ÉTICA DEL NIÑO Y ÉTICA DE LA INFANCIA Los niños y niñas son componentes de nuestras familias y parte integrante de la sociedad. Ellos son los miembros más pequeños e inocentes, más vulnerables y dependientes, pero también los elementos más activos y dinámicos, plenos de esperanza y ricos de proyección para un futuro próximo y lejano al que todos osamos mirar y al que todos debemos hacer referencia. Por ellos, las acciones de los mayores y el trabajo común deberán servir para hacer disminuir las eventuales limitaciones y los posibles sufrimientos y debería promover el pleno desarrollo, el crecimiento armonioso y aquel bienestar previsible y consciente, en el conocimiento de las necesidades y derechos fundamentales de los niños y niñas (Convención Internacional sobre los Derechos de la Infancia, 20 de Nov. de 1989). Los anteriores principios han de encontrar adecuadas respuestas en todas partes, en la "responsabilidad compartida", de todos las personas de buena voluntad, dispuestas a trabajar por todos los niños y niñas del mundo de hoy y de mañana, sin reservas y sin límites, en aquella actitud rigurosa de respeto y de estudio a nivel interdisciplinario, en la más atenta reflexión antropológica propuesta y querida por la bioética moderna. Pero ¿cuáles son las bases originales de la ética en edad infantil? O más precisamente ¿en qué cosa "el status del niño" determina los puntos de vista particulares por cuanto concierne la observación, la valoración y la sucesiva propuesta operativa por tantos problemas de orden ético? En efecto no se puede hablar de una ética para sí misma, sino de los problemas de ética para la vida y la salud de los niños y de las niñas, y por tanto algunos datos fundamentales deberán ser tomados en consideración: - Ante todo "cuáles límites cronológicos" son atribuidos a la infancia. Una persona los recorre propiamente desde el momento del inicio de la vida, desde la concepción hasta la edad de la adolescencia madura, que la Convención considera alrededor de los 18 años de edad. - "El niño y la niña son un hombre en devenir". Es decir, que crece y se desarrolla, presentando una madurez biológica, psicológica, social y relacional. Es por esto que los problemas éticos deberán ser discutidos en el cuadro de estos niveles de madurez, que son siempre fuertemente variables. - El "status de las diversas costumbres del niño" en las distintas sociedades y en los ambientes más variados, demasiado divergentes, deberá ser conducidos de manera posible a una cierta uniformidad de interpretación y valoración que permanece siempre en un procedimiento complejo, aun cuando sean niveladas la mayor parte de estas dificultades, de vez en cuando encontradas y que deberían ser adecuadamente interpretadas y resueltas. Otro interrogante emerge del examen de aquellos principios generales admitidos, sobre los cuales se fundan las decisiones éticas, por lo que respecta a la ciencia de la vida y de la salud también de los infantes. Simplificando al máximo, deberán ser considerados dos sectores de mayor relevancia según se trate de la ética de la persona o de la ética de la colectividad y esto en manera más definida y respondiendo a cuanto se refiere a la ética del niño y a la ética de la infancia.