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El PAPEL DE LA EDUCACIÒN EN EL DESARROLLO MORAL,
DESDE LA PERSPECTIVA DE FORMADORES.
Primer Congreso de Ética para la región del San Juan
PRESENTADA POR: Ma Rafael Alberto Geovo.
Istmina, agosto 3 de 2006.
“Todos los actos de los hombres-y de las mujeres, por su puesto-tienen connotación moral y ética.- O son buenos, o
son malos, dependiendo de la intención con que se realice.- En principio, si el propósito es hacer daño al otro y la
acción contraviene normas de conducta aprobadas por la sociedad, el actuar puede considerarse inmoral, antietico.Digo que “en principio”, por cuanto hay circunstancias de excepción, de necesidad, en que la normatividad reinante o la
intencionalidad dañina pueden ser preteridas moralmente.”(1)
Uno de los factores que tienen gran incidencia en la obtención de una educación de calidad y
en consecuencia en el fomento de la convivencia pacifica en la región está relacionada con la
labor del maestro y de manera puntual en su condición ética y profesional entre otros factores
que año tras año han venido ganado espacios como factores que de manera informal también
educan o mal educan y son diferentes al papel de la familia. Por tratarse del especial papel de
la educación en la consolidación y construcción de los valores y del desarrollo moral del
individuo me referiré de manera específica a este aspecto o elemento central, no por que los
otros factores que ni siquiera he mencionado, carezcan de importancia; lo que sucede de fondo
es que sea como fuesen, estos generan y demandan al sector educativo y especialmente al
quehacer educativo del maestro ciertos requerimientos y/o demandas. Se trata pues entonces
de ser futurista, de pensar o repensar un proyecto de vida en los distintos niveles en donde la
persona y el individuo tal como se formen o los formemos participarán y actuarán en la
sociedad que viven o vivirán.
Es pues desde esta dimensión que se genera una visión de lo que somos y hacemos como
educadores y educadoras y sobre todo de las consecuencias que generan nuestros actos en
las nuevas generaciones que debemos formar; una sola acción buena o mala de gran
trascendencia puede ser suficiente para sintomatizar lo que somos y de paso dejar huellas en
las estructuras mentales de los jóvenes, niñas y niños que la sociedad nos entrega y deposita
su confianza para ser formados.
La descomposición generalizada en la vida pública, en la sociedad y en la vida cotidiana, ha sido
un fenómeno señalado por Alfonso Llano Escobar en su columna “un alto en el camino” (2).
Lo cual nos invita no buscar unos directos responsables o culpables, pero si nos obliga a
pensar en soluciones y en alternativas y estrategias que permitan o coadyuven a resolver estos
conflictos en los cuales se refleja un deficiente desarrollo valoral o moral de los individuos y los
ciudadanos y en este sentido se recupera en ineludible papel y función de la educación y de
los educadores dada su trascendencia y función social. De esta función social ya nos había
hablado hace varios años Bernardo Restrepo(3) en un célebre artículo: “ Hacia la redefinición
de la profesión docente, ¿por que la sociedad que valora tanto a la educación no valora a
asimismo al educador?”.
Por las razones hasta aquí expuestas, no es nada equívoco que en la formación de los
maestros y maestras se privilegie como columna vertebral de formación lo trascendente, lo
valorativo y lo moral, cuando los grandes problemas de la sociedad y comunidad de manera
particular se diagnostican en primera instancia en la carencia o ausencia de una ética de lo
público, especialmente en un importante número de formadores, lo cual impide formar
integralmente en los más nobles principios de ecuanimidad, dedicación, de esfuerzo, de
persistencia y perseverancia, de la honradez, de respeto por la verdad, por la justicia y por el
reconocimiento y respeto por el otro. Esto es tan tangible que en ocasiones de manera
deliberada se rehúsa por lo menos a atender un conversatorio, un análisis de nuestro quehacer
desde estas perspectivas, pareciera entonces que se tuviera rabo de paja, precisamente por
que nuestras conductas como formadores son públicas o a lo sumo nos enquistamos haciendo
de lo público algo privado, sagrado e incuestionable.
El rabo de paja de se habla aquí esta referido al temor que sentimos, pues nuestra conciencia
sabe y conoce que actuamos en ocasiones encontravìa de los principios éticos que
caracterizan nuestra profesión. Analizar, disentir y mostrar puntos y miradas diferentes sobre
tópicos acerca de nuestra profesión debe hacer parte de nuestra dinámica profesional movidos
por la verdad, la justicia, por el respeto a los procedimientos establecidos; esto si puede
contribuir a estabilizar la ética de los educadores.
Hoy mas que nunca la vigencia de la profesión del educador desde la perspectiva de la ética se
enarbola en búsqueda de prestigio; pero no de cualquier educador si no de aquellos que
juiciosamente educan con el ejemplo, el que respeta, el que dice la verdad, el que reconoce el
error como parte de la ciencia, el que en su vida cotidiana tolera y respeta al otro y a la
diferencia, el que se reconoce como un ser imperfecto e inacabado pero conciente y
deliberadamente busca la perfección, busca lo que no sabe, aprende lo que necesita aprender
e inclusive con sus discípulos y no por quedar bien ante los demás o ante circunstancias
valorativas, sino que es un educador convencido, no vencido por las circunstancias y presiones
externas. Este último aspecto puede generar un fenómeno denominado por Fernández Pérez
Miguel(4) como : CUMPLO-I-MIENTO (cumplimiento), lo cual al ser observado y vivenciado
por los discípulos les enseña a aparentar el cumplimiento del deber, de una obligación, es decir
se miente, se aparenta ser cuando en realidad se es otro diferente o contrario.
