INDICE: 1.− Introducción. 2.− La dependencia energética en general en España. 2.1.− Del carbón. 2.2.− Del petróleo. 2.3.− Del gas. 2.4.− De la electricidad. 2.5.− De las energías alternativas. 3.− Objetivos futuros. 4.− Comentario. l.− Introducción. Durante miles de años, la fuerza para mover las cosas se sacó de la energía química de los músculos de las personas y los animales. Algunas herramientas sencillas, como la palanca y el arado, sirvieron para sacarle el máximo partido a la potencia muscular. El fuego se viene usando desde la Edad de Piedra para obtener luz y calor. Hero de Alejandría inventó una máquina de vapor hace casi dos mil años, pero era poco más que un juguete. No sería hasta el siglo XVIII cuando los científicos y los ingenieros de la Revolución Industrial descubrieron formas de poner el vapor a trabajar. Hasta entonces, el agua y el viento fueron las únicas fuentes de energía no muscular. En el siglo XVIII, el carbón se convirtió en la fuente de energía más importante. Para finales del siglo XIX, el petróleo y el gas comenzaron a sustituirlo rápidamente. Los combustibles fósiles son muy utilizados por varias razones. Primero, contienen una enorme cantidad de energía química almacenada y con sólo quemar una pequeña cantidad de carbón, petróleo o gas se libera mucha energía. Pero lo más importante de todo es que estos combustibles se pueden almacenar con facilidad, para luego transportarlos a donde hagan falta. Los combustibles tardaron poco en sustituir al viento y al agua como principales fuentes de energía. 2.− La dependencia energética en general en España. La importancia del sector energético en las economías nacionales se debe a su característica de principio necesario para toda actividad, ya que de ella depende en gran medida el mayor o menor desarrollo que éste tenga; en el caso de España, la insuficiencia energética es una de las causas de su retraso industrial. Las posibilidades energéticas españolas se basan en la explotación de los recursos carboníferos, en la importación de hidrocarburos, en el aprovechamiento de los recursos hidroeléctricos, y en la explotación de los minerales radioactivos del subsuelo y del combustible nuclear importado, además de las posibilidades derivadas de otro tipo de fuentes de energía como la solar, la eólica, la mareomotriz y la geotérmica. 1 España, es pues, uno de los ejemplos más claros, dentro del conjunto europeo, de dependencia energética; se puede afirmar que apenas ha conocido periodos de autoabastecimiento, desde la importación de carbón inglés, con precios más asequibles que los resultantes de la producción minera española, hasta la demanda de petróleo y de gas natural de las últimas décadas, España ha dependido siempre de otros países suministradores de energía. Sin embargo, esta característica de la estructura económica española no ha implicado planes de previsión ni de investigación: tras la crisis del petróleo de 1973, España no adoptó medidas en relación con el ajuste de precios internos, el ahorro o la planificación energética, sino que se puso en práctica una política de subvención de precios −inicio del déficit público− sin atender a un plan energético nacional, cuyo parecido más próximo era el Plan Eléctrico Nacional aprobado en 1969 y puesto en marcha en 1972; la incidencia del incremento del precio de los crudos originaría la grave crisis económica de finales de la década de 1970 y principios de la de 1980. La muerte del General Franco (1975) y los cambios políticos habidos en España durante los años siguientes, se reflejaron en el primer Plan Energético Nacional (PEN) 1983−1992, que tendría su continuación en los planes de ajuste realizados por los gobiernos de Unión de Centro Democrático (UCD, 1977−1982) y posteriormente por los del Partido Socialista Obrero Español (PSOE, desde 1982), entre los que se encuentra el Plan de Energías Renovables (PER − 1986). De la década de los años cincuenta hasta nuestros días el consumo de energía se ha multiplicado por seis, paralelamente al crecimiento económico del país. En los últimos años, la relación entre la producción y el consumo energético, intensidad energética, ha disminuido debido a las medidas de ahorro y al desarrollo de nuevas tecnologías. Aún cuando pueda seguirse esta senda más lentamente, alcanzar los niveles económicos de los países más desarrollados de la Unión Europea obligará a que nuestro consumo de energía siga creciendo en términos absolutos. Para analizar la situación basta ver la estructura de producción de energía primaria, así como el grado de abastecimiento en España, de las siguientes tablas. Producción interior de energía Primaria en España 2