Business networking empresariales en la desigualdad de ingreso

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Business networking para la sociedad. El impacto de las las redes de las elites
empresariales en la desigualdad de ingreso
Borrador. Por favor, no circular ni citar sin el permiso del autor
Julián Cárdenas
Freie Universität Berlin
julian.cardenash@gmail.com
www.networksprovidehappiness.com
Abstract
¿Cómo impactan las redes de las elites empresariales en la desigualdad del ingreso de
los países? La literatura sobre redes de las elites empresariales ha estado enfocado en
describir y explicar la organización social de las elites, y menos en analizar los impactos
de estas redes en asuntos macrosociales como la desigualdad del ingreso. Por otro lado,
los estudios sobre desigualdad o bien han culpado a las elites empresariales de la
inequidad o bien las han ignorado. En la presente investigación nos enfocamos en cómo
la las redes de las elites empresariales ayudan a entender la desigualdad del ingreso en
varios países. Específicamente, este artículo 1) analiza las redes de las elites
empresariales mediante interlocking directorates en 5 países del América Latina, y 2)
desarrolla un modelo relacional que enlaza las redes de las elites empresariales y
desigualdades de ingresos. Los resultados muestran que bajo ciertas condiciones, cuanto
más cohesionadas están las redes de las empresariales mayor distribución del ingreso
hay. El business networking de las elites empresariales puede tener un efecto positivo en
la sociedad.
Palabras claves: redes de las elites empresariales, desigualdad de ingreso, interlocking
directorates, América Latina
Introducción
Las elites empresariales son indispensables e inevitables en cada sociedad. En cada
comunidad, ciudad o país existen unas elites económicas, que suelen ser la causa al
tiempo que la solución a los grandes problemas sociales. El largo y complejo camino
desde que las elites toman decisiones en los consejos de administración de las grandes
empresas hasta que se produce un resultado o cambio social hace que se haya infraestudiado empíricamente el papel de las elites empresariales en asuntos como la pobreza
o desigualdad. Se han establecido correlaciones pero pocos modelos relacionales sobre
cómo y dónde impactan socialmente las elites empresariales. Mientras que
popularmente se culpa a las elites económicas de los males de la sociedad, las teorías
para explicar los impactos sociales de las elites son escasas.
Las teorías clásicas de las elites (elitismo) enfatizan que la voluntad de la elite se
impone sobre la masa o sociedad, es decir, debido al control de recursos estratégicos, la
unidad o las redes que mantienen una minoría se aseguran la influencia sobre la mayoría
(Michels, 1915; Mills, 1956; Mosca, 1939; Pareto, 1968). Sin embargo, estos textos y
los que les siguieron en las décadas de 1980 y 1990 sobre las elites se han concentrado
más en las características y organización interna (Hartmann, 2006; Scott, 1990; Useem,
1984) y menos en cómo se relacionan las elites con la sociedad o cómo impactan sus
estructuras en los designios de la población. Las elites impactan en el desarrollo, según
DiCaprio (2012), a través de sus decisiones sobre la asignación de recursos (a quién se
distribuyen los recursos generados), sobre la producción y tecnología (qué se produce y
cómo se produce), sobre la información (qué se conoce y cómo se enmarca) y sobre el
diseño e implementación de instituciones (cuáles son las normas o reglas de juego). Si
estas estructuras o canales de influencia son usados para beneficio social o particular
varía según los países y también según el momento del tiempo. El reto de los que
investigamos las elites empresariales es identificar y comprender cómo impactan las
elites en la sociedad y proveer marcos analíticos para relacionar a las elites
empresariales con los asuntos centrales de la sociedad como la desigualdad.
En esta investigación prestamos atención a las redes que establecen las elites entre sí ya
pueden ser el origen o antecedente por el cual se fomentan un tipo u otro de
instituciones (reglas de juego), y el mecanismo que genera o desalienta los incentivos
para que las elites persigan intereses colectivos y sociales. Los análisis sobre redes de
elites empresariales, analizando los enlaces directivos o interlocking directorates, han
mostrado la fuerza condicionante de las redes en la adopción de prácticas empresariales,
comportamientos políticos e incluso reacciones a las protestas anticorporativas
(Banerjee and Burroway, 2015; Davis, 1991; Haunschild, 1993; Mizruchi, 1992). Pero
al involucrar las redes de las elites empresariales a las personas y empresas con más
poder e influencia, el efecto social de estas redes es mayor y afecta a más allá del sector
empresarial. Cómo se relacionan entre sí las elites empresariales puede tener un impacto
sobre asuntos macrosociales como la desigualdad.
Mientras que la mayoría de los estudios sobre desigualdades se enfocan en analizar las
clases con menos ingresos, una nueva ola de investigaciones se aproximan al problema
desde arriba (Acemoglu and Robinson, 2012; Amsden et al., 2012; Piketty, 2014). El
alto y creciente interés en estudiar las desigualdades sociales también ha puesto de
manifiesto que quedan varios aspectos por resolver y explicar, y nuestra aportación es
incluir a las redes de las elites en la discusión sobre desigualdad en los países. El
objetivo de esta investigación es analizar el impacto de las redes de las elites
empresariales en la desigualdad de ingreso. Para alcanzar este objetivo analizamos las
redes de interlocking directorates en cinco países, los indicadores de desigualdad de
ingreso y desarrollamos un modelo relacional que relacione a las elites empresariales
con la desigualdad de ingreso.
