Discurso de Ángel Hurtado en la Universidad Lisandro Alvarado de Barquisimeto, con motivo de su Doctorado Honoris Causa en Artes Plásticas, el 27 de enero de 2015 Me siento turbado… y emocionado a la vez… sobre todo por que no estoy dotado para la oratoria. Pero tendré que decir algunas palabras, muy breves, para agradecer este homenaje que se me hace en esta importante institución que lleva el nombre de Lisandro Alvarado. Yo tuve la ocurrencia de nacer, muchos años después, en la misma tierra donde nació ese egregio personaje, educador, científico, lingüista y muchas cosas más… no me extenderé en su biografía pues ya todos ustedes la conocen. Sólo diré que me siento muy complacido de haber obtenido anteriormente, de esta misma institución, la condecoración que lleva su nombre y ahora con esta otra distinción, me siento doblemente complacido y orgulloso. Dije al principio, que me sentía turbado porqué no alcanzo a comprender el porqué se me honra con este Doctorado Honoris Causa. Es muy raro que se distinga a un artista con esta distinción, y en este caso a dos artistas, pues comparto el honor con mi colega Ramón Chirinos a quién admiro y respeto, y ya anteriormente, a otro colega aquí presente, Edgar Sánchez, querido viejo amigo a quién agradezco el haberme acompañado esta noche como Padrino. Saludo también a dos colegas artistas que han sido doctorados con anterioridad por esta Institución, Armando Villalón y Esteban Castillo, quienes han tenido la gentileza de acompañarme esta noche y por quienes me unen lazos de amistad, respeto y admiración. Creo que en lo que a mi respecta, más que por mi obra de pintor, de la cual no estoy muy seguro, se ha reconocido más bien mi “terquedad”. Es decir, al sólo hecho de perseverar desde mi niñez hasta la vejentud, de haber hecho una sola cosa: pintar!. A la tenacidad, para llamarla con mejor definición, de no haberme desviado ni un solo milímetro de cumplir esa vocación, que más que vocación es un virus con el cual nací. Creo también que ese es el secreto de la longevidad, el hacer lo que a uno le gusta, desde que nace hasta que se muere. No está demás destacar aquí, la importancia que ha tenido el arte sobretodo la pintura y la escultura; la literatura y la música en la historia de la humanidad. Desde los pintores pre­históricos que decoraron las cavernas de Lascaux, pasando por las culturas egipcias, griegas y romanas; desde el Renacimiento hasta el arte contemporáneo, los artistas han sido los testigos que mejor han descrito el pasaje del tiempo en el devenir de la humanidad. Uno de ellos, el más grande de todos a mi juicio, Miguelángel, el creador del techo de la Capilla Sixtina, el Juicio Final, el David y el Moisés fue un titán que hasta ahora no ha sido superado Es por eso que al arte y a los artistas se les debería reconocer su aporte a la cultura universal. En aquellos tiempos los artistas eran los seres más admirados , hoy día son los futbolistas y los cantantes de la farándula. También quiero destacar, como prueba de lo dicho, que Francia, uno de los países más cultos, debe agradecerle a tres damas muy conocidas, el hecho de haberle proporcionado la mayor cantidad de divisas generadas por los millones de viajeros que van a ese país a visitarlas, 10 millones de personas el año pasado, las tres viven en la misma casa, a una le faltan los dos brazos, la otra es alada y la tercera es una señora que apenas sonríe: la Venus de Milo, la Victoria de Samotracia y la Gioconda. Cambiando de tema, quiero aprovechar este momento para agradecer a dos pintores tocuyanos el de haber sido cómplices de mi tenacidad, se llamaban Octavio Alvarado y José María Giménez, (Chemaría), quienes me ayudaron a dar mis primeros pasos en la pintura, invitándome a acompañarlos en sus salidas a pintar los paisajes alrededor de mi pueblo cuando era apenas un niño. Con ellos hice mi primera exposición cuando se conmemoró el Cuatricentenario de El Tocuyo en 1945. Luego me trasladé a Caracas, gracias también a otro gran larense, el poeta de Sanare José Antonio Escalona­Escalona, quién me consiguió una beca para estudiar a fondo lo que ya consideraba era definitivamente mi profesión. En la Escuela de Artes Plásticas de Caracas me encontré con otro larense, el barquisimetano Rafael Monasterios, quién junto a Pedro Ángel González, Marcos Castillo, Francisco Narváez y otros destacados artistas me ayudaron en la difícil tarea de aprender a pintar, y a quienes debo agradecer también, porque sin la ayuda de todos ellos este homenaje de hoy no habría tenido lugar. Debo agradecer también el discurso de orden pronunciado por la doctora Marta de la Vega, quién además, hace algunos años dedicó gran parte de su tiempo a la escritura de un bello libro sobre mi trabajo. También agradezco la presencia de mi buen amigo Isaac Bencid quien acaba de terminar un video documental sobre mi obra. Por último a mis padres y a mis hermanos, tres de los cuales me acompañan esta noche, y que siempre han prestado su apoyo a mi carrera. A todas estas personas que acabo de nombrar, vaya mi total y eterno agradecimiento. Aquí entre nos, quiero confesarles un secreto: los cientos de cuadros que llevan mi firma no los he pintado yo!...en mi caso, los cuadros se han pintado ellos solos, siendo yo apenas el interprete de un diálogo. Un diálogo en el cual el lienzo se lleva la mejor parte, pues es él quién indica lo que se debe hacer: “necesito más luz de este lado” me dice, o “ese rojo que acabas de poner está muy chillón” y yo obediente le hago caso y le quito el chillido al rojo. A veces, cuando no están bien las relaciones, me susurra “¿porqué no descansas y volvemos a conversar en otra ocasión?. Es entonces, con alguna indignación cuando lo coloco de espaldas contra la pared, en castigo por su poca colaboración. No quiero terminar sin aprovechar esta ocasión para recomendar a los jóvenes que quieran ser artistas, que la pintura es, como todas las profesiones, algo que se debe estudiar y aprender. Pero esto sólo no es todo y cito una frase de Giuseppe Tornatore, director de cine italiano: “El amor por el arte y saber sujetar un pincel, no te convierte en artista. Necesitas un misterio interior” Es muy común hoy día ver la gran cantidad de jóvenes que aspiran a ser artistas sin tener el menor conocimiento del difícil oficio de pintar, y recalco difícil , porque se vuelve cada vez más difícil a medida que se practica. Es un oficio que no se aprende jamás. A ellos les digo que deben tener la tenacidad y la terquedad que yo tuve desde mi infancia, siempre me gusta recalcar que deben tener además mucha, mucha paciencia, pues los primeros ochenta años son lo más difíciles! Agradezco a todos ustedes por la paciencia que han tenido de escucharme, y una vez más a las Autoridades Universitarias que me han concedido este honor. Honor que comprueba la falsedad del dicho: “que no hay profeta en su tierra!” Muchas gracias.