EL CURRICULUM OCULTO. Base de partida para construir ciudadanía Graciela M. González * Introducción Planteamos en este trabajo el valor de las prácticas cotidianas como la base de la formación en la construcción de ciudadanía, más allá de los contenidos que como currículo prescripto, puedan desarrollarse. La práctica escolar constituye una experiencia singular que encuentra su punto de realización en el encuentro entre subjetividades y el conocimiento. La calidad de los vínculos y relaciones que puedan establecerse entre todos los componentes del proceso educativo -sujetos que enseñan, sujetos que aprenden y conocimiento- incidirán fuertemente en el crecimiento personal-social del alumno y personal-profesional del docente. Las modalidades de enseñar y de aprender que se adopten y los ejes éticos que atraviesen a la institución son el punto de partida para construir ciudadanía. Algunos conceptos sobre ciencias sociales y ciudadanía El concepto de ciudadanía remite a dos aspectos: el aspecto político en el ejercicio de derechos y obligaciones y el de identidad nacional. Son derechos fundamentales el derecho a la vida, a la igualdad frente a la ley, a la libertad, a expresar el pensamiento, a organizarse, a elegir y ser elegido. Algunos son derechos civiles, los que hacen a la vida fundamentalmente; otros son derechos politicos, son los que se relacionan con los actos de gobierno y permiten discutir políticas, manifestarse, opinar, votar, organizarse. Finalmente están los derechos sociales como el derecho a la educación, al trabajo, a la salud, a la jubilación, al salario digno. “Si los derechos civiles garantizan la vida en sociedad y los derechos políticos, la participación en el gobierno de la ciudad, los derechos sociales garantizan la participación en la riqueza colectiva”1 Cualquiera de estos derechos, ofrece interpretaciones diferentes. Si tomamos la dimensión comunitaria de la ciudadanía tenemos la tradición nacionalista o el multiculturalismo que admite la posibilidad de distintas identidades individuales y de grupo en relación a diferentes culturas. Por su parte, la idea de nación, patria, estado, ciudadano, ha ido variando en los distintos momentos históricos y hasta coexisten concepciones diferentes. Los cambios sociales y culturales producen tensiones entre esas concepciones teóricas o tradicionales que se transmiten de generación en generación, y la realidad tanto social como cultural que se vive. Definirlos, analizar y seleccionar los criterios que se priorizan en la institución, serán el marco de decisiones político ideológicas de base para los proyectos y actividades que tiendan a construir ciudadanía. La institución y la dimensión político-ideológica La organización escolar es una estructura en la que, implícita o explícitamente, se establecen y ejercen relaciones de poder. Como parte del sistema educativo, acompaña o vehiculiza demandas culturales e ideológicas que se traducen en los valores que transmite, en los fines que se propone, en las utopías que delinea. Finocchio Silvia, “Didáctica de las Ciencias Sociales I: Ecos ciudadanos en la enseñanza de las ciencias sociales”, FLACSO, Posgrado en Constructivismos y Educación”, 2006 1 La escuela es el ámbito ideal para promover la cohesión social, es el lugar donde se aprende a relacionarse con los otros y en este sentido, cumple un rol importante en la transmisión y práctica de valores sociales y de ciudadanía. Podríamos decir que hay un desplazamiento en la función de la escuela: se pasa de una institución que gestiona a una institución política que se gobierna2. Y coincidiremos en esto: se gobierna para la democracia, con lo cual las escuelas se constituyen en pilares fundamentales de la vida democrática. Motorizar la grupalidad, favorecer la confrontación de la diversidad de experiencias y argumentaciones sobre la vida, incorporar la pregunta como forma de resolución de problemas, preguntar acerca de nuestras propias palabras para nombrar al otro con actitud reflexiva y crítica y trabajar la significación para mejorar el funcionamiento grupal, son actitudes constitutivas de la vida democrática institucional. La escuela es una organización que educa y por lo tanto, lo hace desde los principios éticos que la sustentan. Como expresa Gentili(2000)3: “no se puede educar para la autonomía a través de prácticas heterónomas, no se puede educar para la libertad a partir de prácticas autoritarias, no se puede educar para la democracia a partir de prácticas autocráticas.” En este sentido, con seguridad que todos los alumnos no podrán recordar definiciones o conceptos abstractos de ciudadanía democrática pero sí