Movilidad Social, Desigualdad y los Maestros Por Cándido Mercedes La Movilidad Social como expresión del desplazamiento, del movimiento de las personas de un status social a otro en la sociedad dominicana, se ha venido estancando en los últimos años. Los factores normales que hacen posible la movilidad social, no vienen jugando su papel como en las décadas de los 70 y los 80. Así vemos cómo la educación, principal factor de movilidad social, ha venido truncándose precisamente en la sociedad del conocimiento, en la sociedad de las redes sociales, de la economía del conocimiento. Las ocupaciones en la economía corresponden cada día más a la economía subterránea, donde un significativo componente no corresponde a un empleo decente y de verdadero agregado de valor. Están inmersos cuasi en una economía sumergida, de sobrevivencia; que no apuntala al conjunto de la sociedad para la competitividad. La movilidad intrageneracional, que es la que puede ocurrir a un individuo en la escala social durante su vida laboral, se ha mantenido estancada al igual que la movilidad intergeneracional, esto es, la que se produce de los padres y abuelos con respecto a los hijos, en comparación con los empleos. Esto significa que la sociedad dominicana en término de apertura en el ascenso socioeconómico, viene cerrándose, lo que implica que la igualdad de oportunidades, como espacio de mayor justicia e inclusión, se estrecha cada vez; lo que significa para los hacedores de política pública un desafío enorme, por el torrente de problemas políticos que se viene incubando en el cuerpo social de la sociedad dominicana. Toda la problemática de la movilidad social alude, entonces, cuando esta no se produce en una sociedad, al campo de la exclusión, de la desigualdad. La falta de la movilidad social vertical lleva consigo la posibilidad de que las personas queden apartadas de la participación en el entramado de la sociedad. En Dominicana las desigualdades sociales se hacen cada vez, socialmente, más significativas. El caso de los maestros constituye el ejemplo más paradigmático de la desigualdad y de la ausencia de ascenso socioeconómico. Su realidad material, objetiva, le permite verse en su subjetividad, en sus sentimientos, como seres humanos sin ninguna “posición social”, donde ésta en la mayoría de los casos, no produce cambio vertical. No guardan en su horizonte temporal expectativas halagüeñas de su futuro. La calidad de vida, el bienestar, la dignificación magisterial, son abstracciones que no encuentran eco en su existencia vital. No existe en ellos, una clara satisfacción global con su vida y más en concreto, con su realidad laboral, sobre todo, por los niveles salariales que reciben. El 89.62% de los maestros dominicanos en las escuelas públicas, reciben un sueldo equivalente a US$225 dólares mensuales. Un obrero no calificado en los Estados Unidos gana actualmente US$100 dólares más en una semana, de lo que gana un maestro en un mes. En un mes el obrero norteamericano gana US$1,095 dólares más. Solo un 10.38% de los maestros gana más de RD$10,000.00. El sueldo es un factor vital, clave, para la calidad de vida de una persona, para su realización como tal, sobre todo, en una sociedad de mercado. Por eso, duele ver el inmenso poder mediático como trata de tergiversar esta realidad tan cruda, donde un profesional de la educación, el 80% es titulado, gana tan pírrico sueldo, con el grado de complejidad que significa el rol de un profesor y las exigencias y expectativas que la sociedad tiene alrededor de ellos. Se precisa de una mejor forma de negociar, de buscar nuevas estrategias, de que la razón de la fuerza de paso al nuevo paradigma de la fuerza de la razón. De que ya no negociemos en base al viejo paradigma de si vis pacem para bellum, esto es, si quieres la paz, prepara la guerra. Las nuevas estrategias son enfocarnos en los intereses, en los objetivos comunes y en función de ellos negociar en el Ganar– Ganar, en la COOPERACION, para que la sociedad gane y donde el profesor ocupe un sitial de primera magnitud. El Ministerio de Educación lo que tiene que hacer es que el SISTEMA funcione; que se pongan en vigencia la Ley 66-97, así como el Estatuto de la Carrera Docente. Los profesores que imparten docencia en el Loyola, en La Salle, en el Calasanz, en el San Juan Bautista, son graduados allí donde se graduaron los que imparten docencia en las escuelas públicas. Lo que ocurre es que en esos colegios los profesores reciben RD$22,000; RD$25,000 por tandas y tienen un conjunto de incentivos hasta llegar a RD$40,000 y RD$45,000. Negociemos con solidaridad, con empatía, con verdadero compromiso, con tolerancia, con el respeto mutuo, con la observación de la dignidad humana. No permitamos que el consenso establecido alrededor de una educación de calidad se deslegitime, con los diálogos y comunicados disfuncionales que hemos visto. Construyamos una mejor gobernanza, que es aquella que postula el equilibrio para generar resultados eficaces y sostenibles para todos los actores involucrados. Como dirían Nicolás Berggruen y Nathan Gardels, “la gobernanza versa sobre la forma en que se han de alinear los hábitos culturales, las instituciones políticas y el sistema económico de una sociedad para darle a su pueblo la buena vida que desea”.