ORGANIZACIONES REFLEXIVAS & MOVIMIENTOS SOCIALES RUBÉN DÍEZ GARCÍA † Carlos III University of Madrid Complutense University of Madrid ruben.diez@uc3m.es Abstract Para entender la capacidad de algunas organizaciones sociales para movilizar a amplias capas de la ciudadanía y suscitar controversias públicas importantes parto de los supuestos que han informado nuestra investigación sobre organizaciones voluntarias y modernización social en España. Estos grupos no son meras organizaciones de voluntarios, no lucrativas, de carácter más o menos altruista, sino que tienen considerable poder de persuasión y definición colectiva entre los ciudadanos (Laraña & Díez, 2006, 2008). Por tanto, son agencias de significación colectiva como las que promueven la mayoría de los movimientos sociales (Snow & Benford, 1992; Laraña 1999), esto es, son organizaciones con un marcado carácter reflexivo. Keywords Organizaciones reflexivas, movimientos sociales, persuasión colectiva Las ideas y argumentos aquí expuestos proceden de un largo proyecto de investigación financiado por el CIS, dirigido por Enrique Laraña (1949-2014) y asesorado por Aaron Cicourel (2005-2010). Se trata por tanto de la revisión y actualización de un trabajo conjunto de Enrique Laraña y Rubén Díez, que fue dirigido por el primero. † 1 Organizaciones sociales y poder de persuasión El concepto de organización reflexiva permite abordar fenómenos colectivos como los movimientos sociales, como mensajes simbólicos y agencias de significación colectiva que difunden nuevas ideas y nuevas pautas de conducta entre sus seguidores y sus audiencias (Melucci, 1989, 1996). El adjetivo reflexivo ha sido aplicado a los movimientos sociales por Gusfield (1994) y proviene de la convergencia de dos perspectivas constructivistas que surgieron durante los años ochenta y noventa en Europa (encabezada por Alberto Melucci) y EEUU (encabezada por Robert Benford y David Snow). Así, el uso de este término, procedente del estudio de los movimientos sociales (Gusfield, 1994), como un tipo ideal de organizaciones voluntarias, que responde a determinadas características, se funda en el potencial de definición colectiva, persuasión y movilización que poseen algunas de ellas. Razón por la cual tienden a ser, o a convertirse en, organizaciones de movimientos sociales (Laraña, 2007; Laraña & Díez, 2008). En la línea de investigación que ha dado lugar a la conceptualización de este término, destaca la utilidad de esta noción de reflexividad social para conocer las dinámicas simbólicas y organizativas de los movimientos y sus organizaciones. Se trata de abordarlos como agentes sociales de la sociedad civil que impulsan la capacidad de la sociedad en la que se hayan inmersas “para reflexionar y ser consciente de lo que es, de sus problemas y limitaciones” a través de las controversias y movilizaciones que suscitan (Gusfield, 1994: 113). Tratar de la reflexividad de los movimientos y de estas organizaciones significa enfatizar ‘su capacidad para producir controversia respecto de un estado de cosas cuya legitimidad y sentido normativo se daba por hecho antes de que surgiese el movimiento’ (ibíd.). Desde este prisma podemos hablar de dos acepciones del término reflexividad en relación a los movimientos sociales: i) como hechos que reflejan los efectos perversos de la acción social, el desarrollo tecnológico y de la formas de estructurarse y organizarse de la sociedad, y ii) como debates públicos o reflexión acerca de dichas consecuencias o efectos perversos, no intencionados, y sus implicaciones. Pero desde este mismo enfoque y a la luz del trabajo empírico desarrollado en esta línea de investigación, deriva y emerge una 2 tercera acepción que se refiere a los movimientos sociales como iii) espejos en los que se refleja la sociedad y sus problemas sociales más importantes (Gusfield, 1994: 113; Laraña, 1999; Laraña, 2007; Laraña & Díez, 2010a, 2010b, 2013; Díez, 2015): “El carácter reflexivo de los movimientos es consecuencia de que «son algo sobre lo que se refleja la sociedad y que impulsa la capacidad de esta para reflexionar y ser consciente de lo que es» (Gusfield, 1994: 113). Los movimientos sociales actúan como un espejo en el que se mira la sociedad y le hace consciente de sus problemas y limitaciones. En este sentido, los movimientos