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Hugo Pérez Navarro
Julio Walter Benjamín Cortázar
FRAGMENTOS DE CRUCES, PERSECUCIONES Y OTRAS BÚSQUEDAS
En la boca del túnel
“Por primera vez en la historia de la arquitectura aparece, con el hierro, un material de construcción
artificial. […] Se evita el uso del hierro en las construcciones de viviendas y se lo utiliza en los pasajes,
exposiciones, estaciones de tren: todas las construcciones que sirven al tránsito.”
Walter Benjamin, “París, capital del siglo XIX”.
Como un flash, como una aparición encendida por la referencia a la París de las construcciones de hierro que
Benjamin indagaba -para deconstruir/reconstruir una época, para entender lo esencial de la suya,
desarticulando estructuras físicas y conceptuales, fotos y estampas;puesto él mismo a fragmentar, ordenar,
tener, mirar, guardar, procesar-, la primera imagen que aparece, viva y lúcida,es la de Julio. Julio Cortázar,
parado como un antiquísimo “centrojás”, entre Edgardo Cantón y el Tata Cedrón,en una foto emblemática de
1979, justamente en lo que parece ser la boca de un túnel. Que no es ni será el túnel de un improbable
vestuariode fútbol, sino el deacceso al subte parisino -al Metró-,nada menos que en la estación Louvre, dondela
luminosidad de los personajes se enciende en la perspectiva de vivir todo lo que esos tres podían compartir
para escapar de o para hundirse en esa mañana o esa tarde nublada, tan ajustadamente envuelta por ese gris
total, por ese gris de foto vieja, más vieja cuanto más jóvenes se ven quienes aparecen en ella. Y los tres
lucenbastante jóvenes allí, especialmente Julio. Lejos, afortunadamente lejos, de los 100 añosy de todas las
evocaciones canónicas y comerciales, que terminan siendo lo mismo, aunque era –lejos- el más veterano de
esa nunca celebrada línea media.
Y allí los tres, bajo la arcada art nouveaudel acceso al subte, casi mirando hacia el cielo, sin pensar que ese
instante, confondo gris y marco de hierro parisino, se ha congelado en el tiempo, del mismo modo que en su
momento se congelara -¿esfumara?-la infinita y angustiante búsqueda de coleccionista sin límite del pobre
Benjamin, que se perdió el encuentro de este trío entre otras razones porque perdió la vida, por miedo o
hartazgo, dosopciones oscuras de la desesperación que suelen cruzarse con más frecuencia de la imaginable.
Colecciones I
Invariablemente la asociación hierro/Benjamin-arcada del Metro/Cortázar debía remitir a los afanes de
coleccionista de Cortázar, desplegados sin otro propósito que el de juntar objetos, fotos, discos, melodías,
recuerdos, postales, libros, para tomarlos según las conveniencias establecidas y meterlos en un texto, allí,
donde conviniera, donde le viniera bien a la historia narrada, al placer de escribirla para multiplicarla en
infinitos lectores, donde les viniera bien a los protagonistas o a los amigos de los protagonistas, y buenamente,
donde le viniera bien al propio Julio, que no coleccionaba citas, pero que las marcaba en los libros de su
biblioteca por si en algún momento le resultaban útiles o necesarias.
“Yo pertenezco a esa especie siniestra que lee los libros con un lápiz al alcance de la mano, subrayando y
marcando, no con intención crítica. En realidad alguien dijo, no sé quién, que cuando uno subraya un libro se
subraya a sí mismo, y es cierto. Yo subrayo con frecuencia frases que me incluyen en un plano personal, pero
creo también que subrayo aquellas que significan para mí un descubrimiento, una sorpresa, o a veces, incluso
una revelación y, a veces, también una discordancia.
