Existe un método muy sencillo para aficionarse a la lectura... ¡leer! Como padres de familia tenemos como deber inculcar en nuestros hijos este gusto, principalmente porque ello coadyuvará a que vean el estudio con placer y facilitará el aprendizaje. Aquí encontrarás unos buenos consejos... ¡aprovéchalos! Forme una pequeña biblioteca en la casa, aunque sea con libros de bajo costo... incluso con libros de segunda mano. Pero escoja libros que estén al alcance de sus hijos: literatura sencilla, poesía, divulgación científica, libros infantiles, diccionarios, enciclopedias, etc. También déjelos escoger sus libros cuando visiten las librerías. Lea en la casa para dar ejemplo a sus hijos. Usted, padre o madre de familia... es un ejemplo que ellos seguirán. Cada noche aparte un tiempo de lectura familiar antes de dormir... así sean 30 minutos. Deje que sus hijos seleccionen los libros que serán leídos y deje que sean ellos quienes lean, o bien, tomen turnos: una noche lo hace uno de los hijos; la siguiente uno de los padres... y así sucesivamente. Pero hagan pausas para comentar el contenido de la lectura de una página o de un capítulo corto. Esto les enseñará a hacer lectura crítica. Si nota que un libro de plano no les está gustando... déjelo de leer y empiecen otro. Lea en voz alta a los niños que aún no saben leer... pero léales de una manera adecuada... es decir, cambiando la voz en cada personaje y gesticulando de acuerdo con la trama del libro. Después de leer un libro, realice con sus hijos alguna actividad relacionada con el tema. Por ejemplo, si leyeron un libro sobre culturas indígenas (como 'Leyendas prehispánicas mexicanas', de Otilia Maza; Panorama Editorial), puede ir toda la familia al Museo Nacional de Antropología, si vive en el Distrito Federal, o a otro museo de ese tipo que exista en su localidad, para ver físicamente objetos de la época prehispánica y relacionarlos con lo leído. Esta actividad no sólo reforzará lo aprendido, sino que también despertará en los niños el interés por la investigación; además, servirá para que los niños se den cuenta de que la lectura tiene aplicación práctica. Al terminar la lectura del libro, dense un premio todos con un paseo o una salida a comer fuera de casa u otra actividad que todos disfruten. Siempre que la ocasión lo amerite, regáleles libros... independientemente de que les regale otra cosa también. El día del cumpleaños de sus hijos puede regalarles un juguete o una prenda de vestir... ¡y un libro! Así se darán cuenta del valor que usted le da a los libros. Con el tiempo... ellos llegarán a apreciarlos tanto como usted. Varíe el tipo de libros que se leen en casa, a menos que sus hijos se muestren muy interesados en un solo tema. Si es así, aliéntelos comprándoles, poco a poco, más libros sobre ese tópico. No les evite ver televisión, pues si lo hace y ellos creen que es porque 'deben' leer, acabarán odiando los libros. Por el contrario, déjelos escoger uno o dos programas televisivos diarios. Es buena idea buscar libros que tengan alguna relación con los programas de televisión que sus hijos ven. De ninguna manera condicione el tiempo de TV a que hayan terminado una lectura. Además, hay canales televisivos con programas sobre ecosistema, el mundo animal, el mundo marino, culturas antiguas, etc., que se pueden combinar incitando a los hijos a la consulta en libros sobre dudas que surjan en lo que han visto. Participen en juegos de mesa que se relacionen con la lectura. También hagan crucigramas en familia. Para ello auxíliense con una enciclopedia o un diccionario enciclopédico. Utilice también revistas como material de lectura... pero escójalas con mucho cuidado. De vez en cuando visiten bibliotecas públicas y aprendan todos a buscar los libros por tema y por autor. Aprendan a preparar fichas bibliográficas en las que resuman el contenido de cada libro que lean. En los libros de investigación documental se explica el procedimiento. También el encargado de la biblioteca les puede enseñar a preparar estas fichas, lo que les será de inmensa utilidad en sus estudios. Permita que sus hijos guarden donde ellos quieran los libros que les ha prestado o les han regalado... o que ellos mismos hayan comprado con su dinero. Así, lo verán como su tesoro. Pero, por otro lado, haga que los compartan con sus hermanos, con el compromiso de que éstos los cuidarán como si fueran propios. Cuando exista una película basada en un libro (adecuada para los hijos), prométales llevarlos a verla o rentarla en cuanto terminen de leer el libro.