La evolución de las especies:

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El texto completo son 11 páginas, y podéis encontrarlo en esta dirección:
http://www.ucm.es/info/zoo/Vertebrados/JADiaz/evolucion.htm
He dejado fuera párrafos que muestran pruebas sobre la teoría de la evolución que bien por complejas o por haber
sido tratadas en otros artículos me han parecido de menos utilidad para nuestra disertación. Sin embargo he dejado
otras porque responden a alguna pregunta que propone el artículo “Animal sin alma”.
Para nuestra disertación resulta interesante porque el autor se plantea si la ciencia tiene derecho a afirmar como
cree Monod, que todo es fruto del ciego azar. El autor entiende que la respuesta está más allá de la ciencia y él
opta por una intuición que considera racional: la libertad de Dios frente a la necesidad o el azar.
La evolución de las especies:
¿por qué sobrevivió Pikaia?
José A. Díaz
Texto de una conferencia que tuvo lugar dentro del Aula Crítica de Otoño de la Asociación Cultural Charles Péguy
(curso 1997-98)
La evolución de las especies es el tema más apasionante de todos para un profesional de la biología. En efecto,
se ha dicho que nada en biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución. Pero además, la evolución es un
tema popular, un tema que interesa a todo el mundo. ¿Por qué? Porque tiene que ver con nuestro origen y con el
significado de nuestra existencia.
A lo largo de esta disertación, por ejemplo, se menciona un yacimiento de invertebrados fósiles conocido como
Burgess Shale que tiene unos 570 millones de años de antigüedad y que se localiza en las Montañas Rocosas del
Suroeste de Canadá. (Y se afirma) que un pequeño fósil llamado Pikaia y encontrado en ese yacimiento tiene que
ver con el hecho de que nosotros estemos aquí ahora,
Me ha llamado la atención el hecho de que muchos libros divulgativos sobre evolución comienzan aludiendo a estas
preguntas últimas profundamente arraigadas en el corazón de cada hombre.
Monod, por ejemplo, en el primer párrafo de su famosa obra sobre "El azar y la necesidad" afirma que "la ambición
última de la ciencia entera es aclarar la relación del hombre con el universo"(…) Otro de los libros comienza con una
cita ni más ni menos que de Ezequiel: "… y pondré sobre vosotros nervios, y os cubriré de carne, y extenderé sobre
vosotros piel, y os infundiré espíritu, y viviréis…". Otro, por fin titula su primer capítulo "¿Por qué existe la gente?".
Es evidente que el deseo de responder a estas preguntas forma parte de la estructura original del "corazón"
humano. Ahora bien, y esta es una precisión importantísima, lo que caracteriza a la ciencia es el método de la
respuesta. En vez de buscar una respuesta general, la ciencia responde a preguntas más limitadas; en vez de
preguntarse quiénes somos o por qué existimos, se pregunta por qué nuestro esqueleto se parece más al de un
chimpancé que al de un besugo. Los enunciados científicos, para poder ser tales, deben estar sujetos a
confrontación con la experiencia física, "medible"; el tipo de certeza que la ciencia pretende no deja ningún espacio
a la libertad de decidir entre el "sí" o el "no" de las explicaciones que propone.
Aquí hay varias páginas destinadas a demostrar científicamente los principios de la evolución,
(…)
¿Cómo puede tener lugar la evolución, que significa, por definición,
cambio en el tiempo? La respuesta es que ocasionalmente se
producen mutaciones, es decir, cambios en la composición química del
ADN antes de que tenga lugar su traducción en proteínas. Las
mutaciones pueden ser inducidas por distintos tipos de radiación,
como en el caso de la mosca del vinagre que aparece en la figura
(mutación antennapedia: patas torácicas en el lugar de las antenas),
por temperaturas elevadas y por no pocos productos químicos, o
también pueden producirse de forma espontánea. Sea cual sea la
causa que las origina, si estas mutaciones del ADN se producen en las
células que acabarán dando lugar a los óvulos o a los espermatozoides,
entonces sus efectos se transmitirán a las siguientes generaciones. Es
importante tener en cuenta que las mutaciones no están relacionadas
con, ni son causadas por, las exigencias que el ambiente impone al
organismo. Dicho de otro modo: un individuo mutante no tiene más
probabilidad de aparecer en un ambiente en el que su mutación resultaría ventajosa que en otro ambiente en el
que, por el contrario, su mutación resultaría perjudicial. Las mutaciones simplemente acontecen, y sólo una vez
ocurridas resultan beneficiosas, perjudiciales, o neutras.