Las subrayo y tengo la costumbre de poner al final del libro los números de las páginas que me interesan, de manera que algún día,
leyendo esa serie de referencias, puedo en pocos minutos echar un vistazo a las cosas que más me sorprendieron. Algunos epígrafes
-1-
de mis cuentos, algunas citaciones o referencias salen de esa experiencia de haber guardado, a veces durante
muchos años, un pequeño fragmento que después encontró su lugar preciso, su correspondencia exacta en algún texto mío.” 1
Y las citas –como fragmentos de una única realidad o de las múltiples realidades fragmentarias que, a la larga,
terminan componiendo una realidad-porque tendemos a transitar por una sola conciencia a la vez, a menos
que se demuestre lo contrario- dejan su estado fragmentario para convertirse en partes de algo, de algo
perceptible, de algo predicable, y entran como alusiones, como citas textuales, citas musicales, conceptos,
referencias,fotos y dibujos, imágenes suscitadas por el narrador, en un texto, en un objeto, en un libro que
puede llamarse La vuelta al día en ochenta mundos o Último round o Rayuela.
Colecciones II
Si hay algo que define la obra de Benjamin como rasgo eminente es el inacabamiento: la búsqueda de
elementos individuales (objetos, datos, registros, “cositas”) dotados de una significación pasada (la que
tuvieron en su momento, que los convierte de datos o documentos indicadores o testimonios de otro tiempo);
de ninguna significación (“cositas”, “chucherías”); de una significación presente para el resto de la humanidad,
menos para el propio WB, y de un universo posible, por construir, que existía como proyecto en la cabeza y
en los apuntes, planes y borradores de WB. Lo que queda de esa búsqueda y de esa obra-como-preparaciónde-la-obra-que-viene es la obra que no fue pero que, paradójicamente, tiene como referencia conclusiva, como
pátina de totalidad, precisamente, su condición de inacabada.Y esto nos dice algo.
La indagación benjaminiana,que podría agotar las infinitas formas de la idea de obsesión y de conceptos
afines, parece combinar ese rasgo –la obsesión- con la necesidad de tener el dato, el documento, la muestra, la
prueba empírica de las hipótesis y de todos los escalones de la argumentación, con el esmero de los
historiadores y arqueólogos más enfáticamente positivistas.
Beatriz Sarlo parece haber descubierto algo más que un trayecto documental en el esmero feroz por la
documentación o –en otra jerga- en el afán de búsqueda obsesivo, supuesto indicadorde una inseguridad que
WB nunca deja veren sus textos.
“El método poético en acción: Benjamín es sensible a lo más extraño, a lo excepcional, a lo fuertemente
individual de la experiencia; descubre lo raro, el significado general, en lugar de buscar lo general en lo habitual y
en la acumulación de lo mismo. Su mirada es fragmentaria, no porque renuncie a la totalidad sino porque la
busca en los detalles casi invisibles. Construye un conocimiento a partir de citas excepcionales y no sólo de
series de acontecimientos parecidos. Cuando lo raro o la excepción son significativos, remiten a lo general por el
camino del contraste iluminador.” 2
Colecciones III
Walter Benjamin no se mueve como un filósofo ni como un hombre de letras ni como un humanista:
colecciona datos, referencias, huellas, como un empirista de línea dura. Pero se descubre a sí mismo en esos
menesteres. Y sabe diferenciarse:
“El interior es el refugio del arte. El coleccionista es el verdadero residente del interior; convierte la glorificación
de las cosas en su tarea. A él corresponde el trabajo de Sísifo de quitar a las cosas su carácter demercancía por el
hecho de poseerlas. Pero a cambio les da solo el valor de quien las ama, no el valor de uso. El coleccionista no
sólo se sueña en un mundo lejano o pasado, sino, al mismo tiempo, en un mundo mejor, donde los hombres
tampoco disponen de lo que necesitan, talcomo ocurre en el mundo cotidiano, pero donde las cosas están libres
de la servidumbre de ser útiles.” 3
Sara Castro Klaren: “Cortázar, lector”, en Cuadernos Hispanoamericanos,números 364-366, Edición Homenaje a Julio
Cortázar.Madrid, octubre/diciembre de 1980, p. 12-13. Itálicas, HPN.