desempeñan una misión análoga a la de la interacción interpersonal (reflejar las actitudes de los otros respecto al desempeño de nuestros roles), la cual es la base para el desarrollo de la identidad personal” (Laraña: 1999: 87). Tomando como base esta acepción y el trabajo de Gusfield (op. cit.), el concepto organización reflexiva designa a aquellas organizaciones que tienen poder de definición en la opinión pública respecto de controversias públicas relevantes. Esto es, aquellas organizaciones voluntarias y no lucrativas de la sociedad civil que introducen y difunden controversias y debates públicos entre la ciudadanía y que promueven movilizaciones. Sobre la base de este enfoque y sus líneas de investigación, esta aproximación se sitúa más allá de la difundida distinción que divide a las organizaciones en instrumentales (o asistenciales) y expresivas (Laraña, 2007). Como suele suceder con otras tipologías analíticas que usamos los sociólogos, la realidad es más compleja y puede presentar rasgos de distintos conceptos que empleamos para agrupar datos. De este modo, las organizaciones que suministran servicios a la población, a las que se suele llamarse ‘asistenciales’ para enfatizar ese aspecto, con frecuencia desempeñan a al mismo tiempo tareas de significación o persuasión de sus audiencias y viceversa, por ejemplo, la Comisión Española de Ayuda a los Refugiados, Cáritas, las asociaciones de Amigos del Sahara, el Foro Ermua, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca o la Oficina Precaria de Juventud Sin Futuro (Laraña, 2007; Laraña & Díez, 2013). 3 Los tipos ideales de asociaciones Algunas de estas organizaciones fueron casos de estudio en nuestra línea de investigación sobre organizaciones reflexivas, en la que empleamos técnicas etnográficas y de orden cualitativo, cuantitativas, y análisis de prensa y de eventos de protesta. Las organizaciones estudiadas abarcaban diferentes tipos1 y nuestra aproximación se situó más allá de la difundida distinción que divide a las organizaciones en instrumentales (o asistenciales) y expresivas. Las primeras producen servicios necesarios a un sector de la población que no pueden ser dispensados por el Estado, como son la asistencia a enfermos, y a personas mayores, minusválidas y discapacitados. Las razones de las personas para participar en ellas radican en ese hecho instrumental, en el que también se basa la idea de que el Estado está siendo progresivamente sustituido por estas organizaciones voluntarias en muchas de las funciones que antes desempeñaba (Pérez Díaz y López-Novo, 2003). Por el contrario, las organizaciones expresivas difunden ideas, valores y pautas de conducta que motivan a las personas a participar en ellas, ya que contribuyen a identificar problemas importantes que les afectan, y proponen soluciones cuya realización depende de la acción de los ciudadanos. Su carácter ‘expresivo’ es fruto de la relación que los miembros de estas organizaciones establecen con sus marcos de acción, los cuales potencian la construcción de sus identidades individuales y muestran aspectos importantes de las mismas. Por tanto, las organizaciones expresivas se les suele atribuir carácter simbólico y reflexivo, en lugar de asistencial o instrumental. Sin embargo, como ya he señalado, las asociaciones que suministran servicios sociales, con frecuencia también realizan tareas de significación o persuasión de sus audiencias. Por ejemplo, una de las organizaciones cívicas más activas durante la década de los 90 del siglo pasado y en la primera del actual, el Foro Ermua, suministraba servicios a instituciones públicas sobre ciudadanía y derechos cívicos, y organizaba con regularidad conferencias y presentaciones de libros sobre la situación de las víctimas del terrorismo, los acontecimientos en el Del Tercer Sector Social, contra la explotación sexual, ecologistas, de cooperación al desarrollo, asociaciones familiares, cívicas y contra el terrorismo, de inmigrantes y de ayuda a los refugiados, o de solidaridad contra el Sáhara, entre otras. 