IDH-PNUD: Nota de prensa 1 Ser niño, niña o adolescente en Bolivia: una “carrera de obstáculos” 6 de cada 10 niños son excluidos El desarrollo de la niñez en Bolivia se asemeja a una “carrera de obstáculos”. De 255 mil niños que nacen cada año, sólo el 40 por ciento logra culminar la secundaria. Alrededor de 20 mil niños no llegan ni siquiera a sobrevivir los cinco años Nacer en Bolivia es algo parecido a ser lanzado, desde el primer día, en un trayecto sembrado de barreras y dificultades. El primer desafío es terrible: sobrevivir al mes. Luego se trata de seguir con vida al año de haber nacido. En ese tránsito, constituye una conquista mayor el cumplir cinco años sin desnutrición. Y son menos los niños que logran ingresar a la escuela y culminar la primaria. Menos todavía aquellos que no trabajan entre los 7 y los 13 años y que, ya en la meta, terminan la secundaria a sus 17 años. De 255 mil niños y niñas que inician esta “carrera de obstáculos” cada año en nuestro país, sólo cuatro de cada diez la superan. Más de 150 mil niños quedan en el camino. Tal es el principal “dato” que, como incuestionable muestra de la persistencia de condiciones de exclusión y desigualdad, expone el Informe Temático sobre Desarrollo Humano titulado 4 millones de actores del desarrollo. Niños, niñas y adolescentes en Bolivia. El documento, cuya difusión a nivel nacional está prevista para el trimestre julio a septiembre, es el resultado de un amplio y ambicioso proyecto de investigación, análisis y propuesta de políticas públicas emprendido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y Plan Internacional. El primer acto formal de presentación y entrega del Informe se realizará el jueves 13 de julio en el Auditorio del Palacio de Comunicaciones en la ciudad de La Paz. ¿Qué plantea este Informe Temático sobre Desarrollo Humano? Tres puntos de quiebre. El primero es la necesidad de que los 4.1 millones de niños, niñas y adolescentes dejen de ser invisibles en la sociedad boliviana y para las instituciones públicas. En otras palabras: que sean asumidos no como el “futuro de la Patria”, sino como actores presentes y fundamentales del desarrollo. El segundo es la constatación de que no existe una sino varias maneras de “ser niño” en Bolivia, lo que da cuenta de múltiples experiencias y formas de vivir la niñez marcadas por la diversidad social, cultural y regional propia del país. Y el tercer quiebre radica en pasar del discurso a la acción, esto es, dar un giro sustancial en la política pública para avanzar hacia una visión integral del desarrollo humano de la niñez. 1 Pero veamos la “carrera de obstáculos” y sus implicaciones. En un país como Bolivia, cuya estructura de edades está altamente concentrada en la niñez, corremos el riesgo de continuar en una inercia no sólo inaceptable sino también, a estas alturas, insostenible: seis de cada diez niños, niñas y adolescentes (es decir 2,6 millones) sufren de necesidades básicas insatisfechas y cinco de cada diez viven por debajo de la línea de la pobreza. Peor todavía. Cada año nacen en nuestro territorio 255 mil niños y niñas, pero ya en el primer mes mueren más de 7 mil y otros 7 mil no llegan a cumplir el primer año de vida (un promedio de 39 niños que mueren cada día). Otros 70 mil sufren de desnutrición crónica. 60 mil niños no tienen el derecho de ingresar a la escuela a los 6 años. Y más de 80 mil sobrevivientes trabajan entre los 7 y los 13 años. Sólo 100 mil niños y niñas logran culminar la secundaria, es decir, llegar a la “meta”. La “carrera de obstáculos” Fuente: Informe Temático sobre Desarrollo Humano: 4 millones de actores del desarrollo. Niños, niñas y adolescentes en Bolivia. Como muestra el gráfico, la “carrera de obstáculos” tiene forma de pirámide. Es casi como un embudo. No todos los niños y niñas empiezan su vida en iguales condiciones. A lo largo del recorrido se produce una serie de eslabonamientos: quienes mejor empiezan tienen también mayores posibilidades de culminar el trayecto o, al menos, superar el siguiente obstáculo que debe enfrentar. Esta historia nos muestra una profunda situación de desigualdad en el ejercicio de los derechos fundamentales de los niños, niñas y adolescentes: al desarrollo de sus capacidades, a la protección de diferentes formas vulnerables de ser niño y a la igualdad de oportunidades sin discriminación (por edad, sexo, lugar de residencia, origen étnico, clase social). Así pues, antes que un piso mínimo de capacidades, oportunidades y derechos, lo que encuentran la mayoría de los niños bolivianos en su camino son diversas formas de marginalidad y exclusión. 2 Estamos entonces, como país, ante el enorme desafío de reconocer a los niños, niñas y adolescentes como actores del desarrollo. Ello implica que visibilicemos la importancia demográfica, social y cultural de cuatro millones de personas menores de 18 años en el territorio nacional. Y es que los niños no construyen sus capacidades ni adquieren derechos por sí solos, sino en el contexto de diversas formas familiares, comunitarias y estatales de convivencia. El desarrollo de la niñez y adolescencia, en consecuencia, está estrechamente vinculado al de centenas de miles de familias, miles de comunidades y múltiples regiones del país. Más todavía: asumir la importancia de estos actores ayuda a desmitificar la idea de que el desarrollo humano de los niños es marginal, asistencial o una cuestión de especialistas. Se trata de una labor que nos compromete a todos. 3