Estos aspectos deberán ser tratados con suficiente dedicación al interior de los procesos
formativos por que en la búsqueda del éxito, en ocasiones se llega a la mentira, a la trama, al
engaño, al fraude, especialmente cuando el denominado éxito esta asociado a procesos de
selección o escogencia para acceder a cargos del sector educativo con aparentes visos de
legalidad, pero con un pobre respaldo social, precisamente por que cuando el desgreño se
hace público, lo mínimo que puede suceder es dar un rechazo casi silencioso ante la
impotencia por un lado, y por el otro se presenta la peor enseñanza y formación a niños, niñas
jóvenes, padres de familia y comunidad educativa que incita y educa a lograr el éxito a
cualquier costo, casi siempre por lo bajo; que trae como consecuencia la pérdida de la
autoridad moral y ética para formar, la desconfianza y bajo acatamiento de las orientaciones
del educador. Otra vez entonces no se equivoca el pastor Llano Escobar cuando dice: “ Ser
ético tiene un precio” y debe ser bien alto cuando se calcule, si es posible calcularlo; el daño
que se causa a las futuras generaciones con un mal ejemplo, una mala acción aun sea para
alcanzar las metas e ideales mas nobles y altos de un sujeto.
“Cuenta la historia que alguna vez dos barcos cargueros se encontraron en su travesía y sus
capitanes decidieron apostar cuál llegaría primero al puerto de destino. Uno de ellos, cuyo
barco de vapor iba cargado de madera, decidió aligerar su peso y acelerar su peso y acelerar
su marcha utilizando la carga como combustible, y así ganó la carrera. El precio de si triunfo
fuè precisamente fuè el sacrificio de aquello por lo cual existía”. (Marulanda 1998)(5)
Bajo la prescripción anterior entorno a la incorporación de docentes y mecanismos de selección
queda un espacio para reflexionar y tomar postura sobre las consecuencias y circunstancias
éticas y morales. Al respecto frente a la búsqueda del éxito a toda costa a cualquier precio y
ante la oportunidad de ecuanimizarse en el ejercicio del cargo como suele suceder entre
nosotros los maestros, Vicent Manuel (6) en un artículo de prensa titulado: La mano. En el
mundo en que vivimos hay que tener cuidado. ¿Quién está a su lado? Parafraseando esta
realidad sostiene: “ En un momento de clarividencia dijo Michael Corleone: “He tratado de
regenerarme y de hacer negocios legales, pero cuanto más alto he ascendido en la escala
social, más mierda he encontrado” Se trata de un principio que resume de un modo canalla
toda la filosofía que Kant expuso en critica a la razón práctica.” . Por estas circunstancias se
cree que el verdadero sentido para un nuevo proyecto de vida y sociedad, tendrá que
construirse colocando como base la formación de los niños y niñas sobre sólidos principios
morales y éticos; entonces se le plantea urgente necesidad de fortalecer rigurosamente los
procesos formativos de los docentes en las Escuelas Normales superiores y las facultades de
Educación haciendo de la formación ética un campo didáctico y pedagógico vivo, fuerte y
trascendente.
Para el efecto anterior, es importante revisar y apropiar aquellas prácticas válidas que
ancestralmente han sido utilizadas por el grupo étnico en la formación de valores. Al respecto
el dto. 804 de 1995(7) prescribe estas posibilidades viables precisamente por que alrededor de
estos elementos existen grandes posibilidades. Para mostrar esta carga de lo moral y
valorativo se ha recurrido a los adagios y proverbios, miremos éstos:


El que hace lo que no debe le pasa lo que no espera.
El que dice lo que no debe oye lo que no quiere.( 8)
Cada uno de estos requiere de una adecuada pedagogizaciòn para sacarle partido y utilidad
en la construcción del desarrollo moral y valoral de los futuros formadores. La esperanza la
constituyen esas semillas que estamos cultivando en los ciclos complementarios, por estas
razones, quiero invitarles a cerrar filas contra esas prácticas dañinas que tanto deterioro
causan a la ética de los profesionales de la Educación
BIBLIOGRAFIA:
(1)Sánchez Torres Fernando. Dilemas Éticos. Lecturas Dominicales, Periódico el tiempo. 19 de
nov.2002, pàg2.
(2) Llano Escobar Alfonso. Un alto en el camino.¿Por que estamos como estamos? Periódico el
Tiempo.
(3Restrepo Bernardo. Hacia la redefinición de la Profesión Docente.Documento Mimeo sin
fecha.
(4) Fernández Pérez Miguel. Evaluación y cambio Educativo, el fracaso Escolar, Ediciones
Morata. Pág. 290. 1994.
(5) Marulanda Ángela. El costo del Éxito. El tiempo, pàg 5c agosto 23 de 1998
( 6) Vicent Manuel. Revista Generación Periódico el Colombiano.30 de Julio2006.
(7) dto. 804 de 1995.
(8) Diagnóstico Sociocultural de Istmina. Documento Mimeo, sin fecha.
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