2 Beatriz Sarlo: Siete ensayos sobre Walter Benjamin, FCE, 2006, p. 26.
3
Walter Benjamin: El París de Baudelaire. Buenos Aires, Eterna Cadencia Editora, 2012, p. 56
1
-2-
Benjamín necesita apoyarse, sumergirse, perderse en fragmentos del mundo, de la realidad (se diría que al
sumergirse no puede salir y que de hecho se pierde). A la larga, procura reunir muestras infinitas de la
producción capitalista y de aquello que la caracteriza y define: la producción de mercancías. Va de nuevo:
“La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como
un ‘inmenso arsenal de mercancías’ y la mercancía como su forma elemental”. 4
Benjamin se zambulle en una actitud deconstructiva que lo sitúa al borde de la posmodernidad o francamente
en ella. De hecho, no todos los coleccionistas de fragmentos son posmodernos.
El que junta cosas (datos, dinero, platos, estampillas, figuritas, libros, armas, estampitas de santos) vive hacia
adentro: el mundo es las cosas y las cosas vienen hacia él. Cortázar increpa a la realidad con ánimo muy
moderno: trabaja, vive, se sumerge en el mundo, respira, come bebe, pero tiene una actitud hacia afuera.
Colecciones IV
¿Hasta qué punto puede negarse la afirmación que encabeza el “Tablero de Dirección” colocado al inicio de
Rayuela, según la cual “este (ese) libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros”? Hasta este punto:
habría una “tercera vía” inicial, casi obvia y acaso sinsentido, que llevaría a leer la secuencia standard de un
tirón y luego, uno tras otro, los restantes capítulos, todos ellos. Pero la cosa puede ir más allá: a los doslibros o
formas de leerlos que indica el autor –o tres, según lo señalado-, se le acoplarían unas cuantas más,
matemáticamente precisables: serían 152152 maneras de leerlo.
Acaso, como alcanzó a enseñar Benjamin, toda colección, por anárquica o amorfa que pueda parecer desde
una situación presumiblemente estructurada, organizada y situada, está en condiciones de recomponer la
realidad o parte o partes de ella. Y aun de crear otras realidades que, inevitablemente, son partes de la realidad,
en el sentido que Cortázar daba al término o mejor a su noción y a su percepción de la realidad, cuyos límites
son vulnerables y podemos atravesar con toda soltura, permanentemente.
Benjamin, el perseguidor
Benjamin es el perseguidor de Baudelaire. Mientras el propio WB indaga en los pasajes aspectos clave del
entramado social, político y económico del floreciente capitalismo francés, en pleno derrame de sus
esplendores, criterios, paradigmas, parámetros y mercancías por el mundo –un mundo hecho a imagen y
semejanza de Francia, y de París, la capital de ese mundo-, Baudelaire lo guía por los pasajes físicos, sociales y
simbólicos de su época. 5
Baudelaire es el que abre caminos, el que muestra, el que desnuda con erótica crueldad los entresijos de un
mundo dispuesto en lo esencial para la ganancia del capital y de modo evidente para la sensualidad. Un mundo
–y esto declara Baudelaire y de esto sabe Benjamin- montado sobre el infierno de los que lo construyen, lo
producen, lo soportan y lo padecen. Como material de consulta, para per-seguir a Baudelaire, Benjamín se vale
de una cartografía social y política, desplegada por Marx y Engels, entre otros. Con estos materiales puede
espiarlo, verlo desnudo, en carne viva, padeciendo el peso que impone sobre una condición social difícil y de
sensibilidad como la suya una época o, más bien, una sociedad como esa. No le cuesta nada a Benjamin
entender que “la poesía de Baudelaire saca su fuerza del pathos rebelde de esta clase (la de los flâneurs),
pasándose al bando de los asociales.” 6
“Pero si alguna vez puedo recuperar el vigor y la energía de las que disfruté en otro tiempo, aliviaría mi cólera
con libros espantosos. Querría poner la raza humana entera en mi contra. Veo en esto un goce que me
consolaría de todo”. 7
Karl Marx: El Capital. Crítica de la economía política. I, 1. Buenos Aires, FCE, pag. 3, 1991
Eric Hobsbawm, La Era del Capitalismo. Barcelona, Labor, 1977, p. 46.
6
Walter Benjamin: Id, p. 57.
