Crisis Oportunidad para el Éxito

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SALUD
Instituto de Constelaciones Familiares
Brigitte Champetier de Ribes
C/Azucenas, 31 – Madrid 28029
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BRIGITTE CHAMPETIER DE RIBES
“CRISIS:
OPORTUNIDAD PARA
EL ÉXITO”
E
xiste una ley que dirige toda
nuestra vida: la ley del equilibrio
y, en particular, la ley del
equilibrio entre el dar y el recibir.
A un buen dar le corresponde un buen
recibir. Al dar le llamamos trabajar, al buen
recibir le llamamos éxito.
Cuando empezamos a darnos
cuenta que los resultados que
esperamos no llegan es
cuando entramos en crisis.
Una crisis, pues, se declara
cuando algo del pasado
interfiere en el ir hacia delante.
Por ello toda crisis es
oportunidad de liberación y
cambio. Más aun, ¿es posible
prosperar sin estar
constantemente empujado
por una crisis o por la
necesidad de actualizarme?
Una crisis es crisis de valores.
vínculo al pasado, impiden el cambio, la
creatividad o la adaptación al presente.
Los valores son grandes lealtades al
pasado, gracias a ellos la vida ha podido
repetirse de generación en generación,
igual a sí misma. Cada vez que hacemos
algo bien, solemos repetirlo y nos vamos
forjando justificaciones, principios y normas
para que nos siga funcionando igual de
bien, olvidando que la base del éxito
anterior fue la perfecta adecuación nuestra
al Presente y sus necesidades.
Cuando nuestros valores y hábitos nos
llevan al borde de la muerte, estalla la crisis
como única solución de supervivencia,
obligándonos a ver estas fidelidades para
soltarlas.
“cuando nuestros
valores nos llevan
al borde de la
muerte, estalla la
crisis como única
solución de supervivencia, obligándonos a ver estas
fidelidades para
soltarlas.”
La moral, la fidelidad a
nuestros valores y principios
son siempre un movimiento
hacia la muerte, un ir hacia
menos, porque nos alejan de los que no lo
comparten y sobretodo porque nos hacen
sentir mejor que ellos, con lo que les
despreciamos y en el fondo estamos
deseando que desaparezcan – “todo sería
mucho más fácil si… si todos fueran como
yo”. Nuestros valores matan el amor en
nosotros. Son armas mortíferas. Y son puro
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Nacemos fusionados con la
moral familiar. Esta última
dirige todas las emociones y
actos del niño sin que tenga la
menor libertad o posibilidad
de darse cuenta.
Al crecer, empezamos a
adherir conscientemente a
una de las morales familiares,
constituyéndonos una escala
consciente de valores. Al
crecer más todavía, sólo
algunos consiguen
abandonar estos valores,
abriéndose al presente, a la
creatividad y a todos los
seres como son, cada uno
con su peculiaridad, ni mejor
ni peor.
Los valores, tanto explícitos como
implícitos, mal que nos pese, nacen a
consecuencia de un mito familiar o social
creado por un ancestro con poder,
necesitado de ocultar un daño. Ese
ancestro es un perpetrador con cara de
Especial Salud / Arte de Sanar 1
santo que con su poder impuso y transmitió
una declaración que le protegía (los vagos
son despreciables, p. ej. para eludir su
responsabilidad en la muerte de unos
trabajadores a los que no quiso pagar lo
debido) declaración que las generaciones
siguientes van a seguir ciegamente por
respeto al ancestro tan “merecedor”.
Y cuanto más fiel estamos a un principio,
más atados estamos a ese pasado, a ese
perpetrador con cara de santo, más
inadaptados para el presente.
Nacemos en el mar de los valores y todo
crecimiento significa salir de este baño
paralizante.
Entonces, llega un momento en que nos
damos cuenta del desfase entre lo que
hubo y lo que hay, nos sentimos
instatisfechos, vemos que la vida nos llama,
que los proyectos, los anhelos y el cambio
se vislumbran y deseamos con todas
nuestras fuerzas que el cambio, nuestro
futuro, se inserte en nuestro hoy.
La fuerza de este deseo felizmente va a
provocar la crisis: me doy cuenta de que el
cambio no viene hacia mí, sino de que
tengo que ir hacia él. Los valores son
inamovibles, anclados en el pasado, no se
pueden mover y tendremos que ir solos al
cambio, despojados de las creencias y
valores que hemos ido acumulando en
nuestra última etapa. El cambio no es
compatible con los valores. Nos toca elegir
y soltar. O los valores o el cambio.
Ese es el papel de toda crisis, provocar el
darnos cuenta del desfase de nuestros
valores y hábitos.
Todo es energía, somos energía. Pero la
energía no tiene un flujo continuo, sólo se
dispara cuando una fase negativa se iguala
con una fase positiva y viceversa. Somos
un campo de energía que funciona como el
imán en forma de U. Este imán tiene una
rama con carga positiva y otra con carga
negativa y gracias a esas dos polaridades
existe el campo magnético del imán. En
nuestras vidas ocurre lo mismo. Estamos
en la fuerza, somos energía cada vez que
equilibramos la luz con la sombra. Nuestra
sombra es tan necesaria y beneficiosa
como nuestra luz.
Y ¿Cómo las equilibramos? Uniéndolas.
Diciéndoles sí a ambas, mientras las
vivimos. Me responsabilizo de mi alegría a
pesar de las desgracias. Tomo mi sombra
en mi corazón. Le doy las gracias por estar
aquí. Acepto aprender algo de ella.
