Alumno: Manuel Arias Mentor: Dr. Walter Sosa Escudero Universidad de San Andrés Licenciatura en Economía Trabajo de Graduación Propuesta de Trabajo Objetivo El objetivo de este trabajo es comparar las distribuciones del gasto de consumo y del ingreso corriente en la Argentina, a través de un profundo análisis de los indicadores de desigualdad y pobreza que se obtienen según observemos una u otra variable, para determinar en qué medida la distribución del ingreso es informativa de la distribución del consumo. Motivación Las cuestiones distributivas han resultado atractivas para la economía desde sus albores como disciplina. Ya David Ricardo, en el prefacio del “Principles of Political Economy and Taxation”, argumenta que el estudio de las leyes que determinan la distribución de la riqueza es el objeto de la Economía Política. Si bien en los últimos 200 años ha variado el énfasis con el que la disciplina se ocupó de esta materia, durante las últimas dos décadas las cuestiones distributivas han vuelto a estar en el tapete, fundamentalmente por el notable aumento en la desigualdad del ingreso en países desarrollados, como Gran Bretaña y los Estados Unidos. Este incremento en la desigualdad del ingreso no se ha restringido a estas naciones, sino que ha afectado prácticamente a todos los países. Ahora, vale la pena detenerse en la siguiente cuestión: lo que realmente le interesa a la sociedad no es la distribución del ingreso en sí, sino como medio para obtener bienestar. En otras palabras, lo que es relevante es la distribución Alumno: Manuel Arias Mentor: Dr. Walter Sosa Escudero de la felicidad, o del bienestar, como ya destacaba Aristóteles en “Ética a Nicómaco”. Debido a que la felicidad es imposible de medir, la economía usualmente se ha limitado a tomar indicadores unidimensionales que la aproximen de una u otra manera, entre los cuáles se destacan el ingreso y el consumo. Tal como apuntan Sahn y Stifel (2003), el ingreso es la medida más utilizada en los países desarrollados, mientras que el gasto de consumo lo es en los países subdesarrollados, principalmente en Asia y África. En la Argentina, sin embargo, la principal fuente de información del bienestar es la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que registra únicamente el ingreso corriente. El debate sobre el que se centrará gran parte de este trabajo es: ¿Qué medida es más informativa del bienestar de una población: el consumo o el ingreso corriente? Los argumentos a favor de la utilización del ingreso como variable proxy del bienestar en encuestas de hogares suelen ser de índole práctica. En primer lugar, destacan Meyer y Sullivan (2003), la experiencia norteamericana indica que el ingreso es más sencillo de reportar, aunque aclaran que este argumento no es válido para todos los grupos sociales1. En segundo lugar, al ser menos costosas, las encuestas de ingreso suelen cubrir muestras más amplias que las de consumo, por lo que los resultados que se obtienen poseen mayor precisión. De todos modos, estos autores recalcan que en general los hogares tienden a subreportar su ingreso, por lo que la ganancia en precisión que logra una muestra de mayor tamaño se diluye por el sesgo de los datos. Por otra parte, el ingreso corriente suele estar sujeto a una enorme variabilidad: para todas aquellas personas que no poseen ingresos regulares (por ejemplo, changarines, arquitectos particulares, abogados independientes, trabajadores freelance), el ingreso del último mes -que es el que se usualmente se registra en las encuestas de ingresono resulta en absoluto informativo de su bienestar. En resumen, no existen 1 En efecto, se observa que una gran proporción del ingreso de los grupos más desfavorecidos de la sociedad norteamericana, tales como las madres solteras de nivel educativo bajo, proviene de fuentes informales o no registradas dentro de la encuesta de ingreso. Como se verá posteriormente, este es uno de los principales argumentos a favor de la utilización del gasto de consumo. Alumno: Manuel Arias Mentor: Dr. Walter Sosa Escudero argumentos teóricos sólidos a favor de la utilización del ingreso como proxy del bienestar, sino que se suele utilizar por ser más sencillo y económico de reportar, aunque el costo es menor calidad en la información recabada. La teoría