Nº 861 Buenos Aires, 17 de Febrero de 2012 La suba en el mínimo no imponible podría moderar los pedidos salariales Ganancias será clave para encauzar las paritarias Luego de ganar las elecciones, el Gobierno dio señales de querer implementar un plan para la acotar la nominalidad de las variables económicas. El mismo incluye una política fiscal, monetaria y de ingresos menos expansiva. En este sentido, se avanzó en la reducción de subsidios y en la revisión de contratos de empleados estatales. Asimismo, el Gobierno no homologó el aumento del 35% acordado entre el gremio de peones rurales y las cámaras empresarias, y propulsó la negociación en base a la productividad. Sin embargo, será muy difícil acotar la suba nominal de los salarios en un contexto de elevadas expectativas de inflación y falta de un parámetro oficial objetivo de la evolución de los precios. Además, el deterioro de la relación entre el líder de la CGT y el Gobierno no ayuda a contener los reclamos. Por otra parte, ni los empresarios privados ni el Estado tienen demasiado margen para absorber fuertes incrementos sin trasladar a precios ni exacerbar el déficit fiscal, dos factores que atentan contra la convergencia nominal. Hoy por hoy, la posibilidad de que se consiga una pauta salarial inferior al 20% luce lejana, ya que los acuerdos ya firmados se ubicaron en 23%-24%, y en la paritaria docente que se está llevando a cabo, referencia para las futuras negociaciones, los gremios piden 28% a nivel nacional. Una llave que el Ejecutivo tiene para encauzar las paritarias es modificar el mínimo no imponible (MNI) del Impuesto a las Ganancias. Esto es también un reclamo de los gremios, ya que en la última década los salarios formales crecieron por encima del MNI y un millón de trabajadores pasaron a tributar este impuesto (la proporción pasó de 11,7% en 2002 a 20% en 2011). El fondo de la cuestión es que si los MNI no se actualizan, parte de las subas salariales quedan en manos del Estado. Por ejemplo, para el caso de un aumento de 20% sobre un salario de $ 8.000, el Estado se quedaría con el 12% (casado con dos hijos) y el 23% (soltero) de la mejora. Es decir, si los salarios aumentan 20% y los MNI no se modifican, los trabajadores recibirían subas efectivas de 15%-18%. Por el contario, si los MNI se elevan 25%, los salarios de $ 8.000-$ 12.000 prácticamente no sufrirían descuentos. En el medio, una suba de 20% en los MNI podría encauzar la paritaria, lo que es particularmente importante para el caso de los dos sectores económicos con mayor número de trabajadores (industria y transporte). Obviamente entra en juego el costo fiscal, que si bien en parte es soportado entre Nación y provincias y en parte vuelve por IVA, la recaudación de Ganancias de personas físicas es similar a la del Impuesto al Cheque. Queda claro entonces que mediante Ganancias el Gobierno tiene una herramienta para moderar los pedidos salariales, a costa de un impacto fiscal. En las próximas semanas se verá cuál es el resultado de este balance. El laberinto de las paritarias Tras ganar las elecciones presidenciales, el Ejecutivo dio señales de querer acotar la nominalidad de las variables económicas. El plan para la convergencia nominal del incremento de precios, salarios y tipo de cambio, incluye una política fiscal, monetaria y de ingresos menos expansiva. El Gobierno avanzó en la reducción de subsidios para recomponer la caja y se mostró activo en la coordinación de una pauta de subas salariales más moderada. La no homologación del aumento del 35% acordado entre el gremio de peones rurales y las cámaras empresarias, la revisión de los contratos de 300.000 empleados estatales y la negociación en base a la productividad, fueron señales claras del Ejecutivo. Si bien la iniciativa recibió un fuerte espaldarazo de los empresarios, será muy difícil acotar la suba nominal de los salarios en un contexto en que las expectativas de inflación siguen elevadas y falta un parámetro oficial objetivo de la evolución de los precios. De hecho, los reclamos de recomposición de los gremios superan en la mayoría de los casos el 25%. El deterioro de la relación entre el líder de la CGT y el Gobierno no ayuda