Nos cargamos de energía cada vez que
decimos Sí, y más todavía cuando
llegamos a decir Gracias. ¿Sí y gracias a
qué? A la vida como es. Agradecer a la vida
como es, con su carga y su dolor, lo
transforma todo. La carga y el dolor
devienen oportunidades de servir y crecer,
la vida se hace más fácil, pues va a
empezar a agradecernos nuestra entrega,
se va a ir asomando el éxito. Al decir sí y
gracias a la vida como es entramos en una
dimensión espiritual, quiero decir en una
dimensión en que nos abandonamos al
movimiento del espíritu, permitimos que él
dirija nuestras vidas.
En la crisis el movimiento del espíritu se
despliega, prodigando su fuerza y su amor
al que quiere ver y cambiar.
Éxito, ¿Qué significa?
Si nos aferramos al éxito conseguido, o si
sólo nos interesamos por el éxito anhelado,
nos estamos olvidando de la primera parte
de la ecuación, el dar, y el éxito se escurre
de nuestras manos o no llega nunca.
Nuestro agradecimiento a la vida cómo es
nos impulsa a servirla con todas nuestras
fuerzas, capacidades y amor. “El trabajo es
la vida en acción. Vivir es estar al servicio,
vivir es trabajar, pues trabajar es ponerse
activamente al servicio. Trabajamos como
vivimos” (Bert Hellinger). Esta es la parte
que nos corresponde. Luego el entorno, la
sociedad, el mundo nos compensa con su
reconocimiento. Si no llega el éxito
esperado, no es por culpa de mi jefe, de mis
clientes, de los políticos o de quién sabe: el
no éxito está en mí.
“Sólo existen dos movimientos: un ir con la
vida y un ir hacia la muerte. Lo que no es
más es menos. Más va con la vida, menos
Especial Salud / Arte de Sanar 2
va hacia la muerte. Lo nuevo, el cambio va
con la vida, la rutina va hacia la muerte.
El trabajo crea vida. El trabajo es más.”
El no éxito me dice que no voy con la vida,
que no doy lo que podría dar, que algo mío o
de mi sistema interfiere con mi capacidad
de estar presente y de dar.
Cuando nos abandonamos a lo que hay, a
quién somos, tal cual, por ende nos
abandonamos a quienes nos hicieron como
somos: a nuestros padres. Tomamos
incondicionalmente a nuestros padres, tal y
como son, con amor y agradecimiento haya
pasado lo que haya pasado.
En cuanto decimos sí a lo que hay,
renunciamos a nuestros valores, a nuestras
ilusiones, al futuro programado que
habíamos soñado con una sarta de
imágenes del pasado. Entonces sí que
avanzamos hacia más, hacia la vida como
es y, sin darnos cuenta, se acerca el éxito.
El éxito, como todo, necesitará nuestro sí y
gracias, pero si caemos en la tentación de
aferrarnos a él, adios éxito… lo nuestro es
aferrarnos al cambio, al trabajar y al sí.
En Sistémica observamos que los
accidentes, crisis, enfermedades o traspiés
de todo tipo tienen una función muy clara: la
de mostrar algo que necesita ser tenido en
cuenta. Más aún, el sistema ha llegado
hasta tal punto de desequilibrio que no
permitirá que ningún individuo siga con su
vida individual sin antes haber integrado
ese “algo”.
Las dificultades nacen con el propósito de
poner énfasis sobre algo inconcluso, algo
no asumido tanto por cada persona
involucrada en el conflicto como por sus
sistemas familiares.
La crisis sirve de espejo retrovisor de una
situación que nos es difícil reconocer y por
ello queda inconclusa.
Toda crisis no resuelta se presenta una y
otra vez, cada vez de modo más agudo,
hasta conseguir el cambio que el sistema
está necesitando. Y este objetivo puede
tardar generaciones en lograrse…
Otro elemento fundamental de reflexión es
esta realidad: todo individuo está primero al
servicio de su especie, el destino de la
especie prima sobre el destino del
individuo. ¿Qué consecuencias tiene esto
para nosotros hoy?
La Crisis actual, la Crisis global es también
una crisis de valores al servicio del
crecimiento de la humanidad entera. Pide
ser vista y honrada como la necesidad
prioritaria de cada ser humano hoy.
Repito lo dicho anteriormente, para
aplicarlo a la Crisis: cuando nuestros
valores nos llevan al borde de la muerte,
estalla la crisis como única solución de
supervivencia, obligándonos a ver estas
fidelidades para soltarlas. Es la
supervivencia de la humanidad lo que está
en juego.
Primero nos debemos sentir participes de
esta Crisis, ni tenerle miedo ni negarla, sino
mirarla con respeto, cómo enviada del
espíritu. Y empezar a fluir con ella, con el
cambio de paradigma, con la vida distinta –
ni mejor ni peor – distinta, con el Sí y el
gracias. Entonces podremos dedicarnos a
nuestra vida individual, también desde el sí
y las gracias, caminando activamente hacia
el cambio interior. Este caminar hacia más
vida produce resultados cada vez más
rápidos, por no decir inmediatos. Nuevas
puertas se abren. La alegría, la realización,
las oportunidades, el reconocimiento, la
abundancia entran a raudales nada más
abrirnos al cambio.
¡Adelante!
¡Que seáis felices!
Publicado en Universo Holístico,
noviembre 2009
Brigitte Champetier de Ribes
Directora del Instituto de
Constelaciones Familiares
Especial Salud / Arte de Sanar 3
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