merecen respirar ese clima de libertad y pluralismo que debe imperar en todas las instituciones educativas, más aún si estas son públicas. Las huellas que dejan las prácticas escolares, las actitudes, gestos y modos de socializar la información y el conocimiento son la mejor forma para aprender a convivir y decidir con autnomía. El aula y la dimensión pedagógico-didáctica La escuela contribuye en la constitución de la subjetividad del niño y por lo tanto podrá hacerlo para la sujeción o la emancipación. Si el sujeto es “subjectión” (Butler. “Mecanismos psíquicos del poder”), es en principio sujeción al poder de Otro, ese otro adulto (madre- padre- cuidador-docente), poder que puede devenir en autonomía cuando la relación se basa en la libertad y en el respeto por el deseo del sujeto que se está formando. El lugar del Otro frente a la persona que aprende, es un lugar de mediación. El desarrollo del niño está siempre mediado por determinaciones culturales y la escuela es parte de ellas. El docente no puede entonces abandonar su papel de mediador entre el niño y la realidad. Esta mediación será la que permita que los niños construyan significados sobre una realidad que irrumpe anárquicamente y que facilitará luego la apropiación de otros temas, que son aquellos que la escuela se propone transmitir. Las modalidades de mediación que adopten los docentes y las formas de funcionamiento institucional que se utilicen en la escuela, contribuirán o no a generar autonomía, contribuirán o no además, a descubrir el placer por el conocimiento. Los maestros son andamios necesarios para la conquista gradual de los saberes que le permitirán acceder a esa autonomía Gvirtz, S. Y Beech, J. “Educación y cohesión social en América Latina: una mirada desde la micropolítica escolar”, En Universidad de San Andrés, Revista de Política Educativa Nº 1, Buenos Aires, 2009 3 “Educación y ciudadanía: la formación ética como desafío político”, En Gentile P. (comp.) (2000), “Códigos para la ciudadanía” de editorial Santillana 2 La palabra tiene un lugar relevante en ese proceso de transmisión de la cultura para la libertad, para la autonomía y para la democracia. La palabra que verbalice acciones, explique procedimientos, argumente ideas, opiniones, dé sentido a las decisiones. Es necesario “rescatar la dimensión dialógica en la aventura de enseñar” y de aprender. Porque el diálogo, fundamento de la ética comunicacional, debe ser incorporado en todas las asignaturas, en todos los grupos escolares, en la comunicación con los padres, en el intercambio entre docentes. Estos espacios merecen ser habilitados para el aprendizaje y la convivencia, incorporando la repregunta y la argumentación de modo que se supere la etapa del monólogo colectivo para pasar a la del diálogo intercultural que permita el acceso a competencias socialmente significativas. Son ejes de la tarea docente: Generar contextos educativos democráticos en los que todos participen en la toma de decisiones que los afecten. Crear condiciones didácticas que potencien la necesidad y el deseo de aprender. Convertir el momento del aprendizaje en un encuentro placentero con el saber y con el otro y los otros. Valorar el aprendizaje como un proceso en el que todos aprenden y todos enseñan, aunque en relaciones de asimetría. Utilizar diferentes procesos, versiones, opiniones, fuentes de información y consulta y pluralidad de textos y formatos en la búsqueda y elaboración de conocimiento. Desentrañar el currículum oculto El currículo oculto está “formado por aquellos conocimientos, clasificaciones, valoraciones, actitudes que se adquieren mediante la participación en procesos de enseñanza y aprendizaje en todas las interacciones diarias en las aulas” (González de Angelini y otros, 2001). Entraña la forma en que las escuelas tratan a los alumnos y es una fuerza educativa tan poderosa como el currículo oficial. Muchas veces, no enseñamos tanto por los saberes que impartimos como por las formas en que organizamos el saber, la circulación de los conocimientos y los modos de vinculación que se establecen. Develar este currículo oculto es desentrañar usos, costumbres, creencias, pensamientos implícitos que se traducen en gestos, en decisiones inmediatas, en respuestas urgentes y en actitudes cotidianas. Tomando como punto de partida estas prácticas escolares, establecer con claridad qué principios sustentamos, cuáles necesitamos revertir y qué instrumentos institucionales es posible utilizar para modificar u optimizar las condiciones del entorno educativo. Algunos ejemplos de condiciones a generar para propiciar actividades de inclusión y respeto por las