1 4 País Vasco y la evolución de su escenario político2. Asimismo, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), además de prestar asistencia a inmigrantes perseguidos en sus países por sus creencias políticas y religiosas, realiza tareas de persuasión colectiva sobre la condición de refugiado e inmigrante y/o de denuncia de la represión que ejercen algunos gobiernos sobre las minorías religiosas o políticas3. De forma análoga, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca presta asistencia a los afectados por desahucios, al tiempo que denuncia la situación a la que se ven abocadas estas personas, e impulsan tanto acciones expresivas y persuasivas, como judiciales para generar cambios legales que den solución a los problemas sociales que plantean4. El caso del Sahara occidental es otro objeto de acción persuasiva por parte de las la asociaciones de Amigos del Pueblo Saharaui, cuyo marco de significados está vinculado a sentimientos de injusticia de ciudadanos españoles por la dominación de ese territorio por Marruecos, la situación de los nativos en ese territorio y la represión de aquellos que defienden el derecho a la autodeterminación del mismo. Un ejemplo de tales acciones es la manifestación anual que cada mes de Noviembre celebran en Madrid o el Festival de Cine Internacional del Sahara (FiSahara), que se viene celebrando desde 2004 para difundir la definición de la situación promovida por estos grupos, que también desarrollan ‘propuestas educativas de entretenimiento, ocio y cultura a través del cine' entre la población saharaui refugiada en Argelia5. En el mismo sentido se orientan otras actividades que parecen puramente asistenciales pero que tienen carácter reflexivo, como el programa de visitas estivales de niños saharauis a familias españolas, y el de viajes de ciudadanos españoles a los campamentos argelinos de Tinduf, donde viven numerosos refugiados los saharauis. Ambas actividades, que organiza este grupo cada año, han logrado que la causa saharaui adquiera mayor eco entre la población española. Las manifestaciones de apoyo a la misma que tuvieron lugar en Madrid en noviembre de 2007 y 2010 escenificaron la particular atribución de 2 Este aspecto se puso de manifiesto en la siguientes entrevistas y etnografías: Laraña y Díez, Ents. 102, 125, 129 y 136; Laraña y Díez, DOs-05, 08, 09, 17, 38 y 53. 3 Laraña y Díez, Ents. 103, 104, 105, 106, 107 y 108; Laraña y Díez, DOs-02, 04, 06 y 07. 4 Etnografía 31/05/14. Véase Anexo I. 5 Laraña y Díez, Ents. 124, 126 y 135; Laraña y Díez, DOs-28, 41, 42, 43, 45 y 51. 5 responsabilidades que estas organizaciones difunden en relación a la situación que vive el pueblo saharaui, acusando al régimen de Marruecos como el culpable y al gobierno de España como responsable: “Marruecos culpable, España responsable”6. Estos casos sugieren la conveniencia de revisar la distinción entre organizaciones asistenciales y reflexivas, y evitar el uso de estos tipos como si fuesen mutuamente excluyentes. El estudio de las organizaciones de servicios también fue un objetivo importante de nuestra investigación ya que en el curso de la misma se puso de manifiesto que no podemos conocer bien las organizaciones reflexivas si no sabemos cómo son y actúan las que suelen considerarse instrumentales. En las sociedades complejas, con creciente frecuencia surgen organizaciones de carácter híbrido, que realizan actividades simbólicas e instrumentales. Una razón de esta evolución radica en la importancia de aspectos emocionales, vinculados a sentimientos de identificación con un grupo, para entender la participación en organizaciones sociales. Un ejemplo de ello es la frecuente frase ‘yo soy verde’ con que los seguidores de organizaciones ecologistas aluden a una identidad coloreada por la importancia de promover una relación diferente entre el hombre y la naturaleza. Sin embargo, para conservar a sus miembros y su financiación, grupos de alta visibilidad como Greenpeace o Ecologistas en Acción también suministran información técnica a sus audiencias sobre acciones que contribuyen al desarrollo sostenible, el uso de recursos naturales y la gestión de residuos sólidos urbanos7. Ambos tipos de acciones están relacionadas en este caso, ya que la defensa del medio ambiente y la búsqueda de formas sostenibles de vida y producción es un moving target (objetivo en movimiento) que requiere cambios en los hábitos cotidianos de las personas ―para tratar sus residuos, elegir su medio de transporte o usar el agua en su casa. Son cambios culturales vinculados a ideas y valores de los ciudadanos sobre la naturaleza y la forma de relacionarse con ella. La gestión sostenible de recursos, el ahorro energético y el de recursos naturales son problemas de las sociedades occidentales que no pueden resolverse por 6 7 Laraña y Díez, DO-28. Laraña y Díez, Ents. 114, 116, 117, y 118; Laraña y Díez, DOs-29, 35 y 36. 