7Charles Baudelaire: Lettres á samére, cit. en Benjamin: Id., p. 71
4
5
-3-
Marx puede distinguir entre los revoltosos “enojados”, a los simples coléricos, iracundos y hartos de los
conspiradores que podían llegar a articular con una organización de lucha revolucionaria, con metas capaces
de trascender la revuelta. Y Benjamin –a través de Marx y de los tipos sociales y los datos que va encontrando
en su indagación- ya lo ha comprobado. Por eso las referencias a Marx y esta misma cita en la que Baudelaire
prefigura a más de un personaje de Roberto Arlt,o al propio Arltin theflesh.
Preguntarse hasta qué punto no hay un reflejo o una proyección de Baudelaire sobre Benjamin es más que
ocioso. Varían los modos, los estilos: no la percepción de los hechos (que sonun anticipo de lo que serían
Europa y el mundo casi un siglo después, particularmente desde la salida de los 20) ni su densidad estética
(estética en tanto afecta a los sentidos, a todos los sentidos) y moral. Incluso con los mismos artilugios y con
artificios similares a los que Benjamin descubre en los pasajes, en esos shoppings parisinos del siglo XIX.
Entonces: ¿quién apoyaría el pecho sobre quién en este camino en el que la lucidez y el placer del
descubrimiento ceden paso a la angustia que “el sistema” no puede evitar y oculta con tanto más esmero
como crueldad destila para desplegarse?
Necesariamente, el fuerte es el que ha perdido la vida, el que ya no muere más.
Así, en esas excursiones al infierno, Baudelaire es el Virgilio de Benjamin.
Benjamin-Baudelaire-Poe-Cortázar: Persecución/Secuencias/Cruces I
Benjamín es el perseguidor de Baudelaire.
Baudelaire ha descubierto a Poe para el mundo, entendiendo por “mundo” a Francia o más precisamente a
París,mediante una traducción que hizo como pudo, pues su inglés parece no haber sido el mejor.
En 1953, a pedido de la Universidad de Puerto Rico, Cortázar traducea Poe al castellano, usando como
referencia la traducción de Baudelaire, y logra una versión considerada hasta hoy entre las mejores. Y
encuentra que el autor de Les fleurs du mal, compensa sus limitaciones idiomáticas “con una intuición
maravillosa, [que] jamás falla. Incluso cuando se equivoca en el sentido literal, acierta en el sentido intuitivo;
hay como un contacto telepático por encima y por debajo del idioma” 8.
Moderno-posmoderno I
¿Dónde trabaja Benjamin? ¿Dónde se sitúa, en la modernidad o en la posmodernidad?
Ha elegido como temaa París, capital del siglo XIX.El contexto es el de un crecimiento vertical de la economía
capitalista, que diera lugar a la aparición casi repentina de las economías francesa y alemana, que recorrían el
mercado internacional, incrementando el flujo de riquezas desde las colonia, obligando a Gran Bretaña a
hacerles un lugar en el mercado mundial. La experiencia no desdeñable de varios siglos como Estado-Nación,
cierto giro de los negocios hacia el capital financiero (notorio en torno a la época de Luis Felipe), el
ordenamiento de los flujos de capital, y acaso cierta tradición de desarrollo intelectual y artístico o la dinámica
de la propia cultura parisina tanto pre-revolucionaria como posterior a la Restauración, dieron como resultado
una ciudad compleja, con una dinámica económica, social y estructural insólita.
El crecimiento del capitalismo que,montado sobre la expansión y la explotación colonial enfila aceleradamente
a lo que sería la segunda revolución industrial, se está acercando a su cenit. París ya no es sólo la capital de
Francia, ni sólo de Europa ni sólo del siglo XIX: es la capital de la Modernidad.