a contener los reclamos. A esto se le suma que este año se eligen autoridades en la cúpula sindical, lo que puede incentivar la puja entre gremios por lograr mayores incrementos de cara a las elecciones de julio. Asimismo, la revisión de contratos del sector público nacional generó malestar en las agrupaciones que nuclean a los trabajadores estatales. Por otro lado, los empleadores -tanto el sector privado como el Estado nacional y provincial- no poseen demasiado margen para absorber fuertes incrementos salariales. Los empresarios pueden trasladar los costos salariales a los precios de los bienes finales pero esto no ayuda a la convergencia nominal. Asimismo, un fuerte incremento de salarios del sector público exacerba el rojo de las cuentas provinciales (el pago de remuneraciones representa la mitad del gasto primario). En este contexto, y a pocos días del comienzo del ciclo lectivo, se está llevando a cabo la paritaria docente. Esta es una clara referencia para las negociaciones del sector público y, en menor medida, para privados. A nivel nacional los gremios exigen subir 28% el básico, mientras que el Ejecutivo ofrece una suba cercana a la pauta implícita del 18%, por lo que resta esperar el desenlace de las negociaciones. No obstante, los pocos gremios que cerraron aumentos en 2012 –los acuerdos se concretan mayoritariamente en el segundo trimestre- lo hicieron por encima del 20%. Por caso, aceiteros pautó subas del 24% y panaderos del 23%, mientras que los bancarios postergaron las paritarias a marzo a cambio de una suma fija (24% de un sueldo básico). Por todo lo mencionado, la posibilidad de que se consiga una pauta salarial inferior al 20% hoy luce lejana. Replicar la estrategia de no homologar acuerdos que superen una cifra elevada sería peligroso, ya que cosecharía el rechazo generalizado de los gremios. Además, tampoco le conviene al Ejecutivo, dado que que si la inflación se mantiene elevada, significaría una caída del salario real. Sin embargo, una llave para encauzar la paritaria –que se ubique varios puntos por debajo del 28-29% de 2010 y 2011- consiste en actualizar el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, que hoy afecta a 1 de cada 5 asalariados formales. El impuesto a las Ganancias, una llave para la negociación En los últimos años, los reclamos de los gremios para que el Gobierno eleve los montos mínimos y las deducciones del Impuesto a las Ganancias para los ingresos provenientes de la cuarta categoría (rentas del trabajo personal) han ido en aumento. Esto se debió a que, gracias a las fuertes mejoras salariales, en la última década muchos trabajadores comenzaron a tributar dicho impuesto. En grandes números, entre 2003 y 2011 los salarios privados formales crecieron 466% mientras que el mínimo no imponible1 (MNI) de un trabajador en dependencia casado con dos hijos lo hizo en 381%. Esta suba es similar al crecimiento del salario registrado total (público+privado), que aumentó 388% en los últimos 9 años. También hay que destacar que el incremento del MNI fue inferior si se considera un trabajador en relación de dependencia soltero (+329%) ó autónomo, ya sea casado con dos hijos (+317%) o soltero (+179%). El mayor ritmo de crecimiento del salario formal privado por sobre los de los MNI hizo que desde 2003 prácticamente se duplique la proporción de trabajadores alcanzados por el impuesto a las Ganancias (de 11,7% del total a 20% del total). En números, más de 1 millón de trabajadores pasaron a tributar el Impuesto. 1 El concepto de MNI es abstracto, ya que el Impuesto a las Ganancias para personas físicas se calcula en base a la remuneración anual (13 sueldos) menos deducciones (por hijo y por cónyuge y otras). Así, el impuesto determinado varía en cada caso puntual. Para simplificar, generalmente se consideran los casos de un asalariado formal soltero y uno casado con dos hijos. Cada vez más trabajadores alcanzados por Ganancias - en número de trabajadores y % del total - 2.000.000 25,0% 1.800.000 20,1% 1.600.000 20,0% Empleados que tributan Ganancias (eje der.) 1.400.000 16,9% % empleados que tributan Ganancias/Total 1.200.000 15,0% 13,5% 11,7% 1.000.000 10,3% 800.000 11,3% 12,5% 