económica ha formulado numerosas críticas al ingreso corriente como medida del bienestar –muchas de las cuales ya se han bosquejadodecantándose a favor del consumo. La primera, y quizás la más intuitiva, es que el ingreso corriente puede no reflejar los recursos disponibles en el largo plazo de los individuos, que es lo que en última instancia determina el bienestar. El sustento teórico detrás de esta crítica lo encontramos en la teoría del ingreso permanente esbozada por Friedman en 19572. Friedman estudia en su trabajo la relación que existe entre el consumo agregado e ingreso agregado. Distingue entre dos componentes del ingreso, uno permanente y otro temporal, es decir, sujeto a shocks de corto plazo. La hipótesis de Friedman es que el consumo sólo depende del ingreso permanente, y no de los shocks transitorios. Por lo tanto, si comparamos una serie temporal entre el consumo observado y el ingreso corriente -que incluye al ingreso permanente y al ingreso transitorio- deberíamos encontrar que el primero es más suave. Por otra parte, Friedman argumenta que el comportamiento descrito para las variables agregadas es análogo al comportamiento de los individuos; es decir, la hipótesis del ingreso permanente también se aplica para los hogares o individuos. De esto se desprende que cambios en el ingreso temporario de los hogares no necesariamente reflejan cambios en los bienes y servicios que se consumen, y por lo tanto, en el bienestar de las personas. La segunda crítica, muy relacionada con la anterior y citada en trabajos tales como Montgomery et al. (2000), Deaton y Zaidi (2002) y Meyer y Sullivan (2003), 2 En rigor, son dos las teorías que dan sustento a esta crítica. Además de la de Friedman, está la teoría del ciclo de vida de Modigliani. En la mayoría de los trabajos que se citan en esta sección, ambas teorías aparecen como una sola, pero en realidad no lo son. Como la distinción entre ambas no afecta conceptualmente a discusión que se desarrolla aquí, omitimos una explicación más detallada. Deaton (1992) desarrolla con mayor profundidad los matices que existen entre las dos teorías. Alumno: Manuel Arias Mentor: Dr. Walter Sosa Escudero es que las poblaciones pobres suelen obtener ingresos de diversas fuentes (por ejemplo, empleos transitorios, autoempleo, ayudas gubernamentales, etc.), que presentan grandes variaciones a través del tiempo, y existe un fuerte componente estacional, problema que se manifiesta con mayor intensidad en los casos de poblaciones rurales3. En estos casos resulta sumamente complejo estimar el ingreso de los hogares, y cuando resulta posible los datos poseen una gran variabilidad. En consecuencia, es recomendable utilizar una medida del consumo como proxy del bienestar. La tercera crítica que podemos efectuar al ingreso, siguiendo a Cutler y Katz (1991), es que el ingreso no captura las disparidades en el consumo que resultan de diferencias en la acumulación de activos o del acceso al crédito que se observan en las familias. Quizás este problema quede más claro con el siguiente ejemplo: supongamos que tenemos dos individuos, idénticos en todo, excepto que uno de ellos es dueño de su hogar y el otro alquila. Mientras que el primero puede utilizar los $1000 que obtiene de ingreso en comprarse alimentos y ropa de buena calidad, el segundo debe gastar $800 en alquilar su casa; es claro entonces que el bienestar del primero, que consume el bien casa y $1000 en otros bienes, es mayor que el de su semejante. Si bien este problema también lo encontramos al trabajar con el gasto de consumo, al no poder derivar directamente el valor de uso que se le da a ciertos bienes durables -tales como hogar y automóviles-, se pueden ajustar los datos de gasto para poder controlar por diferencias en la acumulación de activos. Por último, podemos resaltar los argumentos de índole práctica a favor del consumo. Dado que sabemos que es muy probable que los datos de ingreso sean sesgados, debido a que existe subdeclaración de ingresos y fuerte variabilidad, ¿qué sentido tiene trabajar con información de mala calidad? ¿cuán relevante es para el análisis de políticas? 