Las economías de América Latina son una excelente oportunidad para explorar la
relación entre las redes de las elites empresariales y la desigualdad de ingreso ya
presentan una serie de características aparentemente conflictivas y paradojas: desde el
año 2000 se ha reducido la desigualdad (World Bank, 2015), aunque el porcentaje de
ingresos controlado por el 1% más rico de la población es más alto que en ningún lugar
del mundo (Alvaredo et al., 2015); los grandes grupos empresariales familiares dominan
la economía aunque hay una alta presencia de multinacionales europeas y
norteamericanas (Schneider, 2009); se ha aumentado el comercio intrarregional
(CEPAL, 2014) pero existen escasos enlaces directivos regionales entre las grandes
empresas (Cárdenas, 2015); se consolidan las democracias pero hay altas tasas de
corrupción política (CIA, 2013). El papel que juegan las redes de las elites
empresariales en el desarrollo de instituciones que impacten en la desigualdad de
ingreso también puede ayudar a entender la complejidad de los países latinoamericanos
y cuándo y por qué algunas elites son más sociales que otras.
Redes de las elites empresariales
Las redes de las elites empresariales son el conjunto de relaciones estables que tejen las
grandes empresas y las personas que las dirigen y gobiernan. La posición que provee
oportunidades directas de dirigir y gobernar las empresas son los consejos de
administración (también denominados en algunos países juntas directivas o directorios).
Cuando un directivo (o consejero) se sienta simultáneamente en varios consejos de
administración crea enlaces entre las empresas de pertenencia. El conjunto de enlaces
entre las grandes empresas y directivos múltiples forman redes empresariales, son las
llamadas redes de interlocking directorates o redes de las elites empresariales
(corporate elite networks).
Por más de un siglo se ha demostrado que las redes de las elites empresariales generan
cohesión social, control, comunicación, colusión, legitimidad (Jeidels, 1905; Mizruchi,
1996) y son una aproximación (proxy) para estudiar la organización social de las elites
empresariales, ya que ofrecen un mapa relacional de las oportunidades y limitaciones de
acción colectiva, coordinación, autonomía y control social de las elites (Carroll, 2004;
Domhoff, 2009; Rodríguez, 2003; Scott, 1985). A pesar que podamos pensar que las
grandes empresas y sus elites hacen y deshacen según su voluntad, las redes que tejen
sus directores y propietarios generan estructuras relacionales que condicionan el
comportamiento de las elites y el entorno económico en el que vivimos.
Cómo se enredan las elites empresariales ha posibilitado entender el tipo de
organización económica o capitalismo del país (Cárdenas, 2014; Windolf, 2002), la
relación entre elites económicas y políticas (Camp, 2006; Heemskerk et al., 2012), los
antecedentes históricos (David and Westerhuis, 2014), la extensión de los negocios
familiares (Lester and Cannella, 2006), las relaciones internacionales (Carroll and
Fennema, 2002; Rodríguez et al., 2006), la separación entre la propiedad y el control de
las empresas (Auvray and Brossard, 2013), y las diferentes estructuras de poder entre
los países (Cárdenas, 2012a), entre otros asuntos. Los análisis comparativos entre países
señalan que hay economías donde las elites forman redes muy cohesionadas, por
ejemplo Italia o México, mientras que en otras configuran redes dispersas o
fragmentadas, por ejemplo Reino Unido o Colombia (Cárdenas, 2012a, 2016; Scott,
1991a; Stokman et al., 1985; Windolf, 2002). Varios estudios se han enfocado en
explicar las causas del grado de unión o desunión de las redes, y también por qué se
crean o destruyen los interlocking directorates (Cárdenas, 2012b; Caswell, 1984;
Mizruchi, 1996; Ornstein, 1984; Windolf, 2009). Llama la atención que los análisis se
han centrado más en describir el estado, contexto y causas de las redes de las elites
empresariales, que en analizar los impactos o consecuencias.
La literatura en gerencia empresarial (management) sí se ha interesado en estudiar las
consecuencias de las redes de las elites empresariales, pero obviamente más preocupada
en analizar temas gerenciales como la adopción de estrategias empresariales (Davis,
1991; Haunschild, 1993) y sobre todo el rendimiento de las empresas (performance)
(O’Hagan, 2015; Wincent et al., 2010). La relación entre redes de interlocking
directorates y comportamiento político de las empresas ha sido analizada mediante las
contribuciones a las campañas electorales (Mizruchi, 1992; Murray, 2014) y la
pertenencia de directivos a grupos de planeación política (Carroll and Carson, 2003).
Mediante la identificación de la participación de los directivos fuera de los consejos de
administración o co-pertenencia de los directivos (boardroom) a organizaciones sin
ánimo de lucro, universidades o asociaciones profesionales, se ha tratado de medir la
implicación social de las elites empresariales (Barnes, 2015; Marquis et al., 2013) Sin
embargo, la relación entre las redes de las elites empresariales y asuntos macrosociales
es muy poco estudiada, lo cual deja en incógnita el impacto de las redes de las elites
empresariales en la sociedad.
