagamos y podemos repetir la operación. Secar con toalla y secador. Actuaremos con rapidez, protegiendo oídos, ojos, y evitando mojar la cama o el resto del cuerpo. 16.- Higiene del sueño. Necesario para el equilibrio y bienestar, requiriendo un ambiente de tranquilidad y relajación. Deberemos vigilar la temperatura de la habitación, ambiente oscuro o penumbra, utilizar prendas cómodas y confortables, proporcionar infusiones o leche caliente y en caso necesario dar masajes suaves y/o hipnóticos. 17.- Higiene postmortem. Realizarla sin presencia familiar, antes de que aparezca el rigor mortis, en decúbito supino, con almohada bajo la cabeza (evita lividez en facies), retirar apósitos, vendas, tubos y catéteres, cubrir heridas o incisiones abiertas con apósitos limpio y pequeño, realizar el aseo corporal, peinar, taponar con algodón los orificios naturales, colocar prótesis bucales, cerrar la boca, cerrar ojos, colocar los brazos sobre el abdomen, poner identificación al fallecido, cubrir el cuerpo con una sábana, trasladarlo de forma discreta al mortuorio, recoger objetos personales en bolsas y entregarlos a la familia. Cuando nos encontramos ante un encamado, nos encontramos ante una persona, que generalmente, sufre una patología crónica e invalidante, que pone en riesgo la vida del paciente, bien por incurable y con escaso beneficio terapeútico, o bien por la aparición de complicaciones de difícil resolución. El aumento de personas de edad avanzada, la presencia de pluripatología, la discapacidad, el pronóstico incierto, el deterioro cognitivo y el aislamiento, son factores que realzan la importancia de mejorar la atención al final de la vida, de nuestros encamados. El gran problema del Equipo Asistencial es reconocer la irreversibilidad del cuadro, sin una respuesta razonable a tratamiento específico, a pesar de los avances de la técnica (no llegar al encarnizamiento terapeútico), y determinar un pronóstico (en los ancianos no podremos aplicar los seis meses, como en el oncológico, para etiquetar de terminal ). La evaluación de la competencia del enfermo, la asignación de recursos y el control de costes, son también otros problemas que nos surgen. Una vez sopesada la limitación del tratamiento, deberemos actuar 1.- Asegurándonos que la elección se basa en un correcto diagnóstico, dejando constancia escrita 2.- Pidiendo opinión a otros profesionales competentes 3.- Valorando si el paciente, tutor y/o familia están de acuerdo 4.- Solicitando actuación del Comité Etico del Centro, si existiese. Una vez que se ha tomado el objetivo del control de síntomas, el cuidador proporcionará el confort necesario para mejorar el estado personal del paciente. Los síntomas que originan más disconfort en los encamados son: dolor, anorexia, disnea, naúseas, vómitos, descenso en el peso, estreñimiento, insomnio y la boca seca. 1.- Piel seca: Usar cremas, emulsiones y aceites corporales en baño y ducha, si existe inflamción usar emulsión más hidrocortisona 5% dos veces al día. 2.- Piel húmeda: Secar, no dar pomadas 3.- Prurito: Cortar las uñas, usar cremas con lanolina, norascar, frotar de manera suave 4.- Boca: 4.1.- En la boca sucia usar una torunda empapada en agua oxigenada al 50% con suero salino, pastillas efervescentes de vitamina C, usar cepillo de dientes, realizarlo 2-3 veces al día. 4.2.- En la boca dolorosa se deberá usar una dieta blanda, con alimentos fríos o templados, también se podrá una solución de suero glucosado con nistatina, antiséptico y lidocacina al 2%. 4.3.- Si existe infección, clorjhexidina, povidona yodada en medio vaso de agua. 4.4.- En la xerostomía, usar cepillo suave, limpiando la lengua, encías y mucosas, enjuagar con mezcla de sidra y agua con gas, caramelos sin azúcar, manzanilla con limón, trozos de piña, naranja e ingesta de líquidos en general. 4.5.- Ante la agonía, humedecer los labios, poner vaselina en ellos y retirar las secreciones con torunda húmeda. 5.- Estreñimiento: Aumentar la ingesta de líquidos, la fibra en la dieta, responder al deseo de evacuación y facilitar la intimidad. 6.