Aquí habla del proceso de selección natural y concluye:
y el ejemplo más conocido y mejor documentado es el de la evolución del melanismo en las polillas inglesas de
la época de la Revolución Industrial. La forma típica del norte de Europa tiene un patrón de coloración jaspeado
sobre fondo claro que le sirve para camuflarse sobre los líquenes que cubren los troncos de árbol sobre los que
reposa. La contaminación en las zonas más industriales de Inglaterra produjo la muerte de los líquenes, dejando
ennegrecidas las cortezas de los árboles. En esa misma época, hizo su aparición una forma melánica que, detectada
por primera vez cerca de Manchester en 1848, aumentó de frecuencia hasta alcanzar el 90% de la población de
polillas en áreas contaminadas a mediados del siglo XX.
Este aumento fue ocasionado casi con total seguridad por la
selección natural. Diversas observaciones revelaron que las aves
insectívoras tienden a capturar con más frecuencia a las polillas peor
camufladas; así, en áreas contaminadas, cuando se soltaban igual
número de polillas de ambas formas, al cabo de un tiempo se
recapturaba un número mayor de individuos melánicos, mientras que
en áreas no contaminadas sucedía al revés. Los primeros cruces
genéticos demostraron, además, que el patrón de coloración era
heredable. Así que estas polillas reunen todas las condiciones para que
opere la selección natural: hay variación en el patrón de coloración,
esta variación es heredable, y las variantes difieren en su probabilidad
de sobrevivir para dejar descendencia. En las áreas contaminadas, en
consecuencia, las polillas melánicas sobreviven mejor, dejan más
descendencia, y su frecuencia aumenta: la selección natural las
favorece.
(…)
El término evolución significa cambio, cambio en la forma y
comportamiento de los organismos a medida que se suceden las
generaciones. Además, el concepto actual de evolución implica que
dicha evolución se ha producido a partir de un origen común, de modo
que la actual diversidad de especies se ha generado por sucesivas
divisiones de las "ramas" del árbol de la vida hasta llegar a un único y
remoto antepasado común de
todas las formas vivas actuales.
Da datos y argumentos para demostrar el origen común y concluye:
La explicación evolutiva de ciertas semejanzas, innecesarias desde el punto de vista funcional, es bien sencilla: los
cuadrúpedos tienen miembros semejantes porque los han heredado de un antepasado común que ya poseía esa
estructura básica. Si los distintos linajes hubieran tenido orígenes distintos, no habría ninguna razón para que
presentasen este tipo de homologías. A nivel molecular, las homologías alcanzan la máxima extensión posible, ya
que abarcan a todas las formas vivas. El código genético, por ejemplo, es universalmente compartido por todos los
organismos (…)¿Por qué todas las formas de vida comparten el mismo código? La mejor explicación es en términos
de herencia común (…)
Así que, una vez confirmado el origen común de todas las formas vivas actuales, hay que contemplar la evolución,
no como una simple hipótesis científica, sino como un hecho probado.
Introduce el concepto de preadaptación
Las suturas craneales de los mamíferos permiten la deformación del cráneo durante el tránsito por el canal del
parto, y son imprescindibles para que el alumbramiento se produzca sin dañar a la cría. En este sentido, las suturas
craneales y su tardía osificación constituyen una adaptación para el tránsito por el canal del parto. Ahora bien,
¿pueden haberse originado por selección natural para esta función? No, por la sencilla razón de que ya aparecen en
los reptiles, antepasados de los mamíferos, quienes no necesitaban dichas suturas para salir del huevo. Y, sin
embargo, las suturas son fundamentales para que los mamíferos puedan reproducirse. En este sentido, se dice que
las suturas de los reptiles son una preadaptación para el tránsito por el canal del parto en los mamíferos. La
distinción puede parecer semántica, pero es fundamental si se tiene en cuenta que, a nivel molecular, describe
perfectamente lo que sucede en el origen mismo de cualquier novedad evolutiva. En efecto: una mutación
favorable en el ADN, que, por definición, no puede ser inducida por la selección natural, es una preadaptación para
la función que desempeñará la proteína mutada. Así que tanto a nivel de estructuras complejas, como sobre todo al
nivel de los procesos químicos fundamentales que gobiernan la transmisión de la vida, la selección natural explica el
desarrollo histórico de la evolución, pero no su origen.