Impactos de las elites empresariales en la sociedad
En tanto las elites empresariales tienen vías de acceso a las elites políticas y las grandes
empresas son las que controlan los medios de producción, capitalizan el comercio
exterior y son los principales agentes de creación de empleo en muchas economías, su
efecto sobre asuntos sociales es elevado, o incluso desproporcionado. La crisis
financiera de 2008, originada por la concesión de hipotecas subprime de alto riesgo de
impago por bancos norteamericanos y acrecentada por la compra y venta de estos títulos
de deudas en el mercado financiero, es un claro ejemplo de cómo las decisiones de las
elites empresariales y sus estructuras tienen un efecto mayúsculo sobre asuntos sociales
como la desigualdad. Gilens (2012) evidencia, tras analizar 1779 políticas en un periodo
de más de 20 años en EEUU, que las elites económicas y los grupos que representan a
las empresas tienen una influencia independiente en la política de EEUU, mientras que
los grupos que representan a los ciudadanos medios o pobres tienen mínima o nula
influencia. Las preferencias de las elites económicas (opulentos (affluents) en palabras
de Gilens) se corresponden con las políticas aprobadas aunque vayan en contra de las
preferencias de la mayoría de ciudadanos. Esto evidencia que la desigualdad económica,
además de impactar en la democracia, puede estar originada por las acciones y redes de
las elites empresariales y políticas.
Las redes que forman las elites empresariales entre crean un marco institucional que
puede incidir en el tipo de políticas o legislaciones que se aprueban. En su estudio de las
transiciones hacia la democracia en la Europa del Este, Schoenman (2014) muestra que
el tipo de redes formadas por las elites políticas y empresariales condicionó el tipo de
instituciones de mercado que se crearon. En países como Polonia donde las elites
políticas y empresariales forman entre sí redes amplias emergieron instituciones que
beneficiaron a ambos y garantizaron el desarrollo de las economías. En cambio, en
países como Hungría o Rumania donde las elites no estaban ampliamente
interconectadas, el desarrollo de las instituciones de mercado fue sesgado y benefició a
un reducido grupo sobre el bien colectivo.
El interés por estudiar la relación entre las elites y el desarrollo de las naciones ha
crecido desde la década del 2010 y se ha preocupado por señalar cuándo las elites
favorecen el desarrollo y qué tipo de elites son pro-desarrollo y cuáles son depredadoras
o extractivas. Acemoglu y Robinson (2012) señalan que hay elites que mantienen
instituciones extractivas, las cuales están diseñadas para extirpar las riquezas de un
sector de la sociedad para beneficio personal, lo cual explica el fracaso o subdesarrollo
de algunas naciones. En cambio, las instituciones inclusivas son aquellas que permiten y
alientan la participación de la mayoría de las personas en actividades económicas y
políticas, y favorecen el crecimiento y desarrollo de los países. Esta famosa teoría pone
en el centro del análisis a las instituciones o reglas de juego, las cuales condicionan la
desigualdad social dentro de los países.
Otro aspecto para entender la relación entre elites y desarrollo son los incentivos.
DiCaprio (2012) argüye que las elites pro-desarrollo, aquellas que alinean sus objetivos
con los objetivos generales y el bienestar social, contribuyen al desarrollo porque
encuentran incentivos en ello. Según la autora, para que las elites jueguen un papel
positivo en el desarrollo se deben crear incentivos que las lleven a buscar el beneficio
social, por sí solas o naturalmente no será. El propósito debería ser identificar estos
incentivos y crearlos si se pretende que las elites se orienten al desarrollo y no a la
extracción, señalan Amsden y DiCaprio (2012). La incógnita que no resuelven ni
Acemoglu y Robinson (2012) ni Amsden y DiCaprio (2012) es qué papel juegan las
redes de las elites empresariales en el surgimiento de las instituciones o incentivos para
que las elites contribuyen al desarrollo o beneficio social.
La conectividad y estabilidad de las redes crea normas y reglas de juego (White, 1981),
al tiempo que crea una estructura de oportunidades y constricciones (Wellman, 1988).
Por ello, las redes de las elites empresariales pueden ser el origen o antecedente por el
cual se fomentan un tipo u otro de instituciones y el generador o desalentador de los
incentivos para que las elites persigan intereses colectivos y sociales. Por ejemplo, una
red de empresarios muy cohesionada y compacta puede generar oportunidades de
acción colectiva. Si esta acción colectiva se traduce en la emergencia de instituciones
que garanticen su estabilidad, al tiempo que el crecimiento económico, la democracia y
la incorporación de sectores de la población al mercado, ello pueden impactar en una
reducción de las desigualdades sociales. Pero para comprender este camino de
relaciones o trazado de procesos que ocurre entre las redes de las elites empresariales y
la desigualdad son necesarios marcos teóricos y analíticos que señalen por qué se
forman redes y qué generan, como el institucionalismo sociológico y la teoría de la
juegos.
Por un lado, los estudios de la corriente más institucionalista, especialmente sobre
organizaciones, ven las redes como conductos por los que se difunden las prácticas y
normas (DiMaggio and Powell, 1983; Meyer and Rowan, 1977). Por otro lado, los
estudios más basados en redes, consideran que las prácticas institucionales se crean de
las pautas relacionales, por ejemplo, las empresas que tienen enlaces directivos entre sí
adoptan prácticas similares de comportamiento (Mizruchi, 1992). Una visión más
integradora, defendida por Owen-Smith y Powell (2008), señala que las redes e
instituciones se forman mutuamente y que para entender los sistemas sociales y
económicos es necesario prestar atención simultáneamente a las redes y las
instituciones. A través de las redes los participantes dan sentido a su acción, y las
lógicas institucionales hacen a las redes más eficaces. La redes de las elites
empresariales fomentan instituciones (reglas de juego) que regulan su propio
comportamiento y que las puedan hacer más fuertes y competitivas, y así reforzar la
estabilidad de las propias redes. Pero, además de las estructuras de redes, es necesario
que los actores implicados, en este caso las elites decidan usar las estructuras para
cooperar.