diferencias: Crear espacios de libertad y escucha, “lugares de encuentro” donde se puedan discutir las formas de organización del aula y de la escuela, la violencia que circula dentro y fuera del ámbito escolar, donde se puedan expresar las emociones, los sentimientos, donde se puedan analizar los hechos cotidianos desde esta perspectiva compleja, con multiplicidad de ópticas. Crear un clima adecuado para poner en acción la resonancia emotiva de los contenidos que se enseñan. Recuperar los relatos de la vida, testimonios (de los alumnos, de los padres, del médico, del artesano, del piquetero, del cartonero, del vecino) que reflejen las problemáticas de los seres humanos reales y la lucha cotidiana. Organizar cine debate (con padres y/o alumnos) en torno al tema de los valores, héroes y anti-modelos sociales. Confrontar ideas. Ejercitar la crítica y la aceptación del pluralismo. Efectuar registro de experiencias de valores, con distintos medios expresivos (también para grupos de padres y/o alumnos). Organizar comisiones, clubes, centros de... Utilizar toda la forma de expresión y creatividad como vehículo de comunicación y el psicodrama. (Expresión con dramatizaciones, teatro, pintura danza, otros). Trabajar los contenidos para la formación ética y ciudadana desde la interdisciplinariedad y la transversalidad. Desarrollar los contenidos mencionados en el punto anterior como valor en sí mismos. Trabajar los contenidos a partir del recorte de un problema del ambiente que se convierte en objeto de estudio (Esto es analizar el interjuego dinámico de los elementos naturales y culturales, personas, vínculos, relaciones, roles, historias, normas y costumbres) Conclusiones Nos interesa aquí resaltar la importancia que el currículum no explicitado tiene a la hora de preparar para la ciudadanía, ya que como hemos dicho está imbricado con modos de relacionarse, de hacer circular la información, de retenerla o socializarla, de transmitir la cultura, de reproducirla o re-construirla y recrearla, de relacionarse, de perpetuar el discurso hegemónico o de introducir relatos alternativos, de fijar y establecer vínculos de poder y con el poder. La formación para la ciudadanía, remite a conceptos tales como ciudadanía y democracia; ciudadanía e igualdad; ciudadanía y derechos humanos; ciudadanía, pluriculturalismo y tolerancia; ciudadanía y representación política; ciudadanía e identidad nacional; ciudadanía y equidad social; ciudadanía, justicia y leyes. La constitución de grupos escolares de características pluralistas, la transformación del aula y la escuela en un foro de debates, la implicancia con valores cotidianos antidiscriminatorios, el cotejo de opiniones diferentes, pueden ser el mejor ejercicio para la formación de ciudadanos respetuosos de sus semejantes y actitudes de aceptación de la autonomía propia y de los grupos, constituyendo una comunidad ética y respetuosa de los otros. Bibliografía Ball, Stephen J., “La micropolítica de la escuela. Hacia una teoría de la organización escolar”, Buenos Aires, Paidós, 1989 Bourdieu, Pierre, Conferencia magistral para la “Cátedra Michel Foucault” de la Universidad Autónoma Metropolitana, Valle de México, 1999 Braslavsky, Cecilia, “Autonomía y anomia en la educación pública argentina”, Documento para la discusión Nº 8, Buenos Aires, FLACSO, 1995 Connell, R.W., “Escuelas y justicias social”, Madrid, Morata, 1999 Dufour, Gustavo. Natalia Chami y Fernanda Page (colabs.), “El rol de los supervisores e inspectores en el gobierno del sistema educativo argentino”, Buenos Aires, Aique, 2008 Finocchio Silvia, “Didáctica de las ciencias sociales I: ecos ciudadanos en la enseñanza de las ciencias sociales”, FLACSO, Posgrado en Constructivismo y Educación, 2006 Gentili, Pablo (comp.), “Cultura, política y currículo. Ensayo sobre la crisis de la escuela pública”, Buenos Aires, Losada, 1997 González de Angelini, Silvia y otros, “El curriculo oculto en la escuela. La pobreza condiciona pero no determina”, Buenos Aires, Lumen, 2001 Gvirtz, S. Y Beech, J. “Educación y cohesión social en América Latina: una mirada desde la micropolítica escolar”, En Universidad de San Andrés, Revista de Política Educativa Nº 1, Buenos Aires, 2009 Vitale, E., “Reflexiones sobre el paradigma de los derechos fundamentales”, en Isonomía, 16, abril * Graciela Margarita González. Licenciada en Educación, profesora de educación especial y asistente educacional. Se ha desempeñado en cargos docentes, de conducción y supervisión en Educación Especial en la provincia de Buenos Aires. Capacitadora en varias provincias. Miembro de Redos: www.redos.com.ar E-mail: gracielagonzalez50@gmail.com