- SNG: Una vez colocada deben plantearse periódicamente el balance entre riesgos y beneficios de confort, considerándola posibilidad de retirarla. Los efectos adversos más mencionados son la regurgitación, malestar nasofaríngeo, agitación, diarreas y alteraciones en la imagen corporal.7.- Náuseas y vómitos: Hacer que el entorno sea agradable, con ventilación y libre de olores, dieta con alimentos suaves, digeribles, no voluminosos y poco pesados, conseguir hidratar, colocar en una postura cómoda, mantener la higiene bucal, valorar y prevenir la broncoaspiración, y tranquilizar al paciente Cuidar al cuidador La exigencia del cuidado diario al encamado, induce muchas veces, que el eslabón vital de la figura del cuidador claudique, lo cual nos conduce a una situación de riesgo en el resultado final, que es la calidad de vida, bienestar y confort del encamado. Las causas de la claudicación son múltiples: Factores individuales como el padecer enfermedades que limitan la labor, la constitución corporal del trabajador ( exceso o defecto), edad del trabajador, el nivel de formación, la antiguedad en el puesto, la dejación de funciones de un compañero y los hábitos de vida, condicionan el quehacer diario. Existen además, factores físicos, como las posturas que se adoptan de inclinaciones y torsiones al realizar la tarea, la existencia de espacios reducidos en el lugar donde se realiza la labor, los cambios de carga exigidos, la realización de curas, los transportes de carros y balas de O2. Por último, los factores organizativos asistenciales como un trabajo acelerado, un ratio del personal insuficiente, la existencia de problemas en la formación y adecuación del personal, el mal estado de los materiales, la falta de protocolos de actuación, la inexistencia de períodos de descanso y los turnos de trabajo penosos. Todos estos factores influyen en el trabajo diario y acarrean consecuencias de orden físico y psicológico, que pueden alterar la atención al encamado. Consecuencias del tipo de estrés laboral, ansiedad por no poder llegar y hacer el trabajo, irritabilidad en el puesto de trabajo, cambios de humor, depresión. Esto se conoce con el nombre del "síndrome del quemado". La menor de las veces se generan experiencias laborales satisfactorias de reconocimiento personal, profesional y empresarial. Maltrato al encamado Frecuentemente encontramos noticias u oímos comentarios sobre este hecho, pero éstos son los casos más flagrantes, existen otros que pasan más desapercibidos y que también están en el ámbito del maltrato. En una encuesta a profesionales en el medio institucional, el 10% reconocía haber realizado abuso físico (contención física), y el 40% hacerlo psicológicamente (gritos, insultos, restringir derechos). Los encamados son la parte más vulnerable de la Asistencia Geriátrica, no se ven, la mayoría de las veces no hablan, no reclaman, por tanto son un blanco fácil de cualquier tipo de maltrato. No siempre es el trabajador quien lo ejecuta, en muchas ocasiones es la Organización de la Gestión Asistencial, ninguneando al anciano y aplicando protocolos de actuación que rigen "la calidad de vida" del enfermo, sin la opinión de éste. Se distingue entre neglicencia (acto de omisión voluntario o involuntario) y abuso (acto de ejecución). El abuso puede ser: físico, psicológico, sexual o financiero. Tanto uno como otro, se puede manifestar en diferentes esferas como: nutrición, vestido, higiene, contención, cuidados de salud, intimidad, seguridad, aislamiento social, entorno y personal. No es fácil identificar un maltrato, múltiples circunstancias solapan una actitud penosa, ejemplo de ello son: el maltratado permanece en actitud pasiva y resignada, no conoce sus derechos, cree que pueden tomar represalias, la familia no le cree, es difícil identificar al maltratador, existe un pacto de silencio entre el personal, la Administracción no quiere problemas. Para su prevención, la Administración deberá reconocer la existencia o posibilidad de maltrato, respaldar guías de actuación, exigir cualificación a los trabajadores para el puesto a desempeñar, disponer de planes de formación, mejorar los ratios personal/ancianos a atender, estimular a los trabajadores con incrementos salariales y mejoras laborales. En el ámbito del encamado, se deberá informar sobre derechos y deberes, animarla