La aplicación de la teoría de juegos para interpretar la formación y características de las
redes empresariales permite discernir cuándo las elites cooperan o no-cooperan. La
teoría de juegos es un marco matemático que provee modelos para estudiar
interacciones estratégicas en estructuras de incentivos y llevar a cabo decisiones de
cooperación o no-cooperación entre agentes autónomos, inteligentes y racionales. Las
redes de las elites empresariales están compuestas de actores en principio autónomos
(agentes) y se forman a partir de un gran número de decisiones racionales e
individuales. Especialmente en el sector empresarial y económico, estos actores buscan
optimizar sus objetivos, tienen comportamiento estratégico y están interesados en
maximizar los beneficios (payoff) de las interacciones en las que participan. Las redes
son un medio para alcanzar objetivos estratégicos. La teoría de juegos aplicada al
análisis de redes permite comprender los incentivos de los actores a formar redes y qué
tipo de redes se formará que satisfaga los intereses de los actores (Jackson, 2010;
Narahari et al., 2010). Por ejemplo, si la empresa convive en la red cohesionada y se
plantea una interacción de inversión conjunta, es más probable que la decisión de la
empresa sea a cooperar ya que las posibilidades de otros de no-cooperar serán menores.
Está más allá del alcance de este artículo probar matemáticamente todas las
posibilidades de cooperación o no-cooperación de los agentes y profundizar en la red
óptima, pero la aproximación de la teoría de juegos ayuda en esta investigación a
comprender los incentivos de formar redes para las elites empresariales, y en estudiar
cuándo los agentes deciden cooperar y cuándo no-cooperar.
La cohesión de las redes de las elites empresariales
La cohesión es la propiedad de la red que más puede ayudar a entender la posibilidad de
cooperación o no-cooperación y la que tiene la posibilidad de generar instituciones. Esta
propiedad de la red indica el grado de conectividad, integración, compacidad y
multiplicidad de las relaciones. Una red es altamente cohesionada cuando tiene alta
densidad, pocos nodos aislados, distancias cortos entre los nodos y enlaces intensos.
Redes cohesionadas fomentan la movilización de recursos para acciones colectivas
(Granovetter, 2005), más participación de los actores (Krackhardt, 1992), transferencia
eficaz de información (Haunschild and Beckman, 1998), reducción de los costes de
transacción (Granovetter, 1985), similitud de comportamiento (Mizruchi, 1992),
adopción de percepciones comunes (Christakis and Fowler, 2007) e incluso pueden
aumentar la legitimidad de las acciones. También la cohesión de las redes promueve
cierre y control social (Burt, 2005; Coleman, 1988; Gargiulo and Benassi, 2000), es
decir, más normativización de los que es correcto y eficiente. Por tanto, en las redes
cohesionadas habrá más facilidad de aceptación y acuerdo, sobre todo si las decisiones
son útiles o beneficiosas para el colectivo, generando más legitimidad y apoyo, y así
incentivos a la cooperación.
Los incentivos para crear instituciones que beneficien al colectivo, por encima de lo
individual, son mayores en redes cohesionadas. Si una red tiene muchos e intensos
enlaces, la red cohesionada se convierte en una fuente de control, articulación de
intereses y coordinación, que puede incentivar la cooperación entre agentes racionales.
En cambio, las redes dispersas o fragmentadas favorecen la autonomía e incentivan la
persecución de intereses particulares, y por tanto de instituciones que mantengan los
beneficios personales. En redes dispersas o fragmentadas es más difícil y costosa la
cooperación, el riesgo de free-readers es mayor al no haber redes de control, y por
tanto, hay menos posibilidades de buscar bienes colectivos, por lo que los actores optan
por la no-cooperación para su supervivencia y maximización de ganancias.
El debate sobre si las elites empresariales se organizan de forma cohesionada o dispersa
no es solo una discusión sobre la organización interna de las elites, es también una vía
para interpretar las capacidades que tienen las elites de influir sobre el resto de la
población. En un estudio basado en EEUU, (Mizruchi, 2013) señala que el poder se ha
fracturado, lo cual lleva a un desentendimiento de las elites empresariales de los
problemas del país como la estabilidad económica, inflación, el sistema de salud o la
política exterior. Cuando las elites empresariales se organizan de forma unida y
concentrada son más capaces de emprender acciones colectivas que afectan al conjunto
de la sociedad, algo más improbable si actúan en solitario o en grupos reducidos.
De los posibles impactos sociales de las redes de las elites empresariales nos centramos
en la desigualdad de ingreso, ya que es una de las principales preocupaciones en las
economías emergentes y la investigación en ciencias sociales. Aunque solo el 1% de los
encuestados en el Latinobarómetro (2015) señala la distribución del ingreso como el
principal problema del país, las importantes consecuencias de la desigualdad de ingreso
en asuntos como la criminalidad, felicidad, salud y desarrollo (Wilkinson, 2002), han
conducido a un interés por analizar sus determinantes. Los estudios sobre desigualdad,
cada vez más crecientes, han abordado el análisis de sus determinantes desde múltiples
facetas y ángulos, aunque en pocos se destacan los efectos de la organización social de
las elites empresariales. O bien se menciona por encima el papel de las elites
empresariales o se ignora su incidencia. La presente investigación busca aportar a la
discusión de elites empresariales y sociedad mediante el análisis de la relación entre las
redes de interlocking directorates y la desigualdad de ingreso.