6 medios tecnológicos exclusivamente ya que dependen del potencial de persuasión colectiva de organizaciones que se movilizan para promover cambios culturales, los cuales no se producen simplemente como fruto de la racionalidad de los ciudadanos. Estos hechos se pusieron de manifiesto en la línea de investigación anteriormente referenciada. Esta se llevó a cabo principalmente entre los años 2005 y 2010, pero ha tenido continuidad hasta fechas recientes. Uno de sus estudios consistió en una encuesta, mediante entrevista telefónica, a una muestra de 100 organizaciones voluntarias, mientras que otro proyecto se centró en un estudio de casos, en el que se utilizaron técnicas etnográficas y entrevistas en profundidad. Los datos de encuesta muestran que la mitad de las organizaciones estudiadas no habían promovido controversias ni debates, mientras que la otra mitad es susceptible de ser conceptualizada en estos términos (como organización reflexiva). Un 48% de las estudiadas promovieron controversias o debates que pudieron suscitar movilizaciones y protestas, aunque ésa no fue la consecuencia necesaria de todas ellas. En este orden de cosas, una de cada cuatro organizaciones promovió movilizaciones. Persuasión colectiva y metodología Para explorar los factores que explican la capacidad de promover movilizaciones, cruzamos nuestros datos sobre las organizaciones que lo hacen con los que se refieren a las controversias que promueven. Observamos que cerca del 85% de las asociaciones que promovieron movilizaciones también generaron controversias públicas. Mientras que casi 4 de cada 10 (el 37%) de las organizaciones que no promovieron movilizaciones sí generaron controversias y/o debates públicos. Sólo tres organizaciones promovieron movilizaciones sin antes producir controversias públicas: Asociación COIN -Coordinadora de Inmigrantes (Ent-71); Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Alcobendas y San Sebastián de los Reyes (Ent-82) y Colectivos de Acción Solidaria - C.A.S. (Ent-90). En el caso de la primera, se indicó por parte del responsable de la Comisión de Medios que no promovían controversias ni debates (Ent-71). Sin embargo, 7 con posterioridad se realizó una entrevista en profundidad al portavoz de la Asociación en la que se puso de manifiesto una considerable capacidad para generar controversias públicas por medio de un programa de radio semanal y de la celebración de otros tipos de actividades, como charlas y conferencias (Ent101). Estas entrevistas se produjeron durante el trabajo de campo para el estudio de casos, aspecto que destacamos porque muestra la relación entre la metodología de investigación y sus resultados. La encuesta telefónica no permitió captar correctamente la actividad de esta asociación, ya que la persona entrevistada contestó que no se promovían controversias, lo que posteriormente se ha demostrado inexacto. El hecho de que esta organización asistencial tenga una Comisión de Medios ilustra la difuminación de los límites ente los dos tipos ideales de los que estamos tratando. Asimismo, en la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui pasamos un cuestionario en el que nos respondieron lo mismo, que no promovían controversias ni debates. Posteriormente, en una entrevista telefónica con su presidenta, profundizamos en algunas cuestiones de interés y descubrimos una valiosa información, que matizaba las respuestas del cuestionario. Este caso muestra una estrategia de relación con los medios de comunicación gracias al apoyo de algunos actores de cine españoles. Este hecho parece relacionado con el papel de algunas celebridades en actividades altruistas. La proyección de la organización con la que colaboraron dichos actores en los medios de comunicación pude ser un incentivo para su apoyo a la misma. Por último, el tercer caso también muestra la citada relación entre la metodología de una investigación y sus resultados. La tercera asociación citada -Colectivos de Acción Solidaria, C.A.S.