LA INVISIBILIDAD DE GÉNERO EN LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LAS POLÍTICAS URBANÍSTICAS (borrador) El crecimiento global de las grandes urbes está dando paso de forma cada vez más veloz a la formación de sistemas urbanos transnacionales. Estas nuevas redes urbanas transnacionales se configuran sobre la base del flujo informacional y financiero global, pero no por ello están exentas de los requerimientos y límites físicos de la planificación urbana. Históricamente, la configuración específica de las ciudades ha tendido a potenciar el grado de desigualdad espacial y socioeconómica, dando lugar a la coexistencia inevitablemente conflictiva de dos ciudades: la formal y la informal. En la narrativa dominante, la economía de la ciudad global se divide en dos sectores, con una economía empresarial que se construye a sí misma como el centro, y que construye la economía no empresarial como la otra. De este modo la gran mayoría de las actividades económicas que tienen lugar en la ciudad global son devaluadas, entendidas como actividades marginales, y por extensión, las personas que llevan a cabo esas actividades son relegadas también a los márgenes de la ciudad global (Citar importante). Las prácticas socio-espaciales y las relaciones de poder y exclusión (citar), también las de expulsión (citar), constituyen el régimen de un lugar. Sin embargo, a pesar de la fluidez de muchos de los procesos globales que conforman lugares, no se puede obviar que el ritmo humano de esos espacios no esté directamente relacionada con estos grados de fluidez. Partiendo de que lo local se constituye en base a dinámicas impuestas por los procesos de globalización, la vecindad y la comunidad quedarían delimitadas territorialmente a nivel local, pero no necesariamente por lo que respecta a su funcionamiento o al conjunto de factores que inciden en su funcionamiento. Estas reflexiones no pueden llevar sino a la necesidad de complejizar el debate sobre las resoluciones que actualmente rigen el plan de acción internacional sobre el desarrollo de ciudades sostenibles. Son varias las instituciones y organismos que a escala internacional han trabajado por el desarrollo sostenible de las ciudades y por el empoderamiento de las mujeres, que a través de la formulación de numerosas declaraciones han buscado recoger, en una suerte de decálogos bien intencionados, recomendaciones que puedan orientar la gestión de estas problemáticas de escala mundial. Sin embargo, a pesar de los avances logrados, el diálogo insuficiente en el proceso de desarrollo de ambas directrices ha confluido en resultados paralelos y totalmente desconectados. ONU-Habitat es el centro de coordinación para todas las cuestiones sobre urbanización y asentamientos humanos dentro del sistema ONU, con el fin de promover poblaciones y ciudades social y ambientalmente sostenibles. Una de las prioridades fundamentales del organismo es la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, abordada desde la Secretaría de Igualdad de Género de ONU-Habitat, que trabaja para garantizar que la igualdad de género sea integrada de manera sistemática en todos los proyectos y programas de ONU-Habitat. Integrar la perspectiva de género en la agenda social y de los gobiernos ha constituido un avance significativo en materia de urbanismo, pero la realidad actual es reflejo de las brechas que siguen existiendo entre los enunciados y la efectivización de las declaraciones internacionales. Hasta la actualidad, infinidad de criterios técnicos y estéticos han marcado el desarrollo, no siempre coherente y sostenible, de las ciudades. El aspecto social, y en este caso de género, se ha tomado como excusa para dar legitimidad a programaciones preestablecidas en base a criterios que sólo cobran sentido dentro de la lógica capitalista. Las ciudades se convierten así en un producto, solo vivibles como desplazamientos, como distancias entre zonas inconexas, y sobre todo como imposiciones. Pero en tanto que la ciudad pasa a convertirse en un producto, con el “desvanecimiento de la comunidad” (CITAR), también se abren las posibilidades de que de forma múltiple se creen nuevas comunidades. Por ello y en confrontación con los efectos derivados de la ciudad global, se hace necesario resituar la práctica social como eje vertebrador de la planificación urbana. El paso de una cultura urbana basada en relaciones definidas por los procesos de producción a una urbanización “desespacializada”, no puede hacernos perder de vista el hecho de que las personas que habitan la ciudad participan física, material y vivencialmente en el espacio urbano. En el marco de una planificación urbana no predeterminada por los procesos económicos, la perspectiva de género pretende hacer visible la idea de que vivir el espacio es mucho más que habitar, trabajar y circular, de que el verdadero desafío no consiste en cambiar normativas que resuelvan problemas puntuales en tiempos concretos, sino en “construir un espacio sin género ni orden patriarcal, por lo tanto, sin jerarquías, un espacio