Redes de las elites empresariales y desigualdad del ingreso
Los estudios sobre los determinantes de la desigualdad de ingreso y la redistribución del
ingreso en análisis comparativos entre países han apuntado sobre todo al crecimiento
económico, estabilidad de los salarios, educación y tecnología (Kuznets, 1963;
Psacharopoulos and Patrinos, 2004), la democracia (Albertus and Menaldo, 2014; Boix,
2003), la política fiscal (Cornia, 2012), el gasto social y las políticas de protección
social (López-Calva and Lustig, 2010), entre otros muchos factores. Los que mencionan
a las elites como un factor central en la reducción o ampliación de las desigualdades de
ingreso señalan la relevancia de las instituciones (Acemoglu and Robinson, 2012) y el
rendimiento de las inversiones de los superricos o 1% de la población (Piketty, 2014).
Pero no encontramos la referencia una mención explícita a las redes de las elites
empresariales como factor que explique las desigualdades.
Una conjunto de estudios interesados en cuándo las elites reaccionan a la desigualdad y
pobreza se han centrado en analizar la percepción que tienen las elites de los pobres
(López, 2013; Reis and Moore, 2005). Esta literatura se basa en la idea de
reconocimiento social (De Swaan et al., 2000) que argumenta que cuando las elites
“reconocen” la pobreza como problema, debido a interdependencia (afecta a ricos y
pobres), responsabilidad (deben hacer algo) o viabilidad (es posible mitigarlo), entonces
es cuando reaccionan y actúan. Siguiendo la idea de reconocimiento social (De Swaan
et al., 2000), las redes de las elites empresariales pueden servir para aumentar o
potenciar el aspecto de la viabilidad o posibilidad de hacer algo. Al formar redes
cohesionadas las elites aumentan su capacidad de acción colectiva y por tanto la
posibilidad de emprender proyectos mayores, a más largo plazo y que supongan un
coste común compartido. Individualmente es menor la posibilidad de mitigar problemas
macrosociales y se reduce la voluntad de responsabilidad ya que la desigualdad se
considera un resultado de falencias del sistema y no de un solo agente. En los países
donde las elites empresariales formen redes cohesionadas se espera una menor
desigualdad de ingreso, mientras que en los países donde las redes de las elites
empresariales estén fragmentadas puede haber más desigualdad.
Pero para que las elites empresariales acepten redistribuciones de ingreso deben tener
fuentes de ingresos externas. Si las elites empresariales de un país acumulan riqueza de
mercados externos, y no dependen del mercado interior, es posible que puedan aceptar
instituciones más democráticas, las cuales generarían más redistribución del ingreso y
así menos desigualdad. Acemoglu y Robinson (2009) y Boix (2003) muestran cómo la
globalización tiene efectos positivos sobre la democracia, ya que el comercio y las
inversiones extranjeras requieren de marcos legales estables y un respeto por las reglas
de juego. La internacionalización comercial, específicamente, puede ser la condición
que produzca a que haya menos desigualdad de ingreso ya es la forma en que las elites
empresariales obtienen ingresos. Las grandes empresas y sus elites son las grandes
beneficiadas de la apertura comercial de las economías ya que tienen la capacidad de
exportar y competir en mercados internacionales. Las pequeñas y medianas empresas
fueron las grandes perjudicadas de la apertura comercial en América Latina (Teichman,
2001).
Por tanto, nuestra hipótesis es que en los países donde las redes de las elites
empresariales están cohesionadas y la economía se internacionaliza por exportaciones
comerciales se desarrollan instituciones que posibilitan la redistribución del ingreso y
así hay menor desigualdad de ingreso.
Métodos y datos
Para estudiar la relación entre redes de las elites empresariales y desigualdad de ingreso
usamos los países como casos. Aunque los países están cada vez más
internacionalizados, la desigualdad sigue siendo todavía un problema nacional, con
medidas y políticas de alcance nacional. Además, el principal espacio de interacción y
creación de las elites empresariales en América Latina siguen siendo los países
(Cárdenas, 2015). Seleccionamos cinco países: México, Chile, Perú, Brasil y Colombia.
Se incluyen dos países de tamaño económico y geográfico grande, Brasil y México, y
dos de tamaño mediano, Chile y Perú. Aunque se pretendía incluir las ocho mayores
economías de la región, los datos sobre directivos de las grandes empresas no estaban
disponibles para Argentina, Venezuela y Ecuador.
En primer lugar realizamos un análisis de redes de interlocking directorates, y después
comparamos el nivel de cohesión de las redes con los indicadores de desigualdad de
ingreso e internacionalización comercial.
Para el análisis de las redes de las elites empresariales se seleccionan las 100 mayores
empresas de cada país, específicamente las 75 mayores empresas no-financieras a partir
de sus ventas a fin de 2012, y las 25 mayores empresas bancarias según sus activos a fin
de 2012. Después de limpiar errores, el tamaño de las redes es de 90 empresas en cada
país. Aunque otros estudios sobre redes de interlocking directorates optan por
seleccionar las 250 o 500 mayores empresas, estos tamaños son excesivos en economías
emergentes si se quiere ubicar el foco en las elites empresariales. Este tamaño de la red
coincide con estudios previos (Rodríguez, 2003). La selección intencional de empresas
financieras y no-financieras ha sido ampliamente usado en estudios sobre redes
corporativas para evitar que los bancos no aparezcan subrepresentados en el ranking de
ventas o las empresas no-financieras en el ranking de activos (Carroll and Fennema,
2004). La clasificación de las mayores empresas fue obtenida a partir de los rankings de
la revista América Economía (América Economía, 2013a, 2013b) y fue complementada
mediante la consulta de datos en las instituciones nacionales de regulación del mercado
(superintendencias).