-- trabaja en el medio rural de varias regiones españolas en programas de atención a niños, mayores, mujeres, jóvenes, “y en general a la población desfavorecida” (Ent-90). Durante la entrevista guiada por cuestionario, la entrevistada respondió negativamente a la pregunta sobre promoción de debates y controversias. Por otro lado, se señaló que si han promovido movilizaciones, no pasan de “unas diez en toda la historia de la asociación” puesto que “está dispersa por varias regiones, cada grupo se manifiesta en su zona, por lo que nunca son manifestaciones muy grandes, sino que están formadas por los socios, más o menos” (Ent-90). Indagaciones 8 posteriores en la Web de la Asociación nos permitieron comprobar, no obstante, que esta organización ha promovido algún debate en su ámbito de actuación. Asimismo, publica una revista financiada por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, “Entrenosotros”, que es accesible a través de su página Web e informa sobre sus actividades y sobre diversos temas de interés en el medio rural: recursos naturales, usos y costumbres del medio, voluntariado, urbanismo, etc. Destacan las editoriales y entrevistas en las que se tratan temas controvertidos como la vivienda, la asignatura de religión en la nueva Ley de Educación (LOE), el futuro del medio rural o el racismo. Movilización y potencial de definición Como hemos apuntado en el anterior apartado, del cruce de estos datos se desprende asimismo que hay organizaciones que promovieron controversias y debates que no han jugado un papel destacable en el capítulo de las movilizaciones colectivas, el 37,7%. Ello muestra que el hecho de que posicionarse sobre temas controvertidos no necesariamente implica una acción colectiva, a pesar de que lo habitual es que las asociaciones que no han organizado movilizaciones tampoco hayan promovido controversias. En este caso podemos hablar de organizaciones reflexivas que no han iniciado la fase de movilización. En ese grupo están algunas asociaciones que podrían promover movilizaciones debido al carácter controvertido de sus objetivos, que forman parte de controversias públicas en la actualidad (prostitución o explotación sexual), o simplemente porque están organizaciones participan en plataformas que las promuevan (AFESIP, Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo). Estos casos ilustran la importancia que tiene la fase de latencia en la formación de movimientos sociales, ya que las citadas son organizaciones reflexivas en estado latente de acuerdo con la distinción de Melucci (1996, 1989) que aplicamos en esta investigación. En esa situación, que vamos a designar como ‘estado de potencial reflexividad’, se encuentran bastantes organizaciones que promovieron controversias pero no movilizaciones. Dicha expresión responde a un hecho pendiente de verificación, ya que la capacidad reflexiva de estas organizaciones sólo se encuentra en potencia. Que ésta se 9 convierta en acto depende de las circunstancias históricas del periodo en que operan las organizaciones, del compromiso de sus miembros y simpatizantes con los valores en los que se fundan los objetivos de las primeras, y de las decisiones que toman las cúpulas dirigentes de las instituciones con las que potencialmente pueden enfrentarse. Nuestros datos sugieren la siguiente interpretación. La cuarta parte de las organizaciones estudiadas forma parte de movimientos sociales y otra cuarta parte puede hacerlo en el futuro, si no lo ha hecho ya. Partimos del supuesto según el cual la actividad de movilización depende de otra previa, de persuasión colectiva de los potenciales miembros y simpatizantes de la organización. Esa actividad de movilización del consenso (Klandermas 19994) o persuasión suele hacer necesario que las organizaciones mantengan controversias y debates, al menos entre sus miembros y simpatizantes. Por ello, las incluimos en la proporción del 48%, que corresponde a organizaciones que han promovido controversias, debates y movilizaciones. Como las que han organizado movilizaciones representan el 26% del total, al resto (22%) las consideramos organizaciones con capacidad reflexiva, dado que promueven debates y controversias sobre asuntos de interés colectivo. En este punto, podemos introducir un matiz. Nuestros datos sugieren