Y cuando se monte sobre esa ciudad, Benjamin no sólo no se perderá entre los pliegues de la modernidad sino
que logrará identificar sus partes, separar sus piezas, encontrar y reconocer los fragmentos y entender la
totalidad de un modo no sólo singular, sino lúcidamente profundo. Es obvio: la posmodernidad es la etapa
superior de la modernidad y no sólo por una cuestión cronológica, sino por un motivo esencial: no hay nada
8
MagalíUrcaray: Cortázar y el doble: ¿eran Poe y Baudelaire la misma persona?http://www.papelenblanco.com/
escritores/cortazar-y-el-doble-eran-poe-y-baudelaire-la-misma-persona
-4-
más moderno que la crítica, como thekné y sobre todo como noumeno. Y no existe nada con tantos flancos
criticables, no existe un programa tan extenso, apasionante, imperfecto y costoso en vidas y esperanza que la
Modernidad.
Y la crítica ha de ser una disección alucinante en su lucidez. Nadie vio, nadie ve lo que Benjamin ve. Tanto
que para ampliar el horizonte de nuestra comprensión, parte de Marxy se dirige al corazón de la realidad: a la
mercancía.
“Pero es precisamente la modernidad la que cita la protohistoria. Esto ocurre a través de la ambigüedad propia
de la situación social u del producto de esta época. La ambigüedad es la aparición en imagen de la dialéctica, la
ley de la dialéctica detenida. Esta detención es utopía; de ahí que la imagen dialéctica sea onírica. Una imagen
semejante presenta la mercancía como tal: como fetiche.” 9
Cortázar: “Baudelaire es Poe”/ Persecución. Secuencia. Cruces II
Benjamin es el perseguidor de Baudelaire.
Baudelaire“descubre” a Poe para el mundo.
Cortázar traduce a Poe a castellano. Y llega a sostener que Baudelaire era el doble de Poe, más allá de lo
meramente literario: el doble.
“Si usted toma las fotos más conocidas de Poe y de Baudelaire y las pone juntas, notará el increíble parecido
físico que tienen; si elimina el bigote de Poe, los dos tenían, además, los ojos asimétricos, uno más alto que otro.
[…] Es inquietante y fascinante pero yo creo (y muy seriamente, le repito) que Poe y Baudelaire eran un mismo
escritor desdoblado en dos personas.” 10
Esto lo estoy tocando mañana I
“No sé lo que quiero, pero lo quiero ya”.
Sumo.
La paradoja posible en cuanto al tiempo es que, en perspectiva, el momento sin historia no tiene ni más ni menos
posibilidades que el tiempo histórico lineal, el que da fundamento tanto a la física clásica como a la idea
moderna de progreso que comparten tanto la burguesía como el marxismo, en sus diversas vertientes.
El empecinamiento de los conservadores –digamos, del pensamiento burgués- busca fundamentar las
situaciones de dominio y explotación del mundo que sostienen en el tiempo que pasó. Al igual que la nobleza,
busca la fundamentación de su presente en el pasado. En último caso, si se trata de un nouveaurich se
proclamará fundador de un nuevo tiempo e hijo de su propio esfuerzo (para el pequeño burgués, el
autoproclamado “clase media”, no existen las condiciones sociales de producción: este es un mundo de
individuos.)El nouveaurich se des-historizará hasta la próxima generación: sus descendientes hablarán de él
como del fundador de una dinastía.
El marxismo dogmático y el revolucionario insistieron hasta fines del siglo pasado en que la inexorabilidad del
socialismo estaba escrita en las hojas de la Historia de la Humanidad. Se han extraviado los cuadernos con
dichos registros.
Pero las paradojas enseñan.
En la consideración ontológica, económica y, de hecho, política, de la mercancía puesta en venta, el cuello de
la historia sufre varios retorcimientos.
La mercancía no expresa un valor agregado por el trabajo y apropiado por el capitalista. La mercancía es una
respuesta o un desafío a una necesidad de quien la puede desear, de quien la puede pagar y tener.
9
Benjamin:, Op. Cit., p. 49
MagalíUrcaray: Op. Cit.
10
-5-
El tiempo –como concepto de fondo, no siempre mencionado- juega un rol decisivo en la construcción de la
mercancíacomo fetiche.
