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Centro Argentino
de Estudios
Internacionales
Laa Argentina y los desafíos
safíos de
la tercera trtriangulación
ngulación BrasilBrasil
China
by Sergio Morales
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Working Paper Nº 23
Programa Política Exterior Argentina
ARGENTINA Y LOS DESAFÍOS DE LA TERCERA TRIANGULACIÓN BRASIL-CHINA
Por Lic. Sergio Morales
En la actualidad atravesamos una reconfiguración del orden mundial e, inexorablemente, la
necesidad de los Estados de adaptarse en función de sus nuevas relaciones socio-políticas y económicas.
En este contexto, la Argentina logra realizar una estratégica relación triangular política-comercial con Brasil
y China, sin perjuicio de que esto signifique beneficios equitativos para las tres partes. En efecto, durante el
siglo XX, tanto en el primer triángulo comercial que se dio entre Argentina, Estados Unidos y Gran Bretaña;
como en el segundo, entre Argentina, Estados Unidos y Brasil, la nación más perjudicada en términos de
poder político-económico fue la Argentina. En base a esta experiencia histórica, el gobierno actual
argentino desde hace una década ratifica la continuidad de un proyecto geopolítico en América del Sur
como instrumento de integración regional e inserción internacional. Sin embargo, para comprender los
nuevos desafíos que la Argentina enfrenta es necesario analizar sus anteriores relaciones políticascomerciales.
A principios del Siglo XX, la inserción de Argentina en el mundo se situó dentro del paradigma de
la “División Internacional del Trabajo”, y se caracterizó por la exportación de materias primas y la
importación de productos industriales. De esta manera, los primeros años del siglo pasado, se estableció
una fuerte relación comercial bilateral con Gran Bretaña, adquiriendo así, ferrocarriles, frigoríficos y
préstamos, a cambio de carne y trigo, principalmente. Sin embargo, cuando finalizó la Primera Guerra
Mundial, Estados Unidos ya como potencia emergente, expandió su comercio hacia América Latina. A
diferencia de Gran Bretaña, instaló fábricas fuera de su territorio. Así, las filiales norteamericanas
comprarían los insumos a sus casas matrices y sólo ensamblarían el producto final en la Argentina,
estableciendo un flujo comercial deficitario, que sólo iba a ser compensado por las exportaciones hacia el
viejo continente. Esta situación se conoció como la triangulación comercial entre Argentina, Gran Bretaña y
Estados Unidos. Por supuesto que era solo cuestión de tiempo para que el equilibrio comercial se
quebrara. La creciente oferta mundial de commodities por encima de la industrial yla baja de los precios
internacionales de las materias primas, iba a dejar al descubierto la vulnerabilidad y dependencia de la
economía argentina del sector externo.
En la segunda parte del Siglo XX, se constituyó la segunda triangulación comercial de Argentina
con Estados Unidos y Brasil, que ingresaría como reemplazo superador de Gran Bretaña, tanto por su
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cercanía geográfica como por su complementariedad con la economía argentina. Si bien el país vecino no
poseía la tecnología ni el desarrollo industrial europeo, beneficiado por sus recursos naturales,
principalmente del abundante hierro, logró impulsar tempranamente un proceso de industrialización
rudimentario y así consolidarse como principal socio estratégico regional. A pesar de los esfuerzos de
Argentina y Brasil por lograr una mayor integración latinoamericana, el auge del neoliberalismo
caracterizado por sus políticas de desregulación del mercado y apertura comercial global, terminó por
estancar las relaciones bilaterales entre ambos, beneficiando nuevamente al vértice del triángulo en el que
se encontraba Estados Unidos.
Desde finales del Siglo XX, tras el eminente fracaso del neoliberalismo en la región, transitamos un
positivo proceso de integración latinoamericana con decenas de acuerdos políticos-económicos entre los
mismos y la conformación de organismos multilaterales tales como MERCOSUR, UNASUR, CAN,
CARICOM, SICA, ALBA, CELAC, entre otros. Intentando no volver a cometer los mismos errores del
pasado, desde los últimos años, la política exterior argentina se orientó a fortalecer la Cooperación SurSur, a través de un posicionamiento político-estratégico sudamericano hacía el mundo, con el objeto de
generar mejores condiciones de negociación e inserción internacional. En este contexto, se produce la
tercera triangulación comercial de Argentina, con Brasil; y China, actor que irrumpe en el escenario global
disputando la hegemonía norteamericana. Pero ¿cómo lograr ante estas dos potencias emergentes no
caer nuevamente en el histórico vértice débil del triángulo?
Ciertamente, es necesario interpretar este vínculo político-comercial como una oportunidad más
que como una realidad. Según la Cámara Exportadora de la República Argentina (CERA), en 2013 el
monto de las exportaciones (soja y derivados)de Argentina hacia China fue de USD $6.350 millones,
mientras que las importaciones (trenes, aparatos electrónicos, etc.) de USD $11.620 millones, arrojando un
déficit en la balanza comercial bilateral superior a los $5.000 millones de dólares. Sin embargo, la relación
con oriente va más allá del intercambio comercial, sino de lograr, en una nueva configuración del orden
mundial, que la Argentina tenga un protagonismo mayor al que fue perdiendo entre las naciones
occidentales.
Desde este enfoque, no es relevante la crítica hacia el mencionado déficit comercial derivado
principalmente de la industria argentina de ensamble. Ya que en un mundo complejo en donde los
procesos productivos modernos se conforman por cadenas de valor global- concepto relativo a la
fragmentación geográfica de los procesos de producción–es de vital importancia una óptima
complementariedad regional e internacional. Por supuesto, impulsando conjuntamente la asignación de
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recursos para el desarrollo de tecnología, ciencia e innovación de sectores no tradicionales que es, en
definitiva, el principal factor para impedir una reprimarización de la economía y la dependencia de la
demanda asiática.
Argentina, como otros países de la región, continúa siendo atractiva para la extracción de recursos
por parte de las potencias globales, situación que denota la inmensa riqueza natural que existe aún en
América Latina. Sin embargo, el desarrollo para la región no se encuentra en las condiciones que hasta
ahora prevalecen en el sistema político-financiero internacional que llevaron a la actual asimetría de poder,
sino en consolidar una estrategia geopolítica a largo plazo de integración política-comercial con Oriente, a
través de un trabajo subregional en conjunto con Brasil, y en donde Argentina reafirme la identidad que
nunca debió desistir: de potencia emergente y sudamericana.
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