una distinción entre dos clases de organizaciones reflexivas, que está en función de la resonancia potencial de sus discursos y reivindicaciones. En primer lugar, aquellas que tienen la más alta debido a que promueven movilizaciones, además de controversias y debates. En segundo lugar, aquellas que sólo promueven controversias y debates, los cuales generan reflexión sobre asuntos sociales que pueden tener relevancia carácter publica, pero no promueven movilizaciones o protestas. Debido a la importancia de los medios de comunicación de masas en las actividades de significación colectiva, el supuesto en que se funda esta distinción consiste en atribuir mayor poder en ese terreno simbólico a las organizaciones que promueven protestas y movilizaciones, ya que ello las convierte en noticia. En relación con este aspecto, nuestros datos sugieren dos ideas. En primer lugar, muestran una considerable actividad movilizadora de las organizaciones voluntarias, si usamos la palabra ‘movilización’ en su significado simbólico y 10 amplio, que incluye la organización de controversias y debates. Ello justifica el uso de supuestos y conceptos procedentes de la literatura sobre movimientos sociales, supuesto que es reforzado por otro hecho: la proporción de las organizaciones que han promovido movilizaciones colectivas es prácticamente la misma que la de aquellas que han impulsado controversias y debates. Sin embargo, nuestro principio de precaución a la hora de identificar correlaciones causales nos obliga a matizar esta cuestión, ya que puede tratarse de una coincidencia. En segundo lugar, entre las organizaciones que no han promovido movilizaciones, puede haber miembros de las mismas que participaron en ellas a título individual. A este respecto destacamos las declaraciones de dos personas entrevistadas. Una es psicóloga en una asociación para la prevención del SIDA (VIH-DA) y señaló que ha participado a título personal junto con otros simpatizantes de la misma en movilizaciones contra la violencia de género (Ent49). Asimismo, una empleada de la Asociación Acción Familiar indicó que algunos empleados de la misma participaron en las movilizaciones convocadas por el Foro de la Familia en 2005, si bien la organización no secundó públicamente la convocatoria. Ambos casos muestran la dificultad de establecer relaciones causa-efecto entre el hecho de que una organización no promueva movilizaciones y la eventual participación en algunos de sus miembros, lo cual parece suceder cuando las protestas están relacionadas con valores con los que se identifican. Así lo destacaba la Presidenta de Rigpa España a propósito de la ocupación del Tibet, que definió como injusta. Por ello, los miembros de esta organización participan a título personal en una movilización anual que se celebra en solidaridad con el pueblo tibetano, que no es promovida por la asociación (Ent25). La diferencia existente entre asociaciones que generan controversias y debates y las que promueven movilizaciones colectivas sugiere la siguiente interpretación que se funda en otra distinción procedente del estudio de los movimientos sociales sobre la necesidad de distinguir las fases visibilidad y latencia de sus organizaciones. Durante los periodos de latencia, en los que no ha habido conflicto con las instituciones, en las redes y organizaciones de los 11 movimientos sociales surgen controversias y debates sobre determinadas políticas públicas y cuestiones sociales relacionadas con sus objetivos. En esos encuentros se va construyendo la identidad del movimiento, ya que los afiliados y simpatizantes toman decisiones y adoptan posiciones sobre temas controvertidos, promueven definiciones de los problemas que generan su participación en controversias públicas. Las negociaciones sobre las definiciones de la situación que tienen lugar en esos debates internos suelen a impulsar la cohesión del grupo, al promover también una definición compartida del mismo, de sus oportunidades y sus limitaciones (Johnston, Laraña y Gusfield 1994). La cohesión está vinculada a la existencia de dicha identidad colectiva y juega un papel esencial en la capacidad de movilización de una organización voluntaria, es la fuerza interna que la permite enfrentarse con las instituciones en las que se toman las decisiones políticas cuestionadas. Si