Y en este punto, la pregunta por el origen vuelve a emerger con toda su fuerza, y a ella volveremos dentro de un
momento. Por ahora, podemos afirmar que la palabra contingencia es la que mejor describe lo que la ciencia tiene
que decir acerca de la naturaleza última del proceso evolutivo. Puesto que la evolución depende tanto de las
condiciones siempre variables impuestas por el ambiente como de la aparición de "novedades" en el patrimonio
genético que no están relacionadas con, ni son causadas por, las exigencias ambientales, la forma y dirección de los
cambios que tendrán lugar en el futuro son esencialmente impredecibles, hasta el punto de que la mejor
comparación que puede establecerse es con la historia humana. Así, es evidente que el mundo sería hoy de otra
manera si Aníbal hubiese vencido a Escipión en las guerras púnicas y el imperio romano no hubiese llegado a existir,
o si hubieran sido los ingleses en vez de los españoles quienes hubiesen descubierto América. De modo similar, la
exquisita variedad de formas y funciones que observamos hoy en la naturaleza podrían haber sido muy distintas si
determinados acontecimientos del pasado hubiesen sucedido de otra manera.
El mejor ejemplo que conozco de la naturaleza contingente de la evolución es el de los fósiles de Burgess Shale
a que me refería al comenzar la conferencia. Lo que estos fósiles sugieren, según la reinterpretación que han
recibido en los últimos años, es que hace 530 millones de años había en los mares primitivos seres de formas
extrañas y fantásticas, y que estos invertebrados mostraban más diversidad estructural que todos los tipos de
animales que pueblan hoy los océanos del mundo. Es más, las pocas estirpes que sobrevivieron no son las que,
aparentemente, resultaban en su tiempo más numerosas y eficaces, lo que ha dado lugar a que se hable de la
"diezmación" de Burgess Shale, significando eliminación sin causa aparente de nueve de cada diez tipos presentes
en los mares del Cámbrico. Entre los géneros que lograron sobrevivir se encuentra Pikaia, el primer cordado
conocido, o, lo que es lo mismo, el primer ejemplar registrado del tipo de organización a que nosotros mismos
pertenecemos. Cito literalmente a Stephen Jay
Gould: "Sospecho, por la rareza de Pikaia en
Burgess Shale y por la ausencia de cordados en
otros yacimientos del Palozoico Inferior, que
nuestro tipo no figuraba entre las grandes
historias de éxito del Cámbrico, y que los
cordados se enfrentaban a un delicado futuro
en la época de Burgess Shale. Pikaia es el
eslabón perdido y final en nuestro relato de
contingencia, la conexión directa entre la
diezmación de Burgess Shale y la eventual
evolución humana... Rebobínese la cinta de la
vida hasta los tiempos de Burgess Shale y
hágase tocar de nuevo. Si Pikaia no sobrevive en la repetición, somos barridos de la historia futura: todos nosotros,
desde el tiburón al petirrojo y al orangután. Y no creo que ningún pronosticador, si hubiera dispuesto de la
evidencia de Burgess Shale como la conocemos hoy en día, hubiera concedido ventajas muy favorables a la
persistencia de Pikaia. Y así, si se quiere formular la pregunta de todos los tiempos (¿por qué existen los seres
humanos?), una parte de la respuesta, relacionada con aquellos aspectos del tema que la ciencia puede tratar de
algún modo, debe ser «Porque Pikaia sobrevivió a la diezmación de Burgess Shale». Esta respuesta no menciona ni
una sola ley de la naturaleza; no incorpora afirmación alguna sobre rutas evolutivas previsibles, ningún cálculo de
probabilidades basado en reglas generales de anatomía o de ecología. La supervivencia de Pikaia fue una
contingencia de la historia."
