Los certificados de calidad en educación Organismos gubernamentales y no gubernamentales, nacionales e internacionales, asociaciones profesionales, consultoras, grupos organizados desde el interior del sistema y algunos francotiradores se han lanzado en la década de los noventa a la conquista del oeste universitario (tierra inexplorada y que alberga riqueza -el petróleo de la calidad y su evaluación-)". Así comienza el profesor Rodríguez Espinar un artículo publicado en la revista 'Currículo'. Lo que afirma respecto a las universidades comienza a extenderse también a los centros de enseñanzas nouniversitarias. Por iniciativa de instancias gubernamentales (Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, y Consejerías de Educación de algunas Comunidades Autónomas) y empresariales (empresas consultoras y Cámaras de Comercio) han comenzado a desarrollarse prácticas de certificación de calidad o acreditación de centros de educación primaria y secundaria. En la actualidad los esquemas más extendidos son el modelo europeo de excelencia de la EFQM y la Norma UNE-EN ISO 9001: 2000. Conviene recordar que los modelos de gestión de calidad provienen del campo industrial y responden a la necesidad de ésta de normalizar sus productos y procesos. Estos modelos, que han mostrado en ese contexto su eficacia, se han trasladado a otros campos donde su efectividad está por demostrar. Previsiblemente, durante los próximos años la aplicación de sistemas de acreditación se va a extender como hongos en los centros de enseñanzas no universitarias y, seguramente, lo hará con especial intensidad entre los centros privados y los de formación profesional. Siendo los centros de educación primaria y secundaria un mercado virgen, todo el ceremonial de certificación y acreditación constituye un floreciente y atractivo negocio que tiende a impulsar un tipo de actividades supuestamente evaluativas de escaso valor para la educación pero altamente lucrativas para quienes las pretenden desarrollar. Además determinados centros ven en ello una oportunidad para realizar un marketing entre sus clientes y de colgar en su entrada y colocar en sus folletos el correspondiente sello de calidad. Este hecho, no va a significar, como se pretende hacer creer, una mejora de la calidad de la educación que imparten dichos centros. Existen argumentos sólidos que avalan esta tesis. Uno de los problemas clave de los modelos de gestión de calidad en educación es que ignoran el conocimiento educativo acumulado a través de decenas de años de investigación sobre los problemas de la educación, sobre las mejores respuestas a los mismos y sobre los procesos de mejora de los centros educativos. Los resultados de la investigación sobre el cambio educativo, por ejemplo, nos enseñan que los sistemas de acreditación tienden a sobrevalorar la dimensión de "fachada y ceremonia" de los centros escolares como organizaciones pero, en el fondo, no contribuyen a modificar su estructura profunda. Pero, además, los resultados de la investigación sobre la aplicación de sistemas de gestión de la calidad muestran que "los efectos de implementar un sistema de calidad son más evidentes en los aspectos internos de la organización", y que "es complicado determinar los efectos en estudiantes, clientes u otros destinatarios/agentes de la organización". Esto no debe sorprender ya que los denominados "sistemas de calidad" no especifican las exigencias de la calidad del producto, sino que ponen el énfasis en la concreción de los requisitos para la gestión de las actividades relacionadas con la calidad de los procesos de ejecución, por eso también se les denomina, de modo más apropiado, sistemas de gestión de la calidad. Todo lo anterior nos lleva a la conclusión de que el resultado del desarrollo de sistemas de gestión de la calidad no afecta directamente a los productos -en la educación, el aprendizaje del alumnado- sino a los micro procesos de gestión escolar. En suma, los procesos de acreditación no suelen modificar la cultura escolar y, consecuentemente, no inciden en una dirección de mejora de la calidad de la enseñanza y el aprendizaje en las aulas. Otra cuestión importante es clarificar qué se entiende por calidad de la educación. El espacio disponible impide el tratamiento que el tema merece, pero baste señalar que la calidad en educación no se circunscribe al cumplimiento de estándares -referente básico de los sistemas de acreditación-. Por tanto, tras un proceso de acreditación sólo se puede afirmar que un centro cumple o no los estándares establecidos por la organización que certifica, pero no que esté desarrollando una educación de calidad. La calidad educativa de un centro es más que el cumplimiento de ciertos estándares de gestión. Por ello podemos afirmar que cuando se ofrecen los certificados de calidad como pruebas de la calidad de un centro educativo se nos vende la parte (una pequeña parte) por el todo o, dicho de otro modo, se nos intenta vender gato por liebre. * Pablo J. Santana Bonilla es profesor titular de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de La Laguna.