seguimos nuestra concepción del movimiento social, la existencia de éste requiere que dichas decisiones afecten al sistema de normas y disposiciones institucionales que configuran el orden social, ya que el objetivo de los movimientos es producir cambios en él (Gusfield 1970; Laraña 1999). Cuando estalla un conflicto con las instituciones, las reivindicaciones de las organizaciones que están en proceso de formar un movimiento se manifiestan a través de su discurso y de las acciones que llevan a cabo, como sucedió en las que citamos a continuación. Sin embargo, estas organizaciones no suelen ser visibles durante largos periodos de tiempo, en los que van construyendo su identidad colectiva a través de debates sobre las propuestas que plantean sus miembros. De ahí, la importancia que conferimos a este aspecto en nuestro estudio. Tales acciones abarcan desde recogidas de firmas hasta campañas de sensibilización de los ciudadanos utilizando las nuevas tecnologías de la información . Un ejemplo de la actividad simbólica que suelen desarrollar las organizaciones reflexivas proviene de una de carácter asistencial denominada Comité de Ayuda a las Trabajadoras del Sexo (CATS), cuya actividad consiste en dar apoyo y orientación a personas que ejercen la prostitución y a su familia, a través de actividades asistenciales y atención directa a las usuarias. Asimismo, CATS promueve programas educativos y de sensibilización de prostitutas 12 relacionados con sus prácticas en las relaciones que mantienen con sus clientes. Así, uno de sus proyectos, subvencionado por el Ministerio de Sanidad y Consumo, pretende influir en los usuarios de estos servicios y cambiar sus actitudes para evitar conductas de riesgo que prevengan el contagio del VIH. Hace un tiempo, esta organización fue objeto de atención en los medios de comunicación, en relación con la controversia suscitada en torno a la regularización de la prostitución, como señaló una responsable de la organización: “Dado el estigma de la población diana de la asociación, y al ser la sensibilización un aspecto importante de su trabajo, [sus afiliadas] tienen especial interés en debates, en opinar en los medios de comunicación, promoviéndose ese debate dentro de la sociedad y dando voz a las propias trabajadoras sexuales para que se escuche su propia opinión, no sólo ser portavoces de ellas, sino ser un vehículo para se escuche su voz directamente. De hecho, han participado en programas de radio o con artículos de prensa” (Ent- 43) El interés de las afiliadas a esta organización en participar en debates públicos se puso de manifiesto en marzo de 2007, en un programa emitido en la televisión pública en el que participó la presidenta de un colectivo favorable a legalizar la prostitución, en el cual criticó un proyecto de ley que promovía el Gobierno. Esta persona cuestionó la definición de la situación de las trabajadoras del sexo en dicha ley, en la cual eran presentadas como víctimas de abusos, y reivindicó su libertad para ejercer tan antiguo oficio. Al hacerlo, criticó las conclusiones presentadas en el Informe de la Ponencia sobre Prostitución creada por la Comisión mixta de Derechos de la Mujer del Congreso de los Diputados que rechaza la legalización de la prostitución. El interés de este caso consiste en mostrar que una organización asistencial también puede desempeñar funciones propias de las organizaciones reflexivas, lo cual difumina las diferencias entre los dos tipos que analizamos en este trabajo. De la misma forma, las organizaciones entre cuyas actividades prevalecen aquellas destinadas a generar reflexividad social también pueden considerarse como asistenciales por parte de usuarios como los familiares de personas asesinadas o heridas en atentados terroristas, para lo cuales se ha hecho extensiva la condición de ‘victimas del terrorismo’ (Beristain). Otro aspecto que ilustra la dificultad de seguir al pie de la letra la distinción entre 13 organizaciones asistenciales y reflexivas consiste en que las que se movilizan entre las primeras son más (15 de 31 entrevistadas en ese grupo promovieron movilizaciones). Hay dos categorías de clasificación de las asociaciones en el Registro Nacional (“movimientos migratorios” y “asistenciales en general”) que se encuentran entre las que organizan más