3 Por este motivo es que el Banco Mundial propicia que las oficinas de estadística de los países subdesarrollados de Asia y África utilicen indicadores de consumo. Alumno: Manuel Arias Mentor: Dr. Walter Sosa Escudero Llegados a este punto, la única defensa que se puede esgrimir para tomar al ingreso como medida del bienestar es que, en la práctica, la información que podemos obtener del análisis de la distribución del ingreso no difiere de la que sacamos de la distribución del consumo. Dicho de otra manera, a partir de la distribución del ingreso es posible inferir a la distribución del consumo. La motivación de este trabajo es, entonces, estudiar si hay evidencia empírica suficiente para sostener este argumento. Si la encontráramos, entonces podríamos sostener que aún cuando no sea teóricamente correcto, no vale la pena invertir en costosas encuestas de consumo para relevar el bienestar de la población. Ahora, si sucede lo contrario, y observamos que la distribución del consumo difiere de la distribución del ingreso, tenemos un fuerte argumento para sostener que se debería cambiar la metodología con la que se releva el bienestar en la Argentina y tomar al gasto de consumo como variable de interés. Bibliografía La bibliografía que se utilizará en este trabajo ya ha sido parcialmente anticipada por esta propuesta. Inicialmente, se tomarán distintos trabajos “generales” sobre la distribución del ingreso y del consumo, como la introducción al Handbook of Income Distribution, y las publicaciones de Angus Deaton acerca del análisis de las encuestas de hogar y de la construcción de encuestas de consumo. Por otra parte, se tomarán algunas teorías que estudian la relación entre consumo e ingreso, como las de Friedman y Modigliani. Recientemente, Daniel Slesnick (1993 y 94) ha publicado algunos análisis relevantes para los fines de este trabajo. El grueso de la bibliografía estará compuesto por análisis empíricos de la distribución del ingreso y del consumo en distintos países. A modo de ejemplo, se Alumno: Manuel Arias Mentor: Dr. Walter Sosa Escudero puede citar a Krueger y Perri, Pendakur, Slesnick, etc. El propósito de incluir estos trabajos es reseñar las regularidades empíricas que se observan al comparar ambas distribuciones. De modo muy sintético, se puede decir que, en general, en estos trabajos se concluye que el índice utilizado como medida de bienestar afecta de manera crucial el resultado al que se llega. Así, tomando como base todas las críticas que la teoría realiza sobre el ingreso como medida de bienestar, especialmente la primera, se llega a la conclusión de que el consumo es una medida más consistente que el ingreso como medida del bienestar de los pobres. Metodología Los datos que se utilizarán son los registrados en la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGH) de 1996-7, que posee información de ingreso corriente y de consumo. Lamentablemente este es el único registro de consumo actualmente disponible para la Argentina, que, al igual que el resto de los países latinoamericanos, no tiene una gran tradición en encuestas de consumo. En primer lugar se efectuará un análisis estadístico básico no condicionado de ambas distribuciones, estudiando, por ejemplo, qué proporción del ingreso y del consumo total obtiene cada decil, el ingreso y el consumo medio de la población dividida por nivel educativo, entre otra información relevante. Además, se caracterizarán gráficamente las distribuciones, y se presentarán los indicadores más populares de desigualdad y pobreza (GINI, Atkinson con distintos parámetros de aversión a la desigualdad, FGT). Seguidamente, se tomarán análisis estadísticos condicionados por nivel educativo y género, se estudiarán medidas de descomposiciones agregadas, como el índice de Theil, para distinguir de la desigualdad entre grupos e intra grupos, y se estudiará la sensibilidad de los datos de pobreza frente a cambios en la línea. Comparando estos análisis en ambas distribuciones podremos encontrar similitudes y diferencias que nos permitan arribar a algún tipo de conclusión. Alumno: Manuel Arias Mentor: Dr. Walter Sosa Escudero Para comparar específicamente en qué medida podemos rearmar una distribución a partir de la otra podemos utilizar los tests de rankings de Spearman, que comparan cuan parecidos son los rankings en cada distribución. También es útil estimar la probabilidad de que un individuo sea pobre por consumo dado que es pobre por ingreso, y