De cada empresa se recogieron los nombres y apellidos de los miembros del consejo de
administración. Para la obtención de la información se consultaron entre agosto de 2013
y abril 2014 los informes anuales de las empresas ya que ofrecen datos actualizados y
confiables. En algunos casos, se examinaron datos proporcionadas por las
superintendencias de valores de cada país. Cuando los nombres de los directivos no
estaban disponibles para alguna empresa o eran incompletos, se incluía otra empresa
siguiendo los rankings anteriores. Esta información fue procesada mediante la
construcción de matrices en el programa de análisis de redes UCINET 6 (Borgatti et al.,
2002). Analizamos la matrices adyacente que vinculan a las empresas a través de sus
directivos. La matriz representa la red corporativa de interlocking directorates, donde
las 90 mayores empresas se colocan en filas y columnas, y las celdas indican el número
de directivos en común que tienen las empresas. Estas matrices son visualizadas como
redes donde los nodos son las empresas y las líneas son las relaciones entre los
empresas, es decir, los directivos que pertenecen simultáneamente a varias empresas
(red de interlocking directorates). Cada matriz o red es analizada mediante indicadores
generales de la red, los cuales nos permiten medir el nivel de cohesión de la red. Véase
Tabla 1 para descripción de los indicadores.
Varios son los indicadores para medir el nivel de desigualdad de ingreso en los países.
El índice GINI mide la distribución del ingreso entre los individuos u hogares en una
economía, específicamente cuánto se desvía de la distribución equitativa. Oscila entre 0
(perfecta igualdad) y 100 (perfecta desigualdad). Otro indicador de desigualdad de
ingreso es el ratio 90/10. Esta tasa se calcula dividiendo el porcentaje de ingresos
controlado por el 10% más rico de la población (percentil 90) entre el porcentaje del
ingreso controlado por el 10% más pobre (percentil 10). El ratio 90/10 señala cuántas
veces superior son los ingresos del 10% más rico de la población respecto al 10% más
pobre. Estos indicadores son estimaciones basadas en encuestas realizadas en los
hogares por agencias gubernamentales de cada país y el Banco Mundial. Debido a que
nos interesa la estructura antes que las tendencias, calculamos la media del índice GINI
y el ratio 90/10 entre 2005 y 2013.
Tabla 1. Indicadores de cohesión de la red
Dimensión
Indicador
Descripción
Conectividad
Densidad
Cantidad de enlaces existentes sobre el total de
posibles
Grado medio
Número total de enlaces dividido por el número
total de nodos (n)
Distancia
geodésica media
La distancia geodésica es la cantidad de pasos que
separa a dos nodos siguiendo los caminos más
cortos posibles. La distancia geodésica media se
calculan mediante la suma de todas las distancias
geodésicas dividido entre n*(n-1)
Diámetro
Mayor distancia geodésica entre nodos conectados
Tamaño del
componente
principal (%)
Porcentaje de nodos que pertenecen al mayor
componente. Componente es el conjunto de nodos
y enlaces donde todos los nodos están conectados
por un camino.
Aislados (%)
Porcentaje de actores sin ningún enlace
Relaciones
múltiples (%)
Dividir sumatorio de grados con matriz
dicotomizada entre sumatorio de matriz con
matriz no-dicotomizada, y restar 1
Compacidad
Inclusión
Multiplicidad
Fuente: Elaboración propia a partir de (Rodríguez, 2005; Scott, 1991b)
Para medir el grado de internacionalización comercial de salida usamos el indicador de
valor de las exportaciones de bienes y servicios como porcentaje del producto interior
bruto (PIB). Además, revisamos el número de tratados de libre comercio para conocer el
grado de apertura comercial.
Resultados
Redes de las elites empresariales
Las redes de las elites empresariales más cohesionadas son de México, seguido de Chile
y Perú. Las redes de Brasil y Colombia están más dispersas o fragmentadas. La Tabla 2
presenta los indicadores generales de la red y los Gráficos 1 muestran las redes en los
cinco países. Las redes de las elites empresariales en México y Chile tienen alta
conectividad, compacidad, inclusión y multiplicidad, mientras que las redes de Brasil y
Colombia presentan desconexión, dispersión, fragmentación y baja multiplicidad. La
red corporativa de Perú tiene una posición intermedia pero más cercana a Chile.
Tabla 2. Indicadores generales de redes de interlocking directorates
MÉXICO
N
Densidad*
Grado medio*
Dev. Est. Grado*
Aislados (%)
Tamaño compon. pal. (%)
Distancia geo. media*
Dev. est. Distancia geo.*
Dimámetro*
Compacidad*
Relaciones múltiples (%)
Cohesión
86
0.084
7.12
7.14
19.77
77.91
2.30
0.77
5
0.3
38.68
Muy alta
CHILE
90
0.04
3.53
2.78
16.67
78.89
3.47
1.25
8
0.22
30.87
Alta
PERU
90
0.028
2.47
2.83
32.22
52.22
3.60
1.62
9
0.1
50.45
Media
BRASIL
COLOMBIA
90
90
0.018
0.015
1.64
1.36
1.72
1.41
32.22
35.00
58.89
25.56
4.71
3.10
1.89
1.63
10
8
0.1
0.04
28.85
31.46
Baja
Baja
* Calculado con matriz dicotomizada
Gráfico 1. Redes de interlocking directorates
COLOMBIA
MEXICO
BRAZIL
PERU
CHILE
Las escasas investigaciones sobre redes de las elites empresariales en América Latina
impiden saber si estas diferencias o estructuras son actuales o históricas, aunque se
pueden inferir algunos aspectos. La red de interlocking directorates en México era más
cohesionada que la de Brasil en 1909 (Musacchio and Read, 2007) y tenía alta
conectividad en los años 1990 (Salas-Porras, 2006; Santos Castroviejo and Castañon,
2011). Las empresas y sus elites estaban más interconectadas en Chile que en Argentina
en los años 1970 (Salvaj and Lluch, 2012). No existen estudios sobre Perú al respecto.