“Lo nuevo es una cualidad independiente del valor de uso de la mercancía. Es el origen de la apariencia, que es
inalterable a las imágenes producidas por el inconsciente colectivo. Es la quintaesencia de la falsa conciencia,
cuya agente incansable es la moda. Esta apariencia de lo nuevo se refleja, como un espejo en otro espejo, en la
apariencia de lo siempre igual”. 11
Esto lo estoy tocando mañana II
Los intentos de comprender y explicar el tiempo en términos científicossiguen siendo todos hipotéticamente
válidos, porque si bien es cierto que no se pueden demostrar empíricamente las teorías sobre el asunto,
tampoco se han podido presentar refutaciones consistentes a las mismas.Sabemos que hay avances en una
dirección determinada, que estaría en condiciones de exhibir “pruebas” pero, paradójicamente, ese plano
temporal –que refiere a la teoría de la relatividad-, nos es ajeno.Todo queda entonces en el terreno de lo
argumental. En tanto, las consideraciones sobre el tiempo oscilarán entre la noción empírica del tiempo lineal,
por el que corren nuestras vidas, y a la que se adhiere nuestra noción del tiempo histórico, por un lado, y las
del tiempo psicológico -en extremo subjetivo-, del tiempo kantiano, que plantea una solución inteligente, al
menos para estructurar su epistemología, y la del tiempo artístico.
La historia –esto sí es sostenible, al menos argumentalmente- ha demostrado que los intentos de adelantar o
atrasar la dinámica temporal de la humanidad, es decir de las sociedades, usualmente han generado catástrofes.
“Dunne analiza la posibilidad de diferentes tiempos (y no solamente este que aceptamos nosotros, el del reloj
pulsera y del calendario), simultáneos o paralelos, basándose en el conocido fenómeno de la premonición, de
personas que tienen repentinamente una visión de algo que se produce cinco días después. Algo que para
nosotros es el futuro en el momento de la premonición no es a para ellos el futuro sino una especie de presente
descolocado, paralelo, incierto.” 12
En “La noche boca arriba” dos historias diferentes son vividas –narradas- en una secuencia única. O puede
ser una única historia, la del tolteca que huye por la selva y es atrapado para ser conducido a un sacrificio ritual
y sueña con un mundo extraño en el que viaja en una moto, tiene un accidente y es llevado a un hospital, boca
arriba.
En “Todos los fuegos el fuego” el artificio literario es el mismo: hay una única situación presentada en dos
escenas que transcurren en dos escenarios separados por unos 2.000 años.
En ambos casos, la superposición de lugares da lugar a una superposición de tiempos. O acaso el tiempo
transcurre en dos planos físicos diferentes.
El arte ofrece esas instancias de trans-temporalidad, en las que puede ocurrir algo fuera de la lógica del tiempo
lineal, cotidiano, unidireccional.
Rayuela deshilvana el flujo del tiempo merced a la intromisión de otras referencias que pretenden construir
otro relato. O que abren las puertas a la posibilidad de 152152 derivaciones expresadas en otros tantos
capítulos.
Pero el tiempo no sólo se fragmenta, creando ámbitos físicos diferentes y aun la posibilidad de que un
personaje sea dos (Baudelaire como doble de Poe). El flash se da ante los oídos y los ojos del Perseguidor
cuando escucha a Johnny Charly Carter Parker diciendo que la música se lo llevó, que la combinación de los
sonidos y el tiempo se alteró porque el tiempo se ha disparado, afectando a la música y al tiempo histórico del
propio Carter-Parker que ya no está, no está junto al Perseguidor en el momento de decirle que hay un
fragmento que suena, pero mañana.
11
12
Walter Benjamín: Op. Cit. p. 58
Julio Cortázar, Clases de literatura, p. 49.
-6-
Coda
A diferencia de Benjamin, Cortázar “lavanta” datos y materiales de la realidad, de la calle, de las bibliotecas, de
las relaciones interpersonales con otros intelectuales y amigos y con su viejo y lejano país, los sacude y
desparrama sobre la realidad –esto es, sobre su realidad parisina de mediados y fines del siglo XX- y los arroja
nuevamente sobre la realidad, sólo que convertidos en discurso, que mirando el tiempo histórico de Cortázar y
su vida personal, termina siendo un discurso político. (En rigor, por definición, todo texto público lo es).