a denunciar, promover la formación de Consejos Reguladores de Atención, de Usuarios, de Beneficiarios. A los trabajadores se les sensibilizará sobre el fenómeno del maltrato, sus causas, su detección y sus consecuencias. En el nivel comunitario se debe dar respuesta con una legislación adecuada, y la existencia de una presión de medios de comunicación. Contención física y química Tienen una gran implantación en la asistencia a los encamados, y en los diferentes niveles asistenciales, podemos decir que entre un 15-40% del total de ancianos atendidos, difiriendo las cifras según el nivel. Siempre que se deba utilizar, lo haremos como último recurso y durante un tiempo limitado, conociendo las causas que lo motivan y las consecuencias de su utilización. En muchas ocasiones la inmovilidad forzada en muchas ocasiones genera y refuerza una conducta violenta La decisión será consensuada y la ejecutará personal entrenado. Sabemos que su uso se hace por dar el tratamiento, evitar que se caiga de la cama, mantener una conducta violenta y proteger al personal, pero se debería usar para prevenir el daño a sí mismo, prevenir el daño al entorno, y ante conductas peligrosas. Se deberá informar a la familia de la necesidad de su uso e implicarla, y siempre deberemos tener presente la comodidad y seguridad del encamado. En ningún caso se usará como castigo, ante conductas molestas, como sustituto del cuidado y tratamiento, y por conveniencia del equipo. En cuanto a la contención química siempre será bajo prescripción del médico, comenzando con dosis bajas y durante un tiempo determinado. Su uso se está generalizando en conductas que perturban la nocturnidad y en la agitación. En resumen, no siempre "el fin justifica los medios". Atención al encamado terminal El proceso de la muerte, es un problema de subjetividades, rodeado de variables y circunstancias, que pueden modificar nuestras respuestas y sabiendo siempre que la observación del proceso nos da una percepción sesgada, respecto al protagonista que lo padece. Esto condiciona una actitud defensiva de forma general y que generalmente es menos angustiosa, por parte del observador. Socialmente se vive el proceso de muerte del encamado como inevitable, con una mayor naturalidad, debido en parte a un factor edad que se añade a un estado precario previo del enfermo. . La respuesta del enfermo se basará en factores causales (fuera del control del enfermo) como el tipo, duración, síntomas acompañantes y existencia o no de dolor. Otros factores personales como la experiencia de su vida, estilo de vida llevado y aspiraciones creadas, también harán que satisfagan o no el reto de su situación. Por último, factores asistenciales como la técnica aplicada, la hostelería existente, el trato afectivo, y el reconocimiento social, pueden favorecer una mejor adaptación al estado terminal. Si bien, a veces ocurre un rechazo a la situación, con un comportamiento de necesidad por parte del encamado y/o familia: necesidades fisiológicas, que son prioritarias, aunque a veces no lo sean desde el punto de vista existencial, necesidades de seguridad y confianza en los demás, necesidades de integración, de estima y de superación. El rechazo condiciona comportamientos del trabajador : 1.- cambia el tema de conversación 2.- se calla y aleja del enfermo, como que no le oye, 3.- resta importancia 4.- traslada la respuesta a otros, o contesta con evasivas 5.- niega la situación. Estos comportamientos, no dejan contento ni a una parte ni a la otra, por lo tanto deberemos estar preparados para el éxitus y enfrentarnos a él desde la profesionalidad y personalización individual. Nunca deberemos alinear al enfermo, en base a criterios de "es ley natural de la vida", pues las personas tienen una identidad propia que hace que algunos no rechacen el tratamiento, no deseen morirse, planteen dudas y exigencias, hagan llamadas impertinentes, cuestionen y enjuicien al personal sanitario. La aplicación de cuidados paliativos, en base al confort o ausencia de malestar e incomodidad, son la guía a aplicar para cubrir el bienestar físico y moral del encamado No es la idea de muerte, sino más bien el grado de pérdida, lo que aflige al anciano encamado. .