viceversa. Conclusión: Resultados esperados A priori, uno debería encontrar diferencias entre la distribución del ingreso y la distribución del consumo. Estas diferencias se explican principalmente por dos factores: el (des)ahorro de los hogares y las rentas implícitas que se derivan de la posesión de hogar y bienes durables. Mientras mayores sean estas magnitudes, mayor será la sensibilidad de los índices de pobreza y desigualdad frente al indicador de bienestar escogido. En cuanto a la desigualdad, uno supone que la distribución del consumo debería ser más igualitaria, pues el consumo debería presentar menor variabilidad que el ingreso corriente por dos motivos, ya citados en esta propuesta: en primer lugar, las preferencias de los individuos son tales que éstos prefieren suavizar al consumo, es decir, a partir de la teoría del ingreso permanente de Friedman uno predice una distribución del consumo más igualitaria; por otro lado, las encuestas de ingreso poseen un error de medición más grande que las de consumo, debido a la existencia de subdeclaración de ingresos, por lo que deberíamos esperar mayor variabilidad y, consecuentemente, mayor desigualdad. En lo que respecta a los rankings y grado de información de los indicadores, uno debería esperar que el consumo informara de manera más consistente la pobreza que el ingreso. Esto es, que la probabilidad de ser pobre por ingreso dado que uno es pobre por consumo sea mayor que la probabilidad de ser pobre por consumo dado que uno es pobre por ingreso. La intuición detrás de esta Alumno: Manuel Arias Mentor: Dr. Walter Sosa Escudero predicción es que un individuo puede registrar ingresos bajos por shocks negativos temporarios (por ejemplo, si es un abogado prestigioso que sólo atiende casos importantes y casualmente en el mes en el que su hogar fue encuestado no tuvo ninguno) pero es difícil imaginar una situación en la que alguien consuma por debajo de la línea de pobreza teniendo ingresos suficientes para superarla. En otras palabras, es poco probable que un pobre tenga un shock extraordinariamente positivo de ingreso, y aún así siga siendo pobre por consumo. Bibliografía consultada Aristóteles (ed. 1996). Ética Nicómaquea. México: Porrúa. Atkinson, A. y Bourguignon, F. (2000). “Income distribution and economics” En: Handbook of Income Distribution. Amsterdam: Elsevier Science B.V Cutler, D. y Katz, L. (1991) “Macroeconomic performance and the disadvantaged”. Brookings papers on economic activity, 2: pp 1-74. Deaton, A. (1992) “Understanding Consumption”. Oxford: Oxford University Press. Deaton, A. (1997) The analysis of household surveys. Microeconomic analysis for development policy. Washington D.C.: The World Bank Deaton, A. y Zaidi, S. (2002) “Guidelines for constructing consumption aggregates for welfare analysis”. Living Standards Measurement Study Working Paper: 135. v. 104, pp. xi, Washington, D.C.: The World Bank. Friedman, M. (1957) “A theory of the consumption function”. Princeton: Princeton University Press. Gasparini, L. (2003). Different lives: inequality in Latin America and the Caribbean. En Inequality in Latin America and the Caribbean: breaking with history?, chapter 2, Washington D.C: The World Bank. Gasparini, L. Y Sosa Escudero, W. (2004) Implicit rents from own-housing and income distribution: econometric estimates for greater Buenos Aires. CEDLAS, Documento de Trabajo Nro. 14. Alumno: Manuel Arias Mentor: Dr. Walter Sosa Escudero Krueger, D. y Perri, F. (2002) “Does income inequality lead to consumption inequality? Evidence and theory” NBER Working Paper 9202. McGregor, P. y Nachane, D. (1995) “Identifying the poor: A comparison of income and expenditure indicators using the 1985 Family Expenditure Survey” Oxford Bulletin of Economics and Statististics, 57, 1, pp 119-128. Meyer, Bruce y Sullivan, James. (2003) “Measuring the Well-being of the Poor Using Income and Consumption”. Journal of Human Resources, forthcoming. Montgomery, M. et al. (2000) “Measuring Living Standards with Proxy Variables”. Demography, Vol 37 No 2, pp 155-174. Pendakur, K. (2001). “Consumption poverty in Canada from 1969 to 1998”. Canadian Public Policy, Vol. 27, No. 2. Ricardo, D. (1821) Principles of political economy and taxation. 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