Publicada en la revista Cuerpo y Mente, núm. 183, referida a

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Hipnosis para la ansiedad
La hipnosis clínica aprovecha el trance del paciente para introducir la terapia.
Guía práctica
Se puede obtener más información sobre la hipnosis
clínica a través de los siguientes teléfonos y webs:
www.centrodehipnosis.es
Valencia
Ángel Mateo, tel. 963 444 880; www.hipnosisclinica.com
Anna tiene 26 años y está estudiando tercero de Arquitectura. Hace tres, cuando empezaba la carrera, empezó a
sufrir crisis de angustia que la dejaban exhausta física y mentalmente. Ella siempre había sido una estudiante
modelo que iba a los exámenes sabiendo las respuestas al dedillo. No dejaba nada al azar. Se define como una
persona «controladora y perfeccionista», más que nada por la inseguridad que siente: «no me deja otra opción que
llevarlo todo bien aprendido».
El problema llegó cuando el método de trabajo de la carrera de arquitectura la dejó sin herramientas. «Se basa en
hacer proyectos sin que nadie te explique cómo desarrollarlos. Los haces, te equivocas, te los corrigen y después
te dicen cómo seguir… Por más que quisiera hacerlos bien nunca sabía cómo empezar. Y hasta que no lo hacía
mal, nadie me decía cómo acabar».Este vía crucis se repetía en todas las asignaturas. Muchos proyectos, muchas
entregas y muchas equivocaciones. Anna se sentía incapaz de llegar a todo.
Anna sabía que necesitaba ayuda pero no quería ir al psicólogo. «Cuando iba al colegio mi madre ya me decía
que me preocupaba demasiado. Me llevó a una psicóloga que me hizo un test básico. No vio ningún problema.
Más tarde, ya comencé a notar los síntomas de la angustia. Volví a la psicóloga. Me dijo que estaba bien y me
enseñó algunas técnicas para relajarme. Sin embargo, ahora sabía que necesitaba algo más.» Una amiga de la
facultad le habló del hipnoterapeuta Ángel Mateo. No se lo pensó dos veces. Llamó y se fue a Valencia desde
Barcelona.
Directo al inconsciente
Con hipnosis se pueden tratar numerosas patologías. Su efectividad reside en que aprovecha el trance del paciente
para introducir la terapia que más le conviene y en que no tiene efectos secundarios.
Mateo explica que «la hipnosis clínica es una técnica basada en parámetros que la ciencia asume como válidos.
Emplea herramientas que van directas al inconsciente y que no dan lugar a la racionalización de las
experiencias. Desde el punto de vista psicológico, te dejas ir y haces lo que te apetece». La sesión se compone de
tres fases: relajación, visualización y terapia. Es esta última la que combate los condicionantes negativos
inconscientes para lograr que las patologías remitan.
Anna explica que «en la primera cita, por la mañana, Ángel me hizo un pequeño test para saber cuáles eran mis
necesidades. De mis respuestas dedujo que, en efecto, estaba pasando por un momento de ansiedad. También me
hizo una prueba de relajación a la que respondí bien, creo que por mi experiencia previa». Ya por la tarde tuvo
lugar la primera sesión de hipnosis. «Me chocó un poco aunque me sentí muy a gusto. Al salir tampoco es que
notase una gran diferencia en mi estado de ánimo», recuerda.
Mateo confirma que «la eficacia de la hipnosis no puede buscarse de forma inmediata ya que, al tratarse de
sugestiones que van quedando en la parte inconsciente, actúan poco a poco y se van manifestando a través del
tiempo».
Un trance inducido
El hipnoterapeuta le dijo a Anna que debía hacer en todo momento lo que sintiera. Y en la segunda sesión ella
decidió dejar la carrera. Necesitaba saber lo que realmente quería hacer con su vida. A partir de ese momento se
dedicó a leer y a hablar con su familia.
Era lo único que le apetecía. «Las sesiones eran semanales y entre una y otra me iba notando mucho mejor. La
terapia era muy sencilla. Me tumbaba en la camilla, recuerdo que era una sala pequeña, con poca luz y música
de fondo. Él hablaba sobre las cuestiones que yo no tenía bien resueltas y debía mejorar, como la inseguridad o
la ansiedad».
En cada sesión es necesario situar al paciente en trance profundo, un estado artificial inducido que no se parece al
sueño fisiológico. Se entra en él mediante un tipo de relajación inspirada en el entrenamiento autógeno de Schultz
y en el método Jacobson.
«La relajación va separando la mente del cuerpo, que recibe así sensaciones inducidas similares a las que
experimenta cuando se va a dormir y se queda quieto. La mente permanece despierta a través del inconsciente y
desconecta casi por completo de la parte más racional», dice Mateo. Anna, en trance, «escuchaba todo lo que
Ángel decía. Incluso oía ruidos que en vigilia no oía, ya que notaba mis sentidos más agudizados». Sin embargo,
le cuesta describir las sensaciones experimentadas en el proceso. Es lógico, durante el trance, la mente consciente
no es la protagonista y explicarlas a posteriori haciendo uso de la razón resulta dificultoso.
La memoria profunda
En el principio del trance hipnótico se accede a la fase de sueño REM (de movimientos oculares rápidos), que se
consolida después con ejercicios de visualización. Estos permiten acceder a la memoria profunda en la medida
que el terapeuta lo considera necesario, atendiendo siempre a la situación personal del paciente. Las sugestiones
introducidas se depositan en esta memoria. De ese modo se pueden ir modificando conductas negativas, y generar
y liberar recursos mentales que incluso ignoramos que tenemos.
En tratamientos psicológicos, como el de Anna, después se trabaja con ejercicios para incentivar la autoestima o
el autocontrol, entre otros. Con ocho sesiones de hipnosis, Ángel le dio el alta. «No fue instan-táneo pero sí muy
rápido», recuerda Anna.
Retomar el camino
Casi al final del tratamiento, las visitas se sucedieron cada quince días y la última se llevó a cabo tres semanas
después. «Cuando acabé con la terapia retomé la carrera con la certeza de que era lo que quería para mí y que
no lo hacía para contentar a mis padres. Aunque tuve que dejar dos asignaturas, las que reinicié las llevé mucho
mejor. Y el curso siguiente fue excelente en resultados. Descubrí otra manera de ver el mundo haciendo lo mismo
que antes. Me di cuenta de que, aunque era sacrificado, era lo que me gustaba».
Anna volvió a sentirse mal al cabo de un tiempo. «Regresé a Valencia pero, de forma inesperada, antes de la
sesión yo misma me puse bien. Mateo me dijo que no hacía falta hacerla pero yo insistí por mi tranquilidad, lo
hice como un refuerzo».
Araceli Domínguez
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