En resumen: la ciencia nos lleva hasta un punto en el que se abren nuevos interrogantes a los que ella no es
capaz de dar respuesta. ¿Por qué se producen las mutaciones favorables, y por qué precisamente las que han
originado un mundo en el que nosotros nos planteamos estas preguntas? ¿Por qué sobrevivió Pikaia? En la medida
en que estos interrogantes atañen al significado de nuestra existencia, son, como decía al principio, tan
irrenunciables como científicamente incontestables. De lo que se deduce, como primera conclusión, que la "verdad
científica" no agota toda la verdad, ni es una verdad definitiva. Por su propia naturaleza, la descripción científica del
mundo provee un conocimiento parcial, constituido por hipótesis siempre revisables; considerar a la ciencia como
depositaria de "verdades últimas" es el peor servicio que puede hacérsele. Una segunda conclusión es la
irracionalidad de apoyar en la ciencia concepciones sociopolíticas, filosóficas o religiosas. Esto es lo que ha sucedido
con la teoría de Darwin, recurrentemente utilizada para afirmar concepciones racistas en la línea de la supervivencia
de los mejor dotados o para construir cosmovisiones ateas supuestamente fundadas en la ciencia. Por el contrario,
hay que reconocer la inadecuación del método científico para explorar el significado del hombre y del universo. La
ciencia no puede demostrar si la evolución es obra del ciego azar o si representa el desarrollo histórico de algún
tipo de causa o de proyecto.
Ahora bien, es precisamente la experiencia la que lleva a admitir un concepto de razón más amplio que el de la
ciencia pura y dura. (…) Hay que admitir que existen diversos métodos para alcanzar certeza acerca de la realidad, y
que la realidad contiene datos cuya interpretación requiere otros métodos distintos del científico. Yo puedo decir
con certeza, por ejemplo, que mi mujer me quiere. De esto estoy tan seguro como del hecho de la evolución por
selección natural, incluso más aún en el sentido de que me interesa más, es más
importante para mi vida (…)
¿Qué método permite alcanzar este tipo de certezas que, insisto, son
absolutamente fundamentales para la vida? Un método que, partiendo de
signos, llegue a la intuición sintética de la verdad. De hecho, este tipo de método
es el que caracteriza al genio científico: cuando Darwin descubrió la evolución
por selección natural, no hizo sino alcanzar una intución universal a partir de los
signos suministrados por largos años de observación de la naturaleza. De modo
similar, el método con el que conozco que mi mujer me quiere, es intuido por mi
inteligencia como el único modo razonable de explicar la convergencia ante mí
de determinados signos o indicios. Pues bien, también en el campo de la biología
existen indicios que reclaman a adquirir una certeza no ya científica sino moral.
Termino subrayando dos tipos de indicios que me parecen particularmente
importantes. En primer lugar, la belleza y la racionalidad de los procesos que,
sobre todo a nivel molecular, rigen la transmisión y conservación de la vida,
expresada de forma sintética en la última frase de "El Origen de las Especies": "Hay grandeza en esta concepción de
que la vida, con sus diversas formas, ha sido alentada por el Creador en un corto número de formas o en una sola, y
que, mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación, se han desarrollado y se están
desarrollando infinidad de formas cada vez más bellas y portentosas". En segundo lugar, el carácter contingente, en
el que hemos tenido ocasión de insistir, de los sucesivos episodios que han desembocado en nuestra propia
evolución. Nadie como Monod argumenta la extrema improbabilidad del misterioso ser humano, hasta el punto de
sostener que, dado su grado de improbabilidad, su evolución sólo puede haberse producido una vez. Pues bien,
cuanto más improbable resulta nuestra entrada en escena, tanta más fuerza cobra la hipótesis de que, en el origen
de cada una de las mutaciones aparentemente accidentales, y de cada una de las circunstancias supuestamente
fortuitas que en su día permitieron la supervivencia de viejos amigos como Pikaia, no está la ciega casualidad que
nos ha arrojado en el mar de la nada, sino una libertad, algo totalmente nuevo en un universo en el que sólo caben
el azar y la necesidad. Una libertad a la que nosotros, los no-necesarios, podemos dirigirnos agradeciendo el don de
ser hombres con la palabra más conmovedora de todo el lenguaje humano: Tú.
……………………………
*Tú: Dios
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