12,0% 11,9% 10,2% 9,7% 10,9% 10,0% 600.000 400.000 5,0% 200.000 0 0,0% 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 Fuente: Ecolatina en base a AFIP El fondo de la cuestión es que si los MNI no se actualizan, parte de las subas salariales quedan en manos del Estado. Por caso, si un trabajador en relación de dependencia casado con dos hijos que percibe un salario de $ 8.000, que hoy prácticamente no tributa, recibe 20% de incremento, pasaría a pagar Ganancias por $ 2.500 al año, de manera que su mejora neta sería de 17,6% (ver cuadro adjunto). Si ese trabajador no puede deducir cónyuge e hijos, hoy estaría tributando casi $ 4.000 anuales y pasaría a pagar $ 8.700, por lo que el incremento neto sería de 16%. En estos dos casos, el Estado se queda con el 12% y el 23% del aumento salarial, respectivamente. Por esta razón, la modificación de los MNI es una llave que el Ejecutivo tiene para negociar en las paritarias. Si no otorga incrementos en las deducciones de Ganancias, los gremios saben que subas de salarios en torno del 20% redundarían en incrementos netos en torno al 15%-18%, y se verían tentados a exigir más: por ejemplo, para recibir una mejora neta de 20%, con los actuales MNI un trabajador en relación de dependencia casado con dos hijos debería obtener 22,9%, mientras que uno soltero necesitaría 24,9%. Ahora bien, si los MNI suben, por ejemplo, un 25%, los salarios de $ 8.000-$ 12.000 podrían prácticamente no sufrir descuentos. En el medio, una suba del MNI del 20% podría encauzar más fácilmente una paritaria cercana al 20%. Esto es particularmente importante para el caso de dos de los sectores económicos con mayor número de trabajadores (industria y transporte, que concentran el 29% de los trabajadores formales del sector privado), dado que por su salario promedio ($ 6.400) tienen muchos asalariados en estos rangos. El impacto del Impuesto a las Ganancias en las subas salariales Trabajador Casado con 2 hijos Sueldo 2011 8.000 10.000 12.000 15.000 17.500 20.000 Impuesto a las Ganancias Suba 20% en el mínimo no imponible Actual Suba 25% en el mínimo no imponible Aumento Sueldo 2012 20% 25% 20% 25% 20% 25% Suba Efectiva 17,6% 15,9% 15,7% 15,1% 15,0% 15,4% 21,7% 19,9% 19,6% 18,7% 18,7% 19,3% 20,0% 19,7% 19,6% 19,0% 18,6% 18,8% 24,6% 23,7% 23,4% 22,8% 22,4% 22,6% 20,0% 20,5% 20,4% 19,9% 19,6% 19,6% 25,0% 24,6% 24,4% 23,8% 23,3% 23,5% Trabajador Soltero Sueldo 2011 Impuesto a las Ganancias Aumento Sueldo 2012 8.000 10.000 Suba 12.000 15.000 Efectiva 17.500 20.000 Fuente: Ecolatina en base a cálculos propios Suba 20% en el mínimo no imponible Actual Suba 25% en el mínimo no imponible 20% 25% 20% 25% 20% 25% 16,1% 16,0% 15,7% 15,2% 15,8% 16,2% 20,1% 19,9% 19,6% 19,0% 19,7% 20,2% 19,5% 19,4% 19,1% 18,4% 18,6% 18,7% 23,5% 23,3% 22,9% 22,2% 22,5% 22,8% 20,4% 20,2% 19,9% 19,2% 19,3% 19,3% 24,4% 24,2% 23,8% 23,0% 23,2% 23,4% Obviamente, aquí entra en juego el costo fiscal: en 2011, cuando el Gobierno subió 20% los MNI, la AFIP estimó un impacto fiscal de $ 3.250 millones. Este costo es relativo: el 25% lo paga el Tesoro, el 30% la ANSES y el 45% restante las provincias, al tiempo que en buena medida vuelve al fisco por IVA y otros impuestos. Además, una suba de los MNI hace que inicialmente un porcentaje de los trabajadores deje de tributar, pero si luego la paritaria es superior al alivio fiscal, esos asalariados vuelven a caer dentro del Impuesto. Por ejemplo, con la suba de 2011 inicialmente 400.000 trabajadores dejaban de pagar, pero a fin de año no sólo no dejaron sino que se sumaron 300.000 nuevos. Sin embargo, está claro que el Gobierno tampoco tiene incentivos a elevar los MNI muy por encima de lo que lo hizo en los últimos años, ya que el Impuesto a las Ganancias de personas físicas representa más de 30% de la recaudación de ese tributo, y 5% de los ingresos tributarios totales (similar al impuesto al cheque). Lo que queda claro entonces es que mediante el Impuesto a las Ganancias el Gobierno tiene una herramienta para moderar los pedidos salariales, pero el uso de esa herramienta tiene un costo fiscal. En las próximas semanas se verá cuál es el resultado de este balance, y por ende, qué prioriza el Ejecutivo.