La adolescencia comienza en la pubescencia, luego de la latencia La teoría psicoanalítica sostiene que la adolescencia es un fenómeno genético y universal. Durante la pubescencia se producen los cambios corporales asociados con las funciones propias de la reproducción y al mismo tiempo se activa el instinto sexual, elemento psicológico correspondiente a las energías libidinales que necesitan la descarga de la tensión, junto con otros fenómenos típicos de esta etapa. Los cambios fisiológicos que se producen en esta etapa se relacionan con los procesos corporales por un lado y con cambios psicológicos y de la autoimagen por otro. Durante la adolescencia la agresividad y la torpeza se relacionan con los cambios fisiológicos y por otra parte, la nueva imagen corporal exige un cambio de relaciones sociales. Por lo tanto, el adolescente debe enfrentar en esta etapa: un nuevo grupo social debido a su nueva estructura corporal, la resolución del complejo de Edipo; posiblemente un breve período homosexual; y finalmente el acceso a una relación heterosexual normal. Estos cambios fisiológicos traen aparejadas perturbaciones emocionales, en particular aumentando las emociones negativas como la depresión, la ansiedad, la pereza, el estrés y la agresividad. Según esta teoría, los primeros cinco años de individuo son cruciales para la formación de la personalidad que se concreta durante la crisis de la pubescencia y que depende de su resultado. Freud no manifestó marcado interés en esta etapa de la vida debido a su idea revolucionaria de que la sexualidad comienza en la primera infancia y no en la pubertad; y que la capacidad de amar y la normalidad o anormalidad están determinadas por las experiencias de las etapas pregenitales. En la pubertad se instaura la supremacía de la zona genital y el objetivo de la reproducción y se manifiesta por la excitación de la zona erógena, por la intensa tensión interior y la urgente necesidad de descarga y por la gran excitación sexual psicológica que lleva a la masturbación debido al gran poder del impulso y la obvia imposibilidad de solucionarlo adecuadamente. Los problemas de adaptación de un adolescente son comunes ya que la sexualidad se opone a su seguridad, por lo tanto en esta etapa pueden surgir síntomas histéricos y neuróticos y hasta enfermedades mentales graves. El impulso sexual aumentado durante este período revive la tendencia hacia los objetos incestuosos provocando una segunda situación edípica, aunque mitigadas por el desarrollo del Superyo que reprimirá esas tendencias. Freud señala que pueden darse algunas situaciones peligrosas para el desarrollo psicosexual. En primer lugar los lazos muy estrechos con personas del mismo sexo que puede fomentar la inversión del objeto sexual y luego, la dependencia que lo vinculan a sus padres. Este desprendimiento emocional es necesario y se manifiesta con rechazo, resentimiento y hostilidad, no sólo frente a los padres sino también contra toda forma de autoridad. Resumiendo, para el Psicoanálisis, el objetivo fundamental del adolescente es lograr la primacía genital y el logro de un vínculo con un objeto no incestuoso. (Objeto para el Psicoanálisis quiere decir persona significativa) La teoría Psicoanalítica se destaca por el énfasis que atribuye a los factores biológicos, principalmente por la utilización del concepto de instinto. Sin embargo la influencia de factores sociales nunca ha sido desestimada por Freud ni negada su importancia. El instinto de reproducción se relaciona con la energía que denomina libido, que consiste en un impulso hacia el placer o instinto de vida. El desarrollo del Superyo, o conciencia moral, permite el desarrollo de los conceptos morales y las aspiraciones personales según la cultura. Para Freud, este proceso evolutivo, principalmente en la etapa de latencia y de pubescencia representa una lucha energética entre las fuerzas instintivas que denomina Ello, y las fuerzas socialmente adoptadas o conciencia moral del Superyo. Desde este encuadre, cada etapa psicosexual, desde la infancia, persiste y se agrega a las posteriores integrándose, de modo que el autoerotismo, el narcisismo y el amor objetal pueden coexistir en un individuo.