para visibilizar las diferencias, un espacio de todos y todas en igualdad de valoración de miradas, saberes y experiencias” (Muxí, 2006: 6). El reto es volver a reconocer las ciudades como espacios humanamente habitables, como extensión de espacios individuales y privados, como el espacio social por excelencia. La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de 1995 se proclama como el marco de políticas internacional más exhaustivo para el empoderamiento de las mujeres y las niñas de todo el mundo. La Plataforma de Acción abarca 12 esferas de especial preocupación que continúan siendo tan relevantes hoy en día como hace 20 años, y sobre las que los gobiernos de todos los países debían intervenir acorde a unas medidas y objetivos planteados: la pobreza, la educación y la capacitación, la salud, la violencia contra la mujer, los conflictos armados, la economía, el ejercicio del poder y la adopción de decisiones, los mecanismos institucionales para el adelanto de la mujer, lo derechos humanos, los medios de difusión, el medio ambiente, y la niña. Sin embargo, ninguna de estas esferas hace referencia a la planificación urbana, excluyéndola de los ámbitos en los que trabajar para lograr la igualdad de género y los derechos humanos de las mujeres y las niñas. Dado que el transcurso de la vida se da en el espacio urbano, se puede considerar éste como transversal a las esferas decisivas de especial preocupación a las que se dedica la Plataforma de Acción de Beijing. Los problemas que plantea quedan atravesados por el espacio donde se producen y, por lo tanto, si se incluyen políticas de género en el diseño y la gestión de estos espacios, de forma indirecta se contribuirá a la mejora de la situación de las mujeres en el resto de esferas. Las declaraciones elaboradas por un organismo internacional como ONU-Habitat han incluido el género de forma transversal en sus políticas de desarrollo sostenible de las ciudades. Sin embargo y después de un análisis básico de la estructura de la Plataforma de Acción de Beijing, el plan más progresista que ha existido para promover los derechos de la mujer, de lo que carece el enfoque internacional es del planteamiento inverso. Es decir, ¿porqué no se ha trabajado en la elaboración de declaraciones y medidas que incluyesen la planificación de las ciudades de forma transversal en las políticas públicas de igualdad de género? Matizar en este punto que, aunque es crucial introducir la perspectiva de género en los procesos de planificación urbana, también se hace necesaria una perspectiva interseccional que permita valorar con mayor profundidad y de la manera más inclusiva posible la realidad urbana. Los impactos de los flujos globales sobre la ciudad se ven reflejados en una doble vertiente. Por una parte, en las ciudades hay unos límites administrativos que delimitan y limitan a quienes la habitan. Por otra parte, el imaginario de la ciudad es excluyente con muchas de estas realidades. Esto significa que podríamos estar hablando de redes en las cuales tanto los procesos flujo de capital como los de personas interactúan, cristalizando en el espacio urbano en forma de nuevas subjetividades urbanas. En este sentido, nos obliga a pensar en cuáles son las intersecciones que particularizan estas nuevas subjetividades en clave de derecho a la ciudad y su agencia en la planificación urbana. Frente a la incertidumbre del papel que pueden o no desempeñar las declaraciones internacionales, y a modo de conclusión abierta, consideramos necesario abrir el debate sobre las siguientes cuestiones ¿Cuál es el papel que se le asigna al urbanismo en el marco de la globalización? ¿Cómo están respondiendo los nuevos diseños y planificaciones a este respecto? ¿Cómo se constituyen las relaciones de género en la ciudad globalizada y qué impacto tienen las resoluciones internacionales? ¿Se puede practicar un urbanismo inclusivo, interseccional e igualitario en las ciudades globales? Bibliografia Costes, Laurence. "Del" derecho a la ciudad" de Henri Lefebvre a la universalidad de la urbanización moderna." Urban 2 (2011): 89-100 Garber, Judith A. Gender and Sexuality . En Davies, Jonathan S., and David L. Imbroscio, eds. Theories of urban politics. Sage, (2009) Harvey, David. "El derecho a la ciudad." (2011) McDowell, Linda. Género, identidad y lugar: un estudio de las geografías feministas. Vol. 60. Universitat de València, 2000 Muxí, Z (2006) “ Ciudad próxima. Urbanismo sin género”, Ingeniería y territorio: revista del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, 75 Menéndez, Alicia. "Teoría urbana postcolonial y de género: la ciudad global y su representación." (2010) ONU MUJERES (1995) “Declaración y Plataforma de Acción de Beijing. Declaración política y documentos resultados de Beijing+5” Sassen, Saskia. "Elementos teóricos y metodológicos para el estudio de la ciudad global." La ciudad construida (2001): 177 Sassen, Saskia. "La ciudad global: emplazamiento estratégico, nueva frontera." Barcelona 1978-1997. Manolo Laguillo (2007) http://es.unhabitat.org