movilizaciones. Conclusiones Estos hechos muestran la necesidad de matizar el contenido de las tipologías formales que empleamos en el análisis de los hechos, ya que en la realidad social suelen estar entremezclados aspectos que los científicos sociales agrupamos con ciertas categorías de clasificación. La conclusión es que por una parte los sociólogos necesitamos construir tipos ideales para analizar los hechos, y por otra debemos ser conscientes de que son artificios cuya validez es preciso contrastar con los hechos continuamente si no queremos errar el análisis. Nuestros datos nos permiten conocer mejor las relaciones entre organizaciones que operan como agencias de significación colectiva y aquellas que sólo lo hacen como asociaciones asistenciales del Tercer Sector. Esos datos sugieren que el nexo de unión entre ellas radica en una flexible estructura alternativa, una especie de ‘ameba’ en la que voluntarios y colaboradores tienen un papel decisivo, haciendo honor al nombre de estas organizaciones. Otro factor de semejanza entre ambos tipos de organizaciones es la relevancia de los valores altruistas que impulsan a participar en ellas. En el caso de las organizaciones de los movimientos sociales, también destaca la importancia de la identidad colectiva que comparten sus seguidores, lo cual suele ser aplicable a los empleados fijos de sus organizaciones. En principio, esa afirmación no debería extenderse a las organizaciones asistenciales pero antes hemos destacado la necesidad de usar con precaución la distinción entre ellas, ya que hay una mayor proporción de organizaciones asistenciales que se movilizan en defensa de sus objetivos. Sin embargo, los dos primeros aspectos marcan la diferencia entre empresas privadas y organizaciones asistenciales e ilustran la ventaja de las segundas, que al tener menos costes laborales son mucho más flexibles para adaptarse a 14 nuevas situaciones. No obstante, y contra esa lógica, la flexibilidad también podría estar relacionada con problemas de continuidad en algunas de estas organizaciones. En las entrevistas, se puso de manifiesto que algunas de ellas habían desaparecido o que su actividad se había reducido tanto que los entrevistados consideraban que la asociación ya no estaba en funcionamiento. Pese a ello, los datos del Registro Nacional de Asociaciones indican que hay considerable continuidad. Según nuestros datos más de la mitad, el 58%, tienen al menos 15 años de vida, un periodo nada despreciable teniendo en cuenta que la posibilidad legal de formar asociaciones surge con la Transición. Y en torno a una cuarta parte, el 24% de las asociaciones incluidas en nuestro estudio, llevan trabajando más de 25 años. En resumen, la información de que disponemos sobre el funcionamiento de las organizaciones voluntarias como agencias de significación colectiva se refiere a la promoción de controversias y/o debates, de movilizaciones y la utilización de medios como Internet para dar a conocer sus convocatorias, objetivos y mensajes. Respecto al primer punto, hemos señalado que las organizaciones estudiadas se dividen casi al cincuenta por ciento entre las que generan controversias y las que no. Entre los grupos estudiados (26), las primeras suelen pertenecer a las diecinueve categorías bastante heterogéneos. Los incluimos a continuación para desatacar las denominaciones de algunas, que no se suelen asociar con controversias públicas, como sucede el los casos 1, 5, 12. Ello ilustra nuestros anteriores argumentos sobre los tipos ideales que usamos en la clasificación de las organizaciones y sobre el grado de movilización de la sociedad española (capítulos 1 y 2). 1. Sobre Animales y Plantas; 2. Defensa del Medio Ambiente-, 3. Derechos Humanos; 4. Actividades Cívico-Políticas; 5. De Base Religiosa; 6. Nacionalistas; 7. Defensa de la vida humana; 8. Profesionales de la Enseñanza; 9. Profesionales de la Sanidad; 10. Consumidores y Usuarios; 11. Afectados y Perjudicados; 12. Amas de casa; 13. Reivindicativas (Referidas a la Mujer); 14. Minorías y otros grupos; 15. Humanitarias de proyección en extranjero; 16. Asistenciales en General; 17. Movimientos migratorios; 18. Amnistía y Ayuda a Penados; 19. Vecinos y comerciantes. En estos grupos se basó la muestra aleatoria con la que hicimos las entrevistas telefónicas. 15