Está claro que ese discurso que redondeamos conceptualmente como “político” se ha presentado como varios
discursos, pero ha sido un solo decir: con forma de ficción narrativa, poesía, conferencia, discurso académico,
entrevista, ponencia en un congreso, curso en una Universidad, presencia en un filme, humorada, anécdota
que circula y se incorpora al flujo discursivo pero sobre todo vital del mundo vivo.
En el caso de Benjamin salta a la vista que más que tener intención política cada línea suya es parte de una
acción política, en tanto toda mirada crítica sobre la realidad es un cuestionamiento de ella. Y toda puesta en
cuestión es la semilla de una acción sobre la realidad. Y esto es política.
Es pensable que tanto en Benjamin como en Cortázar la acción política planteada en el plano de las ideas y de
la escritura haya estado como adormecida por sus propias características expresivas.
Pongamos por ejemplo un cuento como “No se culpe a nadie”, que puede ser visto como un texto literario
puro, un derroche de técnica narrativa, de talento, de magia capaz de llevar al lector a la sofocación, al punto
de hacerlo sentir casi liberado en las tres últimas palabras.
Sin embargo, ese mismo cuento, cruzado con la referencia al trágico final del Mayor Alberte, arrojado al vacío
en la madrugada del 24 de marzo de 1976 por sicarios de la última dictadura 13, le otorga un giro extraordinario
a aquella lectura. De manera análoga, el contenido político de la totalidad de la obra de Cortázar –tanto la
previa como la posterior- cambia a partir de su acercamiento a la Revolución Cubana y de su adhesión cada
vez más activa y más pública a las corrientes que luchan en América Latina y en los países pobres por su
liberación y por la justicia. Después de eso, seguramente se explicaría que su texto más re-interpretado haya
sido “Casa tomada”.
Hay algo objetivo: Benjamin no tuvo oportunidad de desplegar su obra –que, sabemos, estaba en elaboración
en el momento de su muerte- sobre el escenario político concreto, material, de modo activo y voluntario. Si
bien el hecho de ser judío y de haber estado detenido en campos de concentración desnuda su condición
política, al menos desde la perspectiva del estado nazi, dicha condición puede ser tenida como pasiva.
La lectura de cualquiera de sus textos conduce a otra conclusión, obviamente. Podemos sostener, sí, que
Benjamin no tuvo la oportunidad de hacer una exhibición política activa y paladina de su trabajo intelectual y
hasta diríamos, de parte de su vida. Cosa que sí le ocurrió a Cortázar, pues pudo elegir y eligió actuar.
La cuasi paradoja cierra al advertir que en éste el sesgo político se hizo más intenso y más claro cuando fue
más necesario para las corrientes a las que adhirió o se sumó. Esta sensación se mantiene aún después de la
muerte de Julio. En Benjamin esa percepción es todavía más intensa, puesto que es inevitable asociar su
suicidio con una situación política concreta y extrema: la muerte de Walter Benjamin se carga en la cuenta del
nazismo, inevitablemente.
Y esta percepción termina de erguir su perfil político: el que murió no era un judío pasivo, víctima de su
condición: era alguien cuyas ideas iban absolutamente en contra del nazismo, del capitalismo y de todo un
universo político precisable y preciso.
Final
En una de las tantas galerías parisinas se cruzan los pasos de Cortázar persiguiendo a Carter-Parker con los de
Benjamin persiguiendo a Baudelaire. No se ven entre sí: los vemos, los percibimosnosotros.Acabamos de salir
Juan J. Salinas: “Los asesinos de Alberte. Una historia alucinante”, en Pájaro Rojo. El Blog de Juan Salinas.
http://www.pajarorojo.inL.fo/2011/04/los-asesinos-de-alberte-una-historia.html, abril de 2011
13
-7-
de su lectura. Y están ahí, tan vivos. Nos basta con abrir los sentidos a alguno de sus textos para darnos
cuenta de que nosotros podemos abandonar a algunos escritores -cosa saludable en muchos casos-, pero que
ellos no saben cómo dejarnos.
-8-
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