La forma de las redes de interlocking directorates que construyen las elites
empresariales presenta una serie de características medianamente estables, lo que
sugiere que esta red se convierte en una estructura duradera y con fuerza para
condicionar la formación de instituciones.
Desigualdad de ingreso
Estudiar y explicar el nivel de desigualdad de ingreso entre los países de América
Latina es un reto en tanto que se considera que las economías latinoamericanas como de
las más desiguales del mundo junto con las africanas (Gasparini and Lustig, 2011). Aún
siendo todos los niveles de desigualdad muy altos si los comparamos con Europa o
Norteamérica, entre sí existen diferencias significativas.
De los 5 países analizados, México, Chile y Perú son los menos desiguales (Tabla 3).
Las mayores desigualdades de ingresos se encuentran en Brasil y Colombia. La media
del índice GINI entre 2006 y 2013 más baja es de Perú (47,63) y es donde se ha
producido la mayor variación y reducción de la desigualdad. La más alta desigualdad se
encuentra en Colombia (56,02) a pesar que se ha reducido en más de 6 puntos entre
2006 y 2013. Brasil también tiene una alta desigualdad (53,93). Respecto al ratio 90/10
la menor desigualdad entre el 10% más rico y el 10% más pobre se encuentra en
México, seguido de cerca por Chile y Perú. En estos países el 10% más rico de la
población controla unas 25 veces más ingreso que el 10% más pobre. En Brasil y
Colombia, esta diferencia es de más de 44 veces. Es decir, los ingresos medios de un
rico en Colombia o Brasil son 44 veces más altos que los de un pobre, mientras que en
México, Chile y Perú esta diferencia es de aproximadamente 25 veces.1
Tabla 3. Desigualdad de ingreso y comercio internacional
Media
índice
GINI
20062013
Desv.
est.
Diferencia
2013 2006
Media ratio
90/10 de %
del ingreso
controlado
Desv.
est.
Media del valor
de las
exportaciones
(% PIB) entre
2005 y 2014
Desv.
est.
Núm.
tratados
de libre
comerci
o
México
48,11
0,07
0,06
23,38
5,6
29,5
2,4
13
Chile
51,41
0,67
-1,34
25,75
1,6
38,0
3,8
21
Perú
47,63
2,74
-6,94
26,79
5,2
27,0
2,6
15
Brasil
53,93
1,17
-3,06
44,38
3
12,4
1,6
4
Colombia
56,02
2,50
-6,59
46,55
16
17,1
1,0
8
Comercio internacional
Los países más orientados al comercio internacional, y que sus exportaciones
representan una importante parte del PIB son Chile, México y Perú (Tabla 3). La media
entre 2005 - 2014 de exportaciones de bienes y servicios representa el 37% del PIB en
Chile, el 30% en México y el 27% en Perú. Mientras que en Colombia las exportaciones
representan el 17% y en Brasil el 12%. Si analizamos la tendencia desde los años 1990
hasta 2014, observamos que a excepción de Chile, las otras economías partían de
niveles similares pero algunas como México y Chile apostaron por un crecimiento
basado en exportaciones, mientras que Colombia y Brasil por una economía más basada
en el mercado interior (Gráfico 2).
1
En Colombia hay alta variación ya que el ratio más bajo ha sido de 38,5 en 2013 y los más altos son de
84,5 en 2006 y 67,5 en 2007. Aún eliminando los valores de 2006 y 2007 que pueden ser casos atípicos,
la media del ratio 90/10 en Colombia en el período 2005 y 2013 es de 41,0.
Gráfico 2. Evolución de las exportaciones (% PIB) entre 1990 y 2014
Las economías latinoamericanas también varían en su nivel de apertura comercial a
través de la firma de tratados de libre comercio. Varios países de América Latina se
adhirieron a MERCOSUR, un tratado de integración regional para fomentar el comercio
y la coordinación de políticas. Además de este tratado multilateral, los países
latinoamericanos han emprendido tratados bilaterales de libre comercio con otras
economías del mundo.
Los países con mayor apertura comercial debido a la firma de tratados de libre comercio
son Chile, Perú y México (Tabla 3). Chile tiene en vigor 21 tratados de libre comercio.
Perú tiene firmados y en vigor 15 tratados de libre comercio. México tiene 13 tratados
de libre comercio: entre otros, con los otros países de Norteamérica (NAFTA en vigor
desde 1994), la Unión Europea (2000), EFTA (2001) y Japón (2005). Colombia tiene 8
tratados de libre comercio, la mayoría de ellos desde 2007, y con las grandes economías
del mundo desde 2012. Brasil tienen firmados 4 tratados de libre comercio, pero todos
ellos a través de su pertenencia a MERCOSUR (desde 1991), y solo con otras
economías emergentes: Chile (firmado y en vigor desde 1996), Bolivia (1997), Perú
(2005) e Israel (2007).
En resumen, en los países donde las redes de las elites empresariales están más
cohesionados, es donde menos desigualdad del ingreso hay, y más internacionalización
comercial.
