Mi Camino (de Santiago) Palas de Rei-Arzúa Los pasillos del albergue se han ocupado con peregrinos que han tenido que dormir en el suelo; otros, que de peregrinos sólo tienen la credencial, han pasado la noche en una litera y además, seguramente, ha sido para ellos una aventura digna de relatar a sus familiares y conocidos cuando vuelvan a casa. El peregrino ha dormido lo que ha podido porque los del suelo han tenido que pasar por la sala para ir a los servicios, tanto los que trasnochan como los más madrugadores. La Coruña. Compostela cada momento está más cerca y por si el peregrino no se diese cuenta de ello ahí están los mojones situados, en teoría, a partir del km. 100 cada quinientos metros. Las corredoiras cruzan zonas boscosas de castaños cargados de fruto a punto de reventar; las castañas que no hace mucho tiempo eran parte importante en la alimentación de las gentes del norte y noroeste español ahora van cubriendo el suelo sin que nadie las recoja. Cuando el peregrino deja el albergue ya tiene la certeza de que en Arzúa, su final previsto de la etapa del día, no encontrará acomodo en el albergue. Delante de la casa consistorial hay, por lo menos, una veintena de turigrinos esperando que pase el autobús. Todo sea por conseguir la Compostela. De Palas se sale por carretera durante casi dos kilómetros y al terminar este tramo de asfalto encuentra el peregrino un bar abierto para poder tomar su cafelito mañanero. Con el cuerpo más entonado de nuevo a caminar para en apenas una hora entrar en la provincia de En Furelos, tras cruzar por un bonito puente el río del mismo nombre, llega el momento de hacer una parada en una taberna estratégicamente situada. El sol calienta y es el momento de quitarse la ropa de abrigo y tener un rato de charla con otros peregrinos ya conocidos que tambien se han tomado un descanso. En seguida se llega a Melide, población importante, que dispone de albergue y de los servicios que puedan necesitar los peregrinos. A la salida hay una zona en parte de descanso y en parte dedicada al Orden de Santiago con lápidas en las que aparecen una serie de nombres de personas a los que el peregrino no presta ninguna atención. Vanitas vanitatis. Por un paisaje siempre igual y siempre diferente siguen pasando los mojones indicadores de la distancia. Las poblaciones que se van atravesando carecen casi siempre de señal indicadora pero en muchas de ellas puede el peregrino proveerse de lo más indispensable y, si le apetece, hacer un alto en el camino. Ribadiso da Baixo, al lado del río Iso, dispone de albergue situado en un lugar encantador pero tiene el inconveniente de no disponer de ningún otro servicio; aún así son muchos los peregrinos que dan por terminada su andadura del día aunque Arzúa está a menos de tres kilómetros. Las pancartas a la entrada del pueblo informan de la celebración, al día siguiente, de la Feira de cans de caza y aunque el peregrino no tiene ninguna afición cinegética le gustaría quedarse para vivir el ambiente inconfundible de las ferias y observar los buenos ejemplares que sin duda allí habrá. Otra vez será. Tras casi un kilómetro por zona urbana se llega al albergue que como era previsible está completo: casi todos turigrinos. La hospitalera informa al peregrino que al otro extremo del pueblo, al lado de la feria de ganado, hay un albergue particular (7€) y hacia allá se va. Manuelita de Luisita que se encarga de su gestión. El buen estado de literas y colchones permiten deducir que su puesta en servicio es de fecha reciente. Para comer el peregrino se encamina, por recomendación del ciudadano que se encarga del cobro en el albergue, a un bar situado frente al polideportivo. Es un poco tarde pero llega a tiempo de degustar (7€) unas sabrosas lentejas en vez de la pasta habitual del menú peregrino. Un día más el sol luce en todo su esplendor lo que permite alargar la sobremesa y hacerla más agradable si cabe. Aún queda tiempo para aprovisionarse para el día siguiente, pasear por la ciudad y encontrarse con otros peregrinos que se han acomodado como han podido. Un rato de charla en la plazuela frontera a la iglesia mientras observa a los asistentes a una boda que se acaba de celebrar; ninguna diferencia en atuendo y comportamiento con los de otras que el peregrino ha observado en otras partes; el hecho diferencial que algunos pregonan habrá que encontrarlo en otras celebraciones. Al anochecer la temperatura desciende bruscamente anuncio de que es la hora de retirarse a descansar. Mañana D.m. será de verdad el gran día. Estamos en vísperas. Está situado en un antiguo almacén, acondicionado al efecto, colindante con la pensión 2