Modelo relacional
La relación entre las entre las redes de las elites empresariales y la desigualdad de
ingresos en los países es indirecta, compleja e implica una combinación de factores. En
esta sección presentamos un modelo relacional o marco analítico con el objetivo de
analizar los impactos sociales de las redes de las elites empresariales e inferir teorías
(Gráfico 3). Este modelo relacional está orientado a entender las estructuras antes que
las tendencias, por tanto no explica por qué aumenta o disminuye la desigualdad en un
período de tiempo, sino por qué el sistema de desigualdades se reproduce y qué explica
que algunos países sean más desiguales que otros.
Gráfico 3. Modelo relacional entre redes de las elites empresariales y desigualdad de
ingreso
Redescohesionadas
delaselitesempresariales
Controlsocial
Altasexportaciones(%PIB)
Reduccióncostes
transacción
Confianza
Accióncolec9va
Negociaciónenbloque
Elitespolí9cas-Estado
Tratados
Librecomercio
Presiones
internacionales
Control
inversiones
Ins9tucionesdemocrá9cas
Necesidaddelegi9midad
Ins9tucionesredistribu9vas:
pensiones,educación,etc
Menordesigualdaddeingreso
Exigenciasdeorganiz.
socialesypolí9cas
Nuestro principal argumento es que las redes de las elites empresariales favorecen la
emergencia de determinadas instituciones (reglas de juego) que impactan en la
distribución del ingreso. Que las elites empresariales estén unidas o cohesionadas crea
una disposición institucional que favorece la negociación colectiva, el control del
estado, la coordinación de políticas económicas y la legitimidad de las instituciones. En
cambio, cuando las elites están fragmentadas se crea una disposición institucional que
potencia negociaciones dispersas antes que colectivas entre las elites políticas y
empresariales, reduciendo la posibilidad que se formen instituciones con intereses
generales y que tengan beneficio social.
La emergencia o consolidación de instituciones redistributivas son determinantes de la
reducción de las desigualdades del ingreso. El propósito de las instituciones
redistributivas es mover recursos de un grupo a otro. En situaciones en la que los
actores saben que es mejor colaborar para establecer unas instituciones (reglas de juego)
pero no confían en que los otros cumplan estas reglas de juego, los actores no tienen
incentivos de colaborar. Según nuestro modelo, la confianza entre los actores se crea y
se fortalece de las redes sociales que mantienen entre sí los actores. Sin redes no hay
confianza. Las instituciones redistributivas requieren confianza y esta proviene de la
formación de redes.
Las redes cohesionadas de las elites permiten una mayor confianza, reducción de costes
de transacción y articulación de intereses diversos y cross-sectoriales que genera unas
demandas más amplias, generales y legitimadas. Las redes proveen las estructuras para
que las elites empresariales decidan cooperar entre sí. Esta fuente de acción colectiva
también crea una oportunidad a los Estados de controlar a las elites empresariales para
forzarles a aceptar instituciones redistributivas que reduzcan las desigualdades como
políticas de sistemas de pensiones o educación. Si las elites políticas no tienen cierto
control sobre las elites empresariales es más improbable que emerjan instituciones
redistributivas. El control social sobre las elites empresariales emana de la misma red
cohesionada que forman, ya que permite la negociación en bloque y la aceptación de
propuestas de beneficio general. Los acuerdos alcanzados entre las elites empresariales
y las elites políticas si se producen de forma colectiva, se difunden a través de la red
cohesionada, y tienen más apoyo, son aceptados como correctos, justos, razonables y
pueden convertirse en ley, en regla de juego. Pero, la cohesión de las elites
empresariales es una condición necesaria pero no suficiente para que fomenten las
instituciones redistributivas. Para que las elites empresariales puedan aceptar
instituciones que les supongan un coste, deben tener fuentes de ingresos alternativas.
La internacionalización de la economía vía liberalización externa de mercados y
comercio internacional de salida (exportaciones) genera que las elites empresariales
acumulen riqueza e ingresos del exterior y el mercado nacional deje de ser el principal
espacio de acumulación de riqueza e ingresos. Ante este cambio en el origen de los
ingresos, las elites empresariales están más abiertas a apoyar instituciones democráticas
y reducir los conflictos bélicos, lo cual genera más participación de organizaciones que
demandan redistribución del ingreso y por tanto emergen políticas redistributivas. El
factor del comercio internacional ayuda a entender por qué en alguna de estas
economías la red cohesionada de las elites empresariales no había supuesto en períodos
anteriores al 2000 una reducción de las desigualdades. Sin fuentes de ingresos externas,
las elites prefieren mantener el status quo de desigualdad predominante en los países de
América Latina.
Ambas condiciones - cohesión de las elites empresariales e internacionalización
comercial - deben estar presentes para que haya posibilidad de que emerjan
instituciones que permiten la redistribución del ingreso. Este modelo no es
correlacional, es decir, no indica que cuánto más aumente la cohesión de las elites, más
se reducirá proporcionalmente la desigualdad, sino que señala la interdependencia de las
redes e instituciones y las complementariedades entre sí (la eficiencia de una estructura
refuerza la eficiencia de la otra) y por tanto ayuda a entender por qué el sistema es
estable y duradero.
Discusión y conclusiones
Esta investigación trata de incluir a las redes de las elites empresariales en el proceso de
explicación de las desigualdades de ingresos. El tema de las desigualdades de ingresos
está muy estudiado, desde diferentes disciplinas, teorías y usando todo tipo de datos.
Pero esta abundancia de investigaciones también pone de manifiesto que el fenómeno
está incompletamente explicado. Nuestra contribución es presentar datos sobre las redes
de las elites empresariales, relacionarlos con los indicadores de desigualdad en varios
países, y desarrollar un modelo relacional que explique por qué en los países donde más
se cohesionan las elites empresariales, menos desigualdad hay.
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